Cuando Alba es abandonada por su prometido, se encuentra en una encrucijada. Sus tíos buscan hacerle pagar las deudas del primo apostador, casándola con un hombre despreciable. Alba lucha por huir de su destino, pero cuando es acorralada, termina por encontrar a un salvador en su camino. Evan Santori está dispuesto a desposarla, y pagar una gran fortuna por tenerla, pero Alba jura no amarlo jamás, sin embargo, Evan no solo se conformará con comprar a una esposa, también ambiciona conquistar su corazón, pero aprenderá que el amor no tiene precio. ¿Podrá Evan demostrarle que su amor es más importante que su fortuna?
Leer más—Hemos terminado, Alba, he dicho que ya no te quiero —sentenció Rhys con soberbia, tenía la barbilla altiva y los ojos severos.
Alba tenía los ojos llenos de lágrimas, eso debía ser una broma, él no podía terminar con su amor.
—Pero, ¿Qué dices, Rhys? ¡No puedes dejarme!
—¡Ahora mismo lo estoy haciendo! —exclamó
—¿Por qué? Merezco una explicación por todo el tiempo que te he amado —sentenció,
Rhys miró sus ojos con firmeza.
—Porque… he conocido a otra mujer y me enamoré de ella con locura, te dejé de amar solo con verla —dijo con un titubeo en su voz.
Los ojos de Alba se abrieron tan grandes y una decepción se formó en su rostro, Rhys supo que le rompió el corazón.
—¡Te odio, Rhys! Juro que ya no te quiero, ni hoy, ni nunca —sollozó furiosa y se fue corriendo, él bajó la mirada, cuando la alzó para verla su figura se alejaba entre los campos verdes, mientras sus ojos se empañaban entre sus propias lágrimas.
Alba corría de prisa, con el dolor en su corazón, corría como si fuera perseguida, no podía creer que Rhys Norman el chico que amaba desde hace un año, con el que soñó casarse, la hubiese abandonado, ella sólo tenía veintiún años, pero se ilusionó al imaginar ser su esposa, ni siquiera miró al cruzar la carretera, hasta que el auto lujoso que venía en camino se detuvo abrupto con un chirrido en las llantas, iba a arrollarla, y ella solo atinó a cerrar sus ojos, con un pánico atroz, sintió un ligero golpe en la espalda.
—¡Niña! ¡¿Qué crees que haces?! —exclamó esa voz gruesa y masculina, cuando ella abrió los ojos por fin pudo verlo, era un hombre muy alto, con los cabellos azabache, y unos ojos grandes y celestes—. ¿Qué miras? —exclamó al sentir su escrutinio, ella solo balbuceó palabras sin sentido.
—Yo...
—Mira lo que has hecho, si no hubiese frenado, esto sería una ¡Tragedia! ¿Qué sucede contigo? —exclamó con furia
Ella sintió que temblaba, ese hombre era alguien feroz, intimidante, se sintió muy pequeña ante él, se sintió enferma, casi mareada, él tocó su brazo y ella no resistió.
—Rhys... —dijo con voz débil
—¿Qué dices? —exclamó—. Dime tu nombre, ahora mismo —sentenció
—Soy... soy Alba... —dijo con voz débil y de pronto cayó en sus brazos desvanecida.
Aquel hombre la cargó como si fuera un bebé, y la subió al auto, llevándola con él.
Durante todo el camino que Alba estaba inconsciente, balbuceaba el nombre de Rhys, mientras la mirada del hombre se posaba en ella.
Pronto llegaron a una casa en el centro de la ciudad. Cuando la empleada observó llegar a su jefe, se puso pálida, conocía de sobra su severidad, pero sus ojos se abrieron enormes cuando observó que traía entre sus brazos a una dama, ella se apuró a abrir la puerta y permitir que entrara.
—Señor, ¿Necesita algo?
—Quiero paños y agua tibia, agua fresca —dijo y su voz fue una orden absoluta, ella sabía que una orden de Evan Santori se seguía inmediatamente.
Evan recostó a la joven y la observó, era muy hermosa, su piel era suave como el toque de seda, y recordaba el color de sus ojos parecido a rayos de sol, la empleada le dio las cosas solicitadas, él se alejó, evitando ser visto, se apuró a colocar un paño tibio en la frente.
Luego se recargó contra la pared y la observó, con la mirada gélida.
—Alba, pequeña traviesa, casi te atropello —dijo con un susurro, al recordar su nombre.
Evan Santori observó por su ventana, ya llegaba el atardecer.
De pronto, Alba abrió los ojos, y él se acercó, por un instante ella no supo en dónde estaba, miró alrededor y entonces, el ocaso llegó, la habitación se volvió penumbras, ella se irguió y ante sus ojos solo vio una figura alta, que no reconoció, soltó un grito.
—¡Socorro! —Alba se lanzó contra Evan, manoteando con fuerza, pero él tomó sus manos, y la dejó inmovilizada.
—Calma, Alba, ¿Qué haces?
—¿Quién es usted? ¿Qué hago aquí?
—Te desmayaste, te he traído aquí...
—¡Me ha secuestrado! —gritó exaltada
—¡No! Solo he querido curarte.
—¿Y con qué derecho me trajo a su casa y no a un hospital?
Evan la miró severo, no tenía una respuesta clara a su pregunta, pero tampoco se la iba dar, la soltó con desdén.
—Mira, niña, deberías estar agradecida, otro en mi lugar te deja en medio del camino, sin importar nada.
—Gracias, que, considerado, salvarme y traerme hasta su lecho, es demasiado generoso —espetó furiosa.
Él sonrió de una forma que le pareció irónica, pensó que era peculiar, y Alba se enfureció más, ella siempre fue una sumisa con alma rebelde, pero debía callar en casa, ahora ahí no era su casa, y se sentía liberada.
Ella intentó salir, pero sintió la mano del hombre tomar su brazo, ella lo miró extrañada.
—¿Qué pasa?
—¿A dónde crees que vas?
—Pues, me voy.
—¿A dónde? —recriminó con ojos severos
—¡Me voy a casa!
—De ninguna manera —dijo con firmeza—. De aquí no te vas, hasta que alguien de tu familia venga por ti.
—¡¿Qué ha dicho?! Pero, ¿Quién se cree que es usted? ¿Acaso es la ley y justicia?
Él volvió a sonreír de esa forma que ella ya detestaba, luego la hizo caminar unos pasos atrás al sentir su imponente presencia.
—No soy ley y justicia, pero puedes llamarme Evan Santori.
Esa voz era tan gruesa, y tenía un efecto raro en ella que nunca sintió, él tendió su mano, como si fuera a presentarse, y ella se encogió de hombros dejándolo con la mano estirada, una sonrisa por fin clara se enmarcó en su rostro. Evan dio la vuelta, salió de la habitación dejándola atónita, ella corrió a salir de ahí, pero encontró la puerta cerrada con llave, estaba perpleja, gritó con fuerza, pero nadie le hizo caso.
POV Alba: Espero a Evan, mi amado esposo está haciendo negocios en el banco del Villar. Él tiene mucho dinero, pero están creando juntos una estrategia para dar créditos a pequeñas empresas, e impulsar a crecer la económica tanto aquí como en Catalia. Estoy orgullosa de él, es un hombre bueno, generoso, es mío, y lo amo. ¿Cómo es que pude estar tan ciega y no valorar su amor? Tuve que perderlo para entenderlo, casi lo pierdo para siempre, la sola idea me hace estremecer. Él llega, y saltó a sus brazos, me recibe como a una pequeña cría, sonríe, esa sonrisa es siempre la más hermosa, vivo para verla cada día. —Te amo. —Te amo más —dice—. ¿Estás lista? Asiento con rapidez, y tomó mi bolsa, la sombrilla, estoy más que lista. ¿Has escuchado esa frase del que se enamora tarde, ama más? Bueno, soy esa persona ahora, aunque me siento amada, no lo puedo evitar. Subimos al auto, Arenville, Texas es un pueblo que parece estar olvidado por la mano de Dios, las cosas que se cuentan por a
Evan fue a la prisión, cuando vio a Raúl a través del cristal, estaba en la sala de visitas. Su mirada era decepcionada, no podía creer que él hubiese llegado tan lejos. —Evan… —dijo con mirada deprimente —¿Cómo pudiste llegar hasta aquí, Raúl? He pensado en ti, pero no encuntro ninguna explicación válida. ¿Querías dinero? ¿Por qué no fuiste abierto conmigo? Pude haberte dado lo que querías, si una sola vez hubieses sido sincero conmigo, pero elegiste este camino, no hay un retorno. —¡Perdóname, Evan! Él lo miró incrédulo. —Mi hijo casi muere por tu culpa, no podría perdonarte, no sé en el futuro, ahora, no quiero volver a verte, por el resto de mi vida. Él se levantó, salió de ahí. Raúl hundió la mirada, sollozando con dolor, enfrentando su destino. Un año después Evan llegó a casa, vio como su pequeño hijo caminaba hacia él, sonrió al ver lo grande que era, lo hermoso e independiente que se volvía, lo cargó, mientras Alba sonreía al verlo. ÉL besó los labios de Alba. La e
Seis meses después. Piama y Raúl daban vueltas, habían pagado mucho dinero para que todo se hiciera como quisieran, pero no sabía si tendrían algo de buena fortuna. Por la madrugada en la mansión, los golpes secos en la puerta, hicieron que Evan se levantara preocupado, Alba se irguió confundida, él abrió la puerta. —¡Señor, ha ocurrido una tragedia! ¡Un hombre fue asesinado! —exclamó un empleado. Evan se congeló, Alba intentó levantarse, él tomó la pistola que, de ahora en más, tenía en su buro, ella intentó ir con él, pero no la dejó —¡Nuestro hijo, Evan! —Tranquila. Espera aquí —suplicó, ella intentó levantarse, pero él cerró la puerta, tenía miedo, el bebé dormía justo en la habitación de Marisa arriba, a dos alcobas de la suya. Evan caminó por el pasillo, observó al hombre tendido, tocó su pulso, no era un hombre muerto, pero sí herido. Pidió que lo ayudaran, al mirar la puerta de la recámara de su hijo abierta, sintió que le faltaba el aliento, corrió de prisa, Marisa esta
Siete meses después. Alba observaba su prominente vientre, estaba a punto de dar a luz. Evan llegó más tarde, sonrió al verla, tocó su vientre y le habló a su bebé, como cada día lo hacía. El bebé se movía mucho, cuando escuchaba la voz de su papá. Se recostó a su lado, la abrazó. —¿Sabes? Tengo miedo. —¿Miedo? —Mi madre murió dándome a luz, he pensado mucho en eso, no quiero… Ella acarició su rostro. —No te dejaré, ni a ti, ni a mi bebé, lo prometo, seré fuerte para regresar a casa los tres juntos. Él sonrió, ella le daba seguridad, ella era su gran amor. Besó sus labios. Se durmieron, pero, Alba tuvo una pesadilla, fue repentina, no recordaba nada, solo tener mucho miedo, y dolor. Al despertar, sintió que el dolor no era parte de ningún sueño, sino de ella misma, era un dolor en su vientre. Lanzó un quejido, despertando a su esposo. Él la miró. —El bebé… ¡Ya va a nacer! Faltaba una semana para dar a luz, pero el parto se adelantó. Evan llamó a Marisa y a los empleados
Alba estaba recostada en la habitación, cuando sintió su llegada, él se metió en la cama, y se abrazó a ella. —¿Cómo estás? —Fue difícil, pero, el funeral fue triste, Piama está destrozada. —Debe estar tan mal, pobre. —Me pidió volver a casa, no le pude dar una respuesta por ti, no quiero que eso sea un problema entre los dos, sobre todo, después de saber lo que ella siente. Alba se giró a mirar a Evan, acarició su rostro con suavidad, mientras él sonreía. —Ella está sufriendo, se debe sentir muy sola, solo tenía a su madre, no podemos dejarla así, no cuando tanto tú como yo, sabemos lo que es quedarse solos en el mundo. Evan acarició su cabello. —Eres buena, lo ves, ahí está, eres la mujer de la que me enamoré. Ella sonrió, se abrazaron. Piama volvió a la casa, estaba tan deprimida por muchos días, Alba intentaba ser buena con ella, olvidar el pasado. —Señora, tiene una visita. Alba se extrañó, pero pensó que podría ser Frida. Fue a recibir y era un hombre desconocido. —
Evan y Aba caminaban por los jardines del lugar, él tomó su mano.—¿Estás bien?—Pienso en Raúl, pienso en que nunca lo conocí, lo quise como un hermano, y ahora siento que no sé en que me equivoqué, traté de ser generoso por mucho tiempo, peor, nunca imaginé el odio que sentía por mí —había una tristeza en su rostro.Alba lamentó verlo así, se abrazó a su pecho.—Tú no eres culpable de nada, cada uno da lo que tiene en su alma, y si el tiene eso para dar, no tiene nada que ver contigo, tú eres bueno, Evan, eres el hombre más bueno que he conocido —dijo acunando su rostro—. Lamento no haberte valorado desde antes, pero ahora, estoy tan orgullosa de que me ames, estoy orgullosa de ser tu esposa.Él sonrió, acarició su mejilla, sintió que estaba en un sueño de amor, que nunca quería despertar.Besó sus labios con ternura, la acercó a su cuerpo.—Te amo, Alba, me siento tan feliz, no quiero que mi felicidad acabe nunca.—Nunca, ahora me dedicaré a nosotros, a nuestra felicidad, te daré to
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