Me llamo Peter Callaghan, y esta es la historia que nadie se atrevió a contar… hasta hoy. Me enamoré de la mujer equivocada según todos, menos según mi corazón: la madre de mi mejor amigo. Nos ocultamos entre silencios, nos negamos entre miradas, y aun así… nos amamos. Contra el mundo, contra el juicio de los demás, contra nosotros mismos. Pero nada me preparó para el día en que Jessi me dijo que estaba embarazada. Tenía miedo. Ella lloraba. Y aunque yo era apenas un muchacho con el alma en carne viva, supe que ese instante dividiría mi vida en dos. Porque no solo iba a ser su amante. Iba a ser padre. Iba a ser su compañero. Su hogar. Esta no es solo una historia de amor prohibido. Es la historia de cómo aprendí que todos merecemos ser amados, aunque solo sea por una estación… un año… o toda la vida.
Leer másEl ulular de las sirenas seguía clavándose en los oídos de todos como si fueran cuchillas. La villa estaba cercada, los agentes del FBI entraban y salían con maletines, pruebas, armas recogidas del suelo y un montón de criminales esposados.Víctor, reducido, tenía la cara golpeada, el traje hecho un desastre y los ojos llenos de odio. Lo subieron a la patrulla mientras seguía gritando amenazas de que ya nadie tomaba en serio.Marcus, con la camisa manchada de sudor y sangre ajena, lo observaba desde la distancia. Sabía que ese hombre no volvería a ver la calle jamás. Había suficientes pruebas: los documentos, los discos duros, las grabaciones que Spectre había recuperado, y además, el testimonio de todos los que estaban ahí. Víctor estaba acabado.Pero Marcus no podía celebrar. No cuando veía a su hijo estando cargado por los paramédicos, inconsciente, con la vida colgando de un hilo.—¡Cuidado con la vía respiratoria, rápido, rápido! —ordenaba uno de ellos mientras conectaban oxígeno
Ethan empujó la puerta con suavidad, cuidando de que no chirriara. La luz tenue de la lámpara de noche bañaba la habitación con un resplandor cálido. Jessy estaba sentada en la cama sin poder dormir, el bebé dormía en su cuna, y en un sillón cercano la enfermera cabeceaba, vencida por el cansancio.—Mamá… —susurró Ethan mientras cerraba la puerta tras de sí.Jessy levantó la cabeza de golpe, con los ojos aún cansados.—Ethan… ¿qué ocurre? No te Vi en toda la noche. Me dejaste cenando sola...estaba tan asustada.Él caminó rápido hasta la cama y le tomó las manos.—Estoy bien. Tenemos que irnos ahora mismo. Peter está preparando todo. No hay tiempo, mamá.Jessy palideció.—Irnos? ¿Cómo? Hay guardias por todas partes. Si nos atrapan... y ese hombre...Ethan bajó la voz aún más, hablándole casi al oído.—Uno de los amigos de Marcus está afuera. Se llama García. Parece que Spectre ya hackeó el sistema de vigilancia, y Peter se quedará distrayendo a Víctor. Solo tenemos que movernos cuando
Víctor dejó reposar su copa de whisky y, con una calma peligrosa e intrigante. El tipo a sus pies temblaba de miedo.—El es un antiguo colaborador mío…se confabuló con alguien más y me quisieron implicar. Perdi mucho dinero en el proceso. La mujer está en una cárcel pero está bajo protección de testigos, quiero que hagan que la trasladen a otra prisión de mujeres. No quiero que vaya a soltar la lengua. Tu sabes a lo que me refiero.Peter supo inmediatamente quién era esa mujer: Laura Márquez, una mujer de 34 años acusada de ser la intermediaria en una red de narcotráfico transnacional. La misma que Peter llevó a protección de testigos y la aislóon para salvarguardar su vida.Spectre, con un gesto profesional, apenas alzó una ceja.—Nombre apellido, datos y acceso que tengas. Lo demás lo buscamos nosotros.Víctor sonriendo y sacó un sobre del cajón.—Aquí tienen. Y quiero resultados en tiempo récord.Se pusieron manos a la obra. Victor abrió el sobre y allí estaba toda la información d
El amanecer trajo consigo una bruma ligera sobre la carretera. La furgoneta de “telecomunicaciones” estaba estacionada en un punto ciego del complejo residencial.Marcus, sentado en el asiento del copiloto, revisaba una última vez los esquemas del lugar mientras Spectre terminaba de maquillarlo.—No, Peter —dijo Marcus mientras su hijo se acomodaba la chaqueta negra gastada—, no tienes que entrar.Peter lo miró fijamente.—No pienso quedarme aquí mientras ellos están ahí dentro.—Este chico tiene agallas—murmura Ramírez.Spectre ya trabajaba rápido: ojeras marcadas, piel ligeramente envejecida con látex, una cicatriz artificial que cruzaba desde el pómulo hasta la comisura de los labios. El peinado desordenado completaba la imagen de un hombre que había vivido demasiado en las calles todo despreocupado.—Inclínate un poco cuando camines —le aconsejó el amigo de Marcus—, así pareces más un tipo que ha recibido más golpes que abrazos.Peter sonriendo con un gesto torcido.—Perfecto.Lle
En la furgoneta, Peter apretó los puños al escuchar la transmisión a Ethan junto a Jessy. El chico es inteligente.Les dió la ubicación de la habitación, que está en el ala norte frente a la calle y que hay ocho guardias de seguridad solo en el penthouse. Suma dos en el elevador que sube al apartamento, dos en la entrada del edificio y todo se triplica cuando es de noche porque abre el casino de la primera planta.—Si Ethan, pudiera comunicarse con nosotros, podríamos darle una salida—dijo con un tono grave.—No podemos irrumpir ahí sin un plan. Si el no está hablando tranquilamente es porque hay alguien más allí con ellos —intervino uno de los amigos de su padre—. Está lleno de seguridad, todos armados.—No pienso quedarme sentado —replicó Peter, mi mujer, mi hija y ahora mi hijastro y mejor amigo están atrapados con ese maldito hombre.—Tienes que confiar en él —añadió su padre—. Ethan sabe lo que hace.Peter lo fulminó con la mirada, pero no dijo nada más. Su volvió atención a la r
Ethan se acomodó en el sofá de cuero, las manos apoyadas en las rodillas, el corazón latiéndole tan fuerte que sentía que Víctor podía escucharlo.El olor a whisky y madera vieja impregnaba la habitación, mezclándose con un ligero aroma a tabaco.Víctor estaba de pie, con la espalda hacia la ciudad iluminada, sosteniendo su vaso corto con hielo y whisky ámbar que giraba lentamente.—Sabes… —empezó con voz grave, casi monótona— la mayoría de la gente que entra aquí, me teme desde el primer segundo. Tú no.—Tal vez es porque todavía no me has dado razones para hacerlo —respondió Ethan, sin apartar la mirada.Víctor soltó una breve risa nasal.—Interesante… me hablas como si estuvieras negociando.—Tal vez lo estoy —dijo Ethan—. Pero no por mí.—Claro… por tu madre —afirmó Víctor, girando lentamente hacia él—. Me sorprende que todavía usa esa palabra… “madre a tu edad”.Ethan apretó la mandíbula.—¿Qué quieres decir?—Que una madre de verdad no se deja encontrar en situaciones… compromet
Último capítulo