—¡¿Qué mi3rda es esta?! —La voz de Otto era de pura indignación.
Un gruñido ronco, y completamente animal, se escapó del pecho de Kael. En su mundo nadie juzgaba el amor destinado, por eso existían aquellas mezclas: brujos, lobos, vampiros y uno que otro humano. Pero lo último no era muy común, y cuando eso sucedía era porque tenía habilidades especiales.
—¿Humanos? —Astrea estaba horrorizada— ¿Quién puede estar detrás de todo esto?
—No te ofendas —Otto la miró severamente—, pero sabemos que tus queridos humanos siempre han querido ser superiores a todos.
—Pero no solo ellos se atreverían a tanto —ella replicó—. ¿O si no, en dónde dejas a Galvin?
—Cierto, hay que saber con quién ese bastardo estaba trabajando —expresó Kael con los dientes apretados—. No sabemos si es con uno de los nuestros o humanos.
Astrea comenzó a pasar página por página aquel folder, y otro jadeo de horror se le escapó de los labios.
—Esto no se trata de humanos —se giró y les mostró—, porque al contrario