Emerald solo quiere acabar sus estudios, y vivir a vida de una adolescente normal, pero su malvado tío la obligará a regresar con su manada. Pero ella tiene un secreto, nunca ha dejado que su loba interior tome el control, ¿será capaz de conseguirlo cuando vuelva a vivir entre lobos?
Leer másAlfa Jackson no paraba de dar vueltas alrededor de la sala contigua a la habitación de hospital en que se encontraba su Luna. Llevaba ya varias horas esperando noticias sobre su estado de salud, y cada persona que salía de la habitación se negaba a decirle nada.
Alfa Jackson era un joven de quince años, a punto de ser padre, que sentía nuevamente que la situación lo superaba, y le hacía desear el consejo del que fuera su mentor y mejor amigo,su padre. Tristemente, el padre del Alfa Jackson sufrió un grave accidente de avión que sesgó su vida y la de su Luna, que lo acompañaba en aquel viaje.
Desde aquel día, el joven Jackson, el mayor de varios hermanos fuertes y testarudos, se convirtió en Alfa Jackson.Fueron muchos los que especularon con la posibilidad de que el propio Jackson hubiera acabado con las vidas de sus propios padres, pues uno de sus hermanos pequeños era tan fuerte y capaz, que todos los que colaboraban en su educación coincidían en señalar la posibilidad de que pudiera ser el futuro Alfa, desbancando así a su hermano mayor. Sin embargo, aquellos más cercanos a la familia, supieron desde el primer momento que el que más devastado se sentía por cómo habían sucedido las cosas era el propio Jackson.
Alfa Jackson aceptó el cargo, y se puso al cargo de su propia familia, y de su manada, mostrando impresionantes dotes de liderazgo, y un gran carácter para su corta edad.
Y como todo buen Alfa, se dedicó con empeño a la búsqueda de una compañera que templara sus instintos, y lo guiara en su trayecto como Alfa. Para encontrar a su futura Luna, celebró fiestas, asistió a recepciones en manadas distintas a la suya, e incluso recurrió al Consejo de Sabios. Pero todos los que hablaban con él sobre el tema, le decían lo mismo, “el día que conozcas a tu Luna, lo sabrás”.
Y así fue. Marina, una jovencita de tan solo dieciséis años, con un delicioso cuerpo delgado, y un precioso cabello dorado, apareció en una de las muchas fiestas que se llevaban a cabo en la casa del Alfa. Aunque solo era la hija de uno de los trabajadores del Alfa, ahorró todas sus propinas, y pidió dinero a sus abuelos para poder comprarse un vestido apropiado, y acudir a la fiesta a la que había sido invitada. Y cuando Alfa Jackson la vio, sucedió la magia. Sus miradas se cruzaron casi al principio de la noche, y un destello brilló en los ojos de ambos, un anhelo inexistente minutos antes se instaló en sus corazones, y cuando Alfa Jackson al fin pudo llegar hasta donde Marina se encontraba, ella ya temblaba de anticipación.
Su noviazgo fue corto, unos pocos meses, que incluyeron varias escapadas a escondidas para liberar la pasión que los consumía, y a los cuatro o cinco meses, decidieron celebrar su ceremonia de apareamiento.
Ese día marina lució un sencillo vestido que se pegaba a sus curvas, y llevó el pelo suelto, cayendo en cascada por su espalda. Y con ese sencillo atuendo, dejó a todos los asistentes con la boca abierta.
La ceremonia fue un cuento de hadas, repleta de delicados detalles que sorprendieron a los invitados, y se ganaron su aprobación, y los meses posteriores, confirmaron que Alfa Jackson había escogido a una Luna perfecta.
Marina era consciente de su responsabilidad a pesar de su juventud, y rápidamente se convirtió en una anfitriona perfecta. La manada los amaba, de hecho, casi los idolatraba, por ello, cuando pocos meses después anunciaron el embarazo de Luna Marina, se volvieron locos de júbilo. Organizaron fiestas en su honor, llevaron preciosos regalos a la casa del Alfa, y pronto la espera del heredero del Alfa se convirtió en todo un acontecimiento.
Marina estaba aún más bella que con su hinchado vientre, y sus atuendos de embarazada que resaltaban su espectacular belleza. Y el Alfa Jackson no podía sentirse más orgulloso de su familia.
El embarazo fue fácil para ellos, pasaban el día recibiendo a los lobos de la manada, y las noches riendo, y planeando lo que harían cuando tuvieran en brazos a su bebé, que según había confirmado el médico local, sería un varón.
Pero no todo se produjo como estaba previsto, el día del parto el Alfa Jackson tuvo que salir por la mañana para visitar una delas fábricas de su manada, y mientras él estaba fuera, Marina comenzó a sentir intensos dolores recorriendo su vientre. Todos los presentes la tranquilizaron, y llamaron al doctor.Y al principio,todo parecía ir según lo previsto.
Pero cuando tras varias horas, el doctor se vio incapaz de seguir ayudando a Marina en este complicado parto, los peores augurios comenzaron a extenderse entre todos los que se agolpaban en la casa de la Manada.
Trataron de localizar al Alfa Jackson, y cuando no consiguieron hacerlo, tomaron la decisión de llevarla al hospital más cercano. No es común que los partos de los lobos se atiendan en el hospital, pues normalmente los bebés nacen significativamente más grandes, y con una abundancia de vello corporal, que alertaría a los médicos. Pero ante la situación de extrema urgencia en que la pobre chica se encontraba, decidieron que era hora de acudir al hospital.
Una vez allí, la metieron en el quirófano, y comenzaron a avisar a personal especializado, que entraba y salía de la sala continuamente.
Cuando el Alfa Jackson llegó, nadie supo decirle el estado de Marina, y aunque varias horas después, preguntaba desesperado a todo el personal,nadie se atrevía a decirle lo que ocurría.
Solo al final del día, y cuando todos los médicos se rindieron, salieron de la habitación y pidieron hablar con la familia directa de Marina.
- Soy yo. Soy su marido.- dijo el Alfa Jackson usando los términos humanos en lo que a relaciones de pareja se refiere. El doctor lo contempló extrañado, pues su juventud era visible a simple vista, pero no comentó nada, y se limitó a hablar sobre el estado de salud de Marina.
- ha sido un parto complicado, hemos conseguido salvar a la niña, pero la madre, me temo, se encuentra en estado crítico. No saldrá viva de esta noche.
- Tiene que haber alguna solución, doctor, por favor, entre ahí y ayúdela.
El médico le colocó una mano sobre el hombro a Alfa Jackson, y negó con la cabeza con gesto compungido. Alfa Jackson rompió en un incontrolable llanto, y corrió hacia la habitación en la que su Luna se moría.
- Disculpe.- dijo uno de los acompañantes del Alfa Jackson.- ¿Ha dicho que la niña se encuentra bien? Pensábamos que era un niño.
- Es una bebé sana y fuerte, les doy la enhorabuena.
Pero en el mundo de los lobos nada de aquello era buena señal. Un alfa que perdía a su Luna en el parto, y un solo descendiente, siendo este niña,... no podían augurar nada bueno para el Alfa Jackson.
Cuando sentí como la boca de Michael se hundía en mi hombro, una mezcla de alegría y confusión me invadió. Sabía perfectamente lo que implicaba ese mordisco, me estaba marcando. Y aunque me sorprendió, supongo que es lo que quiso decir cuando dijo que quería hacerte mía. Nunca me había planteado que Michael fuera mi pareja destinada, supongo que porque nuestra relación siempre había estado llena de altibajos, y nunca nos habíamos sentido atraídos como compañeros. Pero el lazo que vincula a dos lobos no es siempre fácil de detectar, y lo cierto es que sentía una atracción irresistible hacia Michael. Durante toda mi vida, aún habiendo conocido a cientos de personas, nunca había sido capaz de sacar de mi mente a Michael. Necesitaba su cuerpo, necesitaba sentirlo dentro, y aunque me lo hubiera negado
Las horas que pasaron entre la llamada de teléfono de Danisa, y la cena, fueron casi eternas. Me dediqué a dar paseos por mi piso, pensando una y otra vez en como hablar con ella, en como explicarle que esta vez no volvería a defraudarla, pero ninguna de las conversaciones que recreaba en mi cabeza parecían servir para nada, ninguna me parecía lo suficientemente buena como para iniciar la conversación.Hacia las seis de la tarde, decidí darme una ducha y vestirme con ropa limpia, pues mi intención era dar buena impresión, y aquella ropa sudada que ahora llevaba puesta, daba cualquier cosa, menos buena impresión. Me puse unos vaqueros oscuros, un jersey de cuello alto, y salí de casa a comprar un enorme ramo de flores en la floristería que había a unas manzanas de mi pequeño apartamento. Llegué al restaurante casi media hora antes de nuestra cita, y esperé pacienteme
Michael la había llamado infinitas veces, en un primer momento, Danisa sostuvo su teléfono entre sus. Manos y pensó que debía hacer, ¿responder? ¿Enviar al infierno al único hombre que había amado? Pero la decisión era tan difícil, y consumía tanta energía de su maltrecho corazón, que al final la pospuso. Dejó su teléfono móvil sobre una mesita, lo silenció, y trató de olvidar su existencia.Así pasó toda una semana, mientras Danisa siguió haciendo su vida normal; bueno, no normal, porque ella habitualmente no se comportaba de forma alocada, en cambio, estos días, cuando alguien le ofrecía unirse a un plan, lo aceptaba, y así es como acabó saliendo cada noche durante una semana.Siete días después, una mañana oscura, en que la niebla cubría el cielo de París, Dan
Vi como Danisa echaba a correr, y me arrepentí casi inmediatamente de mis acciones; acababa de golpear a un hombre, y todo por el inmenso arrebato de celos que me arrasó el cuerpo. Sé que no estuvo bien, nunca debí haber hecho algo así, pero verlo allí, sosteniéndole la mirada, deseándola, y ella correspondiendo a sus atenciones me cegó.Me sentía sumamente cansado por el largo vuelo, y lo último que necesitaba ahora era que me echaran de este club, pero ya no podía hacer nada para revertir lo sucedido. Ni siquiera sé porqué vine aquí, fue como si mi instinto me gritara que volviera a este lugar. De algún modo mi corazón sabía que Danisa estaba aquí, y supongo que por eso me guió a este lugar.Me echaron muy elegantemente, escoltado por dos enormes porteros, que me agarraron de los brazos, y me sacaron, junto con mi ropa, a un coch
La cena en la sala privada de Alexia fue espléndida, ostras, toscas de vaciar, y mucho champán; a la segunda copa que Danisa dejó vacía sobre la mesa, sintió como las burbujas de la alegre bebida le recorrían la garganta, y una brevísima sensación de euforia le recorrió el cuerpo. Estaba un poco achispada, y la sensación le gustaba, le encantaba sentirse joven y despreocupada, alejar la imagen sempiterna de Michael.- Danisa, querida.-comenzó a decir Alexia.- ¿qué te parece si pasamos a la sala común?- Una excelente idea, me alegro mucho de que me convencieras de venir hasta aquí.- Yo, en cambio, no estoy segura, ¿te encuentras bien? Has cenado muy poco, y has bebido el champán muy rápido.- Estoy muy bien gracias.- Bueno, va
El vuelo que me devolvió a Paris duró una eternidad, al menos eso es lo que pensé durante cada maldito minuto de aquel viaje. Miré el reloj al menos dos veces en cada hora, hasta que el hombre que se sentaba en la ventanilla del avión comenzó a mirarme con cara de sospecha, no tengo claro lo que creía, pero su mirada hostil y sus continuos bufidos al girar la cabeza en mi dirección fueron suficientes para disuadirme de seguir mirando la hora.Necesitaba encontrar a Danisa, quería explicarle aquel horrible malentendido, estaba ansioso por decirle que la quería, que la amaba con todo mi corazón, y que acababa de repudiar a Rose.No es que me sintiera orgulloso de lo que había hecho, la verdad, yo sabía perfectamente que repudiar a una compañera equivale a dejarla sin manada; y aunque en este caso su padre la protegía, y a punto estuvo de partirme la cara cuando dije q
Último capítulo