Mundo ficciónIniciar sesión“Él es el demonio que me ahoga en mis propios deseos”. ¿Por qué un monstruo como Ozzian Carter, resucitaría directamente desde el infierno para acecharme, burlarse de mí y arrastrarme hasta su oscuridad? La gente le tiene miedo, es intocable en todos los sentidos, huele a perversión, tiene una mirada que te arrebata el alma y una sonrisa depredadora. Mi vida era mucho más sencilla antes de que yo me tropezara con la suya. Dejé mi pasado en Orange cuando descubrí a mi novio follando con mi mejor amiga, ahora, me arrepiento, porque en Bermaunt, parece ser que muchos conocen mis secretos antes que yo, incluso él, quien se ha propuesto destrozarme con sus palabras, ahora tiene un solo objetivo, quiere que me convierta en una víctima de sus encantos desviados. Se suponía que encontraría experiencias nuevas en este pueblo en el que nadie sabe nada de mí, pero ahora, he aprendido de la peor manera, que el fuego quema los peores pecados y que la confianza está sobrevalorada, ya que el destino es un traicionero a la hora de empujarme a un psicópata con el que termino viviendo en el mismo departamento.
Leer másELAXI
Miro la pantalla de mi celular una vez más, tratando de procesar lo que estoy leyendo en el chat grupal de mis amigas, las cuales deben estar ebrias como para haber olvidado que estoy incluida.
CATRINA: ¡Vamos, perras, esta fiesta es lo más grandioso que hemos vivido aquí en Orange!
DIANE: Joder, ¿cuánto has bebido? Pensé que ya estabas en tu casa.
CATRINA: No podía irme sin que me follara Hernest.
DIANE: Eres una puta.
CATRINA: Di lo que quieras, mojigata, ¿sabes quién más está follando hoy, ahora mismo?
DIANE: ¡Cállate, perra maldita, Ela está…!
Pero es demasiado tarde, para cuando Diane le está dando la advertencia de que yo estoy también en el chat, Catrina ya ha enviado el mensaje bomba.
CATRINA: Verónica está follando con Nathan.
El alma se me cae a los pies, me congelo y dejo de enviar aire a mis pulmones. Nathan, debe haber un error, tiene que ser otro chico que se llame así, pero ¿a cuántos chicos con el nombre de Nathan conocemos en Orange? Las manos me tiemblan, cierro el chat y marco el número de mi novio, con quien llevo más de seis años.
El número que usted marcó, está fuera del área de servicio.
«Maldita contestadora»
Llamo un par de veces más, no atiende, por lo que decido tomar las llaves de mi auto e ir directo a la fiesta que se hizo en una de las casas de uno de los jugadores de rugby. No queda muy lejos de mi residencia, llegando, me encuentro con una casa cubierta en algunas secciones de la construcción, cubiertas con rollos de papel de baño, música a un nivel que bien podría dejarte sorda, camino entre el mar de gente, debido a que están demasiado aturdidos, no me prestan demasiada atención, lo que me facilita llegar al primer piso de dormitorios.
Camino hacia la primera puerta, la abro, un chico está besando a una de las porristas del equipo de Quarterback, en el que Nathan es el mariscal de campo, cierro y paso a la otra, esta vez me encuentro con tres chicas besándose, salgo, voy a la siguiente, nada, solo un grupo de cinco chicos fumando marihuana. La ansiedad comienza a carcomerme, mis nervios me empujan a seguir abriendo las puertas. Algunas chicas me miran y sueltan a reírse con los ojos inyectados en sangre, balbucean y me señalan.
No me interesa, llego a la última en el segundo piso, en donde el sonido de la música se escucha lejano, toco la perilla fría, la giro, abro, y lo que veo me confirma el comentario imprudente de Catrina, Nathan, mi novio, se está follando a Verónica, una de mis mejores amigas, la está embistiendo como animal por detrás, mientras ella jadea como puta en celo, el ácido estomacal se me sube por la garganta, intento moverme, pero es que la escena y el descubrir esto, hacen que mi cuerpo no reaccione.
Algunos curiosos ebrios y drogados tienen el descaro de asomar las cabezas por encima de mi hombro, empujando mi cuerpo en el acto, ríen y se escuchan los flashes de sus celulares, Nathan levanta la vista en cuestión de segundos, sus ojos se agrandan al tiempo que se clavan en los míos, empuja a Verónica como si fuera una muñeca de trapo.
—¡Mierda! —brama tratando de ponerse el bóxer.
—¡Oye! —exclama Verónica tratando de entender lo que está pasando hasta que me mira—. ¡Joder, no, Ela!
Su voz es el impulso que necesito para girar sobre mis talones y salir de ese sitio. A mis espaldas escucho que Nathan me llama, me pide que me detenga, no lo hago. La gente me abre paso como el mar a Moisés, llego hasta mi auto, abro la puerta, pero esta se cierra de un golpe, todo me da vueltas.
—Ela, hablemos, por favor —me suplica.
Algo en mi interior se rompe, una oleada de asco, decepción, traición, me asfixia, duele, aunque no por los motivos que pensaría la gente.
—No hay nada de qué hablar —mi voz brota como el sonido ahogado de alguien que se está desmoronando.
—Lo hay, deja que te explique —insiste colocando su mano sobre mi hombro.
No hay nada, no está el habitual hormigueo, no hay esa descarga de electricidad que me erizaba la piel, solo el vacío que comenzó a agrandarse en mi pecho desde hace un par de años, cuando descubrí que solo estábamos por costumbre y ya no sentíamos lo mismo que al principio, ¿entonces por qué vine? ¿Por qué se aferra a darme explicaciones cuando no le importa? Cierto, porque necesitaba verlo con mis propios ojos, precisamente hoy. Sus razones, las desconozco.
—Nathan —le llama Verónica—. Ela, deja que te expliquemos.
Cierro los ojos durante unos segundos eternos.
—¿Desde cuándo? —respiro profundo, apretando con fuerza las llaves del auto en mi mano.
Hay un breve silencio, incluso la música ha dejado de escucharse y los murmullos de todos comienzan a ser cero discretos, es normal, somos los más populares del Orange.
—Desde abril del año pasado —dice Verónica y noto lo ridículas que suenan sus palabras.
¿Pero qué gano con enfadarme y hacer un drama? Nada, es que ya no tiene caso alguno tratar de reparar algo que los dos hicimos, todo por romper y alejarnos.
—Ela —Nathan trata de que les dé la cara.
Pero no quiero que me vean débil, llorosa, no ahora, cuando lo que más necesito es ser fuerte, lo recuerdo bien, papá siempre dice “Debes ser más fuerte que tus dificultades” Es una m****a, porque ahora mismo me está costando un mundo no romper en llanto delante de todos, lo que es seguro, es que seré la comidilla de todo el condado mañana.
—Recuerda tu promesa —le susurro a él—. Me debes siquiera eso.
Nathan me suelta de inmediato, al menos lo recuerda, abro la puerta del auto y entro, enciendo el motor, arranco y dejo caer las lágrimas que ruedan por mis mejillas y se pierden en el silencio entre la penumbra de la noche, y el sonido de las olas del mar, ojalá tuviera una nueva oportunidad para hacer las cosas diferentes con él, el corazón me sangra, y solo quiero una cosa; alejarme de este mundo banal que solo vive de las apariencias, se alimenta de las desgracias ajenas y bebe de la tristeza de otros.
[…]
CATRINA: M****a, creo que la he cagado. ¿Hay alguien despierta aquí?
DIANE: Jódete, puta. (Video adjunto)
VERÓNICA: ¡Eres una hija de perra! ¿Cómo pudiste?
CATRINA: Yo solo estaba ebria, pero tú te has estado follando al novio de tu mejor amiga, Diane y yo deberíamos tener cuidado de ti, zorra barata. ¿Cuál es tu justificación?
DIANE: Buen punto, Ela… ¿Estás aquí?
CATRINA: ¿Por qué preguntas eso? Márcale a su número.
VERÓNICA: ¡Púdranse las dos, malditas, dicen y critican, pero bien que sabían de esto, no le dijeron nada a Ela por la misma razón que todo el mundo, por tratar de proteger a la princesa!
DIANE: Si lo pregunto por aquí, es porque ya intenté llamarle, incluso a su mansión, pero nadie me atiende. Esto es tu culpa, Vero.
VERÓNICA: Lo admito, soy la pecadora, pero ustedes son cómplices porque lo sabían.
Ela abandonó el chat.
El sonido del teléfono me da jaqueca, una de las chicas del servicio lo trajo hace veinte minutos; aun así, no tengo la intención de contestarles. Mi móvil suena al tiempo que termino de masticar un pedazo de carne, admirando el lujoso y enorme comedor en el que me encuentro sola. Al ver el número que aparece en la pantalla, mi corazón late y atiendo de inmediato.
—¿Princesa?
—Hola, papá, ¿pudiste arreglarlo?
—Todo está listo, cariño, pero tengo que preguntarlo una vez más. ¿Estás segura de hacer esto? Sé que como experiencia puede dejarte mucho en la vida, pero... ¿No crees que es un poco extremo? Podrías venir a Inglaterra, vivir conmigo antes de lo planeado, aunque a tu madre le dé un infarto.
Frunzo el ceño con la mención de mi madre.
—Necesito alejarme de todo esto que es como una infección que poco a poco se propaga por todo mi cuerpo —susurro a broma personal, el apetito se me ha ido—. Quiero hacerlo, por favor, confía en mí.
Escucho cómo mi padre suelta un largo suspiro.
—Está bien, sabes que siempre te voy a apoyar, todo está arreglado, te he mandado los datos y las direcciones a tu correo, yo me encargaré de tu madre en caso de que quiera provocar un apocalipsis, ahora mismo está en Italia, por su desfile de modas. ¿Cuánto tiempo estará allá?
Hago un poco de memoria.
—Una semana más.
—Perfecto.
Mis padres; Amira y Bernat Young, la primera es una diseñadora de modas, y el segundo, un empresario que llora dinero y oro a montones, ellos ya no están juntos desde hace más de ocho años, pero no se divorcian porque les conviene y porque a mamá le gusta aparentar que seguimos siendo una familia unida, eso le facilita las cosas en la industria de la moda, le gusta jugar a la buena esposa, la madre amorosa y la mujer perfecta, lástima que es todo lo contrario.
Papá se fue a vivir a Londres hace cinco años, viene solo cuando se trata de eventos especiales y cuando tiene que aparentar y actuar que ama a mamá, y que no la quiere ahorcar hasta la muerte cada vez que la ve, mientras que mi madre, nunca está, se la pasa de gira en gira, de pasarela en pasarela, y cuando vuelve, solo es para revisar mi peso y criticarme por cualquier cosa.
Observo el documento que tengo a un lado del plato, las letras en él son claras, concisas, a un costado, está un folleto de una de las universidades más prestigiosas de arte, mi sueño, uno al que ya estoy renunciando desde ayer.
—Gracias, papá, te llamaré en cuanto me instale.
—Sabes que tendrás todo lo que necesites, llama si sucede algo, he hablado con el señor Diker, todo estará bien.
—Lo estará —mi voz se quiebra al recordar la noche que pasé—. Te amo, papá.
—Y yo a ti, princesa.
Colgamos, las manos me tiemblan de la rabia por la mentira de mi mejor amiga y de Nathan, respiro profundo, bebo un poco más de jugo y miro mi reflejo en el espejo que he colocado delante de mí, observando mi reflejo, siempre lo he hecho, cuando me ha tocado comer, cenar o desayunar sola, mi cabello castaño ha perdido su brillo en menos de veinticuatro horas, mis pecas se detallan más y mis ojos ahora son de un verde opaco. Sé que soy guapa, pero en mi opinión, la belleza está sobrevalorada.
Me pongo de pie, le echo un último vistazo a mi alrededor, y tomo mis maletas, camino por el vestíbulo sin mirar atrás, salgo y me preparo para lo que se viene, sabiendo que este nunca fue mi hogar. Orange no es mi lugar.
Horas más tarde…
Para cuando llego al aeropuerto de Bermaunt, el aire fresco me sienta de maravilla, la gente parece amable y es totalmente distinta a las personas ricas y superficiales de Orange, he cambiado de móvil, de número, solo porque no quiero saber nada de mi antigua vida, localizo un taxi, estoy dando apenas un paso adelante, cuando alguien se me atraviesa en el camino y choca contra mí, pierdo el equilibrio un poco hasta que un brazo fuerte me sostiene.
—¿Estás bien? —me pregunta una voz ronca y hostil.
Levanto la mirada y me encuentro con un par de ojos azul eléctrico. Los chicos en Orange son apuestos en su mayoría, estoy acostumbrada, pero este chico tiene un atractivo salvaje y brutal, con un magnetismo que te impulsa a querer probar lo prohibido, a romper cualquier regla.
—¿Acaso te comieron la lengua los ratones? —gruñe y me suelta como si tuviera la peste.
La magia se rompe al instante, sus ojos destilan un odio tan palpable que eriza mi piel. Me observa como si yo le hubiera hecho algo.
—Estoy bien, gracias —respondo cortante.
—Eres nueva, ¿cierto?
—¿Se nota mucho? —enarco ambas cejas con incredulidad.
El chico de cabello oscuro, y tez clara, con vestimenta de un delincuente juvenil, con sus vaqueros negros, playera blanca, y una cazadora que huele a cigarrillo y alcohol, me mira de arriba abajo. Merma el espacio, quisiera tener mi maleta en medio de los dos como escudo.
—No me tienes miedo —parece molesto.
—¿Por qué lo tendría? No te conozco, ¿eres traficante de drogas? ¿Un violador? ¿Tal vez asesino?
El chico ladea una sonrisa que está lejos de ser graciosa o ser amable, se inclina y me susurra:
—Te daré un consejo, más vale que me temas y que te alejes de mí, o te comeré viva, princesa.
Y diciendo esto, juro que me respira en la curvatura de mi cuello y se marcha dejando mi cuerpo helado.
LEGADO DEL CORAZÓN═════════•°• CARTA DE BERNAT PARA OZZIAN •°•═════════Ozzian:Si estás leyendo esto, significa que ya no estoy, es algo que tenía que pasar tarde o temprano, a estas alturas, no me puedo quejar. No hay vida sin muerte, ni caminos sin un final, pero si algo me duele dejar atrás, más que mi propia existencia, es ella. Mi pequeña Elaxi, mi mayor tesoro, mi razón de ser, mi todo, mi princesa.No sé cómo escribir esto sin que las palabras me desgarren, sin que la tinta se vuelva una cicatriz sobre el papel, porque lo que te pido, lo que te encomiendo, es lo único que me mantenía aferrado a este mundo. Te dejo a mi hija. No porque sea mía, porque jamás lo fue en realidad. Nunca fue de nadie. Desde que la sostuve por primera vez en mis brazos, supe que nunca podría pertenecerle a este mundo cruel. Que su espíritu es demasiado puro, demasiado libre, demasiado inmenso para ser contenido por estas miserables reglas a las que llamamos destino.Pero ahora es tu turno de cuidarl
OZZIAN—¿Puedes dejar de caminar de un lado a otro? Kabil comienza a desesperarse, mientras Ian niega con la cabeza y mira algo que le llama la atención por la ventana. Ambos hijos de puta van vestidos con trajes elegantes. Han pasado demasiadas cosas desde que recibimos las cartas de Bernat, el padre de Ela, y una de ellas es que mi relación con mi madre ha mejorado. Luego de leer aquella carta, comprendí muchas cosas; una de ellas era el amor que él siempre le profesó desde que eran jóvenes. Perdoné muchas cosas, y una de ellas fue su error del pasado. Supongo que a ella la culpa siempre la va a perseguir, pero es una lucha en la que nadie puede ayudarla a sobrevivir, ni siquiera yo. Me dejó demasiado dinero, uno del que ni siquiera quiero disponer, pero Ela me ha convencido de que es la voluntad de su padre, por lo que no solo me ha ayudado en eso. Hace tres meses terminé lo que faltaba de mis estudios; estudiar no supuso gran problema, en especial después de que Ela hiciera un
ELAXIUn escalofrío recorre mi espina dorsal en cuanto el abogado pide hablar conmigo a solas. Ozzian, al principio, se niega a dejarme sola, pero lo convenzo. Me remuevo incómoda en el asiento mientras observo que busca algo en una enorme carpeta de cuero negro.—El testamento que le leí hace unas semanas es el real, pero hay otro, o, mejor dicho, uno con una cláusula que debía cumplirse.Tenso el cuerpo.—Como sabe, la última voluntad de su padre fue que usted se casara con el joven Gael Turner, para que pudiera tener acceso a toda la fortuna. Su padre siempre se preocupó porque no se quedara sola y todo lo que hizo fue pensando en su bien. Quiero que eso le quede claro.—Lo sé.—Bien, llegados a este punto, tiene que saber que, si usted se niega a casarse con Gael Turner, entonces perderá todo, incluyendo los derechos de la empresa, todo por lo que su padre luchó. ¿Está dispuesta a dejar todo eso por ese chico?Asiento lento.—Tiene que estar segura. Además, ese chico es pobre. Per
ELAXIEn cuanto Marie termina la llamada de Ozzian, siento que estoy viviendo de nuevo el mismo infierno que viví con Oliver cuando me mantuvo encerrada dentro de aquellas jaulas.—Ozzian, siempre tan considerado —chasquea la lengua—. Es tan lindo, él me ama, estoy segura. Tú solo eres una etapa de confusión que le tiene vendados los ojos.Trago duro y trato de respirar con profundidad.La luz se había ido y Marie aprovechó que estaba cerca de uno de los interruptores y la salida, por lo que me arrastró en medio del caos. Aún no descifro cómo es que logró colarse a la cena de gala; de lo que sí estoy segura es que me ha sacado a uno de los salones adyacentes, uno que se aseguró de que estuviera vacío.—No tenemos mucho tiempo —dice de repente.—Marie, no sé qué es lo que tramas, pero tienes que parar.La palma de su mano golpea parte de mi rostro; el ardor por el golpe recorre la mitad de mi cara. La bilis se me sube a la garganta. ¿Qué demonios hace ella aquí? No lo comprendo, es que
OZZIANSigo con la polla dura cuando llego a la casa de Ela. Maldición, esa chica se ha vuelto mi droga, una que, si no consumo, muero. Aún sigo resentido con ella por haberme dejado en las sombras y hacerme creer que estaba muerta. Pensar en los días en los que estuve muriendo por imaginar un mundo en el que ella no estuviera respirando me pone de mal humor.Ela está viva, aquí, y acabamos de follar. Ella me dijo que me ama; aunque debería ponerme feliz al escuchar eso, no es así. También lloró; vi la infelicidad en su mirada, sus ojos apagados. Le rompí el corazón y no encuentro la manera más rápida de detener su sufrimiento y acabar con su dolor.Ella se veía tan comible que estoy a dos segundos de darme la vuelta e ir por ella, secuestrarla. Kabil me ha mantenido al tanto de lo que ha estado pasando con la empresa de su padre y los demás socios, incluyendo los padres de Gael Turner, el idiota que cree que me la puede quitar.Me amenazó; no tiene idea de la clase de alimaña en la q
ELAXINo me puedo concentrar, he estado pensando una y otra vez en Ozzian, en todo lo que acaba de pasar. Gael no responde mis mensajes; luego de que se fue, intenté llamarle, pero nunca atendió mis llamadas. Sigue sin hacerlo. Quise, por impulso, ir a su casa y aclarar las cosas entre los dos, pero la idea de encontrarme con sus padres me acobardó. No tenía el ánimo de enfrentarme a Diego Turner, mucho menos de darle explicaciones a Claudia.Ozzian me está causando demasiados problemas, pero, muy en el fondo, mi corazón sigue latiendo por ese ingrato.—¿Elaxi?Espabilo y miro la cara de Johana, la mujer que era secretaria de mi padre y ahora es la mía.—¿Te encuentras bien? No tienes buena cara.Miro a los miembros del consejo; nos hemos reunido de nuevo para tratar el tema del nuevo comercio con los socios japoneses.—Sí, lo siento, no dormí bien —murmuro.—Elaxi, hemos sido muy condescendientes contigo por la muerte de Bernat. Entendemos que tu vida ha sufrido un cambio de ciento o
Último capítulo