Hace ocho años atras...
—Hoy será nuestro dulce día, mi princesa — me dice el que debe ser esa figura que te protege contra viento y marea. Aquel que te dio la vida, ese ser al que le tienes respeto, no temor. Mi padre…
Cuando tenía dos años mi madre murió en un accidente de tránsito, después de eso mi padre se volvió un ser solitario, casi ermitaño de no ser por mi existencia. En algún momento creí que yo era su motivo de vivir, pero cuan equivocada estaba, pues desde que sus ojos se fijaron en mí, no como hija, sino como mujer mi respeto se transformó en miedo o más bien temor a lo que me pasaría una vez siendo adulta junto a él.
Cuando a penas y tenía diez años mi cuerpo empezó a tener esos extraños cambios hormonales que vienen con la edad y por ser "mujer". El mayor cambio fue ver cómo me desangraba por entre mis piernas. Era lógico que no entendía nada de lo que sucedía y me asustara, pues mi padre no me contó absolutamente nada y solo supe de eso cuando la doctora que me atendió me lo explicó.
—Tranquila pequeña, a este proceso se llama menarquia, desde hoy eres toda una mujercita y tu cuerpo seguirá teniendo cambios— me decía tan calmada que hasta yo me lo creía —. Todos los meses vendrá esta visita, quiero que entiendas que esto es lo más normal del mundo si tienes alguna duda te daré mi teléfono para que me llames ¿Entendido?
No me quedó otra más que asentir, tenía a mi padre a mi lado y era una niña obediente porque él era mi todo...
Los años comenzaron a pasar y a veces no entendía por qué mi papá se metía a mi habitación para acostarse conmigo, muchas veces desperté mojada por su líquido blanquecino y los jadeos y gruñidos que emitía frotándose con mi cuerpo. Para mis quince años ya entendía lo que él hacia y me sentía asquerosa, porque mi papá ya no solo se frotaba, también me había enseñado a masturbarlo y chuparle la verga para su propia satisfacción.
—Hoy te tengo un regalo exquisito, mi princesita. Tus quince serán inolvidables.
Y claro que lo fueron, me penetró por detrás sin contemplación alguna, su cuerpo sudoroso sobre el mío me impedía moverme y de tanto dolor que sentí me desmayé.
Unas horas después, lo tenía mirándome con esa risa boba que tanto asco me comenzaría a dar.
—Ahora ya eres mía, mi princesita. Solo espera a que tengas tu mayoría de edad y te haré mi mujer con todas las de la ley. Sé que lo deseas tanto como lo deseo yo, mi amada, mi puta, mi mujer, mi todo.
Me dejó tirada en la cama, con mi ano hecho trizas y con el dolor más grande en mi corazón. Este animal no era mi padre, era un maldito violador que creía que yo era de su propiedad.
Aún en estado de shock y a penas con la poca fuerza que me quedaba me levanté de esa cama cubierta de mi sangre y sus fluidos. Abrí las puertas de mi ropero y busqué entre mis cosas la tarjeta de esa doctora. Él había salido de la casa, aproveché la ocasión y la llamé, por suerte seguía teniendo ese número. A duras penas le conté lo sucedido y ese mismo día llegó la policía y se llevó detenido a mi padre. La doctora hizo que me internaran en su hospital y debido a mis lesiones debieron operarme, pues el desgarro era demasiado grande.
—No estás sola, Shannon, te prometo que no dejaré que ese bastardo se vuelva a acercar a ti — me dice la doctora Felicia Bowen, sí ahora sabía como se llamaba esa buena mujer, si no hubiera guardado su tarjeta puede que en este momento no lo estaría contando...
Unos meses después y antes de salir su condena, mi padre se había suicidado en su celda pues los presos supieron porqué estaba ahí y le habían hecho lo mismo que él me hizo.
En algún momento pensé en que había sido justicia divina, pero después me arrepentí, no tenía idea de que haría a mis quince años sin nadie que pudiera quererme o siquiera velar por mí, por suerte la doctora que me ayudó movió sus contactos y me quedé con ella hasta que cumplí los dieciocho años y pude valerme por mí misma.
La doctora Felicia, me había ayudado a terminar mis estudios desde casa y por fin había aprobado la prueba general para ingresar a la universidad, me había decidido por entrar en la NYU, era una de las mejores del país y obvio que cuando aceptaron mi postulación con media beca, lloré de la felicidad.
Trabajé todo ese verano en el hospital haciendo aseo y llevándole cosas a la doctora, con eso junté lo suficiente para poder viajar a la gran manzana, donde me recibiría el hermano de la doctora. Mi querido Dominik, el mejor jefe del mundo y mi otro ángel de la guarda.
Con el pasar de los años me hice un excelente bar tender y mis estudios en la universidad iban viento en popa.
De mi vida emocional, iba cada semana al psicólogo, pues después de lo pasado con ese hombre me cerré a los hombres y las parejas que había tenido eran mujeres, todo era más simple y el sexo era normal, nada del otro mundo. Había perdido mi virginidad con una chica para probar y probarme a mí misma si estaba sana y debo decir que no fue lo que me esperaba.
Tanto hablaban del sexo y en realidad era un acto biológico que lo único que había traído a mi vida era penurias...
En la actualidad.
El día de hoy, había llegado temprano, el segundo semestre estaba a punto de terminar y solo me faltaba entregar unos trabajos para cumplir con mis créditos. Estaba en mi último año de universidad y necesitaba encontrar una empresa donde realizar mis prácticas.
Dom, como todos los días, estaba coqueteando con Caro, una de las meseras, de verdad que no sabía qué le veía, pero allá él, su verga era suya y él era el único que podía decidir dónde meterla, reviré los ojos y seguí con mi trabajo, hasta que la puerta se abrió y el hombre mas guapo del planeta entró a nuestro bar.
Venía con la corbata deshecha y los dos primeros botones de la camisa abierta, si no fuera porque me gustan las mujeres me lo como en el baño, pero cuando habló me hizo ver que era un hombre arrogante y malhumorado.
Lo que no sabía, era que aquél pelirrojo me llevaría a la mejor aventura que podría imaginar y también... A mi perdición.
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Comenzamos las actualizaciones señoritas. ¡Qué emoción!
Espero nos sigan con mi querida amiga Lu, que es parte de la creación de ests historia.