—Shannon, necesito que lleves estas cosas al contador — me dice mi adorado, guapísimo, pero desordenado de mi jefe, Dominik Bowen y yo bufo molesta.—¿Cuándo será el día que aprendas a llevar tus cuentas Dom? Ese tipo no es bueno con los números y tú tampoco, las finanzas de este bar son un desastre.—Entonces debiste estudiar contabilidad y no administración, mi querida amiga, así me serías más útil y me ahorraría unos cuantos dólares—me mira coqueto y mueve sus cejas sugerentemente, mientras yo reviro los ojos y tomo los documentos de sus manos.—Cretino.Dom, soltó esa risa contagiosa que lo caracterizaba y por la que no me quedaba de otra más que seguirle, porque así era él, un hombre de buen corazón, un ángel en mi camino, que me había acogido hace ya unos años en su casa y me había dado un trabajo.Su hermana, esa maravillosa doctora que me había salvado de las garras de ese monstruo, lo había aleccionado cuando me trajo aquí y él, cual niño chiquito asentía a cada instrucción q
Leer más