Después de pasar los 700 años que es el límite dictado por la Diosa Lunar para encontrar su pareja, Kogan, un alfa de 950 años, vive sus días dedicado a su manada creyendo que su luna está muerta y que estará solo toda su vida. Un día su hermano le presenta a una humana y su lobo inmediatamente le informa que ella es su luna. Logrando llevarla a su territorio, Cristal cree que fue drogada, violada y secuestrada e intenta escapar de su captor. Kogan intenta decirle que es su compañero, pero ella no quiere escucharlo. Acompañen a este poderoso alfa de la manada más antigua de todas, a apoderarse de su luna humana y descubrir los misterios que la rodean.
Leer másLos humanos viven sus días pacíficamente, sin conocer todo a su alrededor. Son seres insignificantes; la realidad es que los hemos gobernado por siglos sin ellos saberlo. Nosotros, los licántropos, tenemos el mundo a nuestros pies.
Soy Alfa Kogan. Mi lobo se llama Rax; él no suele hablar, pero cuando toma el control es mejor que no estés cerca, pues no le importa nada ni nadie. Solo nos inclinamos ante nuestros padres. Estoy orgulloso de pertenecer a la manada más fuerte de todas: “Real Blood”. Somos grandes, con una fuerza y destreza superior a las otras manadas. Ni siquiera piensan en estar en conflicto con nosotros, porque no quedará nada de ellos.
Soy el mayor de 6 hermanos. No es normal que una pareja de licántropos haya concebido tantos hijos. Mi padre le rogó a nuestra Diosa tener una gran descendencia. Él era el último Alfa de nuestra manada y no permitiría que nuestra sangre se perdiera. A cada uno de nosotros nos entrenó y preparó para ser los mejores Alfas. Nos otorgó una parte de su extenso territorio con más de 800 mil lobos a nuestro cargo y, a donde vayamos, nos tratan con respeto.
Me gusta pensar que los otros Alfas nos temen, ya que soy superior e intocable, y me siento orgulloso de ello. Mi madre me dijo que soy especial: nací una noche de eclipse lunar y, justamente cuando los bordes de la luna se tornan dorados, llegué a este mundo. Ella nos inculcó que todos los lobos de la manada son fundamentales, sean betas, deltas, centinelas, gammas u omegas; todos son importantes y a todos los protejo.
Adoramos a la Diosa Lunar. Sé que tenemos un Dios Lunar, me lo relató mi madre de cachorro. Se dice que él era un licántropo sin control, no tenía piedad de nadie y, cuando encontró a su pareja, dejó de ser temido y pasó a ser respetado, ya que ella apaciguaba al lobo terrible que tenemos dentro. Su compañera se llamaba Luna y, desde entonces, nos dirigimos a nuestras parejas como "Lunas" por respeto a nuestra Diosa.
Tengo 950 años. Agradezco que mi compañero nunca haya aparecido y realmente ¡no lo necesito!
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Miles de kilómetros de distancia, una hermosa mujer de largo cabello castaño oscuro, piel bronceada y ojos color chocolate se prepara para iniciar su jornada de trabajo. Ese día tenía que supervisar diferentes proyectos, revisar algunos planos y diseñar otros. Le había costado mucho esfuerzo y sacrificio ser arquitecta, y desempeñaba su trabajo de la mejor manera posible. Esperando a un cliente, se dispuso a verificar que todas sus exigencias estuvieran corregidas y escuchó abrirse la puerta.
— ¿Cómo has estado? — Ella automáticamente alzó su mirada.
— Hiro, es un gusto volver a verle — dijo con cortesía e inclinándose, mostrando respeto a su cliente.
— ¿Estás ocupada? — preguntó él al verla mirando las grandes hojas de papel en su escritorio.
— Solo reviso los cambios que solicitó — él asintió a su respuesta y tomó asiento enfrente de ella.
Cristal le mostraba las correcciones que Hiro le había solicitado. Era normal que se hicieran arreglos; a pesar de esto, él siempre demostraba gran satisfacción por su trabajo.
— ¿Desea algún cambio adicional? — le preguntó Cristal y él negó con la cabeza.
La arquitecta preparó los planos para entregar con sus respectivas firmas. Pensaba en las exigencias tan extrañas de este cliente; parecía que estuviera realizando una especie de fortaleza, como si estuvieran preparándose para una emboscada, guerra o algo parecido. Se los entregó y él se dispuso a retirarse.
— Elena te envía saludos — mencionó Hiro antes de salir de la oficina.
— Dile que venga a visitarme pronto — ella sonrió. Él solo la miró y se retiró sin responder. La mujer dejó de contener la respiración; la presencia de este hombre en muchas ocasiones era intimidante.
Comencé a diseñarle a Hiro hace dos años. Conocí a su esposa, Elena, en la universidad y siempre demostró un gran interés en mi forma de diseñar. Estoy muy agradecida porque ellos me habían recomendado y habíamos tenido muchos nuevos clientes en la empresa donde trabajo. Me llamo Cristal Rain, tengo 32 años y soy arquitecta. A pesar de mi edad, tengo una hermosa figura y me ejercito a diario.
Tengo 3 hermanos mayores. Ellos me enseñaron artes marciales, boxeo, a conducir autos y motos, y me hicieron amante de los videojuegos. En fin, no soy la típica mujer obsesionada con el maquillaje, y hasta sé cómo hackear el sistema de seguridad de una vivienda. Como les mencioné, no soy amante de los zapatos altos ni de las carteras; mi estilo es más deportivo. Me gusta andar en jeans, zapatillas y suéter, pero claro, cuando debo arreglarme simplemente acaparó la atención de todos.
Como arquitecta, debo revisar mis proyectos que están en construcción. Tengo muchas responsabilidades a mi cargo, como verificar el control de calidad, los costos de los materiales y otras obligaciones.
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Unas horas después, Hiro se encontraba en el aeropuerto. Se ubicó en una de las rampas privadas esperando a cierto lobo.
— Al fin llegó ese idiota — balbuceó viendo aterrizar su jet privado.
De lejos, Kogan miró a su segundo hermano esperándolo con impaciencia.
— Nunca pensé que vendrías a buscarme, ¡cariño! — le dijo con su tono de voz grueso al estar en frente de su hermanito.
— ¡Te arrancaré la lengua si vuelves a llamarme "cariño"! — gruñó el lobo de Hiro.
— Vamos, Zerox, ¿no puedo molestar a mi hermano o es que estar cerca de los humanos te ha vuelto estúpido? —.
— Los respeto. Hay humanos que merecen ser reconocidos — habló Hiro obteniendo el control.
— ¿Así cómo quién? — le habló Kogan en forma de burla.
— Tengo muchos humanos que trabajan para mí de manera impecable. No todos son iguales — los defendió.
— ¡No son leales! Los detesto — argumentó. — ¡Quiero arrancarles la cabeza! Son débiles, solo sirven para ser carnada — Hiro no respondió. No iba a perder el tiempo con su estúpido hermano mayor; sabía el odio que tenía hacia los humanos.
Hace unos siglos, Kogan confió en unos que no tardaron en traicionarlo. Lograron matar a un grupo de humanos que habían hecho un pacto con él. Estos hombres sabían de la existencia de los licántropos y deseaban erradicarlos. Subiendo a su vehículo, Hiro indicó a sus lobos que los llevaran al hotel.
— Ya tengo los planos que solicitaste. Los revisaremos en la suite — le informó a su hermano. Kogan solo asintió. — Mi paciencia se está acabando con el Alfa Zolger —.
— Hermano, si tienes problemas con el bastardo de Zolger, no dudes en llamarme. Tengo siglos con ganas de arrancarle cada pata de su cuerpo — confesó.
— Si continúa permitiendo que los pícaros o lobos solitarios entren a mi territorio, no me quedaré de brazos cruzados —.
— Si yo estuviera tu territorio, los hubiera despedazado hace tiempo — dijo Kogan con duda — ¿Qué te detiene de actuar? —.
— Elena no quiere que haya una guerra y no desea que un lobo de la manada salga lastimado o muerto — le aclaró.
— ¡Por eso doy gracias de no tener a mi pareja! Me volvería estúpido como tú — mencionó Kogan, y su lobo Rax se movió incómodo ante su comentario.
— No lo comprendes. Ellas controlan nuestra ira y nuestros salvajes impulsos de atacar — mencionó Hiro. — Lo mejor es no actuar por ahora. Pienso que Zolger quiere que ataquemos para tener una excusa y así formar una alianza con otras manadas — le respondió con prudencia su segundo hermano.
Kogan meditó sus palabras. En una parte, podría ser cierto. Los pícaros eran un problema en todos los territorios, pero los lobos de la manada Real Blood son fuertes. Para poder derrotarlos, Zolger necesitaría algunas decenas de otras alianzas para darles batalla, y había muchas esperando cualquier desliz para atacarlos.
— Estoy seguro de que esa sabiduría no vino de ti, sino de Elena. Hace siglos hubieras atacado sin problemas —.
— No lo negaré, desde que la encontré, todo es diferente. Lo comprenderás cuando encuentres a la tuya — le explicó.
— ¡Ella está muerta! — espetó Kogan con enojo por su comentario, y nuevamente Rax se impacienta, arañando su interior.
— ¡Tu pareja no está muerta! — espetó Hiro con su tono de Alfa. — Tu lobo no ha aullado de dolor. Simplemente, no la has encontrado y ya no has seguido buscando —.
— Ya pasé los 700 años. ¡Está muerta! Y es mejor así. No necesito una compañera porque no quiero ser idiota como tú —.
— Hermano, hay una reducida posibilidad de que tu pareja no esté muerta. ¡La encontrarás! Cuando eso ocurra, no querrás tenerla alejada y, después, tú dejarás de ser el Alfa. Ellas dan todas las órdenes — bromeó Hiro.
Kogan guardó silencio, no por lo que su hermano había mencionado, sino porque Rax estaba a punto de tomar el control de su cuerpo. Había algo que lo inquietaba.
— ¿Desde cuándo no hablas con nuestra madre? — le preguntó Hiro, notando que Kogan no había respondido y sabía que tenía una pelea interna con su lobo.
— 180 lunas (15 años) — respondió sin expresión.
Después de cumplir los 700 años, Kogan vivió su vida como esos licántropos que optan por no esperar a su compañero predestinado. Su madre estaba molesta por llevar una vida desordenada y llena de aventuras pasajeras; ella le había inculcado que debía mantenerse puro hasta encontrar a su luna. Sin embargo, su pareja nunca apareció.
— Deberías ir a visitarla — le aconsejó Hiro.
— ¡Sabes que no me aceptará! — declaró tajantemente Kogan. — No hasta que lleve a mi compañera y eso nunca ocurrirá. — Él recordó el día en que discutió con su madre. Ella era importante para él, nunca imaginó que la estaría decepcionando, pero sus palabras tienen poder: “Si no respetas a tu compañera, tampoco me respetas a mí.” Esa frase se enterró profundamente en su ser.
Kogan no negaba el hecho de que hubo un tiempo en que buscaba a su compañera. Recorrió todo el territorio, visitó varias manadas sin encontrarla. Después, se volvió mujeriego; luego tuvo esa discusión con su madre y desde entonces se concentró en su manada.
Llegando al hotel, ambos se dirigieron a la suite. Hiro llamó a uno de sus deltas para que trajera los planos e, inmediatamente, el lobo de Kogan dio un salto olfateando algo inusual.
“¿Qué te ocurre?” Le preguntó mentalmente Kogan. Ese día su lobo había estado inquieto.
“Hay un aroma que me atrae,” respondió Rax sumiso. Él no suele hablar; siempre que algo no le gusta, rasguña, golpea, gruñe o muerde. Kogan no le dio importancia en ese momento; deseaba revisar los cambios que había solicitado.
— Espero que cumplan mis expectativas, o voy a exigir mi dinero de vuelta — no terminó de hablar. Él y su lobo se estremecieron.
Queridos lectores,En primer lugar, quiero agradecerles sinceramente por estar conmigo en este asombroso recorrido a través de las páginas de mi historia. Al empezar este proyecto, no sabía en qué me estaba metiendo. Creí que sería capaz de mantener el ritmo de la escritura sin dificultad, pero pronto me di cuenta de que redactar una historia compleja es un desafío exigente.Lamento mucho haber demorado en la publicación de los capítulos, pido disculpas sinceras. La vida, como muchos de ustedes ya saben, tiene una forma de complicar nuestros planes. Equilibrar mis responsabilidades como madre, en el trabajo y estudios ha sido un desafío mientras también me adentro en la escritura. Cada vez que veía sus comentarios, su entusiasmo y su apoyo incondicional, encontraba la motivación para continuar.Aún hay mucho que contar sobre Kogan y Cristal. Todavía hay muchos misterios que resolver. No tenía la intención de hacer una historia tan larga; Cuando empecé a escribir 'Apoderándose de mi lun
A unos metros de distancia de los líderes de la región de Roseliam, los betas, al fin relajados, disfrutaban de ese especial momento de paz. Ahir observaba con rostro tranquilo a los cachorros correr por todo el prado. Kalium se encontraba junto a su pareja. Sam y Xander se burlaban de Roland, quien, con semblante serio y de enojo, lidiaba con Acua, que no quería saber nada de él.Clair, ya con ropa adecuada, contemplaba el cielo, sintiendo cómo la brisa acariciaba lentamente su cabello. Notaba que el ocaso que sucedería en unos minutos iba a ser diferente. En ese momento, todos los cachorros que corrían alegremente por el prado se detuvieron y giraron la mirada en una dirección específica.Este comportamiento sorprendió a todos los presentes, que, al mirar en la misma dirección, cayeron en un gran silencio. La manada pudo contemplar la aparición inesperada de sus líderes.— ¡Luna! — exclamó Clair con emoción y felicidad, sin esperar su presencia.Todos comprendieron que su luna todaví
Con pasos lentos y cálidos, Kogan se adentraba en el espeso bosque, llevando a su luna entre sus brazos. Cristal, con sus brazos suavemente entrelazados alrededor de su cuello, disfrutando de la cercanía de su compañero. La unión de sus pieles era tan intensa y adictiva que ninguno de los dos deseaba separarse.Kogan desvió ligeramente la mirada para encontrarse con los ojos de Cristal. Ella lo observaba dulcemente, con la misma expresión que, hacía unos momentos, había logrado convencerlo de cumplir el pedido que le había hecho.Tras el último beso compartido, Kogan percibió el deseo de su luna de unirse a la manada. La mirada de Cristal se dirigió, con una precisión admirable, hacia la ventana, donde podía distinguir la ubicación donde todos se habían reunido. Este gesto sorprendió a Kogan, pero una ligera sonrisa se dibujó en su rostro al comprender que su luna, de alguna manera, podía sentir la presencia de los demás.Como pareja de un alfa, era natural que Cristal, como luna, sint
La brisa, con su poder único, se deslizaba hasta los rincones más estrechos, envolviendo a cada miembro de la manada en una sensación de profunda paz. Aquella tarde se distinguía de tantas otras; los rayos del sol se filtraban entre las ramas y hojas de los árboles con una cálida intensidad, infundiendo a todos una gran serenidad. Era como si la misma naturaleza estuviera anunciando buenas nuevas.La paz reina una vez más en la región de Roseliam, el territorio del gran alfa Kogan. El vínculo que une a cada uno de los miembros de la manada parecía resonar con la felicidad que emana de los miembros más importantes.Por primera vez desde que inició todo este infortunio, se sentía una paz palpable. Los cachorros, quienes se habían mantenido recluidos en la madriguera, salieron de su encierro.— Ahora, ¿quién los aguanta? — murmuró Xander, recostado sobre un árbol, dando grandes suspiros al ver a los cachorros correr como locos por todo el bosque, cargados de mucha energía.— Esto iba a su
Una hora transcurrió. Cristal recostada en la cama, con los ojos cristalizados y el rostro triste. A través de la ventana, contemplaba el inmenso bosque que se extendía ante ella, como un intento de evadirse del sufrimiento que había soportado. Su respiración seguía lenta, agotada tanto por el dolor tortuoso que había sentido como por el hecho de que Kogan y Rax deseaban rechazarla.Sentía que lo merecía. Ella había intentado rechazarlos primero, creyendo en aquellas mentiras. Ahora ya no quería estar allí. Deseaba irse lejos y dejarse consumir por el dolor.Elena y Lynn la observaban con impaciencia. Habían esperado pacientemente hasta que las lágrimas que surcaban su rostro cesarán. Luego, la ayudaron a ponerse de pie, cambiaron sus ropas manchadas de sangre y la recostaron de nuevo en la cama.Por momentos, sus lágrimas volvían a brotar. Elena y Lynn sabían que era inevitable; Cristal estaba sumergida en un mar de tristeza. También escucharon las disputas entre Kogan, Hiro y, por úl
Kalium estaba en la entrada del vestíbulo, su cuerpo tenso y sus puños crispados por la furia. Había pasado los últimos días junto al alfa Hiro, ayudando en todo lo referente a la manada, y ahora regresaban para informar a su alfa sobre la presencia de humanos en zonas prohibidas del territorio. Eso era un problema recurrente en ellos. Ya que dichas áreas del territorio son ricas en minerales y piedras preciosas. Estaban por llegar para informar al alfa las acciones que tomarían contra estos humanos, cuando una sensación les golpeó como un mazazo. Un presentimiento oscuro. Se detuvieron de golpe, tensos, comprendiendo con horror lo que Kogan estaba haciendo.Hiro y Kalium intercambiaron una mirada, y sin dudarlo, se precipitaron hacia donde se encontraba.Kalium se detuvo en el vestíbulo, con los puños crispados y un temblor de ira recorriéndole los brazos. Los gritos desgarradores de su luna retumbaban en el pasillo, cada alarido cargado de un dolor que le oprimía el pecho. Esperaba
Último capítulo