Una media hora después, en el instante en que las puertas de vidrio se abrieron y puso un pie fuera del aeropuerto. Se sintió un poco fuera de lugar, había olvidado que hombres lobos y humanos pocas veces se mezclaban y ella desde hacía cuatro años estaba actuando como una. Astrea sintió que una energía le recorría el cuerpo. La primera vez que lo sintió fue cuando llegó al Echo Guards. Durante la primera semana sintió que aquel era su lugar, pero cuando llegó la tercera luna llena después de su cumpleaños de manera amable le pidieron que se fuera del campamento. Por el hecho de que ella era un híbrido muy peligroso, y no querían correr riesgos.
El claxon de un auto de lujo, le hizo girar el rostro. Chasqueó los dientes, el hecho de que en el lugar en donde creció ella fuera tímida, no significaba que volviera a serlo después de tantos años. Negó con la cabeza, y cerró los ojos por un instante. Una suave brisa le acarició el rostro.
La tierra baila, los árboles despiertan. Los pájaros cantan hermosas melodías, por el hecho de que tu ausencia mucho les dolía.
Durante unos segundos sintió que le faltaba la respiración, un nuevo canto se le venía a la cabeza, y no estaba dormida. A lo lejos vio un taxi y lo detuvo, se subió a él y se dirigió a casa. Mientras iba por de camino, se dio cuenta de lo mucho que había extrañado la ciudad, y por supuesto, lo mucho que se había desarrollado. Estaba completamente maravillada, hasta que el conductor ralentizó el vehículo y observó que había una aglomeración de personas.
—¿Otra vez? —se quejó el taxista.
—¿Qué sucede?
El sujeto la miró por encima del hombro.
—Es obvio que no es de por aquí —respondió con desdén.
A Astrea no le gustó su comentario.
—Si soy o no soy de aquí, es lo de menos, solo le estoy preguntado qué sucede.
El hombre se dio cuenta de su error.
—Hoy nuestro Alfa tiene una rueda de prensa para hablar de lo sucedido en la colina —le señaló con el dedo hacia el frente.
—¿Algo grave pasó en Cave of Wolf? —quiso saber, puesto que en ese lugar lo frecuentaba mucho con sus amigos.
—Sí, han asesinado cuatro de los nuestros…
—¡Eso no puede ser! —exclamó sorprendida.
De pronto sintió un pitido en su oído derecho, aquello le trajo recuerdos. Fue lo mismo que sintió cuando emboscaron a su equipo en el medio oriente.
—Deténgase un momento y espéreme aquí —dijo al conductor—Volveré en menos de lo que se imagina —cuando vio que el hombre iba a decir algo—. No se preocupe, le pagaré el doble.
Se bajó y algo la impulsó, la impulsó a mezclarse entre la gente. Cuando giró la cabeza, lo vio. Había un hombre apuntando hacia el podium improvisado, fue cuando entonces se dio cuenta de lo que iba a suceder. Comenzó a correr entre las personas, hasta que llegó al cordón de seguridad.
—El Alfa —Astrea se acercó a uno de los hombres trajeados y que la miraba con desconfianza— ¿En dónde está?
El guardia de seguridad no decía, ni siquiera se inmutó, se acercó un poco más.
—Él no puede salir, es peligroso.
—Deje de estorbar… —la empujó.
Y en ese momento todo pasó en cámara lenta, el Alfa salió de donde estaba y saludó a su pueblo con una sonrisa. Astrea tenía una destreza increíble, despojó de su arma al guardia de seguridad. Aquello era gracias a sus años de entrenamiento en el ejército, además de que no era cualquier soldado, era una teniente de las fuerzas especiales. Cuando todos los presentes se dieron cuenta de que tenía un arma enseguida corrieron a resguardarse.
Fue justo en ese segundo, en que disparó al dron que venía hacia donde ellos se encontraban, derribándolo en el segundo en que este comenzaba a disparar. Luego, con una precisión exacta, accionó de nuevo el arma, pero esa vez a una de las ventanas del edificio que estaba diagonal a donde se encontraban, todos vieron cuando el hombre cayó. Al mismo tiempo, Astrea se desplomó en el piso, puesto que sintió como recibía una descarga eléctrica, y la oscuridad la envolvió.
Hogar, hogar, dulce lugar en donde nunca querrás marchar.
No supo cuanto tiempo estuvo inconsciente, solo cuando sintió que alguien lanzaba agua fría sobre su rostro. Abrió los ojos de golpe e intento sentarse, pero estaba encadenada.
—Ya estás despierta, bella durmiente —le dijo el hombre de seguridad que no le había hecho caso—. El Alfa quiere verte ahora mismo.
Ella les hizo una mueca de fastidio, cuando le hizo señas de que estaba encadenada. El guardia la soltó y le advirtió que no tratara de hacer algo estúpido. Miró a los lados y se dio cuenta de que estaban en una especie de calabozo, vio unas escaleras y luego una puerta.
Iba escoltada por cuatro sujetos, caminaron por un pasillo. De pronto su corazón comenzó a latir como si fuera a salirse de su pecho.
—¡En estos momentos te estoy hablando como tu hijo! —exclamó una voz que hacía notar que la persona estaba furiosa.
—Afortunadamente, esa chica estaba ahí…
—¡Papá, cómo puedes confiar en ella! —espetó.