Astrea Cadwell siempre fue insignificante ante los ojos de su manada. Una forastera, sin gracia, sin el despertar de su lobo, y sin poderes. El bicho raro de su comunidad, y eso que a nadie le ha dicho lo que sucede cuando a su mente llega de golpe, lo que ella considera es el canto de la Luna. Un arrullo que se hace presente cuando está en una situación difícil, pero algo le dice que entre sus líneas hay algo más que una simple canción de cuna. Kael Wagner, ha sido criado para ser el alfa perfecto, el guerrero invencible. Además del sueño húmedo de cualquier hembra sin importar la especie humana o loba… excepto para Astrea. Porque aunque el destino los ha unido, él no la quiere. La rechaza inmediatamente cuando se entera de que es su pareja predestinada, sin preocuparse por las consecuencias que esto podría traer para ambos. Ya que la considera débil e indigna. Esto hace que Astrea se aleje del lugar que consideró su hogar durante años, pero por razones ajenas a su voluntad debe volver la manada Thunder's Sons. Solo para enterarse de que existen demasiados secretos alrededor de su nacimiento, lo que hace que se quede más tiempo del previsto para descubrirlos, y es ahí en donde Kael lucha con todas sus fuerzas contra la atracción que siente hacia ella, y al final hará lo que sea por tenerla. ¿Astrea será capaz de perdonarlo o le dará un poco de su misma medicina? ¿Es solo una loba sin gracia o la esperanza de paz entre manadas? Una vez que Luna cante, nadie podrá resistirse a su voz…
Leer másAstrea frunció el ceño, ya que pensó que no había escuchado bien. —¿Señorita? Venga con nosotros. —¿Y por qué haría tal cosa? —quiso saber. —El señor George Arlington ha declarado que usted anoche intentó asesinarlo —el hombre la miró de nuevo de pies a cabeza, como si por su apariencia no pudiera hacer tal cosa. Para ella fue muy difícil evitar burlarse, lo que dejó a los recién llegados confundidos. —¿Así que George es más cerdo de lo que pensaba? —susurró— No iré con ustedes…—No nos obligue a usar la fuerza, podemos hacer que venga a la…—¿A dónde piensan llevar a la señorita Cadwell? —retumbó una voz a sus espaldas y enseguida se pusieron rectos. —¿Alfa? —se giró uno de ellos. —Hice una pregunta —usó su autoridad. —Ella está acusada de…—No importa, Alfa Roland —intervino ella—. Yo puedo solucionarlo, digamos que el querido esposo de mi madre, me tiene mucho afecto y solo lo está demostrando. —¿Hablas de George Arlington? —inquirió el jefe de la manada. —Sí —respondiero
—¿Qué haces aquí, Wayne? —Astrea se levantó de encima de él, y encendió la luz del pasillo. —Esas no son las formas de recibir a un viejo amigo —se quejó el hombre aporreado— ¿Dónde c0jon3s aprendiste a luchar así?Lo miró con los ojos entrecerrados, ya no confiaba en él como antes. —Y estas no son maneras de entrar a la casa de tu vecino, ¿te hice una pregunta? —su voz contenía un grado de advertencia. No lo quería cerca de ella, puesto que fue él, su vecino y al que una vez creyó que era su mejor amigo, quien divulgó que su compañero la había rechazado. Aquella burla, jamás se la perdonaría. —Sentí ruidos, y la luz de esta habitación estaba encendida —dio una respiración profunda—. ¡Lárgate de mi casa ahora mismo! Como puedes no está pasando nada. —¿Todavía estás molesta conmigo? —se acercó a ella. —No, no lo estoy —lo miró fijamente y luego enarcó una ceja—. Pero eso no significa que te quiera cerca de mí, si no quieres pasar una mala noche… es mejor que te vayas. —¡Está bie
En el instante en que su madre le abrió la puerta, esta se puso a llorar de alegría. La abrazaba de una manera, que hizo que su corazón se condoliera por ella. Ya que su contacto hizo, sintió que su madre no era feliz. De manera inmediata, le preguntó por George, el hombre que era su pareja de segunda oportunidad.El chofer del Alfa, no la llevó a su antigua casa. Si no a otra que era completamente desconocida para ella, por el hecho de que su madre se había casado con un hombre de negocios, agradeció que la tratara como bien. Al menos eso era lo que aparentaba. —¿Y cuánto tiempo piensas quedarte? —quiso saber George, cortando su estofado de manera elegante. —Un par de semanas, cuando mucho, ¿te incomoda mi presencia? —Astrea fue directa, y luego tomó un sorbo de su vino. —¡Hija, por Dios! El hombre se atragantó con la comida del disgusto y tosió, era obvio que no estaba acostumbrado a ser tratado de esa manera. Astrea le dio su copa de vino, para que recuperara. —Entiendo que t
El guardia no tocó la puerta, eso significaba que tenía un alto rango. Sin embargo, Astrea le pareció que era solo un simple tonto arrogante. —Alfa, aquí está la chica. Alguien la empujó, pero ella no cayó al suelo como esperaban. Si no que les sonrió irónicamente y les mostró que sus cadenas estaban sueltas. Enseguida los hombres desenfundaron sus armas y le apuntaron. —¡Por favor! —exclamó el Alfa— ¿Qué clase de modales tienen, caballeros? Todavía estaban en silencio. —Acércate, querida…—¿Papá? —la voz del hijo del Alfa tenía un tono de advertencia. Ella no se atrevía a mirar al hombre que estaba al lado del Alfa. —Es una muy buena cosa que me hayas llamado hace dos días diciendo que vendría a la ciudad. Si no estos… —señaló a los hombres, incluyendo a su hijo—. Ya te hubieran matado.Astrea le hizo una inclinación ce cabeza. —Es lo menos que podía hacer…—¿Una humana, papá? —No nos gustan los desertores, hija —el Alfa le guiñó un ojo. —En ese momento era necesario dejar
Una media hora después, en el instante en que las puertas de vidrio se abrieron y puso un pie fuera del aeropuerto. Se sintió un poco fuera de lugar, había olvidado que hombres lobos y humanos pocas veces se mezclaban y ella desde hacía cuatro años estaba actuando como una. Astrea sintió que una energía le recorría el cuerpo. La primera vez que lo sintió fue cuando llegó al Echo Guards. Durante la primera semana sintió que aquel era su lugar, pero cuando llegó la tercera luna llena después de su cumpleaños de manera amable le pidieron que se fuera del campamento. Por el hecho de que ella era un híbrido muy peligroso, y no querían correr riesgos. El claxon de un auto de lujo, le hizo girar el rostro. Chasqueó los dientes, el hecho de que en el lugar en donde creció ella fuera tímida, no significaba que volviera a serlo después de tantos años. Negó con la cabeza, y cerró los ojos por un instante. Una suave brisa le acarició el rostro. La tierra baila, los árboles despiertan. Los pájar
—Pasajeros del vuelo cuatrocientos cincuenta y dos con destino a Silverpine, por favor dirigirse a la puerta número ocho para abordar. Astrea escuchó la voz robótica en las bocinas del aeropuerto, no le había dicho a su madre que regresaba, porque le quería dar una sorpresa. Ya que tenía meses pidiéndole que lo hiciera, de todas maneras le había prometido que luego que llegara del medio oriente, lo haría. Cuando subió al avión, le tocó el puesto de la ventanilla. Agradeció que no le tocaría al lado de ninguno de los niños que había visto en la fila del chequeo. No porque no le gustaran, sino porque le hacían anhelar algo que jamás iba a tener. Era a penas su primer año, ser una niña prodigio, tenía sus desventajas y una de esas era entrar en la universidad a muy corta edad, y que todos se burlaran e incluso te apodaran: Babe. Aquel día era el más feliz de su vida, cumplía dieciocho años. Haría contacto con su Lobo, por primera vez, pero eran las nueve de la mañana y todavía no hac
Todavía su corazón estaba herido, no tenía idea de cómo pudo ocultarlo por tanto tiempo. Sabía que era una osadía de su, pero no tenía más opción. Pensaba que era lo mejor para todos, pero no podía negar que despedirse de todos sus afectos era la parte más difícil.Dio un largo suspiro antes de cruzar la puerta, pero justo en el momento en que iba a darle la vuelta al pomo, una voz resonó en su espalda.—Siento tu angustia, Astrea.—¿Mamá? —ella estaba confundida, porque no sabía que era tan transparente.—Ven aquí, cariño —extendió su mano para que se sentara a su lado durante unos segundos—. Algo te está haciendo sufrir, y no puedo soportarlo más. —Mamá… yo… —balbuceó todavía no era capaz de contarle lo sucedido. —Cariño, sea lo que sea será pasajero —le sonrió con cariño—. Y estoy muy segura de que lo solucionarás. Astrea frunció el ceño, puesto que su intuición de madre era muy asertiva. —Sé que estás un poco triste, porque ni tu lobo ni tu compañero han aparecido —le dijo m
“Cuando estés bajo el manto de estrellas doradas, la Diosa Luna besará tu piel. Tu sangre arderá con mi fuego, para que nunca me dejes de querer. Mi corazón será tu escudo, y cuando me necesites me sentirás como la suave brisa y en tus sueños te abrazaré.”La falta de aire hizo que Astrea despertara de golpe, aquel cántico podía jurar que continuaba resonando en el aire, era como un murmullo antiguo y que parecía que no querer abandonarla, la había acompañado desde que tenía uso de razón. Pero aquel día regresó a su mente de una manera diferente, con más fuerza, más urgente, y más penetrante. Se quedó inmóvil durante unos instantes, se permitió cerrar los ojos de nuevo, quería que la melodía envolviera su mente antes de comenzar con su día.«Mi cumpleaños número veinticinco se acerca, y mi loba no aparece», pensó con mucho pesar. Como si el destino supiera lo que había en su mente. Una rama seca crujió contra la ventana de su habitación, mientras los rayos tenues del alba estaba haci