Victoria San Román, regresa a México después de haber vivido diez años en un lujoso internado para señoritas en Londres, su padre, a quien no ha visto durante todo ese tiempo, deja como ultima voluntad dos deseos: 1. Que Victoria lo desconecte del respirador artificial que lo mantiene con vida. 2. Que se case si es que quiere heredar su hacienda y su fortuna. A Victoria no le interesa obtener la herencia de su padre, prefiere trabajar y vivir con el esfuerzo de su trabajo y que su madrastra se quede con todo. Lo que no sabía, es que la hacienda, no era de su padre, sino el patrimonio que su madre había dejado para ella. Victoria decide luchar para evitar que su madrastra se quede con la fortuna de su madre, sobre todo, con la hacienda "San Lorenzo" que fuera propiedad de su abuelo materno; aunque para ello tenga que... comprar un marido. Santiago de Alvarado es un joven aventurero, nadie sabe nada de él, su vida es todo un misterio, solo un forastero que estaba de paso por el pueblo, pero decide quedarse al encontrar un atractivo anuncio que pareciera que le va a resolver la vida "Se compra marido"
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Capítulo 1
El avión procedente de Nueva york, aterrizó en el aeropuerto internacional de la Ciudad de México, Victoria San Román regresaba a casa después de diez años de vivir en un lujoso internando en Londres, Inglaterra. Su madrastra se encargó de encerrarla allí apenas se casó con su padre, don Santiago San Román, el dueño de la hacienda Cacaotera más importante de Tabasco, Victoria tenía tan sólo trece años cuando su madre murió y solo unos meses después, don Santiago se estaba casando con Dinora Blanco, quien supuestamente, se hacía llamar la mejor amiga de su madre, ese año Victoria no sólo perdió a su madre, sino que también perdió a su padre, quien la abandonó en el más caro internado de Londres, para complacer a su nueva esposa.
Una oleada de sentimientos encontrados la invadieron cuando recibió la llamada que la hizo volver a México, a su padre, le había dado un infarto y estaba en estado de coma, según Dinora, ella debía regresar para despedirse de él, antes de que fuera desconectado, pero después de diez años sin verlo, ella no creía que tuviera mucho que decirle, el único contacto que había tenido con su padre en diez años, había sido por correo electrónico.
“Victoria, Dinora y yo saldremos de viaje para Navidad, no tiene caso que vengas, mejor quédate y aprovecha el tiempo estudiando”
“Victoria, ya he recibido tus notas y no son las mejores, deberías esforzarte más, ese colegio es demasiado caro como para que no aproveches el privilegio que tienes de estudiar allí”
Muchas veces quiso escapar y dejar de depender de su padre, olvidarse de él, tal como él, se había olvidado de ella, pero quizás le faltó el valor o en el fondo, esperaba que la quisiera, aunque sea un poquito.
La semana pasada había cumplido veintitrés años, se había titulado como profesora en enseñanza en el idioma inglés y le habían ofrecido una plaza para dar clases, en el mismo internado en el que estuvo presa durante tantos años, que ironía que cuando lo hicieron, se sintió libre, con un empleo bien remunerado, podría rentar un departamento cerca del internado, independizarse de su padre y olvidarse de él y de todo lo que la unía a México, para siempre.
Apenas salió del aeropuerto, rentó un automóvil, podía tomar un avión a Villahermosa Tabasco, pero prefería conducir desde la ciudad de México, quería prolongar su llegada el mayor tiempo posible, quizá cuando ella llegara él, ya habría partido y así se evitaba la pena de no tener nada que decirle, en cuanto a Dinora, no iba a poder evitar verla, quizá sería mejor hospedarse en un hotel y no llegar a la hacienda San Lorenzo, la casa en la que nació y que debía querer por haber sido el hogar que compartió con su madre, pero que su madrastra “La hiena” como ella le llamaba, había convertido en su guarida.
Fueron casi nueve horas de viaje, pudieron ser menos, pero, Victoria no excedía los límites de velocidad, en realidad, no tenía ninguna prisa por llegar.
Estaba llegando a Villahermosa, según el GPS, estaba a cuarenta minutos de distancia de Comalcalco, su pueblo natal, allí, en el hospital del pueblo, se encontraba internado su padre, no sabía por qué Dinora, no lo había trasladado al extranjero o cuando menos a la ciudad de México o a la capital del estado.
Llegó a Comalcalco, alrededor de las cuatro de la tarde, y se decidió por hospedarse en un hotel cerca del pueblo, ella, ya no sentía la hacienda como su casa, se sentiría totalmente extraña en ese lugar.
Buscó en internet y su única opción era Cabin In Zona Maya-joy Chan, ya que, al parecer debido al carnaval, no había habitaciones desocupadas en ningún hotel cercano, ésta era una casa de dos habitaciones y dos baños, estaba disponible así que se puso en contacto con el administrador para verla; cuando llegó, ya la esperaba un hombre joven a caballo, en cuanto la vió, bajó y se presentó.
—¿Usted es la señorita Victoria, que está interesada en ver la casa? Yo soy Juan Romero el administrador, a sus órdenes.
— Gracias señor, quiero alquilar la casa por dos noches.
—A mí también me interesa, yo te voy a pagar dos semanas por adelantado.
—¡Pero que se cree? Yo llegué primero.
—Pero sólo pagará dos noches, yo la necesito dos semanas y creo que al administrador le conviene más un cliente como yo.
—Es usted un majadero, si fuera un caballero, me cedería la casa por ser una mujer.
—Lo siento señorita, puede usted pensar lo que quiera de mí, pero necesito la casa y no voy a ceder, además pagaré por adelantado y en efectivo.
—Por favor señor Juan, yo vengo a ver a un familiar que está internado en el hospital, no hay habitaciones en ningún hotel y esta casa es mi última opción, por favor, permita que yo me hospede aquí.
—Lo siento señorita Victoria, esto es un negocio, y me conviene más aceptar al Señor…
—Santiago, Santiago de Alvarado.
Victoria volteó furiosa a ver la cara del hombre que estaba tratando de ganarle el hospedaje, era un hombre joven, de no más de veintisiete años y muy, pero muy atractivo, pero, eso no le quitaba lo majadero y de todos los nombres en el mundo ¿Se tenía que llamar igual que su padre?
—Para que no diga que no soy un caballero, le propongo algo señorita, ¿Qué le parece si las primeras dos noches las pagamos entre los dos? Es una casa con dos habitaciones y yo no tendría ningún inconveniente en compartir la casa con usted, por dos noches.
—¡Está usted loco? ¡Yo no voy a compartir una casa con un desconocido! ¡Usted bien puede ser un delincuente o un degenerado!
—Yo sólo quise ser amable con usted, pero si usted no quiere, es su problema, yo, ya tengo dónde hospedarme. ¡Vamos Juan firmemos de una vez! Para que me entregue las llaves que me urge darme una ducha para ir a comer algo, he viajado durante horas y estoy muerto.
Victoria regresó a su auto y comenzó una nueva búsqueda en internet, esperaba encontrar algo pronto, quería hospedarse antes de ir al hospital; pero nada, todos los hoteles estaban al cien por ciento de ocupación — “Es una pesadilla”— pensó, pero tal parecía que la única opción que tenía para conseguir una habitación, que no fuera en la hacienda San Lorenzo, era compartiendo la casa con ese desconocido majadero.
—¡Espere! Acepto compartir el alquiler con usted, le pagaré el cincuenta por ciento del costo de dos noches.
—¡Está bien señorita! Sólo espero que no sea usted una delincuente o una depravada, yo todavía soy muy joven para morir y sin haber amado. ¿Al menos me podría dar su nombre?
—Victoria San…Sánchez
Entraron en la casa y Juan les mostró las habitaciones, afortunadamente, cada una tenía su propio baño, aunque era más bien, una cabaña de madera, con techo de teja y un amplio patio frontal, Santiago, eligió por supuesto, la mejor habitación y de inmediato se encerró sin dirigirle la palabra, lo que ella agradeció.
Decidió ducharse así que cerró la puerta de la habitación con seguro y puso una silla atravesada, aunque Santiago era un hombre muy atractivo, blanco, con unos grandes ojos negros y unas largas pestañas que envidiaría cualquier mujer, no dejaba de ser un desconocido y majadero.
Victoria, se metió en la ducha y nunca logró que saliera agua caliente, hacía calor, pero ella no estaba acostumbrada a bañarse con agua fría, y unos gritos se escaparon de su boca al sentir el agua helada sobre su cuerpo.
Sacó la ropa de su maleta y se dio cuenta que nada de lo que llevaba, era adecuado para el inmenso calor que se sentía, así que pensó que podía usar un camisón de encaje como blusa o moriría de calor, cuando en Londres, el clima era de nueve a quince grados máximo, en Tabasco, debían estar a treinta y cinco grados mínimo.
Salió de la habitación, para ir al hospital, iban a dar las seis de la tarde y estaba a escasos diez minutos así que, al mal paso, darle prisa.
—Victoria, ¿Vas a salir así a la calle?
—¿Así como?
—Vestida así, con ropa interior.
—No creo que mi ropa sea de tu incumbencia, además salir así, es normal en Londres.
—Ah, ya veo, vienes del extranjero, pero aquí no es Londres, vestida así, te arriesgas demasiado, es incluso peligroso, por esta zona, hay mucho hombre que viene a trabajar la cosecha del cacao y del plátano, son hombres de campo y a veces hasta delincuentes que vienen a emplearse en esta zona para esconderse de las autoridades, deberías considerar taparte un poco más.
—Es que me muero de calor, la ropa que traigo es demasiado calurosa.
Santiago se quitó la camisa que traía y se la ofreció para que se la pusiera.
—No, no es necesario, usaré lo que traigo hasta que pueda comprar algo.
—No te preocupes, en cuanto te compres algo, me la devuelves.
Ella se puso la camisa, era de una suave tela bastante fresca, en cuanto se la puso, él se le acercó tanto, que ella pensó que iba a besarla, pero sólo tomó los extremos de la camisa y le hizo un nudo al frente, a la altura de la cintura y le dobló las mangas a la altura de los codos.
—Gracias— volteó el rostro hacia un lado para no verlo directo a los ojos
—Que no se diga que Santiago de Alvarado no es un caballero.
Se dio la vuelta, sacó otra camisa del maletero de su jeep, se subió y se fue dejándola ahí parada, sin saber que decir.
Llegó al hospital y respiró profundamente antes de entrar, preguntó en la recepción por la habitación de don Santiago San Román.
—Solo los familiares pueden verlo señorita.
—Ella puede verlo, es su hija, permítale pasar por favor.
Victoria volteó al escuchar la voz de la mujer, habían pasado diez años, pero la voz de Dinora, no la olvidaría nunca.
—¡Victoria querida! ¡Bienvenida a México! ¡Mira nada más! Si ya eres toda una mujer, eres igualita a tu madre, eres el vivo retrato de Sonia, que en paz descanse.
—Hagamos esto rápido Dinora, entre más pronto lo vea, más pronto podré regresar a Londres.
—¿Quien diría? Parece que quieres deshacerte de tu padre lo antes posible, pareciera que no te importa.
—Tú me dijiste que ya tenía muerte cerebral, que sólo estaba conectado para que yo lo viera, no le veo el caso, pero ya estoy aquí, así que ¿Para qué esperar?
—Señorita, Llame por favor al doctor Palacios, ya está aquí Victoria San Román, así que se cumplirá la última voluntad de mi esposo.
—¿Qué quieres decir con cumplir su última voluntad?
—Tu padre, estuvo enfermo por algún tiempo, y dejó estipulado que, en caso de caer en estado vegetativo, fueras tú, quien lo desconectara.
—¿Yo? Eso es una locura, yo no puedo hacerlo.
—Buena tarde señora San Román.
—¡Ah, Doctor Palacios! Déjeme presentarle, ella es Victoria San Román, mi hijastra.
—Buena tarde doctor, ¿Está seguro de que ya no hay nada que se pueda hacer por él? Quizá si lo llevamos al extranjero.
—Entiendo señorita, que, como familia, guarden esperanzas, pero lamentablemente, el cerebro de su señor padre, dejó de enviar señales a su cuerpo desde hace tres días, su corazón ya no late por sí mismo, es solamente el monitor el que lo mantiene latiendo.
Cuando entraron en la habitación, Victoria sintió un profundo dolor al ver a su padre en ese estado, parecía un cadáver, nada que ver con el hombre fuerte e imponente que ella recordaba, ni siquiera parecía la misma persona, lleno de tubos, en la boca, en la nariz y sondas en varias partes del cuerpo.
—Lo único que tiene que hacer es presionar ese botón y su corazón dejara de latir, como le dije, el ya no tiene respuesta cerebral si no fuera por el respirador y el monitor cardiaco, ya se habría ido, pero la estábamos esperando a usted, la señora Dinora, quería cumplir con la última voluntad de su padre.
—Es que yo, no puedo hacerlo.
¿Quiere que la dejemos sola para que se despida?
Victoria, asintió con la cabeza, no tenía nada que decirle, quería llorar, pero el llanto no salía de sus ojos, hubiera querido decirle algunas palabras, pero lo único que llegaba a su mente eran reproches.
—¿Por qué papá? ¿Por qué me alejaste de tu lado? Te perdono, no te guardo rencor, gracias por pagarme una escuela tan cara, es lo único que me diste en la vida. Adiós para siempre.
Victoria presionó el botón que le indicó el médico, el monitor se apagó y a ella, le pareció escuchar un ligero gemido, pero Santiago San Román se había ido…
Santiago Después de convencer a Nora de que estaba de su lado y conseguir que aceptara venir conmigo a la ciudad de México, junto con su chofer, los instalé en una casa en la que solía verme con Casandra, yo estaba decidido a terminar con todo de una buena vez, para ello, tenía que conseguir desmantelar el cártel, pero si encerraban al “patrón” yo seguiría a merced de esa mujer, ella no iba a descansar hasta obligarme a estar con ella o matarme. Así que decidí no entregarla inmediatamente, tenía que planearlo todo muy bien, para reunir a todos en algún lugar y así, tenderles una emboscada y atraparlos a todos juntos. Le informé a Cesar, que además de mi amigo era mi jefe, él era el comandante de las fuerzas especiales en las que yo era agente especial, él era el único que estaba al tanto de mis movimientos, y quien coordinaría con la policía federal y los militares el operativo de asalto. Cuando me presenté ante el "patrón" para decirle que tenía a No
Alfredo se quedó mudo al escuchar a Victoria decir que estaba embarazada, apenas estaba disfrutando su etapa como padre y ahora pronto, iba a ser abuelo. —¿Qué pasa papá? ¿no te da gusto saber que vas a ser abuelo? —Victoria hija, pero por supuesto que me da gusto, ¿Cuándo lo supiste? ¿Por qué no me habías dicho nada? —Tenía la sospecha, porque había sentido nauseas, un poco de mareos, pero nada grave, en realidad, eran síntomas muy leves, y bueno, la sospecha creció cuando no llegó mi periodo y esta mañana pedí una prueba en la farmacia que salió positiva, pensaba decírtelo esta noche, quiero consultar con un ginecólogo, tal vez deberíamos regresar a Villahermosa, para que me revisen y una vez que confirmemos que está todo bien y me receten todas las vitaminas que deba tomar, reanudamos el viaje. —Me parece una excelente idea, ¿Quieres volver mañana mismo? —No, yo creo que no pasa nada si pasamos dos días más aquí, este lugar es maravilloso,
Alfredo abrazó a Victoria tratando de contener su llanto, qué doloroso era verla así, se sentía culpable por haber puesto a Santiago en su vida, y por no poder hacer nada, para aliviar el sufrimiento de su hija.Salieron de la casa y regresaron a la hacienda, pero cuando estaban llegando, recibieron una llamada del abogado, para informarles, que la policía había arrestado al doctor Palacios, justamente cuando intentaba huir del pueblo.Era increíble la historia de ese hombre con Dinora, eran cómplices y amantes desde hacía muchos años, definitivamente Dinora, no era capaz de conformarse con un solo hombre.«En su declaración, el doctor, confesó que había conocido a Nora Blancas alias “Dinora Blanco” cuando ella recién había cumplido diecisiete años, la conoció por casualidad en un antro de mala muerte en Puerto Vallarta, Jalisc
Era casi media noche cuando Santiago regresó a la hacienda, no quería encontrar a Victoria despierta, definitivamente, no soportaba la idea de dormir en la misma habitación y que ella no le dirigiera la palabra, o que lo hiciera de esa manera que ella tenía de ser, altanera y arrogante.Le extrañó ver que había luces encendidas, revisó su móvil y se dio cuenta de que sin querer lo había puesto en silencio y tenía más de veinte llamadas perdidas de ella, tal vez había pasado algo importante.Cuando entró en la sala, se sorprendió al ver al Victoria con una botella de tequila en la mano y una copa en la otra.—¡Ah, señor Santiago! Se ha dignado usted en aparecer, tengo horas llamándote, ¿Ya te enteraste? Dinora huyó, se fue de la casa y se llevó todas sus cosas, seguramente se enteró que la descubrimos.
Cuando llegaron a la delegación, Alfredo y el abogado ya estaban allí esperándolos.—Tranquila hija, el abogado ya entró a informarse de la situación, parece ser que te citaron arbitrariamente, porque no hay ninguna denuncia formal en tu contra.Victoria se abrazó a su padre, que bien se sentía, sentirse protegida y cuidada, a pesar de las circunstancias, y miraba el rostro de Santiago, y le dolía el pecho, él no podía estar fingiendo, esa preocupación en su rostro era real, pero eso no cambiaba la situación entre ellos.Se sentaron en una sala de espera, mientras el abogado hablaba con el ministerio público, pasaron alrededor de treinta minutos y salió a llamarla para que entrara a rendir su declaración.—¡Vamos Victoria!, no va a ser un interrogatorio, logré que tomaran tu declaración como voluntaria, así que, s
Victoria tenía un nudo en la garganta, cada que decidía confiar en Santiago, algo pasaba y las dudas volvían, pero esta vez no había duda, Santiago era un delincuente, y por lo visto, estaba involucrado con alguien muy peligroso y poderoso.—Victoria, mi amor yo… - intentó explicar, pero ella no se lo permitió.—No digas nada Santiago, no hay nada que puedas decir que cambie la opinión que tengo de ti en este momento, lo escuché todo, ya hablaremos después, por ahora ¿Ya pensaste que ese hombre ya debe haber puesto a Dinora sobre aviso?—No lo creo, ese hombre salió huyendo por miedo, estoy seguro de que no dirá nada, si sabe lo que le conviene y te aseguro que, si dice algo, en ese momento Dinora sale huyendo igual que él.Mario se alejó para dejarlos hablar, no le gustaba nada de lo que estaba pasando, pero si Victoria lo habí
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