Capitulo 2

Isabella Romano

Una semana después.

Me miró a través del espejo de mi habitación, mientras veía como mi cuerpo era cubierto por el horrible vestido de novia de mi hermana. Era incómodo y demasiado ajustado para mi gusto.

Mi madre corría de allá para acá dándole órdenes a los empleados, mientras que las estilistas terminaban de peinarme y maquillarme.

No podía creer cómo mi madre había permitido este circo. Yo tomar el lugar de mi hermana y fingir ser ella hasta que despertara para poder recuperarlo. ¿Cuánto tiempo sería esta farsa? ¿Que iba a tener que tolerar para no dejar mal el nombre de mi hermana?

Estaba a punto de escapar, pero mi padre me había puesto guardias en la puerta de mi habitación las veinticuatro horas del día para asegurarse de que no cometiera ninguna estupidez.

Mi madre entra a la habitación y suelta un suspiro mientras se acerca a mi. Toma mi mano y empieza a colocar el anillo de compromiso, antes de que pudiera ponerlo por completo, arranco mi mano de su agarre lo que genera que el anillo caiga al suelo.

—No usare ese anillo—espeto

—Si no lo usas van a sospechar. Ponte el maldito anillo—agarra el anillo y lo coloca en mi dedo.

Me sorprendo como el anillo encaja perfectamente en mi dedo, como si fuera hecho a mi medida. Mi madre suspira y abandona la habitación para seguir dando órdenes. Según ella, esta boda debía de ser perfecta. La boda perfecta de Giulia.

Maldita Giulia, gracias a ella yo estaba haciendo esto. Si no hubiera ido a esa maldita cena con sus amigas, yo no estaría en esta posición.

Cuando finalmente estaba lista, tomé asiento en mi cama mientras veía a las estilistas abandonar mi habitación dejándome finalmente sola luego de largas horas. Me habían hasta jodidamente depilado igual al gusto de Giulia para no levantar sospechas de nada. Era como un maldito títere en esta farsa.

—Es hora de bajar. Ya está por comenzar—habla mi madre entrando a mi habitación—. Por favor no hagas una escena, comportate como lo haría Giulia.

—Claro, porque ahora soy la perfecta Giulia, ¿No?

—Solo será hasta que tu hermana despierte, los médicos dicen que puede ser dentro de unas semanas.

—Exacto, en unas semanas que pueden ser meses. Yo tendré que soportar a ese hombre. No ella.

—Ella pasará con él por el resto de su vida, tú solo estarás ocupando su lugar temporalmente. No seas dramática. Ahora, vamos antes que tu padre se enoje.

Me coloco de pie y salimos de la habitación, trago grueso mientras bajamos las escaleras y mi madre me guía hacia la entrada del jardín donde se iba a celebrar la boda. No iba a mostrar debilidad. Eso jamás.

Llegó a la altura de mi padre quien se siente complacido al verme vestida como supuestamente estaría mi hermana. Toda esta maldita boda era como lo había soñado mi hermana. Ridículo la verdad.

—Espero que no hagas una escena—habla mientras baja el velo por mi rostro, cubriéndolo—. No avergüences el nombre de tu hermana.

—Claro, porque ella si es la hija que deseabas, ¿No es así?

Mi padre tensa la mandíbula y puedo oír la marcha nupcial. Mi padre entrelaza su brazo con el mío y me obliga a caminar por el pasillo de flores blancas y rojas.

Los invitados se colocan de pie al vernos avanzar hacia el altar, donde me estaba esperando el futuro marido de mi hermana Giulia. Aquí ya no era Isabella, sino Giulia.

Llegando al altar, veo como Salvatore extiende su mano hacia mi. Muerdo el interior de mi mejilla y acepto su mano, dejando que me ayude a estar a su altura. Quedó frente a su fuerte pecho, ni siquiera con estos malditos tacones podía llegarle a su barbilla. Yo era más pequeña que mi hermana en temas de estatura.

Salvatore toma el velo y lo levanta mientras me obligaba a cerrar mis emociones por completo. Levantó la mirada y quedó sorprendida al ver lo que tenía frente a mi.

Alto, fácilmente medía un metro con noventa, mandíbula perfilada, labios carnosos y ojos azul cielo. Era jodidamente sexy y todo en él demostraba poder y peligro, algo que hasta hace unos momentos atrás no me llamaba para nada la atención, pero ahora mismo era lo único que deseaba tener.

Salvatore entrecerró su mirada analizando cada parte de mí, ¿Se había dado cuenta? ¿Había notado que yo no era Giulia?

Salvatore Mancini

Veo como mi futura esposa camina hacia mí lentamente al ritmo de la marcha nupcial. No podía ver su rostro con claridad porque estaba usando un velo que cubría su rostro.

A su lado, Vittorio, sonreía orgulloso del paso que estaba dando su hija. Pero había algo en su mirada que me decía que algo no estaba del todo bien.

Miro de reojo a Matteo que al parecer había captado lo mismo que yo. Vittorio estaba ocultando algo. Matteo asiente hacia mí y se mantiene sereno mientras veía como mi prometida se acercaba cada vez más a mi.

Vittorio junto a Giulia, llegando a mi altura y ofrezco mi mano para alcanzar la de mi prometida. Vittorio asiente hacia mí con una sonrisa en el rostro y va a sentarse junto a su esposa mientras ayudaba a Giulia a posicionarse a mi lado. Tomó el velo que cubría su rostro y lo levantó revelando su rostro.

Quedó helado al ver el rostro de mi futura esposa. Cabello pelinegro, largo como el infierno y que estaba perfectamente peinado para este día, pómulos delicados y piel pálida, ojos de un grisáceo profundo, que te cautivaban de inmediato. Labios carnosos y maquillados con un fuerte labial tono carmesí oscuro que hacía contraste con su piel. Joder, era mas hermosa en persona.

Su cuerpo, cubierto por las capas de su vestido de novia, hizo vibrar mi polla y traté de no mirarla demasiado para no tener que pasar el resto de la ceremonia y recepción de la boda con una erección. Pero podía ver claramente las curvas a través de la tela, como esta se ajustaba a su cuerpo de manera perfecta. Como si el vestido hubiera estado hecho para ella.

Pero lo que más me llamó la atención fue su mirada. Había algo que no podía descifrar del todo, pero también había orgullo y desafío constante. Algo que no era común en las mujeres de nuestra organización. Sonrió ligeramente de lado y Giulia solo me miraba fijamente.

Sinceramente, no tenía ni el más mínimo interés para consumar nuestro matrimonio esta noche, ya que tendríamos toda una vida para ello… Pero ahora, joder, solo queria terminar esta maldita boda y llevarmela a mi piso para saber si esa actitud desafiante que tenia, tambien la tenia en la cama.

Quizás este matrimonio no sería tan malo después de todo.

Isabella Romano

—Demos inicio—habla el sacerdote que iba a oficializar el matrimonio.

Ambos nos ponemos frente al sacerdote y tomo una profunda bocanada de aire tratando de imitar a mi hermana gemela lo mejor que podía. Mis manos sudaban por los nervios que estaba sintiendo a medida que el sacerdote se acercaba a la parte más importante de la ceremonia.

—Por favor, frente a frente—habla el sacerdote—Salvatore Mancini, ¿aceptas como tu esposa a Giulia Romano, para amarla, respetarla y cuidarla hasta los últimos días de tu vida?

—Si, acepto—responde firmemente. M****a, hasta su voz destilaba poder.

—Giulia Romano, ¿aceptas como tu esposo a Salvatore Mancini, para amarlo, respetarlo y cuidarlo hasta los últimos días de tu vida?

Trago grueso y veo a mis padres, quienes me dan una mirada severa. Giulia aceptaría sin dudarlo, porque sabía de antemano lo encantada que estaba cuando se enteró que iba a casarse con Salvatore Mancini y ser la próxima señora Mancini y reina de la organización de Chicago.

Pero yo…

Yo huiría lo más lejos de este hombre y de este mundo, porque en mis planes nunca estuvo casarme con un criminal, a pesar del mundo en que vivía.

—Giulia… ¿Aceptas?

—Si, acepto—susurro. Giulia me debía una grande.

—Traigan la cuchilla—pide el sacerdote

Un niño se acerca con una almohadilla donde reposaba una hermosa y filosa cuchilla. Salvatore la toma y me mira antes de tomar mi mano izquierda donde reposaba el anillo de compromiso.

Sus dedos pasan por la palma de mi mano y antes de que lo viera venir, paso la daga por mi piel provocando que esta se abra y la sangre empiece a fluir lentamente cayendo gota por gota a nuestros pies. Jadeo por la sorpresa más que el dolor que sentía. ¿Acaso estaba loco?.

—Ahora tu—me entrega la cuchilla y miró la palma de su mano. ¿En verdad quería que yo le cortara la palma de su mano así sin más? ¿Qué clase de loco era este tipo?

Paso la hoja de la cuchilla sin temblar y él sonríe de lado. Era una bonita sonrisa. No podía negarlo.

Salvatore junta nuestras manos lentamente dejando que nuestra sangre se mezclen. El no apartaba su mirada de la mía mientras que la sangre caía a nuestros pies.

—Eres mia, en cuerpo y alma, Giulia—susurra Salvatore

—Las alianzas matrimoniales

El mismo niño viene con los anillos, tomó el de Salvatore, mientras que él tomaba el que me correspondía, o más bien a Giulia. Toma mi mano y desliza la alianza lentamente por mi dedo mientras murmura fuerte y claro.

—Yo, Salvatore Mancini, te tomo a ti Giulia Romano, como mi esposa, para cuidarte, venerarte, serte fiel y amarte por el resto de nuestros días.

—Yo, Giulia Romano, te tomo a ti Salvatore Mancini, como mi esposo, para cuidarte, venerarte, serte fiel y… Y amarte por el resto de nuestros días—repito

—Y yo los declaro marido y mujer. Puede besar a la novia—habla el sacerdote.

Salvatore se acerca a mi lentamente y toma mi rostro entre sus manos, respiró profundamente y giró el rostro cuando sus labios iban a tocar los míos dejando que bese mi mejilla. No iba a besar al esposo de mi hermana.

Salvatore Mancini.

Miro a Giulia que solo veía fijamente el pasillo por donde había caminado. Ninguna mujer antes me había apartado el rostro o había intentado hacerlo, pero ella no dudó en ningún segundo en hacerlo. Sonrió de lado mientras enroscaba mi brazo en su cintura sintiendo como su cuerpo se amolda a mi de una manera perfecta. Como si estuviera hecha para mi.

—Demos un fuerte aplauso para nuestro Capo y su Reina. Salvatore y Giulia Mancini.

Los invitados aplauden y Giulia levanta el mentón mientras veía a los invitados con indiferencia. Caminamos por el pasillo y nos dirigimos hacia la recepción de la boda para empezar a recibir las felicitaciones correspondientes de cada uno de los invitados.

Las felicitaciones tardaron su tiempo, pero luego pudimos ir a tomar asiento en las correspondientes mesas. Apartó la silla para Giulia y ella solo me da una mirada fría, antes de tomar asiento. Tomó asiento a su lado y alcanzó su mano para tomarla, viendo como esta se amolda a la mía. Su anillo de matrimonio se veía jodidamente bien en su mano, como si fuera hecho para ella. Yo solo lo había elegido al azar ya que no le veía mayor significado, pero ahora… joder.

Rápidamente los platos empezaron a llegar a las mesas y todos empezamos a disfrutar de la comida. El bullicio de los invitados me daba dolor de cabeza, no me gustaban los grandes eventos, prefería algo más privado, donde pudiera ser solamente Salvatore y no el Capo de la organización de Chicago.

Pero Giulia había deseado una boda a lo grande. Vittorio me lo había comunicado para dar la aprobación y no tuve más remedio que acepte, después de todo, era lo último que podía hacer por atarla a mi lado.

Termina ya la comida, me coloco de pie y ofrezco mi mano a mi ahora esposa. Ella me mira por unos segundos y me desafía con la mirada, antes de aceptarla y ponerse de pie.

—¿Bailamos, Signora Mia?

Ella me da una mirada poco amable que me hace sonreír un poco. Esta actitud en ella me gustaba. Era un desafío y yo amaba los desafíos.

Caminamos hacia el centro de la pista y la primera pista suena a través de las bocinas. Una melodía lenta y muy cursi para mi gusto.

Le doy un giro lo que hace que la falda de su vestido se eleve un poco haciéndola ver como una princesa. O más bien como una jodida reina.

Giulia ubica su mano en mi pecho mientras que nos seguimos moviéndonos. Relame sus labios pintados de un rojo carmesí y me pregunto como sabran… Sus labios eran carnosos y con ese tono de labial los hacía ver aún más llamativos. No veía la hora de estar a solas finalmente con ella…

°°°°°°°

Las horas fueron pasando y rápidamente anocheció, lo que empezó a generar que el ambiente se alborotara un poco. Veía como Giulia conversaba con un grupo de mujeres de la famiglia. Matteo se ubica a mi lado con una copa en mano y mira hacia donde tenía mi mirada fija.

—¿También lo notaste?---pregunta Matteo llamando mi atención

—Mantenlos vigilados por las dudas, no podemos confiar en ellos al completo. Podrán ser familia ahora, pero no podemos confiarnos de ello.

Matteo asiente y terminó de beber mi trago antes de caminar hacia donde estaba mi esposa. Giulia se tensa al sentirme a su lado y le sonrió al grupo de mujeres de manera educada.

—Lo siento, señoritas, pero es hora de que deba llevarme a mi esposa a casa. Ha sido un dia largo—hablo educadamente.

Ellas sonríen comprendiendo el mensaje y le sonríen a Giulia que estaba indiferente a mi lado. Jalo suavemente el cuerpo de mi esposa y caminamos a través de la pista llamando la atención de algunos invitados, algunos aplauden mientras que otros solo rien.

Rosalie interfiere en nuestro camino y nos sonríe antes de dirigir su mirada hacia su hija.

—¿Podemos hablar un minuto? Es urgente.

—Claro—acepta Giulia incómoda por la presencia de su madre.

Veo como Giulia y Rosalie se alejan unos metros y ella le susurra algo a su hija, quien asiente finalmente viéndose más aliviada. Nuestras miradas se encuentran y nuevamente la mirada desafiante vuelve a ella. Su madre besa su mejilla y luego toma su mano para traerla nuevamente a mi lado.

—Disfruten esta nueva vida juntos—nos sonríe Rosalie

—Gracias madre—habla Giulia.

—Es hora de irnos.

Giulia asiente y salimos hacia donde están aparcados todos los autos de los invitados, nos acercamos hacia mi auto y abro la puerta del copiloto para que Giulia entre al auto.

Ella entra y acomoda la falda de su vestido, cierro la puerta y rodeo el auto para ponerme tras el volante. Veo a mi círculo de seguridad salir primero antes de finalmente seguirlos. El viaje hacia el centro de la ciudad sería de menos de veinte minutos.

El camino hacia mi edificio fue silencioso, demasiado para mi gusto la verdad.

Ya en mi edificio, aparco el auto y ayudó a bajar a Giulia, ella acomodó su vestido y la guió hacia los ascensores. Marco el código del pent-house y las puertas se abren dejándonos entrar al ascensor que nos dejaría ahora en nuestro hogar. Joder, sonaba raro eso.

—Solo Matteo tiene acceso al pent-house—le comunicó

—Okey—asiente

Llegamos al piso y salimos del ascensor, adentrándonos en el lujoso apartamento en donde ahora íbamos a vivir.

Isabella Romano

Veo el lujoso apartamento con asombro. Estaba acostumbrada a este tipo de lujo, pero no podía negar lo sorprendida que estaba con todo. El pesado vestido me estaba incomodando y ya ansiaba sacarlo para ponerme una pijama y poder descansar de este horrible y agotador día.

Camino hacia la sala la cual estaba conectada con un comedor donde había una mesa para al menos unas diez personas. La vista de la sala era impresionante, se veía claramente la ciudad y era hermoso. Algo que podías ver por horas y no aburrirte.

Caminamos hacia las escaleras y subimos mientras seguía tratando de memorizar todo y así mañana no perderme. Había cuatro habitaciones, todas con las puertas cerradas, pero después estaba la habitación principal que tenía una hermosa vista hacia el centro de la ciudad.

Una gran cama King yacía en el centro de la habitación, con un velador a cada lado. Una tele colgada en la pared. Salvatore señaló una puerta cerrada.

—Ese de ahí es el baño, y ahí—señala la otra puerta—es el vestidor. Tus pertenencias ya están ahí.

Asiento lentamente y puedo oir como se quita el saco de su traje. Sus dedos acarician mi brazo cubierto por la manga del vestido.

—No creas que va a pasar algo entre nosotros esta noche—habló finalmente. Tenía una orden clara también de mis padres, tenía que evitar a toda costa acostarme con él, porque Salvatore no era mi esposo, sino de Giulia—. Si quieres que algo pase entre nosotros, vas a tener que forzarme.

Su aliento choca contra mi lóbulo y mi piel se pone de gallina de inmediato.

—No te preocupes, Mia Moglie, no tomo lo que no se me ofrece. Pero llegará el día en que me tengas que suplicar para que te folle.

Salvatore finalmente abandona la habitación dejándome sola y yo solo puedo preguntarme que pasaría de ahora en adelante conmigo.

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