Si, acepto.

—Hoy es nuestro último día aquí y no quiero que termine.

—Podemos seguir en la ciudad, estuve pensando lo que hablamos en el lago y sí, definitivamente acepto casarme, así no nos separaríamos y podríamos vivir felices nuestro amor, mi ninfa.

—¿Estás seguro de que te quieres casar conmigo? Sé que fui un tanto precipitada al pedírtelo, pero no me quiero arrepentir de nada y siento que contigo quiero experimentarlo todo.

—Pues yo estoy igual que tú. Ya te clavaste en este corazón y no creo que nadie pueda sacarte de ahí.

—¿Y si hablamos con el padre Manor?

—¿Tú dices que él nos case?— ella asiente y me abraza.

Era una idea loca, pero todo lo que nos había pasado esas dos semanas lo era ¿Qué más daba otra locura más?

Me separé de ella y la miré a los ojos, esto era lo que quería ver cada mañana por el resto de mi vida, si la tenía a ella no me importaba nada ni nadie más.

Puede que mis papás peguen el grito en el cielo, pero les iba a durar nada, una vez que la conocieran, mi ninfa se ganaría su corazón como se lo había ganado conmigo.

Sonreí como si fuera un niño al que le entregaron el mejor regalo en su cumpleaños y le extendí mi mano.

—Pues vamos a que nos case el cura—dije en tono solemne y ella rio dándome su mano.

—¿Para dónde van el par de tortolos? —¡Diablos! Se me había olvidado este gran detalle.

—Hola, Christian —mi ninfa saluda a mi amigo que viene entrando a nuestra habitación y tras de él James, que cómo siempre con su ceño fruncido nos mira—Hola, para ti también, James.

—Rosemary.

—Pero cuenten que se traen entre manos ustedes dos —vuelve a intervenir, Chris con esa cara pícara que le caracteriza.

Aunque quisiera esconderle algo a ellos me era imposible, son mis hermanos de distintos padres y lo más probable es que necesitaríamos a algún testigo de nuestra locura, por lo que ambos empezamos a contarles lo que habíamos decidido.

—¿Estás totalmente seguro de que eso es lo que realmente quieren?

—James— me quejo un poco molesto, siempre era él quien trataba de ser la mente fría y calculadora de los cuatro y aunque me molestara su forma de ser lo entendía, era mi conciencia con patas, pero hoy no lo quería en ese plan, lo quería como mi amigo, como Duncan, si estuviera aquí.

—Pues, sí, es lo que queremos y espero que nos apoyen como cada vez que yo he estado para ustedes.

—Yo feliz de ser parte de esto, es tan romántico lo que quieren hacer—y ahí estaba mi Chris, el que veía el mundo como si todo fuera color de rosa y con unicornios de colores pastel volando a nuestro alrededor.

—Pero ¿y sus padres?

—Ya somos adultos, James. No veo la necesidad de hacerlo de otra forma, ambos queremos unir nuestras vidas y qué mejor que en el lugar en donde nos conocimos y nos unió.

—Lo siento si no soy lo que esperaban para Aaron—habla apenada mi ninfa y veo la cara de mi amigo y hermano, sabe que la ha cagado.

—No, no, perdón, no es eso a lo que me refiero, Rosemary, es que es todo tan apresurado ¿No estarán embarazados?

—¡No!—exclama mi ninfa, más roja que tomate maduro y es ahí que yo interfiero.

—Ya deja de decir estupideces, James y si lo estuviéramos ¿qué?, yo sería el hombre más feliz del mundo, pero no, no lo estamos y espero que respeten y apoyen mí, perdón, nuestra decisión.

—Sabes que siempre estaremos para ti, Aaron, es solo que me preocupo por ti y ahora por Rosemary.

—Y te lo agradezco, James. Los amo por siempre estar conmigo en todas mis aventuras y espero que esta no sea la excepción.

—Vamos hermano, como dice la canción “solo se vive una vez”— tararea Chris, tomando mi mano y sacándonos de esta habitación y yo le agradezco su intervención.

Sin nada más que discutir, salimos los cuatro de la habitación y caminamos con rumbo a la iglesia del pueblo. Este día nos lo habían dado libre y la mayoría de los compañeros andaban recorriendo el pueblo y los lugares cercanos, por lo que no nos topamos con ningún indeseable. Llegamos a la iglesia y pedimos hablar con el padre.

—¿Están completamente seguros de lo que quieren hacer, muchachos?

Quería revirar mis ojos, pero me aguanté y junto a mi ninfa asentimos, creo que con esa afirmación al padre no le quedaron dudas y nos pidió que volviéramos en una hora, que aprovecháramos de prepararnos y escribiéramos nuestros votos. Chris se llevó a mi ninfa y James caminó conmigo hasta la pequeña tienda de antigüedades que había en el pueblo, abrimos la puerta y una campañilla indicó a su dependiente nuestra llegada.

—Buenos días, bienvenidos—nos dice una amable señora, creo que la había visto en la sede social estos días, pero no estoy seguro.

—Buenos días, señora—respondimos los dos al mismo tiempo y la señora nos miró risueña.

—Louise, así me llamo yo, y ustedes son los muchachos que están ayudando a nuestro pueblo.

—Así es señora Louise—le responde mi amigo y yo asiento como niño bueno.

—¿y qué los trae por mi humilde negocio?

—Vimos que es una tienda de antigüedades y puede que usted nos pueda ayudar— ella asiente y me i***a a continuar—, pues estoy buscando un anillo o argolla o hasta una alianza ya que me caso y quiero aprovechar este lugar que tantas alegrías me ha traído.

—Mmm… es algo difícil encontrar algo así, pero creo que puedo ayudarte. Vengan, síganme.

Nos hace caminar hacia un pequeño pasillo que da a varias habitaciones llenas de cosas, cada una mas vejestorio que otra, incluso su dueña parece una de sus artículos de este negocio, yo le echo como cien años o más, pero se mantiene bien.

—Deja de pensar en estupideces, Aaron y ayúdame con esa caja— ¿Cuándo le dije mi nombre? O peor aún ¿Cómo sabe lo que estoy pensando? — ¡Aaron!

—Sí, sí, perdón —nos acercamos a ella y junto a James que me ayuda a sostener la escalera me subo para tomar del estante que está frente a nosotros la bendita caja que ella necesita. El polvo es el mejor compañero de Louise, porque la caja que saco tiene como cinco mil kilos de éste, pero no me quejo, el que lo hace es James que estornuda cuando soplo sobre la caja.

—Idiota, ten más cuidado.

—Perdón, pitufo gruñón.

—Idiota—masculla entre dientes y yo le doy mi mejor sonrisa, mientras veo que Louise niega con su cabeza.

—Era la caja verde, no esa—me dice y yo estoy por dar mi segundo paso para bajar.

—¿Qué? —como puedo, me sostengo antes de caer estrepitosamente, pero eso hace que bote varias cajas, entre esas la verde que nos estaba pidiendo Louise y veo un destello verde que me deja obnubilado—. E… ese es…

—¿Esta baratija?

—Sí, sí, es perfecto Louise.

—No sé en qué estarás pensando, pero este anillo es verdaderamente un juguete de niños, pero si lo quieres, ahí lo tienes.

—¿Cuánto cuesta? —ella se pone a pensar y sonríe de oreja a oreja, ya dijo que no era caro, pero tampoco contaba con tanto efectivo en estos momentos y utilizar mis tarjetas en este pueblo era casi un chiste.

—Hagamos un trueque.

—No entiendo.

—Perdónelo, señora Louise, es que se le cayó a su madre de la cama muchas veces—dice el idiota de mi amigo y yo estoy casi que lo asesino por su amable descripción de mi yo dudoso.

—Lo entiendo.

—¿Qué? No es cierto, Louise y tú, James, deja de decir estupideces.

—Pero volviendo al trueque, yo te doy el anillo y a cambio tu.

—A cambio yo ¿qué?

—Le pones mi nombre a tu primer hijo— Esto debe ser una broma ¿no? ¿Dónde está la cámara indiscreta? Miro a James y creo que ambos pensamos lo mismo porque preguntamos al mismo tiempo.

—¡¿Solo eso?!

—Solo eso, simple ¿no? ¿lo aceptas?

—Sí, sí, por supuesto que sí, acepto.

Sigue leyendo este libro gratis
Escanea el código para descargar la APP
Explora y lee buenas novelas sin costo
Miles de novelas gratis en BueNovela. ¡Descarga y lee en cualquier momento!
Lee libros gratis en la app
Escanea el código para leer en la APP