Mundo ficciónIniciar sesiónAstrea Cadwell siempre fue insignificante ante los ojos de su manada. Una forastera, sin gracia, sin el despertar de su lobo, y sin poderes. El bicho raro de su comunidad, y eso que a nadie le ha dicho lo que sucede cuando a su mente llega de golpe, lo que ella considera es el canto de la Luna. Un arrullo que se hace presente cuando está en una situación difícil, pero algo le dice que entre sus líneas hay algo más que una simple canción de cuna. Kael Wagner, ha sido criado para ser el alfa perfecto, el guerrero invencible. Además del sueño húmedo de cualquier hembra sin importar la especie humana o loba… excepto para Astrea. Porque aunque el destino los ha unido, él no la quiere. La rechaza inmediatamente cuando se entera de que es su pareja predestinada, sin preocuparse por las consecuencias que esto podría traer para ambos. Ya que la considera débil e indigna. Esto hace que Astrea se aleje del lugar que consideró su hogar durante años, pero por razones ajenas a su voluntad debe volver a la manada Thunder's Sons. Solo para enterarse de que existen demasiados secretos alrededor de su nacimiento, lo que hace que se quede más tiempo del previsto para descubrirlos, y es ahí en donde Kael lucha con todas sus fuerzas contra la atracción que siente hacia ella, y al final hará lo que sea por tenerla. ¿Astrea será capaz de perdonarlo o le dará un poco de su misma medicina? ¿Es solo una loba sin gracia o la esperanza de paz entre manadas? Una vez que Luna cante, nadie podrá resistirse a su voz…
Leer más“Cuando estés bajo el manto de estrellas doradas, la Diosa Luna besará tu piel. Tu sangre arderá con mi fuego, para que nunca me dejes de querer. Mi corazón será tu escudo, y cuando me necesites me sentirás como la suave brisa y en tus sueños te abrazaré.”
La falta de aire hizo que Astrea despertara de golpe, aquel cántico podía jurar que continuaba resonando en el aire, era como un murmullo antiguo y que parecía que no querer abandonarla, la había acompañado desde que tenía uso de razón. Pero aquel día regresó a su mente de una manera diferente, con más fuerza, más urgente, y más penetrante. Se quedó inmóvil durante unos instantes, se permitió cerrar los ojos de nuevo, quería que la melodía envolviera su mente antes de comenzar con su día.
«Mi cumpleaños número veinticinco se acerca, y mi loba no aparece», pensó con mucho pesar.
Como si el destino supiera lo que había en su mente. Una rama seca crujió contra la ventana de su habitación, mientras los rayos tenues del alba estaba haciendo acto de presencia y se filtraba por las cortinas, haciendo que sombras danzaran en las esquinas.
Astrea respiró profundamente, sintiendo al mismo tiempo una opresión en su pecho. Desde que se había anotado para realizar aquella misión, la sensación de desasosiego la estaba aniquilando. Lo que fue peligroso para ella, y la hizo caer en aquella emboscada. Pero gracias a su genética, al menos el olfato no le falló, y pudo sacar a todo el equipo a tiempo. Mientras sucedía todo aquel caos solo tenía en su mente una cosa: aquel canto que nunca la abandonó.
Estiró la mano y buscó a tientas su teléfono celular, y al encender la pantalla con un suspiro vio la hora, tenía que levantarse. Se incorporó, lentamente, sus músculos continuaban tensos. A pesar de que había llegado hacía un poco más de una semana a casa, todavía no se acostumbraba ni a tener tiempo libre más de la cuenta y a la soledad. Puesto que para ella su equipo de trabajo era como su manada, de hecho su nombre clave era: Tempest.
Se dio una ducha rápida, y al salir pasó la mano al espejo empañado, y vio su reflejo.
—Sigues siendo un bicho raro, rechazada y continúas estando sola —hizo una mueca despectiva— mientras repetía su mantra —Un humano no es compatible contigo —se encogió de hombros—, ni siquiera tu propia loba te quiere.
—Sigues siendo un bicho raro, rechazada y continuas sola —hizo una mueca despectiva—. Un humano no es compatible contigo —se encogió de hombros—, ni siquiera tu propia loba te quiere.
Cerró los ojos e inclinó la cabeza hacia arriba.
—No me dolió tanto su rechazo, como el tuyo, mi loba.
Una emoción la recorrió como si una bola de nieve, que por donde pasaba iba creciendo con cada cosa que arrastraba a su paso. Pero se esfumó de pronto cuando su aparato telefónico comenzó a sonar, sin dudarlo, fue corriendo y al ver el identificador de llamadas sonrió
—Tardó demasiado en responder, teniente Cadwell —le dijo a modo de saludo una voz muy familiar.
—Ya no soy parte de su equipo, Capitán London —replicó ella con una risita.
—Y no sabes como me alegra saberlo…
—Connor…
—Ya lo sé, chica dura…
Astrea entornó los ojos, ya que lo menos que se consideraba era una chica dura. Si supiera lo vulnerable que era, no lo creería, esa era la razón por la cual no permitía que mucha gente se le acercara. Su ingreso al ejército, solo fue un acto desesperado de sobrevivencia al encontrarse fuera de su habitad natural, sin dinero y sobre todo sola.
—¿A qué se debe el honor de tu llamada? —decidió ir al grano lo más rápido posible.
—El Comandante Richter ha accedido a darte un lugar en su equipo —su amigo estaba emocionado, y obviamente más que ella.
—Eh… eso es muy buena noticia…
—Pero hay una condición…
Astrea supo que aquello no le iba a gustar para nada.
—Dispara, London.
—La base de operaciones está en Gold Coast…
—¡¿Australia?! —no pudo evitar preguntar sorprendida.
—Sí, y es posible que no volverás a América en muchos años…
—¿Por qué lo dices? —inquirió con voz confundida.
—Los contratos son por siete años, ¿entiendes lo que te quiero decir?
—¡Por supuesto! ¿Pero qué pasa con eso? —al preguntar se pasó la mano por detrás de su cuello.
—La unidad te ofrece treinta días para que arregles todos tus pendientes…
—Un momento, no estoy entendiendo por qué tanto hermetismo —ella hizo una pausa relamiéndose los labios—. Es como si no quisieras que entrara al programa.
—Al parecer, es cierto, no lo estás captando.
—¡Entonces ilumíname! —Astrea se estaba exasperando.
—Tempest, una vez que firmes ese contrato, ellos serán dueños de tu vida —él hizo una pausa—. Creo que es lo mejor es que visites a tu madre y hagas las pases con ella, porque no sabes si es la última vez que la verás con vida. No sabes lo que pueda ocurrir durante esos siete años.
Sus palabras la dejaron durante unos segundos con la mente en blanco, por el hecho de que sabía que los cuerpos de elites eran exigente, y por eso su paga era buena. No obstante, en ese momento se preguntó que tenía que sacrificar.
—¿Astrea? —se escuchó una maldición— ¿Estás ahí?
—Sí, por supuesto, que estoy…
—Entonces, haz lo que te dije, vuelve a casa, pasa tiempo con tus seres queridos. Eso te ayudará a tomar mejor la decisión. Sin embargo, te pasaré la información por correo electrónico.
—Lo estaré esperando —fue todo lo que pudo decir.
La llamada terminó, y todavía su cuerpo estaba tenso al pensar en la palabra: regreso. Por el hecho de que tenía demasiado significado, demasiados recuerdos de una vida insignificante incrustados en cada una de sus letras. Sabía que algún día tenía que volver, pero al mismo tiempo, el pensamiento de enfrentarse a lo que dejó atrás despertaba algunas emociones que pensó que estaban dormidas. En la actualidad ya no había dolor, al menos, no como antes, pero la herida seguía abierta. Lo que le hizo recordar que algunas cicatrices nunca sanan por completo.
Con la toalla todavía envolviendo su cuerpo, Astrea se sentó a la orilla de la cama. Pensó si aquel cántico tenía algo que ver, se sentía en una encrucijada, su corazón palpitaba de alegría con la idea, mientras que la razón le gritaba que se quedara en puerto seguro. Pero al final sabía la verdad: no había elección.
↺↺NUEVO ORDEN↺↺—Me quitaste a mi compañero, ¿cómo esperas que me reponga? —replicó La diosa soltó una risita.—Pero si lo estoy viendo justo a tu lado.En el momento en que Astrea bajó la cabeza para ver a Kael se encontró con sus ojos color ámbar, mirándola con amor y con algo más… admiración y orgullo. —Kael… —susurró bajando la cabeza, lágrimas de nuevo corrieron por sus mejillas, pero esa vez de felicidad, comenzó a besarlo por todo el rostro— ¡Estás vivo! —¿Qué sucedió? —preguntó él con voz pastosa, y al ver a la diosa Luna quedó impresionado e hizo una reverencia. —No puedo creerlo… —Astrea miró a la diosa—. ¡Gracias!Ella le dio una sonrisa complacida. —Ahora ustedes dos escuchen muy bien… Su misión en esta vida será el renovar la paz en nuestro mundo. Desde esta noche su linaje será el encargado de hacer que todos los tratados se cumplan —les ordenó—. Este nuevo reino será próspero y por tanto poderoso en todos los sentidos, así que confió en que tendrán un buen criteri
—Está muerto, ahora voy por tú —fueron las palabras de Bernard. —¡Voy a acabar contigo de una vez por todas! — exclamó Astrea con rabia.Puso las palmas de las manos y permitió al poder que fluyera en ella. El ambiente cambió enseguida, el cielo se volvió gris y las aves nocturnas alzaron su vuelo en busca de sus nidos. Se levantó y fue cuando entonces la seguridad de Bernard se hizo añicos. —¡¿Qué?! —trató de dar un paso hacia atrás, pero Astrea alzó la mano y fue como si una fuerza invisible no lo dejara progresar y gritó alarmado: —¡¿Qué estás sucediendo?!Astrea estaba envuelta en una luz blanca incandescente, sus ojos completamente plateados. Podía decirse que hasta unos diez centímetros más alta o tal vez era porque estaba flotando en el aire. Todo en ella emanaba energía, poder y sobre todo autoridad ancestral que ni siquiera sabía que poseía. Quizás el dolor de saber que había perdido a su compañero, hizo que sus poderes por fin salieran a la luz. Aunque trataba de respirar
Los siguió hasta el jardín, y se dio cuenta de que había más de cincuenta nuevos híbridos que, sumados a los rebeldes, estaba segura de que sobrepasaban los doscientos guerreros. Comenzó a disparar, pero eso no duraría mucho tiempo y todavía tenía que ir por Bernard. —Te dije que nunca te escaparías de mí —le dijo una voz en su espalda. Era Wayne, estaba en su forma humana, aporreado. —No te equivoques —Astrea le advirtió. Ella no sabía qué hacer, Wayne estaba muy cerca. Pero Bernard estaba a punto de escapar. Así que como siempre siguió a su instinto, fue por el hombre que había traicionado a su reino y asesinado a sus padres.Estaba a solos unos pasos, cuando Bernard se dio cuenta de que iba a ser atrapado. Tomó por el brazo a Janeth y le puso el filo de un puñal en el cuello. —¡Atrás, mocosa! —le advirtió—. Si quieres a tu mamita de vuelta…—¿Quieres que me encargue de ella? —Wayne preguntó. —¡Maldici0n! —soltó Astrea con un tono de fastidio— ¡Eres tan molesto!—Eso es amor,
Inmediatamente que aquella abominación les informó hacia donde estaba dirigido aquel ataque, Kael programó el viaje de vuelta a Silverpine. Estaba algo inquieto, aunque el vuelo no duró mucho. Se alegró cuando aterrizaron, porque ya la sensación de que aquel era un tiempo muerto, lo ponía ansioso.—¿En dónde están mis medicamentos? —Astrea preguntó de golpe, haciendo que el silencio reinara por unos segundos. Otto y Kael cruzaron las miradas a través del retrovisor. —Aquí —Otto respondió abriendo la guantera y sacando una bolsa con las medicinas y se los entregó. Astrea la tomó enseguida y rebuscó uno de los frascos, lo abrió y le entregó una cápsula a cada uno. Kael enarcó una ceja, y Otto frunció el ceño. —Esto ocultará nuestro aroma de humanos, lobos y vampiros por unas doce horas —les explicó. Otto encendió el motor del vehículo, y salió del estacionamiento del aeropuerto privado. Luego de unos minutos en la autopista, Astrea miraba por la ventanilla del auto la noche mientr
—¡¿Qué mi3rda es esta?! —La voz de Otto era de pura indignación. Un gruñido ronco, y completamente animal, se escapó del pecho de Kael. En su mundo nadie juzgaba el amor destinado, por eso existían aquellas mezclas: brujos, lobos, vampiros y uno que otro humano. Pero lo último no era muy común, y cuando eso sucedía era porque tenía habilidades especiales. —¿Humanos? —Astrea estaba horrorizada— ¿Quién puede estar detrás de todo esto?—No te ofendas —Otto la miró severamente—, pero sabemos que tus queridos humanos siempre han querido ser superiores a todos. —Pero no solo ellos se atreverían a tanto —ella replicó—. ¿O si no, en dónde dejas a Galvin? —Cierto, hay que saber con quién ese bastardo estaba trabajando —expresó Kael con los dientes apretados—. No sabemos si es con uno de los nuestros o humanos. Astrea comenzó a pasar página por página aquel folder, y otro jadeo de horror se le escapó de los labios. —Esto no se trata de humanos —se giró y les mostró—, porque al contrario
El aura de Astrea era tan poderosa como la de Kael, irradiaba seguridad, autoridad, y sobre todo una inteligencia que a muchos le desagradaba. Sin embargo, a él le causaba orgullo. Por el hecho de que su compañera era su igual, jamás caminaría detrás, si no a su lado. —Deja de mirarme de esa forma —Astrea le pidió con voz un poco tímida. A través del vínculo de pareja, su enlace mental era muy fuerte y fue por esa vía que Kael pudo también ver lo que Janeth le había mostrado a Astrea. Estaba arrepentido de haber sido de adolescente tan espeso de mente y no haberle hecho caso a su instinto y corazón. —¡No sigas con eso! —exclamó ella, deteniéndose abruptamente en frente de él—. ¿Sabes que es lo que pienso? —lo abrazó y lo vio negar con la cabeza—. Era necesario, éramos muy jóvenes y no estábamos preparados para esto. Kael estaba inmóvil, en el segundo que puso sus manos alrededor de estrecha cintura. Puesto que su declaración lo había sorprendido, ya que era la primera vez que Astr
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