Capítulo 10: Pequeños momentos.
Tener a Rod caminando por la cocina en una apretada camiseta en la mañana era algo digno de admirar. El tipo estaba como quería, todo caliente y sexy como el infierno.
Así que cuando el lobo terminó de servir dos tazas de café y regresó a su lado en el sofá, Imara se quedó un poco tonta y con el corazón latiendo un poco más rápido. Algo que él no pasó por alto, porque el maldito sonrió feliz como un niño.
Sí, le atraía su destino. Más que eso, le gustaba un poco. Digamos que a pesar de las circunstancias ella podría estar aceptando que no fue mala idea hacerle caso a su magia. Ahora estaba tranquila, lejos de los problemas y con Issac a salvo.
Por primera vez en mucho tiempo podría concentrarse en otra cosa que no fuera estar huyendo y eso era algo por lo que no se quejaría. Además...
Imara miró las manos de Rod alrededor de la taza, toda cálidas y grandes. Él hombre sabía tocar. No habían hecho mucho, pero sí lo suficiente para tenerla caliente en todos los lugares correctos.
—¿Dónde