Capítulo 35. El hombre perdedor.
Alrededor de las cuatro de la madrugada, el señor Aaron se despertó de su profundo sueño. La habitación seguía oscura, solo la tenue luz de la lámpara de noche se reflejaba en la pared. El sonido de las notificaciones de su teléfono vibraba una y otra vez sobre la mesilla junto a la cama.
Aaron tomó el móvil con el rostro sombrío. Entrecerró los ojos al leer los mensajes que llegaban sin cesar. Luego soltó un largo suspiro y giró la cabeza hacia Alina, que aún dormía profundamente a su lado. La muchacha parecía tan tranquila, como si el mundo exterior jamás hubiera osado perturbarla.
Con lentitud, su mano se alargó para acariciar la suave mejilla de Alina.
—Cariño, ¿puedes despertarte un momento? —murmuró; su voz sonaba dulce, aunque un frío oculto se deslizaba tras aquel tono.
Alina parpadeó lentamente. Con los ojos medio abiertos, distinguió la figura del señor Aaron de pie a su lado.
—¿Hm? ¿Qué ocurre, señor? —su voz era ronca, todavía cargada de sueño.
—Levántate un instante. Desp