Capítulo 9. Zack se atreve
El aire de la mañana seguía húmedo por el rocío cuando Zack abrió la puerta del pequeño café en la esquina de la ciudad. Su reloj marcaba las ocho y cinco minutos. Entró con paso decidido, mirando a ambos lados, hasta que sus ojos encontraron la figura de un hombre de mediana edad sentado en la esquina del local, vistiendo una chaqueta de cuero marrón, visiblemente desgastada.
—Papá —saludó Zack, conteniendo una pequeña sonrisa mientras se acercaba.
Samuel Edbert giró el rostro; sus ojos cansados aún mostraban un brillo de lucidez.
—Zack... has llegado puntual.
Zack se sentó, dejando su maletín sobre la mesa.
—Por supuesto, papá. Eres muy difícil de localizar, no iba a desperdiciar esta oportunidad de verte.
Samuel soltó una breve risa.
—Perdóname, Zack. Te he puesto en una situación incómoda... a ti, mi propio hijo.
Zack sonrió con amargura.
—Por eso he venido. Papá... ¿por qué no vuelves a casa? Estoy seguro de que mamá aún te espera.
Samuel removió lentamente la cuchara en su taza