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Capítulo 1: Los problemas de Rod.

Manada Luna Plateada.

Moon Valley:

Rod Morwood resopló con fuerza. Oh, él estaba un poco molesto. No, borra eso. Él estaba muy molesto al respecto.

Su cabeza era un hervidero lleno de un montón de ideas y todas iban en una dirección muy sangrienta.

«Me gusta. Tú déjame salir y yo les muerdo el culo» La voz de su lobo era divertida. Si el maldito pudiera sonreír, lo estaría haciendo.

Rod sonrió, esa idea no sonaba nada mal. No era como si esos imbéciles no le estuvieran dando los suficientes dolores de cabeza de todos modos.

Y con "imbéciles" se refería a un grupo en específico: Los cazadores.

Una pena que fuera el alfa y tuviera que pensar con la cabeza fría.

—Mi informante confirmó lo dicho por el alfa Kian. Los cazadores atacaron dos manadas al sur del país —dijo Marga, una mujer alta como un poste y delgada como un junco.

—Están tomando mayores riesgos —agregó Xion, un hombre viejo y canoso. Un beta que había servido a su padre y ahora a él. Rod se reclinó en la silla. Él cruzó los brazos y escuchó atentamente—. Su confianza ha aumentado.

—No, no lo ha hecho —negó. Estaba cansado, necesitaba dormir o algo. Últimamente le resultaba difícil—. Van por manadas pequeñas, donde la mayoría son omegas y los líderes demasiado viejos para siquiera pensar en pelear.

Rod miró a los presentes, una sonrisa molesta tiraba de sus labios.

—Son unos hijos de puta, y eso es todo lo que diré al respecto.

—Esos hijos de puta están cazando a nuestra gente.

—Lo sé, Brad. Tengo oídos... —Su hermano pequeño había crecido, ya no era una cosita flaca y pequeña—.Y no haremos nada al respecto. No por ahora.

—El alfa tiene razón. No podemos ir por ahí buscando pelea a lo estúpido —dijo Xion y su hermano lo miró como si su presencia fuera una blasfemia.

El lobo viejo no se inmutó. Para Xion, Brad era como un cachorro que hace rabietas por cualquier cosa.

Para Rod también, de vez en cuando.

—Si no hacemos algo los próximos seremos nosotros.

—Siempre que tengan las ganas de recorrer el país. Y para entonces, los estrenos esperando.

Rod se inclinó en la mesa y Brad apretó la mandíbula con molestia. El chico tenía demasiado odio en su corazón a estas alturas de todas formas.

—No somos una de las manadas más poderosas en vano, Brad. Me niego a aterrorizar a nuestra gente por algo que no está ni un poco cerca todavía.

Este fue el turno de Brad para pegarse al espaldar de la silla. Sus hombros cayeron.

—Está bien —No, no lo estaba, Rod podía saberlo por su tono de voz—. Tú eres el alfa.

—Y tú, mi beta —Su mirada no cayó, pero sus ojos se volvieron un poco verdes y brillantes—. Siempre te escucharé, pero la última palabra me pertenece.

—Además, tenemos cosas más urgentes que atender —intervino Marga—. Finalmente hay un cambiaformas en el senado. El señor Márquez quiere saber si cuenta con su respaldo, alfa.

—¿Para hacer de nuestra gente un circo? No gracias —Rod apenas podía soportar oír el nombre del tipo—. Exponernos ya fue lo suficiente malo. Los humanos odian todo lo que no entienden o les parece demasiado diferente. Incluidos nosotros.

—No todos —La voz pertenecía a Devan.

Él era un mestizo, hijo de un antiguo miembro con una humana. Líder de los asesinos de la manada y un tipo duro. Todo piel oscura, rizos y ojos verdes.

—Algunos luchan por nuestra integración y justa representación sociopolítica. Márquez es prueba de eso.

Rod no estaba convencido en absoluto. Él tipo no era de su agrado y punto. Además...

—Es un gato —Rod vio a Koa asentir en su mente. A él también le disgustaban esos mininos pretenciosos—. No confío en los gatos.

—Alfa, por favor —Marga rodó los ojos como si Rod estuviera siendo demasiado estúpido al respecto—. Es un buen hombre.

Él se encogió de hombros.

—Es un gato.

—Y yo una loba. Gran cosa.

Rod sabía que el hombre se esforzaba. Gato o no, se partía el culo intentando que la vida para los cambiaformas que quisieran convivir con los humanos tuvieran su cuota de respaldo.

Pero la Diosa lo perdone.

El hombre no termina de gustarle. Y de todas formas, ¿Por qué le importa tanto todo eso de la convivencia con los humanos?

—Alfa, tenemos problemas.

El chico era joven, cabello castaño y ojos miles. Estaba jadeando y Rod creía que debía comer un poco más. Aún así, no lo dijo.

Rod sólo gimió de pura angustia. Maldita sea. Un día, un día de tranquilidad, no pedía mucho.

—Saca sus culos fuera.

—Sí... bueno —El chico tragó en seco. Rod frunció en ceño—. No creo que sea tan fácil.

—Sé claro, cachorro.

—Es una mujer —Él movió la cabeza como si no supiera qué hacer con sí mismo—. Ella pide verlo.

—¿Desde cuándo las personas exigen verme? —Rod miró a todo el grupo como si de la nada todo el mundo se hubiera vuelto loco—. De todas formas, ¿cómo pasó el punto de control?

—No lo sé, solo apareció y se volvió loca —Una sonrisa nerviosa llenó los labios del chico—. Ella está jugando con Mika.

La cara de todos se volvió un poema. Oh bueno, eso era interesante.

Rod se levantó con la curiosidad mordiendo sus venas, él se acercó a la ventana y miró a través de las cortinas de madera.

Afuera, el sol brillaba y el día estaba tan animado como de costumbre, nada extraño en el radar. Bueno, tanto como podría ver a uno de tus ejecutores flotando en el aire, rebotando como una maldita pelota de pingpong y los niños gritando alrededor como locos.

—¿Qué carajos?

Rod no lo pensó demasiado, él se abrió paso más allá de la puerta. Cien kilos de puro músculos repartidos en casi dos metros de altura. Su lobo estaba extrañamente emocionado, no como en plan: "Quiero sangre". Sino más bien: "Esto es interesante"

—¿Te diviertes? —gruñó en alto y el silencio fue automático. Los niños callaron y todos miraron en su dirección.

Frente a sus ojos una mujer de piel cálida permanecía de espaldas. Una mata de cabello ondulado, largo y castaño oscuro caía por toda su espalda, y con una mano en alto parecía la culpable del tormento de Mika.

La mujer giró, lento y cuidadoso, como una bailarina que ensaya su próximo gran movimiento célebre. Entonces, el golpe llegó desde todos lados, un choque de ojos dorados que le quemó el pecho y lo hizo salivar.

Oh, por la Luna. Rod estaba en muchos, muchos problemas.

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