Capítulo 9: Besos y relámpagos.
Rod volvió a casa con el caer de la tarde, con las copas de los árboles bailando al compás del viento y los niños regresando a casa después de un largo día.
Así que subió las escaleras y se detuvo en la entrada de su cabaña, donde podía observar a Imara a través de los cristales tomando lo que parecía ser algo delicioso sentada en una de las sillas de la encimera.
Llevaba el cabello recogido y cualquier herida parecía cosa del pasado, no había nada en ella que te hiciera pensar que hace apenas un suspiro de tiempo estuvo luchando por su vida en el hospital.
«Pero ahora está a salvo. Con nosotros » dijo Koa y Rod asintió.
—Sí, ahora está a salvo —susurró, sin apartar la mirada, abriendo la puerta y entrando en la cabaña.
El salón principal estaba iluminado por los reflejos cálidos provenientes del sur, dándole un toque hogareño y cálido a la instancia. Rod no pudo evitar pensar en que hace mucho tiempo no tenía a alguien esperándolo en casa.
Él era un lobo con necesidades que sabía cui