Mundo ficciónIniciar sesiónShannon Dumas ha tenido una vida de mierda, su madre murió en un accidente de tránsito cuando ella a penas tenía 2 años y se crió sola con su padre, pero ese animal que debería haber sido su protector y padre abnegado no fue más que su juez y verdugo. Al cumplir los 15 años, Shannon fue abusada por su padre de la manera más bestial que un ser humano puede soportar, casi muere en el proceso, pero por suerte o porque el destino le tenía algo preparado fue rescatada de las manos de ese abusador. Ahora a sus 25 años esta ad-portas de terminar su carrera de administración en empresas y siendo una excelente bartender, decide trabajar para una de las mejores empresas de construcción de Europa que ha instalado su nueva oficina en Nueva York. Aaron Connelly, es un famoso arquitecto que a sus 32 años solo le gusta divertirse y pasar de una a otra como el picaflor que es, pero su vida no siempre fue así. En su juventud conoció al amor de su vida, Rosmery Shaw, una hermosa castaña que estudiaba enfermería. Su loco amor los llevó a una noche casarse a escondidas de su familia y nueve meses después llegó al mundo su pequeña Louise, llevándose la vida de Rosemary.Desde ese momento, el corazón de Aaron se cerró al amor, incluso al de su propia hija. Con una vida libertina y sin importarle el mañana se olvida de su más preciado tesoro y deja todo en manos de su madre. ¿Qué pasará cuándo a la niña le expulsen del internado en dónde la metió a la edad de ocho años? ¿Podrá ser el padre que necesita? O peor aún ¿podrá esa castaña que lo trae loco ayudarlo en el intento? Colaboración de Luisa Fernanda PenenD’izam.
Leer más—¿Puedes apurar la marcha, Connelly? No quiero llegar tarde a la repartición de asientos en el bus— le dice su amigo al bello durmiente que aún intentaba abrir los ojos esa mañana.
—Debiste quedarte en tu casa, O’Connor, así no estarías refunfuñando—reclama el rubio ojitos de bosque al pelirrojo ojitos de piscina—¡Mierda que me duele la cabeza!
—Te dije que dejaras de beber después de la décima botella de cerveza, pero qué hizo el lindo, dárselas de machote y decirme “déjame beber en paz, la vida es una y solo se vive una vez”— le retruca el pelirrojo imitando su voz y haciendo comillas con sus dedos, en franco reclamo.
—¡Ya, basta! Lo entendí, pero es que esa peli negra con esas curvas de infarto, estaba de rechuparse los dedos y estuve a un tris de conseguir su teléfono.
—Y no conseguiste nada porque te emborrachaste, estúpido. Ya llegará el día en que te enamores de una chica y ahí te quiero ver, pimpollito.
—Deja de decirme así, sabes que me molesta que me digas pimpollito.
—Pues búscate una mujer que te libere por fin esos cojones y te dejo de decir así.
—¿Se pueden apresurar ustedes dos? Lauren está esperando en el auto para ir a dejarnos a la escuela y el bus sale a las ocho treinta.
—¡Ay! llegó el niñito al que lo llevan a la escuela. Déjate de dramas, príncipe encantador. ¿No pudiste decirle que nos pasara a buscar a las ocho?
—Aaron, ¿qué no sabes la hora que es? Ya pasan de las siete treinta— le espeta el mayor de los hermanos O’Connor.
—¿ Qué? ¡No me jodas! Perdón, perdón, James. Pero no me siento nada de bien.
—Pues, deja de beber a escondidas de tus papás y creyendo que el alcohol soluciona tus pésimas notas en la universidad y date una ducha, hueles pésimo. Tienes cinco minutos, pues la tía nos espera con el desayuno.
—¿Qué?
—Ya lo dijo mi hermano, cinco minutos pimpollito.
Los hermanos salieron de la habitación riéndose de su amigo, al final a ambos les encantaba molestarle, eran buenos amigos. Desde niños, sus padres también lo fueron y por eso se habían criando en la casa de cada uno, es más, cuando la madre de los O’Connor falleció, los padres de Aaron fueron un gran apoyo para James padre y sus hijos.
Y así era para esos tres amigos, que más que amigos eran hermanos de distintos padres. No había cosa que esos tres no hicieran juntos, desde el jardín de niños, el internado Le Rosey y la universidad de Oxford, los tres habían estado juntos como los tres Mosqueteros. Por eso Aaron no les discutió lo que le estaban diciendo, se levantó como si un cohete le hubiesen puesto en su trasero y aunque se sentía de la patada, no pudo negar que las reprimendas de sus amigos le habían calado hondo.
Como siempre, sus amigos tenían la razón, otra vez se había emborrachado, algo que le estaba pasando seguido desde que empezó a tener problemas en la universidad y sus notas habían bajado, pero es que nadie lo entendía, el nunca quiso estudiar arquitectura. El quería ser pintor, ese había sido su sueño desde niño, pero no lo que querían sus padres para él como hijo único y heredero de la empresa de su padre como lo había sido para él. Así que dejó su sueño guardado en un rincón de su memoria y se había obligado a ser lo que querían sus padres para él.
En menos de cinco minutos, Aaron ya se estaba vistiendo y bajando por las escaleras de su casa, en el comedor se encontraban sus amigos y sus padres, con el desayuno servido y una buena conversación. A veces, Aaron se sentía celoso de la relación de sus amigos con sus padres y algunas veces pensaba que ellos podrían haber sido mejores hijos que él, pero negaba con su cabeza esos pensamientos y volvía a la realidad.
—Mi niño, ¿Qué te pasó? ¿Te sientes mal, mi tesoro? — le preguntó su madre cuando el muchacho se sentó junto a ella y sus amigos intentaban aguantar las risas que el comentario de la madre de Aaron les provocaba.
—Mamá— le reclamó en tono suplicante para que lo dejara de molestar.
—Déjalo ya mujer, Aaron ya no es un bebé y lo estás atosigando como si lo fuera.
—Perdón, pero Aaron es mi único hijo y nunca podré dejar de preocuparme por él.
—Tranquila, mamá. Estoy bien, un poco cansado de todo lo que estudiamos anoche, pero solo eso.
—Pues ya se nos está haciendo tarde, tía y sabes como se pone Lauren con eso de la puntualidad —habla James, para zanjar el asunto y una vez más salvarle el culo a su amigo.
—Si, tiita bella, será mejor que nos vayamos, de verdad que no me quiero ir en los últimos asientos, me mareo—exclama en tono dramático, Chris y la tía se ríe de sus ocurrencias.
—Pues vayan con dios, mis niños y cuídense mucho.
—Gracias, mamá.
—Y no hagan desastres.
—¡Papá!
—No se preocupen, nosotros sabemos cuidarnos y le cuidaremos a su tesorito.
Después de los correspondientes besos y abrazos de la madre de Aaron, los chicos salieron y le entregaron los bolsos y sacos de dormir a un Lauren que los mira un tanto molesto.
—No pienso correr con Alian Prost para llegar a tiempo.
—¿Ala qué?—pregunta Chris con su cara de niño bueno.
—Alain Prost, el corredor de fórmula uno, ¡Dios! Esto es increíble, estos niños no saben nada.
—Mejor vámonos Max Verstappen—le dice James y choca los cinco con Loren, mientras los otros dos los miran con cara de qué m****a hablan—. El ganador de la fórmula uno de este año, idiotas.
—Ah…— responden al mismo tiempo los amigos, mientras se aguantan la risa, así era su vida, una tranquila y acomodada, en donde sus futuros estaban meticulosamente establecidos y solo necesitaban ser un poquito, solo un poquito consciente de eso.
Al llegar al campus de la universidad, varios buses se encontraban estacionados para los alumnos que iban a los trabajos de invierno. Este año estarían en un poblado al norte de Manchester, una zona un tanto humilde, pero que necesitaba ayuda con urgencia y el decano de la escuela había conseguido que otras facultades pudieran participar para esta ocasión.
—Cuídense mucho, les eché repelente y un botiquín de primeros auxilios lo más completo posible, también van toallitas húmedas y alcohol para cualquier situación.
—¿Y unas botellas de whisky?
—¡Aaron!— reclamaron los hermanos, cuando el chico se queda mirando hacia uno de los buses donde va subiendo una hermosa castaña de ojos casi color del líquido ambarino.
La chica iba junto a varias otras y en su chaqueta se leía, facultad de medicina y enfermería.
—Creo que me he enamorado.
—¿Qué?—volvieron a hablar los hermanos al mismo tiempo y miraron hacia donde se había perdido la mirada de su amigo.
—Creo que lo perderemos antes de que lleguemos al lugar.
—Habrá que ser cauteloso, ya sabes como se pone este idiota frente a una falda.
—Y peor si es estudiante de medicina.
—No me quiero imaginar lo que alguna de ellas le puede hacer para sacárselo de encima.
—O peor para deshacerse de su cuerpo
—Ya basta ustedes dos, estoy aquí y ya lo he decretado esa castaña será mi esposa.
Por Louise Connelly Hoy estoy de lo más de feliz pues quedé con mi papito de salir y tener una tarde noche de padre e hija y eso me emociona, así que me estoy alistando con mi mejor outfit invernal, que me permita caminar por esta hermosa ciudad.Anhelo, con todo mi corazón, que nuestra tarde sea un poco parecido al que tuve hace unos días con Shanny, obvio que se que es diferente un día de chicas a una tarde de padre e hija.Ya son las seis de la tarde y me encuentro tan ansiosa esperando a mi papito que ya estoy contando hasta los segundos, cuando llega Shanny y me dice que si la quiero acompañar a su nuevo departamento, en ese momento le digo que estoy esperando a mi papito y ella me cuenta que le surgió algo de último minuto y que el no va a poder venir; la verdad me sentí un poco decepcionada y triste, tanto que una lágrima se me escapó por mi mejilla, pero en ese momento Shanny tan hermosa como siempre se puso a mi altura, me seco la lágrima y me dijo.—Sé que te sientes triste
—¿Estás saliendo con Shannon?La pregunta me golpea...La pregunta me golpea como si fuera un guante boxeo, me remuevo algo incómodo. Esto puedo interpretarlo de dos formas y una no me gusta para nada.En cambio, la primera me abre un abanico de posibilidades para disfrutar en esta noche.Tomo de mi copa de vino intentando estar lo más normal posible y me dispongo a hablar.—¿Y a qué se debe la pregunta?—La verdad o una mentirilla piadosa—me responde como si fuera una pequeña bromita.—Obviamente la verdad, Serena—coloco mi cara seductora y mi sonrisa moja bragas y vuelvo a beber otro sorbo—. Exquisito el Chardonnay que elegí.—Responde mi pregunta y luego responderé la tuya.—No nos veamos la suerte entre gitanos, Serena. Algo quieres de mí y podemos aprovechar el momento y el lugar en vez de pensar en Shannon ¿No lo crees?Me levanto del sillón y me acerco hasta ella, apoyo mis brazos a ambos lados de su sofá y acerco mi cara a la suya, la veo tensarse y una sensación de deja vú vi
A veces las cosas no pasaban como uno quería y de eso a mí me pasa demasiado seguido, es que por más que intente hacer algo bien las cago y literalmente se me da vuelta la tortilla.Después del incidente o más bien de ese día de mierda en que dije e hice cosas que no debí hacer, las cosas no han ido mejor en mi turbulenta vida.Salvo por el regalo que le hice a Louise y el nacimiento de mi sobrinita los días se hicieron un tanto tediosos y ya con el proyecto Letterman terminado me estaba abocando al nuevo proyecto.Mientras estamos en una reunión de equipo recibo una llamada inesperada y como al que felicitan es a Chris me decido por salir a contestar.—Señorita Willis, creo que les avisamos que estamos trabajando ya en los planos.—Señor Connelly, no es precisamente para eso que le llamo.—¿A no? ¿y para qué sería?—Pues me gustaría discutir con usted algo, fuera de horas de trabajo con un buen vino.—Qué directa, señorita Willis.—Para nada, solo que cuando me interesa algo me gusta
Con aires renovados, Aaron dejó la copa en su escritorio y tomó su chaqueta, salió de su oficina y se dirigió al lugar que pensaba le ayudaría a preparar su sorpresa de navidad para esas dos personitas que desde hace poquito se habían instalado en su corazoncito de pollo que ni siquiera sabía que tenía, era ahora o nunca, debía pedir perdón y sobre todo decirles que sí eran importantes para él, que a veces su bocota hablaba antes de que su cabeza pensara.Se subió a su lujoso auto y enfiló su rumbo hacia el departamento de su amigo y esperaba que todo lo que se estaba pensando le saliera bien.Al llegar al departamento de los O’Connor Lewis sus pasos se enlentecieron, nuevamente el temor a perderlo todo lo embargaba, pero alguien detrás de él lo hizo volver a la realidad.—Es increíble que me salga hasta en la sopa este incordio.—¿Qué haces aquí? No que estabas preparando la fiesta de mi sobrino.—Estaba, usted lo dijo, señor Connelly, pero ya todo está listo. Por lo que veo no ha no
Hay días que me pregunto ¿por qué seré tan bruto? Y luego se me olvida como si nada, pasando a otra cosa como si fuera un saltador profesional de cagadas.Debo decir que estos días, antes de navidad, han sido de lo más normales, como Shannon, Chris y James se preocupan de Louise he podido retomar mi vida, dentro de lo que se puede, aunque hay algunas cositas que no he podido hacer por obvias razones (definitivamente, mis manos no me logran satisfacer). Pero, volviendo al punto importante, o sea yo, estoy aburrido como ostra pensando en el proyecto del hotel casino de los Rothschild, aunque debo decir que ver a la tal Serena en ese deslumbrante traje sastre me trajo buenos momentos, el hecho que no quitara la vista de mi interacción con Shannon me dejó con los humos elevados, aunque la mujer no dijo nada, pero se notaba cierta tensión s3xual en el ambiente, por eso jugué un poquito haciendo algunos movimientos sobre la pierna de Shannon y dándole miraditas sugerentes, apuesto a que en
Por Louise ConnellyHoy estoy en la casa de mi tía Vannah en mi habitación meditando en cómo extraño a Shanny y deseando desde el fondo de mi corazón que ella se convierta en mi mamá y es que como mi tía Vannah me dijo, cuando acepto ser mi cómplice en el plan de unirla a mi papito, nosotras creamos una unión tan genuina que incluso el mes que estuve lejos de ella en Dublín a pesar de que estaba con mi papito la extrañaba como si no la fuera a volver a ver.Si me preguntan el porqué, la verdad no lo sé, simplemente siento que nuestros corazones nos eligieron mutuamente, ella a mí como una hija y yo a ella como una mamá.Me encuentro en la hermosa habitación que me diseñaron entre mis padrinos y mi tía Vannah, la cual es completamente rosa con una cama de tipo princesa con dosel, tal y como me la había imaginado en diferentes ocasiones; Nota al margen por cierto, es que esa era la sorpresa que ella me tenía, y debo decir que amo mi habitación en la casa de mi tía Vannah y mi nino James
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