Mundo de ficçãoIniciar sessãoRod Morwood es el alfa de Moon Valley, la manda más grandes de todo Estados Unidos. Con las guerras entre clanes, los cambiaformas integrándose de forma más cercana a los humanos y los cazadores interesados en morder sus culos, Rod ha estado lo suficiente ocupado los últimos años. Sin embargo, Rod ya es lo suficiente mayor, con deseos que lo están quemando vivo y comienzan a volverlo loco. Él está luchando duro por no perderse, pero no sabe cuánto más pueda soportarlo. Entonces llega ella, toda piel oscura y rizos, con esos ojos brillantes y hermosa sonrisa. Rod no necesitó palabras, desde el primer momento supo que le pertenecía. Pero su mate viene con sus propios secretos y pesadillas, unas que la persiguen y amenazan con destruir todo. Rod juró nunca poner a su manada en peligro, dispuesto a matar a cualquiera que lo piense; e Imara Selwyn es manada. Ella es suya. Su deseo concedido por la Diosa y el destino.
Ler maisSangre, tierra y lluvia empapaba la piel del lobo. Las patas se arrastraban por el suelo y de su garganta reverberaba un gruñido. Los ojos brillaban en un verde esmeralda tan profundo como el abismo en que se había convertido la vida de toda la manada.
El viento fluía desde el norte, trayendo consigo la lluvia y los truenos que parecían anunciar la guerra. Él lo sabía, que este era el momento exacto por el que tanto había esperado; con el que había soñado día tras día los últimos tres años. Cuando era castigado, soñaba con este momento. Cuando veía a su madre llorar, él soñaba con este momento. Cuando su hermano temblaba de miedo bajo las patas del líder, solo podía soñar con este momento. Ahora, él ya no necesitaba de los sueños y deseos. Él podía hacerlo realidad. Derramar sangre y cobrar cada falta. Darle a su lobo su tan ansiada venganza. «Vamos, cachorro. Tú querías esto,» La voz de Tristán resonó en su cabeza, burlona y maliciosa como todos estos años de dolor y pena, encendiendo sus venas, enfureciendo un poco más a su lado primal. «¿Quieres ser el alfa? Mátame.» Él estaba herido, sangrante y cansado. Y sin embargo, no se rindió ni por un segundo. Corrió, saltó sobre el lobo grande y mordió con fuerza. Él apenas era una cosita pequeña y débil al lado de un cabiaformas adulto. Los árboles cantaban y eran los fieles testigos. La lluvia caía cada vez más fuerte en Moon Valley. El lugar apestaba a miedo, admiración y pena mientras todos veían como un cachorro alfa estaba luchando por toda una manada. —Rod —el susurró lastimero de su madre llegó a sus oídos. Ella permanecía a un lado, con el cuerpo flaco y tembloroso de su hermano menor entre los brazos. Rod fue lanzado al suelo y arrastrado sobre la tierra, su pata masticada dejaba un camino de sangre entre el barro. Entonces, lo vio: su hermano alzó la mirada, pero no hacía él, sino a Tristán. Una mirada llena odio y repulsión; con la idea de que si Rod no lo mataba, él definitivamente lo haría. —Rod. Rod respiró a través del dolor, gimiendo y tomando fuerzas para estar en pie. Tambaleándose y apenas logrando no aullar de agonía. «No me dejes, por favor,»susurró a su lobo y el animal exhaló con los colmillos fuera. Rod miró a Tristán pavonearse con orgullo.«Por favor» «¿Estás listo para darme el control?,» preguntó el lobo. La voz era oscura y baja, animal y primitiva. Rod no había querido hacerlo, aunque Koa había insistido en hacerse cargo. Rod tenía miedo de no poder reparar lo que hiciera su lobo si desataba toda su furia. Pero él fue tonto, su corazón humano aunque con odio, no podría completar la tarea por sí mismo. «Tú ganas, Koa,» Rod asintió lentamente, retrocediendo lejos bajo la atenta mirada de un orgulloso Tristán. Cerrando los ojos y con la decisión vibrando en todo su cuerpo, Rod cedió el control. El ambiente cambió, el tiempo se detuvo por un segundo y un gruñido feroz retumbó desde el estomago del animal. No era igual que antes y todos lo captaron. Algunos temblaron al ver al lobo caminar, al ver los ojos verdes más brillantes que nunca y con cierta locura emanando de ellos. El lobo castaño lo sintió, esa era la fuerza de un alfa que estaba listo para matar. Tristán corrió hacia él, y Koa se colocó en posición de ataque. Esperando el momento exacto, Koa se lanzó a la batalla. Koa salto por encima de Tristán y lo hirió en el lomo con las garras. El cachorro no perdió tiempo. Sediento y decidido, embistió y mordió una vez más, profundo y con fuerza, sin dar pie a soltar ni por un segundo. Tristán se sacudió y Koa se subió en su lomo. Mordió y sacudió, dejando fluir la sangre y volviendo al lobo más grande cada vez un poco más lento. Incluso cuando Tristán cayó al suelo, el lobo negro no lo dejó ir, desgarrando su cuello, dejándolo ahogarse entre su propia sangre, perdiendo lentamente la vida mientras él se daba un festín. Con una última sacudía, Koa miró al cielo y aulló con fuerza. Todo Moon Valley, debía saberlo. Él, Rod Morwood era el nuevo alfa. Koa se retiró y Rod volvió al mando. El cuerpo pálido, delgado y joven del humano cayó al suelo. —Rod —La felicidad de su madre se empañaba con preocupación. Aún así, no dejó de sonreír. La mujer lo abrazó y besó en la frente con cariño—. Está bien, cachorro. Lo lograste, ya puedes descansar. «Lo hicimos,»gruñó Koa. Rod abrió los ojos y miró al cielo con una sonrisa en los labios. «Lo hicimos» Él era el nuevo alfa.Rod volvió a leer el papel por quinta vez en lo que el reloj marcaba la hora. Era algo sobre hacer un hotel exclusivo para cambiaformas en la zona boscosa de la ciudad vecina y como un pequeño grupo de humanos lo estaba haciendo difícil.Pero la verdad sea dicha, Rod no tenía su mente metida en eso. Él estaba perdiendo su mierda.Nuevamente.Una semana. Había pasado una semana desde que Imara Selwyn tocó las puertas de su manada y revolucionó su vida. Su compañera finalmente había llegado llegado y desaparecido como un maldito deseo fugas que no estaba destinado a cumplirse.«Salgamos a buscarla» gruñó Koa.¿Y dónde se supone que la encontrarían? Imara era una bruja, no una loba.Si bien para Rod olía de mil maneras deliciosas que otro cambiaformas nunca podría entender u olfatear por su cuenta, seguían siendo diferentes. Rod podría rastrear su aroma hasta las limitaciones de su propiedad. De Moon Valley. De ahí en adelante, estaba por su cuenta.«Un mago. Busquemos un mago»«No cono
—Imara Selwyn, ¿verdad —Como si pudiera olvidarlo de todas formas. Ella asintió—. ¿Qué eres y qué haces aquí?—Vengo del sur y soy una bruja elemental. Los cazadores destruyeron mi hogar hace cerca de un mes.«¿Los cazadores?» preguntó Koa. Rod estaba tan sorprendido como él. ¿Desde cuándo iban por las comunidades mágicas?—Tú no eres de los nuestros —rebatió Brad olfateado alrededor—. Los cazadores sólo van a por cambiaformas.—Ya no es así, chico —Imara olía a molestia y cansancio—. Las comunidades mágicas también han sido saqueadas y ellos se han modernizado y mejorado su estrategia. Saben lo que hacen y no están jugando ni un poco.—¿Fuiste herida? —La preocupación de Rod era genuina y su lobo levantó la cabeza esperando una respuesta.—No —respondió—. Logré escapar y venir aquí.—¿Por qué esperaste todo un mes?—Necesitaba estar segura de que no era perseguida —Imara se encogió de hombros—. Debía arreglar un par de cosas antes de venir aquí.—¿Y qué buscas exactamente en Moon Val
«Joder,» pensó Rod. Su estómago giró y un tirón agradable lo estremeció de pies a cabeza. La mujer frente a sus ojos lo observaba en silencio y Rod sólo tenía un pensamiento.La quería.Era un deseo primitivo y loco que ni siquiera tenía sentido y aún así calentaba sus venas. Rod estaba a nada de volverse loco.«Compañera,» gruñó su lobo y las fosas nasales de Rod se ampliaron embriagado por el aroma que ella desprendía.Ella era hermosa. Su sonrisa era amplia y brillante. Y... Olía delicioso. Como a galletas recién horneadas y una dulce y caliente taza de chocolate en invierno.«¡Compañera! ¡Compañera!»Rod nunca había oído a Koa tan exitado. Era como si le hubieran dado demasiados estimulantes a un adulto cachondo y ahora estuviera todo loco al respecto.—Lamento el desorden —Su voz era divertida y dulce—. Me dijeron que no podía ver al alfa sin cita previa, y no tengo el tiempo suficiente para eso.Rod se cruzó de brazos.—¿Y armar un desastre te pareció una buena idea?Ella sonrió
Manada Luna Plateada. Moon Valley: Rod Morwood resopló con fuerza. Oh, él estaba un poco molesto. No, borra eso. Él estaba muy molesto al respecto. Su cabeza era un hervidero lleno de un montón de ideas y todas iban en una dirección muy sangrienta. «Me gusta. Tú déjame salir y yo les muerdo el culo» La voz de su lobo era divertida. Si el maldito pudiera sonreír, lo estaría haciendo. Rod sonrió, esa idea no sonaba nada mal. No era como si esos imbéciles no le estuvieran dando los suficientes dolores de cabeza de todos modos. Y con "imbéciles" se refería a un grupo en específico: Los cazadores. Una pena que fuera el alfa y tuviera que pensar con la cabeza fría. —Mi informante confirmó lo dicho por el alfa Kian. Los cazadores atacaron dos manadas al sur del país —dijo Marga, una mujer alta como un poste y delgada como un junco. —Están tomando mayores riesgos —agregó Xion, un hombre viejo y canoso. Un beta que había servido a su padre y ahora a él. Rod se reclinó en la silla. Él
Sangre, tierra y lluvia empapaba la piel del lobo. Las patas se arrastraban por el suelo y de su garganta reverberaba un gruñido. Los ojos brillaban en un verde esmeralda tan profundo como el abismo en que se había convertido la vida de toda la manada. El viento fluía desde el norte, trayendo consigo la lluvia y los truenos que parecían anunciar la guerra. Él lo sabía, que este era el momento exacto por el que tanto había esperado; con el que había soñado día tras día los últimos tres años. Cuando era castigado, soñaba con este momento. Cuando veía a su madre llorar, él soñaba con este momento. Cuando su hermano temblaba de miedo bajo las patas del líder, solo podía soñar con este momento. Ahora, él ya no necesitaba de los sueños y deseos. Él podía hacerlo realidad. Derramar sangre y cobrar cada falta. Darle a su lobo su tan ansiada venganza. «Vamos, cachorro. Tú querías esto,» La voz de Tristán resonó en su cabeza, burlona y maliciosa como todos estos años de dolor y pena, ence
Último capítulo