GEMA
—Buenos días —me dice con un tono amable que no suele usar—. Winston no pudo venir.
—Claro… —respondo cortante—. No tienes que explicar. Es tu empresa. Es normal que quieras ver cómo anda todo.
Se pone ambas manos en los bolsillos. Me sigue.
—En realidad, quería comentarte que ya quienes están detrás de tu tragedia familiar han recibido su merecido. Podrás irte a tu país cuando quieras.
No digo nada. No me genera nada. No es tan fácil. Además, mis padres están felices, quieren quedarse.
—Comprendo —dice sin presunción—. Podemos comenzar con la reunión. Estarás libre más temprano.
Me encojo de hombros. Nos sentamos. No parece interesado. No mira mi vientre, no pregunta nada. Solo se sienta y espera mirando cualquier punto de la oficina, menos a mí.
—Los clientes han aumentado, supongo que Winston ya te lo mencionó. Por eso tengo una nueva estrategia. Quisiera que me des tu opinión. Si permites que la implementemos, es un incentivo para los clientes antiguos y captar la atención de