Un trágico accidente dejó a Abner, el padre de Alina, gravemente herido en el hospital. El coste del tratamiento era altísimo, mientras su familia ya no tenía nada. Para salvar la vida de su padre, Alina se vio obligada a seguir el consejo de Betty, una vieja amiga de su madre adoptiva, y conocer a un hombre rico llamado señor Aaron. Aaron solo quería una cosa: una chica pura, sin pasado. Alina no pudo confesar la verdad. Calló heridas que llevaba tiempo guardando, todo por conseguir el dinero que podría salvar a su padre. Pero cuando la verdad salió a la luz, Aaron se sintió traicionado. El pago fue reducido. Su dignidad, pisoteada. Aun así, Alina resistió. No por amor… sino por su familia. Lo que Aaron no sabía era que la joven que había comprado llevaba tiempo enamorada de su propio hijo: Zack. El amor, el sacrificio y los secretos colisionan en esta historia triangular llena de dolor.
Leer másAlrededor de las cuatro de la madrugada, el señor Aaron se despertó de su profundo sueño. La habitación seguía oscura, solo la tenue luz de la lámpara de noche se reflejaba en la pared. El sonido de las notificaciones de su teléfono vibraba una y otra vez sobre la mesilla junto a la cama.Aaron tomó el móvil con el rostro sombrío. Entrecerró los ojos al leer los mensajes que llegaban sin cesar. Luego soltó un largo suspiro y giró la cabeza hacia Alina, que aún dormía profundamente a su lado. La muchacha parecía tan tranquila, como si el mundo exterior jamás hubiera osado perturbarla.Con lentitud, su mano se alargó para acariciar la suave mejilla de Alina.—Cariño, ¿puedes despertarte un momento? —murmuró; su voz sonaba dulce, aunque un frío oculto se deslizaba tras aquel tono.Alina parpadeó lentamente. Con los ojos medio abiertos, distinguió la figura del señor Aaron de pie a su lado.—¿Hm? ¿Qué ocurre, señor? —su voz era ronca, todavía cargada de sueño.—Levántate un instante. Desp
Alina salió despacio del baño, con el cuerpo temblando de vergüenza. La lencería negra y delgada se adhería a su piel, dejando ver cada curva bajo la luz de la lámpara del cuarto. Su cabello aún ligeramente húmedo añadía un aire de fragilidad que la hacía parecer aún más vulnerable.El señor Aaron permaneció en silencio unos segundos, sus ojos recorriendo todo el cuerpo de Alina con una mirada satisfecha. Llevaba ya varios días sin verla, ocupado en recuperar la confianza de Isabella con sorpresas y atenciones.Una leve sonrisa apareció en los labios de Aaron. Se levantó y se acercó.—Eres preciosa… —susurró. Su mano grande se posó en el hombro de Alina, descendiendo lentamente por su brazo.Alina bajó la cabeza, con las mejillas encendidas.—S-Señor…—No tengas miedo, cariño —su voz sonaba profunda, autoritaria—. Solo quiero que esta noche seas completamente mía.La atrajo hacia su pecho. El aroma a jabón del cuerpo de la joven lo embriagó aún más, haciéndole perder el control. Sus l
Alina se vio obligada a pedirle a Zack que se metiera en su armario. No era sin motivo: según ella, aquel era el único lugar lo bastante seguro para ocultarlo de la mirada del señor Aaron.—Alina, espera un momento… —Zack intentó detenerla, con el rostro tenso.—¡Zack! ¡No tenemos mucho tiempo! —susurró Alina con pánico.—Pero… —Zack todavía dudaba, mirando hacia la puerta de la habitación, que temblaba cada vez que se oían los golpes fuertes.—¡Entra rápido! —susurró Alina con voz temblorosa pero firme. Empujó el cuerpo de Zack hacia el armario, que ya había vaciado antes, y cerró la puerta con fuerza, echando el pestillo.Los golpes en la puerta eran cada vez más insistentes. Alina se apresuró a calmar su respiración y abrió la puerta.El señor Aaron estaba erguido en el umbral, su rostro imponente pero inquisitivo. Sin esperar a ser invitado, entró con pasos pesados que hicieron crujir el suelo.—Señor… —la voz de Alina casi se quebró. Intentó sonreír, aunque el temblor de sus labi
Zack caminaba de un lado a otro dentro de su habitación del apartamento. Sus pasos tambaleantes parecían no encontrar un lugar firme donde apoyarse. El pecho le ardía, atrapado entre la ira y la preocupación. Estaba decepcionado por la actitud de Alina, pero al mismo tiempo, el temor por su seguridad era más fuerte que cualquier otra cosa.¿Qué iba a pasarle? ¿Y si ese hombre mayor, el señor Aaron, realmente llegaba a hacerle daño a Alina? Cuando Zack supo que ella estaba completamente ebria, aquel sentimiento arrasó con toda la rabia que había sentido antes. ¿Decepción? Sí. Pero más allá de eso, la preocupación le calaba hondo, oprimiéndole el pecho.Zack no podía quedarse quieto. Intentó llamarla una vez, dos veces, hasta cuatro, pero no hubo respuesta. Con cada segundo que pasaba, la ansiedad crecía. Sabía que, si existía algo capaz de destruirlo más que cualquier otra cosa, era perder a Alina.Con una profunda inspiración, Zack tomó su chaqueta negra y las llaves del coche. Sabía
Tras la partida de Zack del apartamento, el silencio solo duró unos minutos antes de que el timbre sonara repetidamente, rompiendo la calma.Alina se apresuró hacia la puerta, con el corazón latiéndole con fuerza. Sabía perfectamente quién estaba al otro lado… y no quería provocar aún más su ira. En cuanto abrió, allí estaba el señor Aaron, con el rostro adusto, la mandíbula apretada y la mirada tan afilada que parecía querer despellejarla.Sin pronunciar palabra, Aaron entró. Sus pasos se mantuvieron a la par de los de Alina, pero la tensión que desprendía hacía que el aire se volviera sofocante.—¿De dónde vienes? —preguntó con frialdad, clavando sus ojos en los de Alina.—Yo…—¡Sé que vienes del club! —la interrumpió, al tiempo que le agarraba de pronto el cabello, obligándola a levantar el rostro—. ¡Responde, Alina!—Y-yo… —gimió Alina, encogiéndose de dolor. Sus ojos se enrojecieron; su expresión dejaba claro que no podía ocultar la verdad.—¡Cómo te atreves a apagar deliberadame
Antes de que Alina pudiera cerrar la puerta, Moson de pronto empujó su cuerpo hacia el interior del coche y se sentó en el asiento justo al lado de la chica. La respiración de Alina seguía agitada, sus ojos vidriosos, y el resto del alcohol hacía que su cabeza girara.—Moson… ¿qué quieres? —preguntó Alina con voz ronca, casi en un susurro.—Yo… solo… —Moson intentó buscar las palabras, pero la mirada que le dirigía decía otra cosa.—Baja de mi coche. Me voy a ir —dijo Alina, con la mano temblando sobre el volante.Moson no hizo caso. Al contrario, inclinó el cuerpo, observando de cerca aquel rostro pálido pero cautivador. Desde hacía rato, su mente estaba llena de un único deseo: besar esos labios. Este encuentro, para él, era demasiado especial.—Moson, no hagas tonterías… —Alina intentó apartarse, pero Moson le sujetó el rostro entre sus manos.—Solo un momento, Alina… —su voz fue suave, pero con un matiz de imposición.—¡No quiero! ¡Estás loco! ¡Sal de mi coche! —Alina le empujó el
Último capítulo