Mundo ficciónIniciar sesiónMuchos dicen que nací para ser la sombra de Giulia. Giulia era la hija perfecta, obediente y sumisa, todo lo que un hombre de nuestro mundo busca en una mujer. Mientras que yo era todo lo contrario, rebelde y contestadora, algo que un hombre en nuestro mundo no toleraba en las mujeres. Giulia era la perfecta esposa para cualquier hombre y sería la perfecta esposa para nuestro Capo. Salvatore Mancini. Pero el destino, o quizás los enemigos de nuestro Capo, tenían otro destino para nosotras. Giulia no despertó, lo que generó el caos en nuestra familia y una decisión precipitada se tomó. ´´Ocuparas el lugar de tu hermana. Serás tú quien se case con el Señor Mancini en una semana más y dejarás en alto el nombre de tu hermana´´ Salvatore Mancini era un hombre que destilaba poder, peligro y un deseo abrumador. Alguien que no se le podía decir no y vivir para contarlo. Uno de los cinco jefes más poderosos de la Cosa Nostra. Y ahora, Mi Esposo. Pero no por mucho tiempo, ya que yo era la esposa equivocada.
Leer másIsabella Romano
—¡Madre, no vas a creer lo que acaba de comunicarme padre!---llega mi hermana gemela, Giulia, a la sala con una enorme sonrisa en el rostro. —¿Qué te ha dicho, Giulia?--pregunta mi madre enfocando su atención en ella. —¡Voy a casarme con Salvatore Mancini dentro de un mes! Seré la futura reina de nuestra organización. —¡Oh dios mío, hija mía, felicidades! Mi madre abraza a Giulia y yo solo ruedo los ojos ante la estupidez que estaba hablando. —¿Y estas de acuerdo en casarte con un criminal?---llamó la atención de Giulia. —Lo estoy—sonríe Giulia—además, Salvatore Mancini no es un criminal. —Lo es, porque es el Capo de la organización, lo que significa que ha matado a cientos de hombres solo porque cree que es correcto. —¡Isabella!---madre llama mi atención. —¿Qué, madre? Es verdad, además, nuestro padre por un poco de poder y estatus a esta familia, prefiere vender a su hija al mejor postor. —¡Nadie me ha vendido!---grita Giulia. —Lo han hecho hermana, para ese hombre no serás más que una cara bonita que tenga que presumir. —Seré la reina de la organización, así que, empieza a respetarme—me señala con el dedo. —Como digas, Giulia—suspiro °°°°° Salvatore Mancini —¿Estás seguro de esto, Tore?---pregunta Matteo sentado frente a mi escritorio. —La hija de Vittorio es la mujer más adecuada para ser mi esposa. —Si buscabas una esposa que le encanta ir de compras y prefiere gastar millones, pues claro que lo es. Creí que buscabas a alguien digna de ser tu esposa, no una cazafortunas. —Giulia Romano se desenvuelve bien en los eventos sociales, es lo que más me interesa, porque así no me dará una mala imagen. —Y será una perfecta mujer quien te hará perder millones semanales. —Este matrimonio no será por amor. Será por deber. El amor es un costo demasiado alto para hombres como nosotros, Matteo. Cumplire mi deber como esposo, le dare una buena vida y voy a protegerla a costa de todo. Espero que ella haga lo mismo y pueda darme el heredero que tanto necesito para poder demostrar un frente unido. —La familia Romano utilizará este matrimonio en tu contra. Sabes como es Vittorio, ansioso por más poder y estatus en nuestra organización. Quien sabe si su hija es igual. —No voy a permitir eso, Matteo. No te preocupes. —¿Irás a visitar a tu prometida? Por lo menos conoce a la mujer que pasarás el resto de tu vida junto a ella. —Dentro de un mes será la boda, creo que será la ocasión perfecta para conocer a mi futura esposa. °°°°°° Isabella Romano Tres semanas más tarde. Estaba leyendo un libro de romance en el sofá de la sala cuando tocaron la puerta con demasiada fuerza. Miro la hora y eran las doce de la noche. ¿Quién molesta a esta hora? Mi padre iba a molestarse. Dan más golpes y gruñó mientras me ponía de pie y caminaba hacia la puerta de la mansión. Abro la puerta y me encuentro a dos guardias jadeando y agitados. Enarco una ceja en su dirección. —¿Sucede algo?---pregunto —Es la señorita Giulia—habla un guardia entre jadeos—. Nos han llamado para comunicarnos que su auto ha sido embestido de camino para aca. Está siendo llevada a la clínica más cercana. Está grave. —Preparen los autos, avisaré a mis padres. Subo corriendo al segundo piso y me dirijo hacia la habitación de mis padres. Seguramente ya debían estar dormidos. Giulia había ido a una cena con sus amigas para celebrar su futura boda. Toco la puerta de la habitación de mis padres de manera repetida para así despertarlos. Puedo oír el gruñido de mi padre y luego abre la puerta de golpe ligeramente molesto. —¿Qué sucede?---me pregunta—. Ojalá sea una buena razón para venir a despertarnos, Isabella. —Es Giulia, ha sufrido un accidente de regreso a casa. Está siendo trasladada a una clínica. Parece que es grave. —¿Giulia?---jadea madre asustada—. Vittorio, debemos de ir a verla. No podemos dejarla sola. —Iremos a la clínica. Solo tienen cinco minutos para estar listas—ordena padre. Veo como mi madre va rápidamente a su armario en busca de ropa. Yo vestía unos leggins y una sudadera. Bajo al primer piso y tomo mi celular. Unos minutos después mis padres bajaron y los tres nos dirigimos a la camioneta que nos llevaría a la clínica donde estaba Giulia. Solo esperaba que todo estuviera bien. °°°°°° Tardamos alrededor de quince minutos en llegar a la clínica donde Giulia había sido trasladada. Padre preguntó por ella y nos informaron que estaba siendo atendida por el equipo médico. Al parecer había sido un choque entre autos y había al menos dos muertos. Joder. —¿Tenemos que llamar al señor Mancini? Después de todo, es su prometida—habla mi madre mientras esperábamos saber de Giulia. —No le diremos nada hasta saber que Giulia está bien—habla mi padre tenso —Es mejor que sepa como esta Giulia—intervengo —¡No diremos nada!---alza la voz Mi madre y yo nos miramos por unos segundos, después ella asiente y yo suspiro al no estar de acuerdo con la decisión de mi padre. ¿Qué pasaría si Giulia moría? ¿Cómo le diría al señor Mancini que su futura esposa estaba muerta y que jamás se enteró de su accidente? °°°°°° Llevamos alrededor de tres hora en la sala de espera de la clínica, esperando alguna información de Giulia. Mis padres estaban tan tensos por la preocupación que ya habían discutido quizás unas tres veces en la última hora. Madre estaba preocupada por perder a Giulia, mientras que padre estaba aterrado de cómo esto afectará a nuestra familia de forma social. Yo por mi parte estaba asustada por perder a mi hermana. Sea como sea ella, era mi hermana gemela después de todo. Un doctor de alrededor de cuarenta años caminó hacia el pasillo y la recepcionista nos señaló. El doctor se acercó hacia nosotros. —¿Familiares de Giulia Romano?---pregunta el doctor —Somos sus padres—habla mi padre—. ¿Cómo está? —Voy a ser sincero, señor Romano. Su hija está grave. Mi madre suelta un jadeo horrorizado mientras ubicaba una mano en su pecho, yo solo me limitaba a escuchar. —Quiero la verdad, sin rodeos. —La señorita Romano sufrió un traumatismo craneoencefálico severo. Encontramos un hematoma subdural que compromete el hemisferio izquierdo del cerebro. Tuvimos que realizar una cirugía de emergencia para así aliviar la presión y la intervención fue exitosa, en términos médicos. —¿Mi hija está fuera de peligro?---pregunta mi madre esperanzada. —Está viva, señora, pero… Ella no está consciente. Ha entrado en un estado de coma. —¿Coma?---repito —Si—asiente el doctor—. Su cerebro está respondiendo a estímulos básicos, pero no hay una reacción voluntaria. No sabemos cuando despertará, o si va a despertar. Mi madre se lleva las manos a su rostro ahogando sus sollozos mientras que mi padre ve fijamente al doctor. —Vittorio, debemos de comunicarle a Salvatore—habla mi madre Mi padre se gira viéndola fijamente, ordenandole que se callara con la mirada. Ella solo solloza por Giulia, mientras que yo trataba de procesar la información. Mi hermana estaba en coma y no sabíamos si volvería a despertar. —¿Cree que pueda despertar en los próximos días?---pregunta mi padre al doctor. —Les seré sincero. Giulia no despertara hasta al menos la siguiente semana si tiene buena suerte. —Debemos comunicarnos con Salvatore, Vittorio—habla madre El doctor asiente hacia nosotros y se retira dejándonos solos. —Debe haber una manera de hacer que despierte—habla padre —Ya oíste al médico, padre. Ella no despertará esta semana… Yo creo que deberías de hablar con el señor Mancini y posponer la boda hasta que Giulia esté recuperada. —No haremos tal cosa—habla bruscamente mi padre—. Buscaré la solución… °°°°° Ha pasado un día desde el accidente de Giulia y mi hermana no muestra mejoría alguna. Mis padres están desesperados porque la boda de mi hermana está a la vuelta de la esquina. Mi madre pasaba la mayoría del día en la clínica, sentada al lado de mi hermana, hablándole y diciéndole que por favor despertara. Mi padre por su lado está insistiendo a los doctores y buscando segundas opiniones, tratando de buscar la solución de que Giulia despierte antes de su boda. Tocan la puerta de mi habitación y abro la puerta para ver quien era. Uno de los guardias de mi padre estaba frente a mi. Enarco una ceja en su dirección. —Su padre quiere verla en su despacho, señorita Romano. —Dile que iré de inmediato. —Es urgente, señorita. Me ha pedido que la escolte. Suspiró rodando mis ojos y salgo de la habitación, camino hacia las escaleras seguida del guardia de mi padre. Bajo las escaleras rápidamente y me dirijo hacia el despacho de mi padre, entró a la habitación sin antes tocar, provocando que mi padre me mire molesto por mi falta de respeto. —¿Para que me necesitas? —Vas a ocupar el lugar de tu hermana—habla mi padre —¿Qué?---frunzo el ceño —Como oíste, ocuparas el lugar de tu hermana, en su boda. Suelto una risa ante lo estupido que sonaba. ¿Ser yo quien se casará? Estaba loco si creía que iba aceptar eso. —Olvidalo. —No está en discusión. Ocuparas el lugar de tu hermana. Serás tú quien se case con el Señor Mancini en una semana más y dejarás en alto el nombre de tu hermana. —¡No!---alzó la voz —¡Te vas a casar con el señor Mancini, te guste o no. ¡Vas a fingir ser Giulia hasta que ella despierte y pueda retomar su vida! —¡Va a notar que no soy Giulia! —No lo va a saber porque no te conoce. Ni siquiera sabe que Giulia tiene una hermana gemela. Un dolor se instala en mi pecho y mantengo la cabeza en alto sin demostrar mi debilidad. No se que me dolía más, si saber que mis padres solo veían a Giulia como su única hija o ser usada para tapar una mentira. —No lo haré. —Vas hacerlo, Isabella. —¡Dile la verdad al señor Mancini! —¡Vas a casarte con él!---viene hacia mi y toma mi barbilla con fuerza—¡Si me llego a enterar que le dices una sola cosa sobre el accidente de tu hermana, voy a matarte con mis propias manos! No voy a permitir que tu hermana sufra una vergüenza gracias a ti, así que vas a casarte en su lugar. —No me casaré con ese criminal. —No te casarás tú, será Giulia. Recuerda, Isabella, vas a ser Giulia, no Isabella. —No me hagas esto… Soy tu hija. —No eres la hija que desee. Ahora vete a tu habitación, no quiero verte. Salgo del despacho de mi padre y camino hacia mi habitación mientras sus palabras se repetían en mi mente. Iba a casarme usando la identidad de Giulia.. ¿Qué pasará ahora conmigo? ¿Podré aguantar esta mentira?.Isabella Romano. Volver nuevamente al penthouse fue como abrir una herida que había creído tener cerrada. Dos años habían pasado desde la última vez que estuve aquí. Dos años pasaron desde la última vez que cruce aquellas puertas del ascensor. Dos años desde la traición, pero aun así con el paso de los años, nada había cambiado en este lugar. Aún estaba el mismo olor a cuero, a whisky y a poder que se mezclaba con la brisa que entraba por los enormes ventanales que daban vista a la ciudad. Las luces de la ciudad seguían brillando de la misma manera, reflejándose en los cristales como si nada hubiera pasado, como si jamás hubiera huido de esta ciudad. Cada rincón de esta casa respiraba su nombre. El eco de su voz aún parecía susurra en las paredes, y por un momento creía que mi corazón se traicionó a sí mismo al extrañarlo. Cierro mis ojos y me veo nuevamente en esas interminables madrugadas, riendo con Salvatore, discutiendo o simplemente amándolo con aquella intensidad que me as
Isabella Romano. Mi cabeza palpita lo que me hace gemir y me remuevo en la cómoda cama. Palmeo a mi lado buscando el cuerpo de mi hijo, pero me encuentro sola. Abro mis ojos lentamente para descubrir que no estaba en mi habitación. ¿Dónde estaba? Y lo más importante, ¿dónde estaba mi hijo?Me paro de golpe de la cama y me arrepiento de inmediato, ya que la cabeza me daba mil vueltas. —Joder.Empiezo a hacer memoria de lo que había sucedido antes de que terminara dormida. Le había dado un baño a Luca para sacarle los restos de arena de la playa. Preparé su cena y se la di. Estuve a su lado esperando que se durmiera. Tome una taza de té. Y luego, Salvatore. Salvatore había aparecido en mi casa. Discutimos, gritamos y luego todo fue negro. Me había sedado. Maldito bastardo. Me dirijo a la puerta y la abro de golpe, para encontrarme que estábamos en un avión. Un maldito avión. Busco con la mirada a Salvatore y lo encuentro arrodillado en el suelo del maldito jep privado en e
Salvatore Mancini—Salvatore—susurra Dos años. Dios malditos años en los cuales la estuve buscando entre sombras, interrogando a gente equivocada, pagando por cada información que podía existir de ella y que siempre me llevaba al mismo lugar de siempre, un maldito callejón sin salida. Y sin embargo, ahí estaba ella. En una pequeña casa en las costas de Charleston, viviendo bajo otra identidad, con paredes de colores cálidos y un silencio demasiado puro para alguien que pertenece a la Cosa Nostra. Isabella. Mi esposa. Mi mentira. Mi condena. Mi perdición. En el instante que la vi, fue como recibir una bala en mi pecho. Una parte de mí quería correr hacia ella, abrazarla y susurrarle mil cosas, fingir que nada había pasado entre nosotros, pero la otra parte de mi… La desconfianza y aquel lado que se forjó entre sangre y muertes, solo pudo recordar su traición. Ella se había ido sin mirar atrás. Ella me había robado millones de dólares. Ella se había llevado no solo el dinero, si
EL REGRESO DE LA ESPOSA. Isabella Romano.El sol caía de manera lenta sobre el horizonte, pintando el mar de un hermoso dorado espeso que parecía que estaba derritiéndose sobre las olas del océano. Una risita infantil me hace voltear y veo como Luca corría en círculos mientras agitaba sus brazos, tratando de agarrar una paloma que escapaba de él. Rio mientras lo veía divertirse. —Luca—llamo a mi hijo de un año y tres meses. Mi hijo voltea a verme y corre torpemente hacia mi hasta finalmente lanzarse en mis brazos soltando una carcajada. Su risa llenaba el aire, tan pura y ligera que por momentos me hacía creer que el pasado no existía, que solo eramos él y yo en este mundo. Vivíamos en una pequeña casa frente al mar, en una costa tranquila de la ciudad de Charleston, al sur de Carolina. Estábamos lejos del ruido, del poder de la Cosa Nostra. Aquí nadie sabía quien en verdad era yo. Nadie ubicaba el apellido Romano. Aquí solo era Isabelle Moretti, una madre soltera que trabajaba e
Isabella RomanoDos años más tarde. El sol de la tarde bañaba la orilla con una calidez que hacía ver que todo fuera perfecto. Como un sueño. Sonrió mientras veía correr a Luca hacia mí, agitando sus brazos mientras vestía un bañador lleno de arena. Sus risas llenaban el aire, ese hermoso sonido que se había vuelto mi melodía favorita desde el día que llego a mi vida. Lanza su pequeño cuerpo al mío y lo cargo en mis brazos mientras que daba patadas por la alegría. Luca amaba venir a la playa y correr por horas en la arena. Era su mayor entretención. Aun recuerdo como se sentia sus pataditas dentro de mi, fue la sensación más hermosa que pude sentir en aquellos tiempos difíciles que estaba sobrellevando. —¿Disfrutas, il mio bellissimo piccolo?Él ríe con una hermosa sonrisa desdentada, esa hermosa sonrisa tan pura, inocente, que siempre me hace olvidar todo lo malo que tuve que vivir para llegar hasta aquí con él. —¿Quieres ir al agua?---camino hacia la orilla del mar Poco a poc
Isabella Romano. Dos meses más tarde. Charleston, Carolina del Sur. El ruido de las olas del mar era lo único que se podía oír desde mi pequeña casa. Suave, constante, como un recordatorio de que la vida seguía, a pesar de que yo sentía que se había detenido por completo en el momento que abandoné la ciudad de Chicago. El reloj marcaba las seis de la tarde y la luz dorada del amanecer entraba por la ventana, dándole un poco de calidez a la sala de estar. Esta pequeña casa ahora es mi hogar. Tomó un suéter de mi armario y salgo de la casa para poder caminar hacia la playa en completo silencio, Caminó por la orilla del mar, dejando que el agua moje mis pies. Nunca creí que el silencio pudiera doler tanto. Desde el momento que cruce la frontera, desde que deje atrás aquella vida y aquel hombre que tanto amaba. No ha habido un solo día en que no pensara en él. Salvatore. Su nombre aún tenía un poder sobre mi. Un poder que me quemaba, que me pesaba, que me recuerda que el amor pued
Último capítulo