Es doloroso cuando tu novio te engaña, pero ¿Qué pasa si la otra es tu propia madre? Isabel tenía la vida resuelta, una madre a todo dar, un prometido perfecto, amigas y mucho éxito en cada ámbito de su vida. Pero un día, al volver al departamento que compartía con el hombre que amaba, se encontró lo inimaginable: su madre y su prometido liados. No contentos con la traición, ambos la humillan hasta destrozarla por completo… Pero esa misma noche, lluviosa y llena de agonía para Isabel, llega un hombre desconocido que no solo la salva de un accidente, sino que la reclama como suya. Ella es incapaz de creer que él es un hombre lobo y él no sabe comportarse más que como un salvaje. ¿Acaso podrán vivir eso que el destino preparó para ellos? ¿Las cosas serán tan fáciles como las pintan?
Leer más“¡Lo encontré con otra!”
Aquel mensaje llegó como una alerta a dos móviles e hizo estremecer ambos corazones con la misma intensidad. ―¿Qué sucede, amor? ―Víctor miró el rostro pálido de su novia. ―¿Por qué miras el móvil como si desearas meterte en él? ―Cielo. ―Lo miró con tristeza. ―Debo irme, Macarena me necesita y no puedo fallarle. ―Salió de la cama. ―¿Qué está pasando? ―Preguntó Víctor con confusión. ―Su novio la ha engañado, ya sabes cómo es esto. ―La dulce sonrisa y esa mirada tan risueña aceleraron el corazón del hombre. ―No sabes cuanto agradezco que tú seas mi novio. ―Se inclinó para besarle los labios. ―Eres lo mejor que me ha pasado. ―Aquel amor con el que le devolvieron la mirada la hizo inmensamente feliz. ―No, lo mejor que me ha pasado en la vida eres tú. ―Ahora fue él quien la besó. ―No sé a qué hora vuelva, así que no me esperes despierto. ―Isabel corrió al baño para prepararse. Tiene un grupo de amiga de tres contándose a sí misma y cada vez que una necesita de las demás, no cuestionan y dejan cualquier cosa que estén haciendo para ir a su encuentro. Macarena es la enamoradiza que siempre le andan poniendo el cuerno, Lucia es la liberal que ningún hombre la atrapa y ella la estable, la única que tiene una relación de tres años y está próxima a casarse con su primer y único amor. Es tradicional, pues se está guardando para la luna de miel y aunque la mirada del rubio en la cama muchas veces la lleva a desear caer en la tentación, hay suficiente respeto y amor como para que él la apoye en su decisión. Es tremendamente feliz con Víctor y no lo cambiaría por nada en el mundo. ―Cuídate mucho, por favor. ―La miró a los ojos con preocupación. ―Si necesitan de un hombre, no dudes en llamarme. ―Gracias, cielo. ―Isabel lo abrazó y como siempre se perdió en su mirada. ―Pero sabes que a las chicas no les gusta que te lleve, así que tranquilo. ―Solo haciendo la cabeza hacia adelante lo besó. ―Nos vemos, futuro esposo. ―Víctor sonrió. ―Muero de ganas para ya hacerte mi esposa y finalmente darte todo de mí. ―El apretón provocó que Isabel sintiera la erección de su prometido. ―Solo faltan días, cielo, solo días. ―Respiró hondo y tomando control de su cuerpo se separó de él. ―Nos vemos después. ―Con el corazón acelerado en su pecho y lleno de amor, salió de la habitación y con ello del piso que comparte con su novio. Una chica de veintidós años, estudiando derechos en una de las mejores universidades de New York, hija única y tiene una madre a todo dar, una mujer que siempre la ama, apoya y protege. No tiene padre, ya que este murió cuando ella apenas era una bebé, pero la vida la ha rodeado de buenas personas y la recompensó con un novio perfecto. ―Dime nombre y dirección para buscarla. ―Soltó la pelirroja llena de ira. ―No quiero que hagas nada, Lucia. ―Sollozó la pelinegra de ojos oscuros y de piel pálida. ―Lucia, deberías controlarte más. ―Isabel abrazó a sus dos amigas. ―¿Estás segura de lo que pasó? ―¿Crees que tener un noviete tan absurdo como el tuyo te da derecho a cuestionar? ―Ladró Lucia. ―Déjame terminar, por el amor de Dios. ―Protestó Isabel. ―También le preguntaría si los pilló o cómo fue que se dio cuenta. ―Rodó los ojos. ―Si es verdad, habla de una buena vez. ―Exigió Lucia al percatarse que Macarena no había contado nada. ―Ya llegó la rubia, así que habla. ―La muy cínica me envió una foto de ambos follando… ―Sollozó. ―Y me invitó a ir… ―Y como eres tú el ser más inocente del planeta fuiste sin más. ―Lucia golpeó la mesa. ―¿Qué más podía hacer? ―Cuestionó Macarena. ―Tenía que verlo con mis propios ojos porque de lo contrario no lo hubiera creído. ―Sollozó. ―De verdad me gustaba mucho, ¿Por qué me engañó? Creí que estábamos bien. ―Y como eres tú el ser más inocente del planeta fuiste sin más. ―Lucia golpeó la mesa. ―¿Qué más podía hacer? ―Cuestionó Macarena. ―Tenía que verlo con mis propios ojos porque de lo contrario no lo hubiera creído. ―Sollozó. ―De verdad me gustaba mucho, ¿Por qué me engañó? Creí que estábamos bien. ―Oh, cariño. ―Isabel besó su cabeza al abrazarla. ―Es duro, pero mejor que mostró su verdadero ser a cinco meses de noviazgo y no a cinco años de casados. ―Macarena intensificó su llanto. ―¡Siempre me sale todo mal! ―Pasó del dolor a la rabia. ―¿Por qué no puedo encontrar a un hombre que me ame sin condiciones como Víctor te ama a ti? Qué suerte tienes de haber encontrado a alguien tan bueno como él. ―Se estremeció por los sollozos. ―Pronto llegará quien te ame así de bonito. ―Isabel le sonrió con cariño. ―Te acaban de poner el cuerno y tú pensando en cuando llegará otro imbécil a tu vida. ―Lucia quien es la más dura de todas rodó los ojos. ―De verdad que no te entiendo, Maca. ―Es mamá. ―Isabel les mostró el móvil tras la interrupción. ―Hola, mamá. ―Se llevó el móvil al oído. ―Cariño, hoy saldré con unas amigas, así que no estaré en casa, ¿De acuerdo? ―No te preocupes, mamá, yo estoy con las chicas y ya sabes cómo termina esto. ―Bien, cuídate y no estés tan tarde por ahí, vayan a casa después de cierta hora y terminen en un lugar seguro. ―Después de despedirse cerró la llamada. ―Se irá con sus amigas. ―Suspiró. ―Nada importante. ―Quiero crecer y ser como tu madre. ―Sollozó Macarena. ―No depender de hombres, ser exitosa y divertirme con mis amigas siempre que quiera. ―Lo único que te falta a ti es no depender del amor de un idiot4. ―Bufó Lucia. ―¿Por qué ven tan relevante el amor de pareja? No tienen ni idea de lo que se pierden. ―¡Oye! ―Isabel la miró mal. ―No todos son unos tontøs, ¿De acuerdo? Eso deberías tenerlo claro. ―Lucia rodó los ojos. ―Es verdad, Isa tiene al mejor de los hombres a su lado, no puedes meterlos a todos en una bolsa. ―Las tres quedaron en silencio por un instante, mismo que Macarena rompió. ―No debería estar haciéndote esto. ―Miró a Isabel. ―Te casas en solo una semana y te estoy haciendo perder el tiempo, se supone que hoy todos disfrutaríamos de un día sin presiones. ―Oye… ―No. ―Maca negó. ―Yo estoy bien, no es primera vez que me rompen el corazón, vuelve con tu prometido y tú. ―Miró a Lucia. ―Ve y haz lo que quieras. ―Se puso en pie. ―Gracias por venir chicas, me hubiera vuelto loca sin ustedes. ―Tirando de ellas las abrazó. ―No tienes que pasar por esto sola, podemos con la boda y con tu corazón roto. ―Insistió Lucia. ―Por favor, chicas. ―Las miró con ojos rojos. ―Solo quiero estar sola. ―No pudieron hacer más, Macarena se marchó y ellas no tuvieron más opción que hacer lo mismo. ―Tú relájate. ―Lucia la miró. ―Ve con tu prometido y yo estaré pendiente a Maca. ―La abrazó. ―Desde mañana volveremos a la locura de la boda y debes estar al cien. ―Sonrió. ―Qué pena que no se le pudo arruinar la noche a ese tonto. ―Nunca cambias. ―Isabel sonrió. ―Cuídate por ahí y si pasa algo me llamas de inmediato. ―Corrió a su coche, ya había caído la noche y no pasaban más de las ocho, así que todavía podía disfrutar un poco más con su prometido. ―Vamos, mamá, responde. ―Insistió una vez más, necesitaba decirle que el plan de estar hasta tarde junto a sus amigas ya no se daría, pero ella no respondió y la dejó divertirse con sus amigas. Pensó llamar a su novio, pero la idea de llegar por sorpresa con su comida favorita le pudo. Con una sonrisa dibujada en los labios subió al ascensor imaginándose el asombro en la cara de Víctor, él adora siempre que ella tiene esos detalles con él y a ella le hace feliz eso. Al llegar al piso, respiró profundamente y corrió directo a la cocina, ya que era la única luz encendida y sabía que él estaría ahí metido, pero su emoción cambió rápidamente por una sensación de ahogo. Las sonrisas, los susurros inaudibles, aquellos ruidos que percibía no le agradaron para nada, ella es virgen, pero sabe exactamente como suena cuando están follando. Al llegar a la puerta de la cocina vio algo que no creyó ver nunca en la vida, a manos de su propio novio, del hombre que ella ha amado tan intensamente. No puede ver a la chica, ya que él la cubre por completo con su cuerpo, pero eso no le quitó más dolor. La bolsa de la comida no cayó al suelo, ella la apretó con fuerza y, aunque deseó gritar para interrumpirlos las palabras no salieron de su boca, ella no encontraba su voz, simplemente dio media vuelta para irse y no ver más la dolorosa esa, pero justo cuando estaba por dar un paso esa voz la detuvo en seco. —Amo que me lo hagas de esta manera y sepas que cada parte de mí te pertenece... ―¿Mamá?Isabel encadenada, con el cuerpo lacerado por la tortura de la indiferencia la miró un poco confundida. La voz dulce y afilada de Gloria la dejó en el aire y por primera vez vio lo que realmente había en esos ojos, maldad.Gloria, vestida con elegancia, con el porte de una reina, se sentó frente a ella y la observó durante un largo silencio.―¿Por qué me mira así? ―Isabel no lo soportó más, su corazón siente un peso que no puede explicar y por alguna razón todo en ella está alarmado.―¿Quieres saber la verdad? ―Preguntó Gloria con un tono juguetón. ―Te la mereces, después de todo lo que has perdido. ―Isabel quien se había visto obligada a bajar la mirada gracias a su debilidad, alzó el rostro lentamente.―¿Qué más puedo perder? ―Preguntó en apenas un hilo de voz, por alguna razón sabía que lo que ella le diría la destrozaría más. Ya no la ve con la misma inocencia de antes.―No mucho ―Dijo Gloria, con una sonrisa triunfante. ―Aun así, vine a decirte que nunca quise ayudarte. ―Los ojos
El eco de los pasos de Ares retumbaba por los húmedos y malolientes pasillos del calabozo. Su lobo rugía dentro de él, desbocado, herido, enfurecido. La imagen de Isabel junto a otro macho no dejaba de repetirse en su mente.Le atormentaba la idea de que iba con todas las intenciones de suplicarle que lo amara solo para encontrarla en el suelo, con otro hombre sobre ella y marcándola para reclamarla como suya a pesar de que eso la podía matar. El aroma de ella mezclado con el de ese otro bastardo lo había enloquecido. No escuchó razones, no aceptó explicaciones y dejó que esa oscuridad que no le había mostrado hasta ahora tomara por completo el control.La puerta de hierro se abrió con un chirrido sordo y aterrador. Isabel, encadenada a una pared, alzó el rostro demacrado y sus ojos vacíos se llenaron de lágrimas al verlo, pero no era alivio lo que reflejaban, era un miedo aprendido.―¿Se siente bien estar aquí? ―Preguntó él con desdén, cruzando los brazos. ―¿Esas lágrimas en tus ojos
―La nueva luna no se está ganando la voluntad de las personas. ―Agar miró a su nieto. ―Parece que no tiene una buena conexión con la manada, y mucho menos contigo. Además, el ser una humana parece que la incapacita de muchas cosas. ¿Qué tienes que decir en tu defensa? ―Ares endureció el gesto, ni él mismo sabe lo que está pasando.―En efecto, es humana y este no es su mundo. ―La justificó como siempre. ―Todos la miran de manera extraña y para cualquiera sería intimidante que un montón de lycan te miren como si fueras el almuerzo. ―Su voz gruesa resonó en el lugar. ―Además, ustedes han puesto por encima de mi luna a Gloria, un simple miembro de la manada.―No es nuestra culpa que Gloria sí se ganara la voluntad de la manada. ―Vicent lo cortó. ―Ella no ha hecho nada para ganarse a su gente. Se supone que una luna es la guía de cualquiera manada, es la cabecilla de los buenos actos y la buena voluntad. ¿Qué es lo que hace ella? ¡Aislarse y esconderse como si todos aquí les diéramos asco!
Ares miró a la mujer frente a él con una seriedad que le puso los vellos de punta. Isabel no sabía si parpadear, pasar saliva o cerrar los ojos para que su penetrante mirada no la intimidara más. ―Solo fui al lago. ―Susurró torpemente. ―Lo prometo. ―Que le tuviera miedo lo enfureció más.―No puedes estar sola. ―Gruñó con dientes apretados. ―Te lo he dejado claro un millón de veces. ―Se pasó la mano por su cabello y resopló hasta volverse loco. Las cosas estaban demasiado tensas entre ellos y no precisamente porque no se quisieran, Gloria había estado haciendo bien su trabajo y los malos entendidos siempre estaban a la orden del día llevándolos a situaciones que cada uno interpretaba a su equivocada manera.Ares temía que ella escapara dejándolo solo después de buscarla sin descanso y haberla encontrado solo para amarla, protegerla y ser todo para ella. En cambio, Isabel consideraba que él era controlador y cruel, temía por su seguridad y que Ares explotara cada vez que ella le pedí
El nudo en la garganta de Isabel se agrandó al punto de cortarle la respiración. Ares le contó sobre que era un rey y ella lo trató de loco, pero ahora no importaba que sus palabras fueran ciertas, ¿Cómo es posible que él tuviera esposa y aun así le asegurara que ambos estaban destinados a ser? ¿Será posible que la vida la trate tan mal como para encontrar personas que quieren tener una relación poliamorosa?―¿Qué? ―Apenas logró balbucear. ―Me dijo que yo era su pareja destinada. ―Citó las palabras que él le dijo, ya que no comprendía muy bien lo que significaba eso, pero la risa burlona de Gloria le hizo sentir que soltó una tontería.―Típico de Ares. ―Suspiró la mujer dando un paso más cerca de la cama y disfrutando la confusión y dolor en los ojos claros de Isabel. ―Lo dice todo a medias porque odia dar explicaciones. ―Se encogió de hombros. ―Tú eres solo un adorno en su vida. ―Soltó con crueldad. ―Eres eso que le dará más fuerza y algo de lo que no se puede deshacer debido a su na
La sensación agradable recorriendo su cuerpo la hizo jadear y removerse en la cama. Aquellas caricias erizaban su piel de manera dolorosa, pero deliciosa a la vez, ella pensaba que estaba soñando, ignorando que una mirada hambrienta estaba fija en ella, detallando como se excitaba.Ares no lo soportaba más, ella intentó dejarlo y, por lo tanto, se vio obligado a secuestrarla y dejarle en claro que jamás se iría de su lado porque ella es suya. Sabía que la conexión no se había dado, ya que no la hizo suya, pero eso se tenía que acabar.Estaba que reventaba, cinco días la ha tenido a su lado y no la había tocado, pero ya no más, la reclamará por completo y entonces ella comprendería lo que significa ser su pareja y estar conectados.―Mmmm. ―Isabel abrió los ojos de golpe, esa lamida a su sexo se sintió demasiado real. ―¿Qué haces? ―Quiso retroceder, pero Ares no estaba dispuesto, él se aferró a sus piernas y la mantuvo abiertas.No dijo palabra ni explicó nada, se limitó a succionar, la
Último capítulo