A ojos del mundo, Knox Ridley tenía la vida perfecta. Perteneciendo a una de las mejores familias de San Antonio y entre las más ricas del Estado, cualquiera pensaría que jamás había conocido el dolor. Pero nadie sabía que desde niño tuvo que superar la apatía y crueldad de su madre y más tarde. La traición de su novia, a quien no dudó en apartar de su vida, creyendo que el hijo que esperaba era de otro hombre. Nova Lexington era todo lo contrario. Nacida en el seno de una familia humilde y complicada, solo quería tener una oportunidad para superarse; sin embargo, su vida dio un giro de ciento ochenta grados cuando descubrió que estaba embarazada. Nova lo perdió todo en un abrir y cerrar de ojos. Su familia, su carrera y el hombre que amaba. Seis años después, ¿podrá perdonar a quienes le hicieron daño?
Leer más04. Ayuda inesperadaNova miró la hora en su viejo reloj de pulsera; estaba llegando tarde al trabajo. Se sentía cansada, pero no tenía otra opción. Habían pasado cuatro semanas desde la última vez que vio a Knox Ridley luego de dejarla abandonada en la puerta de la clínica para que perdiera a su bebé.Tenía que admitir que, por un loco momento, la idea la tentó. Si terminaba con el embarazo, podía continuar con su vida, seguir sus estudios y tener mejores oportunidades, pero bastó con poner un pie dentro de la clínica para darse cuenta de que no era capaz de hacerlo.¡Ella no era una asesina! Y la criatura en su vientre era inocente.Distraídamente, acarició su vientre de ahora doce semanas. La curva empezaba a marcarse en su desgarbado cuerpo. Parecía más un costal de huesos que una mujer embarazada.Con un sonoro suspiro, cruzó la calle sin darse cuenta de que el semáforo había cambiado de color. Distraída, como había estado durante los últimos días, casi terminó siendo atropellada
03. Te haré un favorNova se sintió desorientada, miró el lujoso edificio donde vivía su mejor amiga. No podía creer que, en cuestión de horas, lo había perdido todo. Ilusamente, pensó que encontraría apoyo en Abril, pero… se había equivocado estrepitosamente. Un ligero mareo le llegó. Fue tan repentino que tuvo que sostenerse a la pared.—¿Se encuentra bien, señorita? —preguntó el guardia de seguridad del edificio. Era un hombre mayor, de rostro amable y se veía realmente preocupado.Ella solo lo observó. Estaba lejos de sentirse bien, realmente ya no sabía ni cómo se sentía, era como si un vacío se abriera dentro de su pecho y quisiera tragársela entera.—¿Puedo usar el baño? —preguntó, señalando la puerta detrás del amable hombre.—Por supuesto, pase —respondió él, moviéndose para dejarla pasar.Nova se cambió de ropa con prisa, miró su mano, tenía veinte dólares y debía pensar qué hacer con ellos. Podía comprar algo de comida o podía llamar a Knox y rogarle que la escuchara. No po
02. Tienes que irteKnox se levantó del viejo y descolorido sillón, ni siquiera se molestó en despedirse, sencillamente, se marchó sin mirar atrás, pensando en lo idiota que había sido al confiar en que Nova sería distinta del resto de las mujeres. Debió ser más listo y no enamorarse, ahora, solo le quedaba enfrentar las consecuencias de haberse enamorado de la mujer equivocada.Sus pasos eran lentos, mecánicos, como si no fuera capaz de sentir o de pensar. Como un robot, subió a su auto y salió de aquel barrio que jamás volvería a pisar en lo que le restaba de vida. Nova Lexington estaba muerta para él.Nova, por el contrario, no era capaz de desconectarse del terrible dolor que le rasgaba el corazón. Dudaba entre quedarse y salir corriendo detrás de Knox, pero sabía que, aunque corriera, no iba a alcanzarlo, menos cuando el ruido estrepitoso de los neumáticos derrapando se escuchó. Se había ido.Miró a su padre como si no lo reconociera, y luego a su madre, callada, incapaz de deci
01. Un cheque en blanco—Estoy embarazada.El anuncio era el típico inicio de una novela cliché. Sin embargo, esta no era ninguna novela y Nova Lexington lo sabía. Nerviosa, esperaba la reacción de su novio, Knox Ridley. Uno de los herederos de una de las familias más prestigiosas y ricas del Estado.Sin embargo, todo lo que había en la habitación era un denso silencio que ninguno se atrevía a romper.Los ojos de Knox eran oscuros como el carbón, pero habían adquirido un brillo peligroso y hasta siniestro tras el anuncio de la mujer que se retorcía los dedos, mirándolo, esperando una reacción, una palabra. Algo que le indicara que la había escuchado.Nova permanecía quieta como una estatua de mármol, como si temiera que una tormenta se desatara al menor movimiento.—Knox, di algo —pidió, inquieta.Eran jóvenes y pertenecían a distintas clases sociales, pero se amaban, ¿verdad? De repente, la duda la asaltó y fue como un latigazo atravesando su carne. El miedo hizo latir su corazón de