Mundo ficciónIniciar sesiónRod Morwood es el alfa de Moon Valley, la manda más grande de todo Estados Unidos. Con las guerras entre clanes, los cambiaformas integrándose de forma más cercana a los humanos y los cazadores interesados en morder sus culos, Rod ha estado lo suficiente ocupado los últimos años. Sin embargo, Rod ya es lo suficiente mayor, con deseos que lo están quemando vivo y comienzan a volverlo loco. Él está luchando duro por no perderse, pero no sabe cuánto más pueda soportarlo. Entonces llega ella, toda piel oscura y rizos, con esos ojos brillantes y hermosa sonrisa. Rod no necesitó palabras, desde el primer momento supo que le pertenecía. Pero su mate viene con sus propios secretos y pesadillas, unas que la persiguen y amenazan con destruir todo. Rod juró nunca poner a su manada en peligro, dispuesto a matar a cualquiera que lo piense; e Imara Selwyn es manada. Ella es suya. Su deseo concedido por la Diosa y el destino.
Leer másTener a Rod caminando por la cocina en una apretada camiseta en la mañana era algo digno de admirar. El tipo estaba como quería, todo caliente y sexy como el infierno.Así que cuando el lobo terminó de servir dos tazas de café y regresó a su lado en el sofá, Imara se quedó un poco tonta y con el corazón latiendo un poco más rápido. Algo que él no pasó por alto, porque el maldito sonrió feliz como un niño.Sí, le atraía su destino. Más que eso, le gustaba un poco. Digamos que a pesar de las circunstancias ella podría estar aceptando que no fue mala idea hacerle caso a su magia. Ahora estaba tranquila, lejos de los problemas y con Issac a salvo.Por primera vez en mucho tiempo podría concentrarse en otra cosa que no fuera estar huyendo y eso era algo por lo que no se quejaría. Además...Imara miró las manos de Rod alrededor de la taza, toda cálidas y grandes. Él hombre sabía tocar. No habían hecho mucho, pero sí lo suficiente para tenerla caliente en todos los lugares correctos.—¿Dónde
Rod volvió a casa con el caer de la tarde, con las copas de los árboles bailando al compás del viento y los niños regresando a casa después de un largo día.Así que subió las escaleras y se detuvo en la entrada de su cabaña, donde podía observar a Imara a través de los cristales tomando lo que parecía ser algo delicioso sentada en una de las sillas de la encimera.Llevaba el cabello recogido y cualquier herida parecía cosa del pasado, no había nada en ella que te hiciera pensar que hace apenas un suspiro de tiempo estuvo luchando por su vida en el hospital.«Pero ahora está a salvo. Con nosotros » dijo Koa y Rod asintió.—Sí, ahora está a salvo —susurró, sin apartar la mirada, abriendo la puerta y entrando en la cabaña.El salón principal estaba iluminado por los reflejos cálidos provenientes del sur, dándole un toque hogareño y cálido a la instancia. Rod no pudo evitar pensar en que hace mucho tiempo no tenía a alguien esperándolo en casa.Él era un lobo con necesidades que sabía cui
—No, ni de broma.—¿Podrías dejar de ser un imbécil por cinco segundos, Brad?—¿Ahora soy un imbécil? —Brad ladeó el rostro y abrió los ojos con tanta fuerza que Rod temía se hubiera lastimado, pero de nuevo. Él parecía estar muy bien—. ¡Es una maldita bruja! ¿Se te olvida lo que nos hicieron?—No puedo creer que la odies por eso.—¡Y yo que lo hayas olvidado!—¡Chicos, por favor! —intervino Marga con tono pacificador al ver a los hermanos a punto de saltar encima del otro—. A estas alturas toda la manada debe haberlos oído.Brad respiró profundo y se dejó caer en su silla del consejo.—Mi respuesta es no.—Es mi mate. Imara no irá a ningún lado.—¡Entonces no debiste pedir nuestra aprobación!Y Brad tenía un punto, pero él solo estaba intentando ser cortés al respecto. El consejo tenía el derecho de presentar sus opiniones, pero la decisión final era suya como alfa.—Está siendo un hijo de perra insoportable —susurró mirando a Brad dejar la habitación.—Tengo entendido que vuestra ma
—No puedes irte y aparecer a medio morir como si nada.El gruñido de Rod era bajo, amanazante y cálido en su cuello. El alfa la apretó un poco más, lamiendo la zona y dejando un beso que la hizo estremecer.—No dejaré que te vayas.Imara sonrió.—No quiero irme, Rod. Por eso regresé a Moon Valley. A ti.Rod se alejó, besándola otra vez, como un hombre desesperado que necesita saber que todo es real. El momento fue plácido como la primavera, pero no duró lo suficiente.En algún momento la tensión se apoderó del espacio y ella supo que había llegado el momento de hablar.¿Rod la escucharía? ¿La aceptaría después de esto? Bueno, Imara esperaba que sí, ella incluso podría rezar por ello. Porque de otra forma no habría un "nosotros" y ella, su magia y alma lo querían.Desesperadamente.—Llegaste con un niño —El rostro se había enduresido. El humano la miró, pero el animal estaba juzgando al hablar—. Te haré una pregunta y no espero más que la verdad, Imara. Soy un lobo, engañarme es una pe
«—¡Otra vez!Ella tembló, apenas logrando moverse entre la tierra y la lluvia, con los pies sangrando y el cuerpo lleno de golpes. Cerrando los ojos y respirando profundamente, Imara sintió las corrientes alrededor, la estática y las luces que de tocarla, le harían mucho daño. Frente a sus ojos habían cuatro hombres. Prisioneros, esclavos del líder. Esos que hoy serían víctimas de sus dones.Levantando las manos al frente, Imara murmuró suavemente las palabras correctas; en su dedo anular bailaba un anillo trenzado en rojo y negro brillante. Uno que debaja en claro el rumbo que había tomado su vida. Ella apretó los labios, temblando y dejando fluir su poder. Cadenas rojas que rodearon su cuerpo y salieron disparadas hacia adelante.—Eso es —susurró un hombre alto y delgado de piel cetrina. El cabello oscuro apenas era una mota y sus ojos azules como el hielo miraban todo con atención—. Continúa.Imara abrió los ojos, temblando y con la presencia infernal demasiado cerca. Con los cuer
Si dicen que esa noche el alfa Rod corrió hacia el edificio médico de Moon Valley como si fuera perseguido por los perros del infierno. Es verdad. Él lo hizo.—¿Dónde está?Rod empujó las puertas con fuerza, mirando a todos lados con la respiración agitada. Sus ojos estaban peligrosamente brillantes y eso solo podía significar una cosa: el animal estaba luchando en la superficie.A lo lejos, una mujer alzó la vista, vestía una bata blanca y su rostro era enmarcado por un par de gafas redondas. Ella se acercó al alfa.—Imara Selwyn permanece en cuidados intensivos —dijo la doctora, mirándolo con sus ojos oscuros y abultadas mejillas—. Está en muy mal estado, alfa. Apenas pudimos estabilizarla.Invitando a Rod a seguirla, recorrieron los pasillos hasta llegar al segundo piso de la edificación. Todo era blanco, con ese aroma a desinfectante y muerte que tanto odiaba.Los hospitales nunca serían su lugar favorito. Pero Rod debía estar ahí, porque su mate estaba herida, y si no la veía pro
Último capítulo