A ojos del mundo, Knox Ridley tenía la vida perfecta. Perteneciendo a una de las mejores familias de San Antonio y entre las más ricas del Estado, cualquiera pensaría que jamás había conocido el dolor. Pero nadie sabía que desde niño tuvo que superar la apatía y crueldad de su madre y más tarde. La traición de su novia, a quien no dudó en apartar de su vida, creyendo que el hijo que esperaba era de otro hombre. Nova Lexington era todo lo contrario. Nacida en el seno de una familia humilde y complicada, solo quería tener una oportunidad para superarse; sin embargo, su vida dio un giro de ciento ochenta grados cuando descubrió que estaba embarazada. Nova lo perdió todo en un abrir y cerrar de ojos. Su familia, su carrera y el hombre que amaba. Seis años después, ¿podrá perdonar a quienes le hicieron daño?
Leer más—Estoy embarazada.
El anuncio era el típico inicio de una novela cliché. Sin embargo, esta no era ninguna novela y Nova Lexington lo sabía. Nerviosa, esperaba la reacción de su novio, Knox Ridley. Uno de los herederos de una de las familias más prestigiosas y ricas del Estado.
Sin embargo, todo lo que había en la habitación era un denso silencio que ninguno se atrevía a romper.
Los ojos de Knox eran oscuros como el carbón, pero habían adquirido un brillo peligroso y hasta siniestro tras el anuncio de la mujer que se retorcía los dedos, mirándolo, esperando una reacción, una palabra. Algo que le indicara que la había escuchado.
Nova permanecía quieta como una estatua de mármol, como si temiera que una tormenta se desatara al menor movimiento.
—Knox, di algo —pidió, inquieta.
Eran jóvenes y pertenecían a distintas clases sociales, pero se amaban, ¿verdad? De repente, la duda la asaltó y fue como un latigazo atravesando su carne. El miedo hizo latir su corazón de manera desenfrenada.
Ella dio otro paso, arriesgándose, estiró la mano, intentando alcanzar el brazo de Knox. Él retrocedió, evitando su toque, y la miró con un desprecio que le sorprendió.
—Sé que no estaba en nuestros planes, que somos jóvenes, pero ya existe. Tendremos un bebé —susurró, mordiéndose el labio, para no echarse a llorar ante la mirada burlona de Knox.
—¿Tendremos un bebé? —preguntó y sin dejarla responder, continuó—: querrás decir, tendrás un bebé junto al hombre con el que me engañas.
Nova se tambaleó como si hubiese sido impactada por un guante de boxeo, abrió y cerró la boca sin emitir sonido o palabra alguna. Sorprendida por la respuesta de Knox. ¡Claro que no era lo que esperaba!
—¿De qué hablas? —preguntó al fin.
—¿De qué hablo? ¡Eres una cínica, Nova! —gritó, moviéndose por la sala, alborotando sus cabellos con rabia, como si estuviera conteniéndose para no tomarla de los hombros y sacudirla para que borrara esa cara de mustia que tenía. ¡No era ninguna inocente! —. Lo sé todo, Nova, y lo que no, no me interesa.
Ella no comprendía ni una sola de sus palabras. No tenía ni la menor idea de lo que hablaba. ¿Qué sabía?
—¿Cuánto tiempo creíste que ibas a jugar conmigo? ¿Te pareció divertido? —le cuestionó con rudeza y sin piedad—. Dime, sentiste bonito que un hombre de mi nivel se fijara en ti.
Esas palabras fueron como una daga atravesando el corazón de Nova; su mente no podría procesar toda la sarta de palabrerías que salían de los labios de Knox.
—¡No sé de lo que hablas! —gritó exasperada, deseando que todo esto solo fuese un mal sueño. Una horrible pesadilla para despertar.
Sin embargo, los minutos continuaron corriendo sin piedad y, aunque se pellizcó discretamente, nada sucedió. Esta era la dolorosa realidad.
—Entiendo que estés asustado, yo también me estoy muriendo de miedo, Knox, pero eso no te da ningún derecho a desconfiar de mí y a poner en tela de juicio mi honra.
—¿Honra? —la burla le hería más que mil cuchillos—. Tú ni siquiera conoces esa palabra —soltó.
Knox se inclinó y tomó el sobre marrón de la mesa de centro. Con una lentitud casi mortal, lo abrió y vació el contenido al piso.
Fotos y más fotos caían como gotas de lluvia y en cada una, se podía observar claramente la imagen de Nova siendo abrazada por otro hombre, comiendo con él en un restaurante sencillo. Incluso, saliendo de un apartamento que posiblemente estaba lleno de ratas y cucarachas.
—¿Acaso pensaste en mí como un cheque en blanco? —inquirió mientras Nova miraba las fotos sobre el piso. Había una en especial que llamó su interés. Era una foto donde aparentemente se besaba con ese hombre. Una toma que tenía la intención de dejarla como culpable.
Una risa escandalosa y nerviosa escapó de sus labios. Ahora lo entendía todo.
—¿Te causa gracia?
Ella negó.
—Él es Garrett, mi hermano —respondió.
Una ligera esperanza se abrió paso en el corazón de Knox, porque no, él no podía negar que se había sentido atraído por Nova casi de manera instantánea, tanto, que ni siquiera le había importado que no fuera de su círculo social. De hecho, eso la hacía más especial para él.
—¿Tu hermano?
Nova asintió
—Llévame con él y aclaremos esto de una vez —pidió y sin darle tiempo a procesar la orden, Knox la tomó del brazo con brusquedad y la llevó hasta su auto.
Él estaba dispuesto a arrodillarse para disculparse si comprobaba que Nova le decía la verdad, pero si le estaba mintiendo, ella iba a saber quién era y de lo que podía ser capaz de hacer.
El viaje fue tenso, el silencio era insoportable. Los dos iban concentrados, perdidos en sus mundos. Cada uno rogaba por cosas distintas.
—¿Es aquí? —preguntó sin verla.
—Sí.
Knox bajó del auto de un salto, bordeó con prisa el coche y le abrió la puerta. No le tendió la mano para ayudarla, por lo que ella bajó sola.
Caminaron juntos hasta una vieja y descolorida puerta. El olor a moho inundó las fosas nasales de Knox.
—Esto es una pocilga —gruñó con desprecio.
Nova no respondió, levantó la mano y golpeó la puerta. Llamó varias veces antes de que esta se abriese y apareciera un hombre que jamás en su vida había visto.
—¿Garrett Lexington? —preguntó Knox sin darle tiempo a Nova a salir de su sorpresa.
El hombre arrugó el entrecejo, tenía los ojos rojos, como si se hubiese drogado.
—No conozco a nadie con ese nombre —respondió, mirando con avaricia el Rolex en la muñeca de Knox.
Él le dedicó una mirada seria a Nova.
—Te juro que…
—¿Estás seguro de que no lo conoces? —preguntó, interrumpiéndola e ignorándola al mismo tiempo.
—Tan seguro como que el reloj que llevas en la muñeca vale una fortuna —respondió.
Knox se giró y dejó a Nova atrás. Ella tuvo que correr para alcanzarlo.
—No sé lo que pasó, mi hermano ha vivido los últimos meses aquí —dijo.
Él continuó en completo silencio.
—Por Dios, Knox, tienes que creerme.
—Sube —le ordenó.
Nova se quedó parada, pensando en una manera de comprobar su inocencia. Solo le quedaba un último recurso. Sus padres. Aunque eso, significaba confesarles que tenía novio y, de paso, que estaba embarazada, pero si quería que Knox confiara en ella, no tenía más remedio.
—Mis padres —musitó tan bajo que Knox no la escuchó y ella se dio cuenta al ver su semblante frío como el mármol—. Mis padres no pueden mentirte, ellos te dirán la verdad —dijo en voz alta.
Ahí estaba de nuevo, la maldita esperanza abriéndose paso por los turbulentos oleajes de emoción que experimentaba. Pero, ¿qué podía perder si visitaba a los padres de Nova? Nada.
Eso creyó porque su esperanza era más grande de lo que imaginaba, más grande de lo que le gustaba admitir, pero cuando estuvo delante de Roger Lexington todo, absolutamente todo se rompió, convirtiéndose en miles de fragmentos difíciles de pegar.
—Lo siento, pero no conozco a nadie con ese nombre y tampoco tengo un hijo que se llame así.
Nova abrió los ojos como platos ante la respuesta de su padre mientras su corazón se rompía en miles de pedazos. Su última esperanza se había desvanecido como agua entre los dedos.
04. Eres una Ridley Livia cerró la puerta con más fuerza de la necesaria. No supo cómo había llegado a casa luego de ese desastroso encuentro con Garrett y con el abogado, pero en la seguridad de su hogar, por fin, dejó escapar un sollozo. Uno. Solo uno.Caminó hasta el sillón y se sentó, cubriéndose el rostro con las manos. Respirando hondo, intentando inútilmente tranquilizar los latidos acelerados de su corazón.—¿Qué sucede, Livia?La voz de Kala, la tomó por sorpresa, no esperaba encontrarla en casa a esa hora, pero evidentemente, ella y la esperaba.—Te ves como la mierda —dijo Kala sin pensar.—Gracias, también te quiero —respondió Livia, levantando el rostro y suspirando.—Lo siento, Livia. ¿Cómo te fue con el abogado? —preguntó.Kala se sentó al lado de Livia, tomó su mano con una ternura impropia de una amiga, pero Livia no le prestó atención al gesto. Acostumbrada a las demostraciones de afecto de Kala, no le pareció nada fuera de lugar.—Cómo la mierda. Miller espera que
03. Un caféGarrett abrió los ojos desmesuradamente; por un instante creyó haberse confundido de persona, que la silueta frente a él era solo una coincidencia. Estaba a nada de disculparse… hasta que esos ojos verdes se clavaron en los suyos. Imposible de olvidarlos, imposible de confundirlos.Lo había intentado, más de una vez, pero ninguna de las largas noches que pasó desde que se marchó de San Antonio, pudo conseguirlo. No pudo borrar el recuerdo de esa mirada, ni el sabor de esos labios que lo habían besado con desesperación, como si en ese instante el mundo fuera a terminar.Livia ya no lucía como una chica inocente e inexperta. Su rostro había adquirido madurez, haciendo sus facciones más finas y hermosas. Se veía más… mujer.Ella dio un paso hacia delante, como si la cercanía con Garrett fuera un imán que la atraía y le quemara. Él, en cambio, sintió que todo su cuerpo se tensaba como una cuerda, atrapado entre el deseo de tocarla y el miedo de lo que escondía.—No puede ser…
02. ¿Eres tú?—Te has vuelto completamente loca.Livia suspiró, dejó la copa medio vacía sobre la mesa y observó a Kala.—¿Qué otra cosa puedo hacer?—No tienes por qué atender el llamado de nadie, Livia. Menos sentirte responsable por toda esa gente que ni siquiera conoces. ¿De verdad piensas cambiar toda tu vida por la petición de una difunta? —cuestionó Kala con dureza.Livia tomó un sorbo de su copa. No se arrepentía de buscar a Kala para darle la noticia. Hasta creyó que ella iba a volverse loca de felicidad al saber que se quedaría en Los Ángeles permanentemente, pero su respuesta no fue la que esperaba. No la culpaba, para Livia aún era una locura el haber aceptado acompañar al abogado.Se moría de nervios solo con pensar que, en dos días, conocería a su “familia”. No sabía cómo iban a recibirla, sobre todo, cuando prácticamente los habían dejado sin nada para entregárselo todo a ella.—No es sencillo, Kala. No se trata solo de la petición de alguien que ha muerto. Olivia realm
01. Una difícil decisión Livia giraba el bolígrafo entre los dedos, el clic metálico resonando como un metrónomo nervioso en la sala. Escuchaba al hombre sentado frente a ella, aunque su mente viajaba a otro lado. Había regresado hacía apenas dos días de la Cuenca Pérmica y lo único que deseaba era pasar la tarde en casa de su hermano, conocer a su nuevo sobrino, Teo, y olvidar el polvo y el cansancio del viaje.—¿Está usted loco? —soltó al fin, cuando el hombre empujó una carpeta gruesa sobre el escritorio.—No, señorita Livia —respondió él con fría calma—. Ahí lo dice muy claro: es usted la heredera de un gran emporio. Pero para hacer efectiva la entrega de su herencia… deberá volar a Los Ángeles de manera inmediata.Livia permaneció en silencio, observó la carpeta como si fuera una serpiente enroscada, lista para atacar. De cierta manera, tal vez lo era.—No tengo nada que hacer en Los Ángeles, señor… —Livia titubeó; no recordaba el apellido del abogado. Tenía demasiadas cosas en
72. EpílogoSeis meses después, cuando el reloj marcaba la una de la mañana con veinticinco minutos, vino al mundo Teo Ridley Lexington para la felicidad de la familia y de Nikki. La niña estaba tan feliz, que saltaba por cada rincón de la habitación del hospital mientras veía a su madre sostener el pequeño bulto envuelto entre mantas azules, como un príncipe.La familia, también había venido desde muy temprano para conocer al pequeño Teo, quien era una copia exacta de… su madre. Esta vez, los genes Ridley habían perdido la batalla y todo lo que el pequeño había heredado de su padre era el color de su cabello.Teo tenía los ojos vibrantes y verdes de su madre, arrugaba el ceño igual que Nova cuando miraba a Knox.—Creo que Teo está enojado contigo, papito —dijo Nikki, viendo a su hermanito y a su padre—. Mira cómo te mira, papá, ¡qué le hiciste! —gritó cuando el niño empezó a quejarse segundos antes de echarse a llorar.No, no era Knox, era el grito de Nikki lo que lo había asustado,
71. EternaLivia había esperado ver a Garrett a la mañana siguiente; sin embargo, él se marchó sin una despedida. No era raro, Livia debía estar acostumbrada a eso, no era la primera vez y temía que tampoco fuera la última y, aun así, dolía.Su intención había sido disculparse por su arrebato de anoche, consciente de que sus actos no habían sido honorables, pero se quedó en eso. Intención.—¿Qué piensas hacer ahora? —La pregunta de Kala la arrancó de sus amargos pensamientos.Livia se dio cuenta de que ni siquiera había probado un solo bocado. Su desayuno seguía intacto mientras Kala empujó el plato vacío, mirándola como si lo supiera todo.No era extraño, Livia era un libro abierto para su amiga.—Quedarme, ese siempre fue mi plan, Kala. Hice todo lo que hice para volver a mi familia y quedarme con ellos —respondió.Livia agradeció que solo eran ellas dos en la mesa, de lo contrario la ausencia de Garrett se habría sentido más pesada.—Entonces, ¿debo volver sola?Livia asintió.—¿V
Último capítulo