El deseo del alfa Rod |HDD #1
El deseo del alfa Rod |HDD #1
Por: Escritora Blaque
Prefacio:

Sangre, tierra y lluvia empapaba la piel del lobo. Las patas se arrastraban por el suelo y de su garganta reverberaba un gruñido. Los ojos brillaban en un verde esmeralda tan profundo como el abismo en que se había convertido la vida de toda la manada.

El viento fluía desde el norte, trayendo consigo la lluvia y los truenos que parecían anunciar la guerra. Él lo sabía, que este era el momento exacto por el que tanto había esperado; con el que había soñado día tras día los últimos tres años.

Cuando era castigado, soñaba con este momento.

Cuando veía a su madre llorar, él soñaba con este momento.

Cuando su hermano temblaba de miedo bajo las patas del líder, solo podía soñar con este momento.

Ahora, él ya no necesitaba de los sueños y deseos. Él podía hacerlo realidad. Derramar sangre y cobrar cada falta. Darle a su lobo su tan ansiada venganza.

«Vamos, cachorro. Tú querías esto,» La voz de Tristán resonó en su cabeza, burlona y maliciosa como todos estos años de dolor y pena, encendiendo sus venas, enfureciendo un poco más a su lado primal. «¿Quieres ser el alfa? Mátame.»

Él estaba herido, sangrante y cansado. Y sin embargo, no se rindió ni por un segundo. Corrió, saltó sobre el lobo grande y mordió con fuerza. Él apenas era una cosita pequeña y débil al lado de un cabiaformas adulto.

Los árboles cantaban y eran los fieles testigos. La lluvia caía cada vez más fuerte en Moon Valley. El lugar apestaba a miedo, admiración y pena mientras todos veían como un cachorro alfa estaba luchando por toda una manada.

—Rod —el susurró lastimero de su madre llegó a sus oídos. Ella permanecía a un lado, con el cuerpo flaco y tembloroso de su hermano menor entre los brazos.

Rod fue lanzado al suelo y arrastrado sobre la tierra, su pata masticada dejaba un camino de sangre entre el barro. Entonces, lo vio: su hermano alzó la mirada, pero no hacía él, sino a Tristán. Una mirada llena odio y repulsión; con la idea de que si Rod no lo mataba, él definitivamente lo haría.

—Rod.

Rod respiró a través del dolor, gimiendo y tomando fuerzas para estar en pie. Tambaleándose y apenas logrando no aullar de agonía.

«No me dejes, por favor,»susurró a su lobo y el animal exhaló con los colmillos fuera. Rod miró a Tristán pavonearse con orgullo.«Por favor»

«¿Estás listo para darme el control?,» preguntó el lobo. La voz era oscura y baja, animal y primitiva. Rod no había querido hacerlo, aunque Koa había insistido en hacerse cargo. Rod tenía miedo de no poder reparar lo que hiciera su lobo si desataba toda su furia. Pero él fue tonto, su corazón humano aunque con odio, no podría completar la tarea por sí mismo.

«Tú ganas, Koa,» Rod asintió lentamente, retrocediendo lejos bajo la atenta mirada de un orgulloso Tristán. Cerrando los ojos y con la decisión vibrando en todo su cuerpo, Rod cedió el control.

El ambiente cambió, el tiempo se detuvo por un segundo y un gruñido feroz retumbó desde el estomago del animal. No era igual que antes y todos lo captaron. Algunos temblaron al ver al lobo caminar, al ver los ojos verdes más brillantes que nunca y con cierta locura emanando de ellos. El lobo castaño lo sintió, esa era la fuerza de un alfa que estaba listo para matar.

Tristán corrió hacia él, y Koa se colocó en posición de ataque. Esperando el momento exacto, Koa se lanzó a la batalla. Koa salto por encima de Tristán y lo hirió en el lomo con las garras. El cachorro no perdió tiempo. Sediento y decidido, embistió y mordió una vez más, profundo y con fuerza, sin dar pie a soltar ni por un segundo.

Tristán se sacudió y Koa se subió en su lomo. Mordió y sacudió, dejando fluir la sangre y volviendo al lobo más grande cada vez un poco más lento. Incluso cuando Tristán cayó al suelo, el lobo negro no lo dejó ir, desgarrando su cuello, dejándolo ahogarse entre su propia sangre, perdiendo lentamente la vida mientras él se daba un festín.

Con una última sacudía, Koa miró al cielo y aulló con fuerza. Todo Moon Valley, debía saberlo.

Él, Rod Morwood era el nuevo alfa.

Koa se retiró y Rod volvió al mando. El cuerpo pálido, delgado y joven del humano cayó al suelo.

—Rod —La felicidad de su madre se empañaba con preocupación. Aún así, no dejó de sonreír. La mujer lo abrazó y besó en la frente con cariño—. Está bien, cachorro. Lo lograste, ya puedes descansar.

«Lo hicimos,»gruñó Koa.

Rod abrió los ojos y miró al cielo con una sonrisa en los labios.

«Lo hicimos»

Él era el nuevo alfa.

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