Algunos corazones laten con fuerza. Otros… estallan. Él perdió a su esposa en circunstancias sospechosas. Ella salva corazones con un bisturí y una lengua afilada. Él solo vive por su hija. Ella no cree en cuentos de hadas. Pero cuando el destino los junta en un quirófano, lo prohibido deja de ser una opción… y se vuelve inevitable. Una relación explosiva. Una niña que necesita un milagro. Y una mujer dispuesta a matar por un amor que nunca fue suyo. Secretos. Obsesión. Y un amor que podría costarles todo.
Leer másClara dormía profundamente, con sus rizos desordenados sobre la almohada y un unicornio de peluche apretado contra el pecho. El ritmo de los monitores era tranquilo, constante. La sala VIP del hospital estaba en penumbra, iluminada solo por la suave luz que entraba desde el pasillo.Valeria estaba sentada en una butaca junto a la cama, revisando el historial clínico en su tablet. No había necesidad médica urgente para que estuviera allí… y sin embargo, no se movía. No podía. No quería.Thiago estaba de pie, apoyado contra la pared, los brazos cruzados. Llevaba más de una hora en silencio, observándola de reojo, como si no supiera si agradecerle o interrogarla.—¿No tienes una vida fuera de estas paredes, doctora? —preguntó de pronto, con ese tono suyo: seco, irónico, molesto por default.Valeria levantó la vista, sin inmutarse.—¿Y tú? ¿No tienes un asistente que te diga que estás empezando a parecer un perchero carísimo con cara de funeral?Thiago la miró, sorprendido. Luego, algo en
El silencio en la sala del comité era denso, casi tanto como la tensión que se cernía sobre los hombros de Valeria mientras se ajustaba la bata y se sentaba frente a los cinco miembros del jurado médico. Esta vez, no había sombra de duda en su postura. Ni un titubeo. Había aprendido, a golpe de acusaciones y sabotajes, que no podía darse el lujo de flaquear.“Dra. Ríos, tiene la palabra”, dijo la doctora Juncal, la jefa del comité, con su tono impasible.Valeria se puso de pie, los labios firmes. “He traído informes actualizados del estado clínico de Clara Moretti y las grabaciones de la intervención, junto con los testimonios de las enfermeras que estuvieron presentes durante la reanimación. Todo está documentado. Ustedes pueden decidir si desean escucharlo o seguir ciegamente el protocolo.”A uno de los miembros se le escapó una sonrisa, apenas perceptible. A pesar de la tensión, Valeria sabía que esa batalla la estaba ganando. Esta vez, no estaban juzándola por rumores. Esta vez, t
—¿Estás segura de que quieres ir sola? —preguntó Emily desde el teléfono mientras Valeria acomodaba su bata frente al espejo del vestidor de médicos. Su reflejo mostraba seguridad, pero el nudo en su estómago contaba otra historia.—Sí —respondió, en voz baja pero firme—. No tengo nada que ocultar. No hice nada malo.El hospital entero parecía estar en pausa. Como si todos supieran lo que se jugaría en esa sala. El caso de Clara Moretti, la hija de un empresario poderoso, y la decisión quirúrgica tomada por una cirujana joven, brillante… pero recién llegada. El comité médico no evaluaba solo un procedimiento. Evaluaba su capacidad de juicio. Su osadía. Y, probablemente, su lugar en ese hospital.Mientras caminaba por los pasillos, escuchaba sus propios pasos como un metrónomo que marcaba el ritmo de su respiración. Al fondo, dos médicos cuchicheaban al verla pasar. No era paranoia. Había oído su nombre demasiadas veces en los últimos días.Y, aunque aún no lo sabía, alguien se encargó
Era curioso cómo el aroma de las rosas podía volverse tan irritante cuando no venía acompañado de una nota manuscrita, o un “te pienso” al amanecer. Aquella mañana las flores estaban allí, en su salón privado del club ecuestre, hermosas, carmesí, frescas. Y sin alma. Igual que ella.—¿Sabes qué tienen en común estas rosas conmigo? —le susurró Luciana al florista mientras lo despedía con una sonrisa glacial— Que ambas sangramos si nos tocan donde no deben.En su móvil, una notificación captó su atención. Valeria Ríos, jefa de cirugía pediátrica en el hospital de élite. Su hospital. El mismo donde debía haber trabajado ella, de no haber seguido el maldito camino de su hermana, la mártir Camila fue fue estúpida hasta para morirse.Pero ella, Luciana, era todo lo contrario. Inteligente. Visionaria. Paciente. Y estaba harta de esperar.Había jurado proteger a Clara. Y a Thiago. Incluso si eso significaba salvarlo de sí mismo. Porque esa cirujana, con su lengua afilada y rostro de virgen sa
Valeria nunca había pisado una de las oficinas ejecutivas de la torre Moretti. Y si tenía que hacerlo, que fuera por una buena razón.—No te metas con mi trabajo otra vez —murmuró entre dientes mientras el ascensor subía—. Ni delante de mi equipo ni en el baño, ni en el quirófano, ni en la cola de la cafetería. ¿Estamos?El ascensor se detuvo con un sonido elegante. El piso ejecutivo se abría como una pasarela de cristal y mármol, silenciosa, refinada… excesiva.Un asistente intentó detenerla.—¿Tiene cita con el señor Moretti?—No intentes detenerme. Tengo el ego herido por sus comentarios. ¿Eso cuenta?Y sin esperar más, empujó la puerta de doble hoja de la oficina principal.Y entonces… lo vio.La oficina era inmensa. Cristales del piso al techo con vista al cielo de Madrid. Un escritorio de ébano pulido. Arte moderno colgado en las paredes. Sillas que parecían que costaban más que su salario de seis meses.Thiago estaba de espaldas, en una llamada vestía una camisa blanca remangad
El hospital era un universo ordenado de luces frías, pasos rápidos y puertas que se cerraban con precisión. Pero dentro del quirófano, entre bisturís y monitores cardíacos, Valeria Ríos era el centro de gravedad. Con el cabello recogido de forma impecable y su bata quirúrgica ajustada a la cintura, movía las manos como si esculpiera milagros.Fuera del quirófano, sin embargo, la ciencia no servía de escudo.—¡Mami Vale! —la voz de Clara resonó con entusiasmo mientras ella corría a abrazarla.Valeria se quedó paralizada.—¿Qué dijiste?—Mami Vale —Clara repitió como si nada—Valeria tragó saliva y parpadeó varias veces. No era que no quisiera, era que… ¿cómo responder sin caer por completo?—Eso es demasiado tierno para una cirujana con reputación de sargento —intentó bromear, agachándose a su nivel.Clara la miró con sus enormes ojos oscuros y soltó:—Mami Vale buena y linda. ¿Qure jugar conmigo y papá?Valeria soltó una carcajada nerviosa, que murió en cuanto sintió una presencia det
Último capítulo