CAPÍTULO 7: DEMASIADO CURIOSA
Dmitry
Un par de horas después de que la yáblaka cruzara la puerta de mi oficina, me alisto con las llaves en la mano. Salgo sin prisa, pero con un propósito claro. Subo a mi auto, enciendo el motor y conduzco hacia el hospital.
Pensé que tenerla bajo mi techo sería como domesticar a un cachorro (ingenua, fácil de controlar, inofensiva). Pero he cometido un error de cálculo. Eden no es un simple animalito indefenso. Es curiosa. Demasiado. Y la curiosidad en el lugar equivocado no es una virtud, es una sentencia.
Cuando llego al hospital inmediatamente me llega el olor a desinfectante y enfermedad, un hedor penetrante que se aferra a la ropa recordándome la fragilidad humana. Camino por el pasillo sin prisa, con las manos en los bolsillos y la mirada fija al frente. Los enfermeros bajan la vista al verme pasar. Sus miradas esquivas y los cuerpos tensos no son por un miedo irracional. Es instinto de supervivencia.
Cuando abro la puerta de la habitación, el