Mundo ficciónIniciar sesiónEva vivió su vida entre rechazos y fracasos. Cuando la persona que más odiaba alcanzó sus sueños, y la humillación estuvo a punto de destruirla por completo, algo dentro de ella cambió. Decidió renacer. Si para lograrlo necesita descaro, ambición… y a Andrew Palvin, entonces eso tomará. Porque si él es la pieza que falta para cumplir sus sueños, Eva hará lo que sea necesario. Incluso robárselo a quien jamás lo mereció.
Leer másHe sido humillada muchas veces en mi vida, tantas que ya perdí la cuenta.Mi autoestima ha sido golpeada,y pisoteada tantas veces que hasta dejaría de sonar trágico si lo contara en voz alta.Cada casting que nunca responde, puerta que no se abre, comentario disfrazado de buena intención y trabajo donde soy la sombra de otros menos talentosos.Toda mi vida ha sido una eterna pausa, una espera interminable.Y aun así... tuve la piel lo bastante dura como para trabajar para la mujer que más odio en este mundo.Pero jamás, me había sentido tan humillada como cuando Andrew Palvin me dijo —con esa calma fría, con esa sinceridad cortante, tan natural en el, que yo no era alguien por quien él arriesgaría nada.El problema no fue lo que dijo.Fue que lo dijo con verdad.Con esa seguridad de quien está acostumbrado a opinar desde su pedestal sin imaginar que sus palabras pueden aplastarte.Eso destruyó algo en mí.No un sentimiento hacia él —porque no siento nada— sino mi orgullo.Ese orgullo
Él sonríe, satisfecho.Puedo ver una microexpresión de sorpresa, un destello involuntario que no alcanzó a ocultar, pero que de inmediato transformó en algo más...como si realmente disfrutara cada una de mis locuras, como si mis movimientos fueran parte de un espectáculo íntimo reservado solo para él.No sé si eso es bueno.O profundamente peligroso.Andrew avanza hacia mí con pasos lentos, seguros.Yo intento mantenerme firme, plantada en el suelo, sin retroceder ni un milímetro.Pero cuando lo tengo a pocos centímetros, siento cómo mi cuerpo reacciona sin mi permiso:un nudo en el estómago, un temblor mínimo en los dedos.Sé perfectamente cuál es su propósito.No viene a hablar.No viene a aclarar nada.Viene a tentar,a jugar,a probar mis límites,a debilitarme.Pero esta vez no pienso caer.Si él quiere seguir este juego peligroso, tendrá que aprender que también puedo jugarlo.Lo miro directo a los ojos, sin pestañear, como si le declarara la guerra sin necesidad de palabras.C
Giró para quedar frente a él. Necesito mantenerme firme, porque ahora lo único que quiero es huir. También porque, siendo sincera, no tengo ningún plan.Nunca fui una seductora. Solía ser popular con los hombres, sí, pero eso fue en la universidad; ha pasado tanto tiempo, tanto trabajo y tanta deuda, que olvidé el arte de atraer a alguien.Aun así, el simple hecho de haber llamado su atención… lo que pasó en ese restaurante… ya es un milagro para mí. Un paso enorme que ni siquiera planeé. Pero ahora estoy determinada. O eso creo. Necesito una oportunidad real, salir de deudas, darle a Rubí la vida que merece.Y a quién quiero engañar… estoy en un punto de mi vida donde sería capaz de venderle el alma a quien sea por una sola oportunidad. Por estar, aunque sea una vez, bajo los reflectores.—Ayer saliste corriendo —rompe él el silencio entre nosotros.¿Qué se supone que responda? ¿Que estaba tan excitada que me asusté?—Perdone, no fue mi intención.Él suelta una risa seca.—Entonces ¿
Llego a mi casa con el corazón a mil, sin poder creer lo que acaba de pasar.Entro intentando no hacer ruido, pero Rubí ya está en la sala esperándome.Justo lo que quería evitar.Tiene una sonrisa en la cara que me da muy mala espina.Intento ignorarla e irme a mi habitación, pero ella tose, obligándome a detenerme.Me mira y me señala el sofá.—Tengo mucho sueño, hablamos mañana, ¿sí? —intento zafarme.—¿Te acostaste con él?—¡Claro que no! No soy una zorra.—¿Entonces qué pasó? No me digas que te paralizaste otra vez y no hiciste nada —se levanta y se acerca para examinarme.Muerdo mi labio. Rubí tiene solo 16… no sé si esta es la imagen que quiero darle.—¡Te acostaste con él! No me mientas, mira la marca en tu cuello —intenta tocarme.—¿Qué marca?Corro a encender la luz y me veo en el espejo:una marca roja, cerca de la clavícula.¿Estuve en el bus con esto?Con razón todos me miraban…—No me acosté con él —logro decir, avergonzada.—Si eso no es acostarse, ¿qué hicieron?—Solo
Me alejo de él tan rápido como puedo. A la distancia su rostro es casi indescifrable, pero por alguna razón alcanzo a ver una microexpresión… un brillo de disfrute.Algo en mi cuerpo se sacude.Un escalofrío.La sensación de que algo malo —o demasiado bueno— está por pasar.Todos los vellos de mi piel se erizan cuando escucho el sonido del cerrojo cerrándose detrás de nosotros.¿Nos está… encerrando?Él ya me rechazó.Y no es como si realmente yo fuera a intentar algo.Solo hablé por despecho. Por rabia. Por dolor.Pero todos mis pensamientos se evaporan cuando siento su mano recorrer mi cintura desde atrás.Su cuerpo rozando el mío.Su aliento tibio contra mi cuello, provocando una electricidad completamente nueva en mí.—Espero que tomes responsabilidad por tus propias acciones —susurra.Me muerde la oreja.Mi cuerpo tiembla.Camina guiándome hacia una de las sillas y, como si fuera una muñeca, me acomoda en ella.Sonríe con descaro.Hay un fuego extraño en su mirada.Un fuego que n
Él sonríe de lado.¿Por qué mierda siempre parece que está ganando?Como si todo estuviera saliendo exactamente como él quiere.—¿Qué te hace pensar que me interesa? —dice con una calma tan peligrosa que casi parece un susurro, mientras apoya la cabeza en su brazo derecho.—¿Acaso no vale la pena intentarlo?Él vuelve a sonreír.—Es una oferta tentadora, pero no voy a engañar a mi mujer contigo. Hellen es permisiva, pero no sé si lo sabes… te detesta.—Lo sé. Me lo recuerda todos los días.—Entonces sabes que lo único que jamás me perdonaría es acostarme contigo. Y tampoco tengo permitido contratarte. Lo siento, Eva… hiciste los enemigos equivocados.Aprieto el puño bajo la mesa.La muy perra.Sabía que era ella la que se encargaba de que nunca tenga una oportunidad. ¿Por qué llevaría una riña universitaria tan lejos?La comida llega antes de que pueda decir nada.Un plato extraño… sin poder descifrar qué es comestible y qué no.—Eva —llama mi atención, así que lo miro—. Se come así.





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