Mundo de ficçãoIniciar sessãoSalvatore Mancini
Doy un nuevo sorbo a mi taza de café y trato de enfocarme en lo que había en mi tableta. Tenía que revisar unos correos de la entrada y salida de dinero de los clubs de la organización, pero no podía concentrarme del todo sabiendo que Giulia aun no bajaba a desayunar. Miro la hora por cuarta vez en estos últimos diez minutos. 11:12 am. Bien, creo que ya ha tenido demasiado tiempo para dormir o lo que sea que estuviera haciendo. Escondiéndose en la habitación mientras yo estaba en el piso, no llevaría este matrimonio a ningún maldito lado. Dejó la taza de café en el fregadero y caminó hacia las escaleras del piso. Subo a la segunda planta y me dirijo a la habitación principal. Abro la puerta y veo como la puerta del vestidor estaba abierta. La cama estaba deshecha, así que eso demostraba que estaba arreglándose. Camino hacia el vestidor y me apoyo en el marco de la puerta viendo a Giulia. Vestía de un vestido un poco anticuado para su edad, de color rosa palo, ¿Le favorecia el color? Claro que sí. Trago grueso mientras veía a Giulia que tenía una mueca en su rostro. El vestido se ajustaba a la parte de sus senos, dándole una sensual curva a su cuerpo y bajando por la cintura, donde el vestido quedaba un pico flojo para ser sincero y finalmente termina ajustado en la parte de sus caderas, mostrando lo anchas que son. Tenía que ser sincero, Giulia tenía un cuerpo de infarto. Un cuerpo que ningún hombre podía resistirse a no voltear a verlo. Sus curvas lo hacían ver más sensual de lo que ya era generalmente, aumentando el deseo de quitarle las prendas de ropa. Giulia siente mi mirada sobre ella y su mirada grisácea se encuentra a través del espejo. Enarca una ceja mientras se cruzaba de brazos y portaba esa actitud desafiante que me había estado demostrando desde el momento que estuvimos a solas. —Necesitas ir de compras—hablo —¿Ah sí? ¿Por qué? —Mereces ropa adecuada para ser mi esposa—hablo —Ropa adecuada por ser tu esposa—rie mientras se giraba y me enfrentaba de frente—. ¿Y ser tu esposa también implica dejar que me folles y me hagas tener tus bebes? La sola idea de tenerla bajo mi cuerpo, temblando y gimiendo de placer por mi, me hace tensar la mandíbula y trato de ignorar a mi polla que empezaba a reaccionar poco a poco. —Es lo que se espera de nosotros. Tener hijos y así continuar con el linaje de nuestras familias. —Tu linaje, el mío, se perdió en el momento en que nací—toma un mechón de su largo cabello y lo mira con desinterés, mostrando una actitud poco vista en las mujeres de nuestr organización—además, no me van los vestidos, ni los tacones y nada de eso. —La verdad no me interesa como andes vestida cuando estés en casa, pero al momento de salir, aunque sea solo para visitar a tus padres, debes de vestir de manera adecuada. Nada que genere rumores o comentarios inapropiados. —Bueno, tengo esto—señala su lado del vestidor—. No necesito ir de compras. —Esta ropa no es de tu talla—empiezo a molestarme ante su actitud rechazadora ante mi y mi presencia—-. Sino quieres ir de compras, pediré que vengan a tomarte las medidas de tu cuerpo y listo. —No haré tal cosa—gruñe molesta Sonrió de lado ante su enfado y relamo mis labios. —Lo harás, necesitas un nuevo vestidor, así que, llamaré a la boutique para que vengan a visitarte esta tarde. —Juro que si haces eso, voy a matarte. —Quiero ver como lo intentas—murmuró divertido ante esta amenaza. Giulia rueda sus ojos y camina para salir del vestidor, tratando de que nuestros cuerpos no choquen entre sí. No podía creer que me había casado con una mujer así. Rebelde y contestona. Tenía una maldita respuesta para todo. Tenía entendido que Giulia era una mujer obediente y sumisa, algo que no me molestaría para lograr mis metas en esta organización. —La verdad no eres como dicen los demás—llamó la atención de Giulia y esta se detiene a mis espaldas, volteo a verla y puedo notar la tensión de su cuerpo. —¿Y como soy según ellos? —Sumisa y obediente, nada comparado a lo que has estado mostrando estas últimas veinticuatro horas—Giulia estaba tensa, mostrando una actitud defensiva, esperando algún ataque en su contra lo que genera mi sospecha. ¿Que esconde esta mujer? ¿Cual era el secreto que tenía y no quería decirme? Pero tenía que admitirlo. Giulia era un desafío el cual no quería perder. Quería saber hasta qué punto podía llegar esta actitud suya, hasta que nivel podría aguantar. —La gente suele equivocarse—habla Giulia no muy segura de sí misma ahora mismo. —Te llaman la mujer perfecta de nuestra organización, y en estas veinticuatro horas has demostrado todo lo contrario. Veo como sus manos se forman puños por mis palabras y se gira para enfrentarme. Su mirada grisácea estaba ardiendo en ira, estando a un paso de explotar. Estaba llevándola a un límite. —Yo no soy como las mujeres de la organización. Las mujeres de ahí, son estúpidas y anticuadas. Yo no soy ninguna de ellas, y si eso te molesta, pues es una pena porque tendrás que soportarme por el resto de tu vida. Tuviste que haber pensado dos veces antes de desposarme asi como asi. La miró en silencio porque estaba analizando sus palabras y tratando de asociar a esta mujer frente a mi con la mujer que me plantearon. Eran completamente diferentes, no tenían nada en común lo que me generaba la duda. ¿Giulia en verdad era así o me estaba ocultando algo?






