Mundo ficciónIniciar sesión—Imara Selwyn, ¿verdad —Como si pudiera olvidarlo de todas formas. Ella asintió—. ¿Qué eres y qué haces aquí?
—Vengo del sur y soy una bruja elemental. Los cazadores destruyeron mi hogar hace cerca de un mes. «¿Los cazadores?» preguntó Koa. Rod estaba tan sorprendido como él. ¿Desde cuándo iban por las comunidades mágicas? —Tú no eres de los nuestros —rebatió Brad olfateado alrededor—. Los cazadores sólo van a por cambiaformas. —Ya no es así, chico —Imara olía a molestia y cansancio—. Las comunidades mágicas también han sido saqueadas y ellos se han modernizado y mejorado su estrategia. Saben lo que hacen y no están jugando ni un poco. —¿Fuiste herida? —La preocupación de Rod era genuina y su lobo levantó la cabeza esperando una respuesta. —No —respondió—. Logré escapar y venir aquí. —¿Por qué esperaste todo un mes? —Necesitaba estar segura de que no era perseguida —Imara se encogió de hombros—. Debía arreglar un par de cosas antes de venir aquí. —¿Y qué buscas exactamente en Moon Valley? —preguntó Rod. Imara sonrió y de la nada solo eran ellos dos en su propio mundo. Ella se acercó lentamente y puede que Brad y Marga gruñeran al fondo, pero Rod estaba demasiado feliz ignorando al par. Ella estaba tan cerca que sus narices podrían tocarse. Inclinada como un depredador listo para jugar, con una mano el borde de la silla donde estaba sentado y esos ojos dorados devorando su alma. —No es como si no lo supieras, alfa Rod... La razón por la que estoy aquí —susurró y Rod tragó en seco. M****a, su piel estaba vibrando. El cabello caían sobre los hombros y él quería enredarlos en sus dedos y acercarla en un beso. «Hazlo,» rogó su lobo. Desesperado. Rod negó. Ella estaba jugando y él, aunque deseoso, esperaría por ello. No es como si ella fuera a irse de todas formas. —Tú me llamaste, Rod Morwood. Rod se lamió los labios. —¿Lo hice? —En tus sueños. Imara se inclinó un poco más y Rod alzó el mentón. Eran solo ellos dos y la excitación en el aire. Rod podía sentirla, esa necesidad y atracción mutua. —Me has visto en ellos una y otra vez. Deseando que esté a tu lado mientras llamas mi nombre. Rod se quedó quieto, pensando. La mirada de Imara era divertida y... Oh, mis dioses: Sus ojos. Eran sus ojos. —Brad. Marga —llamó sin despegar la mirada de Imara—. Fuera. Ahora. Marga y Brad no lo pensaron dos veces para correr lejos. Ver a su alfa coquetear y oler a lobo caliente no era su actividad favorita. —Sabía que había visto esos ojos en algún lugar. Imara rio divertida, enderezándose. —Tu lobo lo hizo —ella ladeó el rostro—. Koa es un cachorro grande que sabe lo quiere. La mirada de Rod se oscureció un poco. El alfa se levantó y acercó a Imara, con un tinte oscuro llenando el ambiente. —Mi lobo hace lo que yo diga. E Imara no retrocedió, ella se acercó tanto que no pasaba aire entre sus cuerpos. La diferencia de estatura era cuando menos, adorable y Rod la estaba disfrutando de lo lindo. Pero su mujer—porque maldita sea que lo era—no retrocedió. Ella alzó la cabeza y dejó los labios cerca de los suyos. —Y ambos quieren saltarme encima, ¿verdad? —sonrió—. Estoy aquí porque necesito proteger a alguien. Si me aceptas y prometes darme lo que necesito... me entregaré a ti. Rod ladeó el rostro y respiró en su mejilla. Él pasó la nariz sobre el cachete de Imara y colocó las manos en sus caderas. Dios mío, se sentía tan bien. Ella no se resistió, incluso cuando la atrapó entre sus brazos y gruñó en su cuello. —No es como si tuvieras elección, cariño —Rod la miró a los ojos—. Mi lobo y yo te reconocimos. Eres mía hasta que la Diosa decida que es tiempo de partir. —Te equivocas, alfa —Rod frunció el ceño—. Soy una bruja y aunque reconozco a mi "Destino", difícilmente moriré si no lo tengo. Imara alzó una mano y acarició el rostro de Rod, sus labios dejaron un toque suave en la mejilla del alfa. Ahí donde una barba perfecta cubría la piel. —Pero lo quiero, Rod. Mucho. Y eso fue suficiente. Rod no lo pensó y solo actuó. Tomó los labios de Imara y los devoró. El sabor era dulce, cálido y bueno. Tan bueno que necesitaba más. Ella dejó caer los brazos en su cuello, Rod le apretó la cintura y ambos simplemente bebieron del otro. Era un beso, un simple beso que puso a aullar a su lobo y envió corrientes por todo su cuerpo. Rod gruñó perdido y ella gimió en su boca, como si también fuera demasiado. Como si no pudiera controlarse. —Me estoy volviendo loco —susurró en su boca, alejándose solo un poco para mirarla a los ojos—. ¿Eso es lo único que quieres? ¿Protección? —Sí. Es todo lo que necesito. Una bruja solitaria no dura lo suficiente allá afuera. Rod asintió, acariciando su mejilla. Tendría que hablar con su consejo. Una bruja del sur que perdió a su familia era algo nuevo. «Pero es mía,» pensó Rod mirando los ojos dorados. «Ella es mía y tendrán que aceptarla» —¿Me darás tu protección? —Eres mía. Imara negó. —No es eso lo que estoy preguntando. Tengo mucho que perder aquí. Estoy saltando al vacío y aún así confiando. Rod tomó el rostro de Imara entre sus manos y la acercó, un cálido roce de labios que los hizo vibrar. —Te he esperado por mucho tiempo. Imara asintió. —Sé cómo se siente. Rod sonrió. Él beso su mejilla y escondió el rostro en su cuello. Se sentía bien saber que era mutuo. —Te deseo tanto. Estás volviendo loco a mi lobo. —Mi magia me trajo hacia a ti. No soy indiferente, Rod. Rod la miró a los ojos. Solo ellos y su burbuja. —Imara —El nombre en su boca se sentía bien. Ella sonrió. —¿Sí? Rod no necesitó más. Él la beso y ella correspondió con la misma intensidad. —Hueles a todo lo que me gusta. —Eso es bueno, ¿no? Rod asintió, estaba extrañamente feliz. —Más que bueno. —Alfa. Rod gruñó, apretó a Imara entre sus brazos y maldijo. Él estaba repentinamente muy molesto. —Ahora no, Brad. Su hermano no retrocedió en la puerta. —Es importante. Ella rio y besó la mejilla de Rod. —Está bien. Ya debo irme. —No —el gruñido fue automático y profundo. Pero Imara solo alzó una ceja y se alejó como si Rod no fuera cien kilos de puro músculo. —Necesito buscar a alguien. —No puedes irte. Pero Imara lo besó una vez más y Rod se olvidó de todo. —Volveré. Es una promesa. Y ella se fue. Salió por la puerta y asintió en dirección a Brad, dejando a Rod ahí, en medio de la sala. Cuándo el alfa logró moverse e ir tras ella. Imara había desaparecido justo como había llegado. Sin que nadie lo esperara.






