Una preciosa ninfa.

—Hola—dije acercándome a la castaña que me había cautivado en la entrada del campus. Ya habíamos llegado al pueblo dónde realizaríamos los trabajos voluntarios y corrí como loco al ver el bus que traía a la gente de medicina y enfermería estaba llegando.

—Hola, tú ¿Quién eres?—me pregunta un tanto cohibida y yo estoy que me atraganto al volver a escuchar esa hermosa voz.

—Oh, perdón, que poco cortés somos, nos presentamos—habla el idiota de Christian que no supe cuándo llegó a nuestro lado, toma su mano y la besa en los nudillos—. Soy Christian O'Connor y este es mi amigo y hermano Aaron Connelly.

—Un gusto chico, soy...—Un tipo como de nuestra edad la detuvo antes de que pudiera pronunciar su nombre y la tomó posesivamente por la cintura.

—Rosy, ya la profesora Mackenzie nos está esperando.

—Cierto—dice aún apenada y nos mira como ofreciéndonos disculpas—, fue un gusto conocerlos chicos, nos vemos.

—Y ahí se va el amor de mi vida y la madre de mis hijos— suspiro como el enamorado que soy en estos momentos, viendo como mi hermosa y futura esposa, se va junto a ese idiota.

—Deja de meterte en problemas, Aaron, se ve que ese que la lleva de la cintura es su novio o por lo menos su pareja. No quiero andar después recogiendo tus pedazos esparcidos en el suelo.

—¿Por qué siempre tienes que ser tan negativo James?

—No soy negativo, hermano, más bien soy práctico.

—práctico y todo mejor métete tus palabras por donde no llega el sol, les aseguro que antes de terminar estas dos semanas, Rosy será mi novia.

Ambos hermanos bufan negando con su cabeza y pienso cómo me hace falta Duncan en estos momentos, él me habría apoyado a ojos cerrados y hasta me habría lanzado a los brazos de mi hermosa castaña. En fin, tomamos nuestras cosas y nos dirigimos a nuestros aposentos y después de dejar nuestras cosas ordenadas en nuestra pequeña habitación nos reunimos con el profesor Jones para las primeras instrucciones.

—Esta vez lo que haremos es reparar la sede social, la escuela y el consultorio del pueblo— nos dice serio, el profesor—. Nos tocará duro, pues están en muy mal estado, pero sé que ustedes son un excelente grupo de estudiantes.

—La mejor forma de trabajar sería en cuadrillas, profesor—dice James, como el mandón que es y el profesor asiente, claro, es el mejor de la clase y el más experimentado al trabajar con su padre desde el comienzo.

—Por suerte, esta vez vinimos varios ingenieros en construcción, si le parece profesor, con Mateo haremos la revisión de las estructuras y ver que nos sirve de lo que ya está.

—Me parece, como siempre, cuento con ustedes, Christian.

—Gracias profesor.

Empezamos a organizar las cuadrillas y yo me sumo al grupo de James, con él trabajo mejor, además el idiota de Mateo no me cae para nada bien. Ese tipo lo único que busca es aprovecharse de Chris, pero mi amigo es tan lento que no cae.

Con los grupos listos, vamos al primer edificio. La escuela está casi a medio morir saltando y con suerte se mantiene en pie. Chris nos explica que la parte estructural sobrevivirá, que aunque se vea a mal traer los cimientos están bien, por lo que nuestra cuadrilla se tendrá que abocar a la reparación de murallas mas que nada.

Comenzamos a trabajar y en menos que canta un gallo estamos en camiseta armando el concreto y trabajando en las viejas paredes.

Por suerte no hace tanto calor y en esta zona del país es bastante agradable.

Me saco el casco y tomo mi camisa para secar mi sudor, cuando la escucho muy cerca de mí.

—Les traje agua para que se refrescaran— nos habla afable, sin hacer más ruido que el de su linda voz.

—Gracias Rosemary, nos hacía falta.

—Han trabajado mucho, se nota que lo que están haciendo es pesado.

—¿Y cómo van ustedes?

—El consultorio tiene poco y nada, pero por suerte la profesora Mackenzie nos había puesto sobre alerta y juntamos bastantes cosas para poder venir.

—¿En qué año estás?

—En tercero, ya estoy empezando mis prácticas en el hospital de la universidad—dice y sus ojitos se iluminan.

—Se nota que te gusta.

—Mucho, es la herencia de las mujeres de mi familia.

—Algo así como la Florence Nightingale.

—Esa sería mi abuela, ella fue la primera enfermera de la familia y tú ¿cómo fue que te hiciste?

—¿Futuro arquitecto?

—Ajá.

—Pues la presión familiar más que nada, aunque me gusta diseñar, no pensaba que llegaría a ser arquitecto, pero la empresa de mis padres tiene mucho que ver con eso.

—¿Y tus amigos?

—James y Christian, esos dos son los futuros mejores en su área y tienen ya su propia empresa junto a su padre.

James estudia arquitectura como yo y Chris construcción civil.

—Su papá es James O’Connor ¿no?

—Te has informado bien—digo curioso.

—Para nada, pero todos sabemos quién es James O’Connor, de hecho, el edificio donde se erige la facultad de medicina fue diseñado por él.

—El tío es genial y uno de los mejores.

—Rosy, te estaba buscando—reviro los ojos al ver a ese incordio que tiene por novio, quién viene acercándose a nosotros para plantarle un beso en los labios para demostrar su hombría.

—Grayson, te dije que estaría apoyando a los otros grupos, no seas así de intenso.

—Será mejor que siga con lo mío. Gracias por el agua Rosemary.

—¿Iras a la fogata de la noche?— pregunta, mientras se levanta de la silla en donde estaba y me estira la mano para ayudarme.

—¡Pues claro! Ahí estaré.

—Aaron, necesito que traigas tu culo respingón para acá — me grita Chris y siento que me está salvando de pasar un mal rato al ver a ese tal Grayson poner cara de pocos amigos y apretar los puños.

—El deber me llama y gracias nuevamente, Rosemary, nos vemos a la noche.

—Nos vemos, Aaron.

Otra vez la veo irse con ese tipo y siento que algo me hace doler en el pecho.

—Se nota que es un posesivo de mierda—masculla entre dientes mi amigo y yo sonrío.

—Que disfrute sus últimas horas de felicidad con mi preciosa ninfa.

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