Venganza. El amor que enterramos.

Venganza. El amor que enterramos.ES

Romance
Última actualización: 2025-10-24
Eli Storm  Recién actualizado
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Resumen
Índice

El día de su boda, Emily Carter lo perdió todo; su dignidad, su fe en el amor… y su vida. Una traición brutal la hizo huir en medio de una tormenta, y todos creyeron que había muerto. Seis años después, renace como Elena Davis, una mujer completamente distinta, delgada, brillante y con el poder suficiente para destruir al hombre que la hizo pedazos. Byron Wallace, su ex prometido, no sospecha que la nueva socia que acaba de salvar su empresa… es la misma mujer a la que creyó muerta. Pero cuando su venganza la enfrenta a Byron Wallace, descubre que el odio no apaga las llamas del amor… Solo las hace arder más fuerte. Porque a veces, el amor que creías muerto… solo estaba esperando la oportunidad de vengarse.

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Capítulo 1

1. Solo quiere tu dinero.

Emily Carter sentía el corsé blanco tan apretado que parecía aplastarla, obligándola a respirar en tercios. Podía notar la rigidez del hueso sintético enterrándose justo debajo de sus costillas. Marcaba partes de su cuerpo que durante años solo había intentado ocultar.

Su asesora de imagen insistía en que ese vestido era perfecto, pero a Emily le costaba creerlo. Toda su vida había escuchado que era demasiado gorda para este mundo, que nadie podría amarla y la gente solo la trataba bien por su dinero.

Y, sin embargo, ahí estaba, a punto de casarse con el hombre de sus sueños.

— ¿En qué piensas, Em?

Julian Carter, vestido con un impecable traje oscuro, se apoyó en el marco de la puerta sin dejar de observar a su hermana pequeña convertida en una mujer y con ese hermoso vestido de novia que la hacía ver angelical ante sus ojos.

— En que no sé si esto es real — susurró ella sin apartar la vista del espejo — Supongo que las novias deberían sentirse deslumbrantes. Yo solo me siento... apretada. Tal vez este vestido sea demasiado escotado. O quizá debí taparme más. Renata siempre dice que avergüenzo a su hijo, que si soy gorda lo mínimo que debería hacer es taparme.

— Emily — Julian se acercó despacio, posando las manos sobre sus hombros — Estás preciosa, contraté a esa asesora de imagen para que te sientas preciosa. Y no solo por fuera. Eres hermosa, por dentro y por fuera, aunque la bruja de tu suegra no quiera verlo. No hay más que mirar a Byron cuando te observa. Está loco por ti.

— A veces pienso que él se merece a alguien… mejor.

— No empieces con eso — Julian la giró suavemente hacia él — Si mamá y papá estuvieran aquí, estarían orgullosos. De la mujer en la que te has convertido.

— Ojalá estuvieran aquí…

— Lo están — Julian besó su frente y se apartó de ella para caminar hacia la puerta. Se detuvo un instante y la miró una vez más, con una extraña sensación en el pecho. No era por la boda en sí, sino por la sonrisa demasiado perfecta en el rostro de su futuro cuñado, la última vez que hablaron de la fusión de empresas. La había tenido desde la mañana, como si algo muy malo fuera a pasar. Aun así, debía tranquilizarla. No estaba sola; él siempre la protegería.

El silencio del vestidor la mantuvo en calma hasta que la puerta se abrió de nuevo.

— Vaya, vaya… — la voz afilada de Sabrina hizo que un escalofrío desagradable le recorriera el cuerpo — Así que este es el vestido que elegiste.

Emily se giró despacio. Sabrina, la directora de marketing de la empresa de Byron, avanzó hacía ella sin dejar de observarla de arriba abajo con esa expresión de superioridad que tanto odiaba. Llevaba un hermoso vestido rojo que le quedaba como un guante, era una mujer tan guapa que al principio estuvo muy celosa de ella al menos hasta que Byron le demostró que no había otra mujer que deseara.

— ¿Qué haces aquí? — preguntó Emily tajante.

— Vine a desearte suerte — Sabrina se acercó al espejo y ladeó la cabeza, observándola de arriba abajo — Aunque, sinceramente, creo que vas a necesitar más que eso.

— No sé quién te convenció de usar ese vestido, cariño, pero… — chasqueo la lengua — Ese escote se ve tan excesivo con tu tamaño de pecho y esos brazos… bueno. — Negó con desprecio — Digamos que no es el mejor corte para disimular la amplitud de tus hombros. De tu cuerpo en general. Es una pena. Si tu cuerpo fuera más delgado, te habría quedado perfecto.

— No es asunto tuyo Sabrina.

— Oh, claro que lo es — Sabrina dibujó una sonrisa ladeada en el rostro — La imagen de Byron afecta a la empresa. Y tú ahora eres parte de esa imagen, ¿no? Imagina los titulares — alzó los brazos con las manos abiertas como si pretendiera escenificar el letrero— El exitoso empresario Byron Walker se casa con una mujer de proporciones… generosas y un pésimo gusto en la elección de su vestido.

Emily tragó saliva, sintiendo cómo el aire se le atascaba en la garganta formando una bola que no le dejaba hablar, pero rápidamente se obligó a tragarla.

— ¿Terminaste? — murmuró.

— Aún no — Sabrina se inclinó un poco, bajando la voz como si alguien más pudiera escucharlas — Te diré algo, Emily, hay mujeres que nacen para brillar al lado de hombres como Byron… y otras que solo dan pena.

Sabrina sonrió de lado, viendo cómo el rostro de Emily se tensaba, cómo los labios le temblaban por contener las lágrimas.

— ¿Sabes? — dijo, sacando su teléfono del pequeño bolso que colgaba de su muñeca — No quería mostrarte esto hoy, pero... creo que es mejor que lo sepas antes de hacer el ridículo frente a todos.

Emily la miró confundida, con el ceño fruncido.

— ¿De qué hablas?

— De esto. — Sabrina deslizó el dedo por la pantalla y un video empezó a reproducirse.

El corazón de Emily se encogió al escuchar esa voz.

La voz de Byron.

“No pienso casarme con ella. ¿Tú la has visto? Debe pesar dos toneladas. Es tan patética. Si no fuera porque necesito el dinero de su familia, no compartiría ni el mismo aire con esa ballena. Es asquerosa. No podría tocar a una mujer como esa, ni borracho. Pero en cuanto tenga sus capitulaciones firmadas, anularé el compromiso, así sea el mismo día de la boda.”

Emily se quedó helada. Sintió cómo su estómago se revolvía cuando el audio cortó para mostrar una toma borrosa, una mano masculina, con el reloj de oro que ella le había regalado para sellar su compromiso, subiéndole la tela del vestido. Lo vio lanzarse sobre ella, sobre Sabrina. Detuvo la grabación justo cuando Byron la besaba con una necesidad que Emily creía solo tenía por ella.

— Es una pena, ¿verdad? — murmuró, fingiendo compasión — Pensar que tú estabas tan ilusionada, y yo he sido su amante todo este tiempo.

— Eso… eso no puede ser real — susurró Emily, dando un paso atrás.

— Claro que lo es — Sabrina levantó una ceja — Lo grabé en mi casa tras la cena de negocios de la semana pasada. Todos lo saben, solo que nadie se atrevió a decírtelo.

Emily negó con la cabeza, sintiendo cómo sus ojos ardían al intentar contener las lágrimas que amenazaban con resbalar por sus mejillas.

— Él no haría eso.

— Por favor, despierta. Solo se comprometió contigo para que Julian se asociara con él. Solo quiere tu dinero, Emily. Y después de que ayer firmaras las capitulaciones, la sociedad es irrompible. Ya no te necesita.

Si tienes algo de dignidad, márchate antes de que te rechace frente a todos los invitados.

Emily la miró, temblando. No sabía si gritar, llorar o salir corriendo.

— Créeme, te estoy haciendo un favor — susurró Sabrina antes de marcharse satisfecha.

La puerta se cerró.

El silencio volvió, pero ya no era reconfortante, parecía haberle arrancado el corazón y llevárselo estrujado en la mano.

Emily se desplomó sobre el sillón, con la voz de Byron todavía resonando en su cabeza.

“Es asquerosa. No podría tocar a una mujer como esa.”

Se miró de nuevo al espejo, y solo le devolvió una imagen cruel: el corsé blanco, el maquillaje corrido y unos ojos llenos de dolor. La frase de Byron resonó más fuerte que cualquier insulto de Sabrina.

Estaba demasiado gorda... y demasiado estúpida, para tener cabida en la vida de ese hombre.

Una lágrima rodó por su mejilla. Luego otra. Y otra más, hasta que su rostro se deshizo en un río de lágrimas que ya no podía contener.

No podía bajar. No debía hacerlo. Sería una humillación que no podía permitirse.

El mundo siempre tuvo razón sobre ella.

Nunca debió creer que merecía algo distinto.

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1. Solo quiere tu dinero.
2. ¡Emily, vuelve aquí!
3. ¿Qué demonios le hiciste?
4. ¿Dónde está Emily?
5. ¡Acepta la realidad! Está muerta.
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