—¿Qué haces aquí, Wayne? —Astrea se levantó de encima de él, y encendió la luz del pasillo.
—Esas no son las formas de recibir a un viejo amigo —se quejó el hombre aporreado— ¿Dónde c0jon3s aprendiste a luchar así?
Lo miró con los ojos entrecerrados, ya no confiaba en él como antes.
—Y estas no son maneras de entrar a la casa de tu vecino, ¿te hice una pregunta? —su voz contenía un grado de advertencia.
No lo quería cerca de ella, puesto que fue él, su vecino y al que una vez creyó que era su mejor amigo, quien divulgó que su compañero la había rechazado. Aquella burla, jamás se la perdonaría.
—Sentí ruidos, y la luz de esta habitación estaba encendida —dio una respiración profunda—. ¡Lárgate de mi casa ahora mismo! Como puedes no está pasando nada.
—¿Todavía estás molesta conmigo? —se acercó a ella.
—No, no lo estoy —lo miró fijamente y luego enarcó una ceja—. Pero eso no significa que te quiera cerca de mí, si no quieres pasar una mala noche… es mejor que te vayas.
—¡Está bie