6. La destrucción es roja.
— Hemos perdido otro contrato clave — dijo Byron sin levantar la vista del informe sobre la mesa. — Estamos en números rojos y el plazo se agota. Los inversores están nerviosos. Si no estabilizamos la dirección y la imagen de la empresa, perdemos el apoyo de la junta.
Renata tamborileó los dedos sobre la madera pulida, sentada frente a él con su porte habitual de reina destronada.
— Eso no es todo, Byron, quieren una señal de que tu duelo se ha terminado. — Replicó, su tono seco, carente de empatía. — La empresa no puede sobrevivir siete años de fantasmas. Necesitamos un símbolo de futuro. Un matrimonio. Y casarte con Sabrina es la opción más sencilla, la más rápida y la más adecuada.
— ¿Otra vez Sabrina, madre? — Byron alzó la mirada, incrédulo, con una chispa de furia en los ojos. — ¿Sabes lo que me estás pidiendo? No puedo ni pensar en otra mujer. No puedo hacerle esto a Emily y mucho menos con Sabrina.
— Tu incapacidad para “hacerle esto a Emily” es lo que está matando a nuestra