Lina siempre ha llevado una vida tranquila, ajena a los secretos oscuros de su familia. Sin embargo, al cumplir 18 años, descubre la aterradora verdad: su destino está atado al de Kian, el Alfa de una antigua manada de hombres lobo. La conexión entre ellos es inevitable, pero Lina no está dispuesta a ceder. ¿Cómo podría aceptar ser la mate de alguien tan distante y marcado por el dolor? Kian, el líder de la manada, ha vivido toda su vida luchando contra su propio corazón. La atracción hacia Lina es innegable, pero su miedo a repetir los errores del pasado lo mantiene alejado. Ambos se ven atrapados en un lazo predestinado, uno que ni el tiempo ni la voluntad pueden romper. Cuando la manada se ve amenazada por antiguos enemigos y traiciones internas, Lina y Kian deberán enfrentarse a sus propios miedos y al destino que se les impone. Mientras sus sentimientos se intensifican, los secretos familiares de Lina y el peligro acechante pondrán a prueba la fuerza de su vínculo. En un mundo donde el amor y el poder se entrelazan, Lina tendrá que decidir si acepta su destino con Kian, o lucha por la libertad que siempre ha deseado. Pero, ¿puede el amor sobrevivir a los sacrificios que el destino les exige?
Leer másEl viento soplaba fuerte fuera de la mansión, como si también quisiera revelar secretos ocultos. Lina caminaba por los pasillos oscuros, su mente llena de preguntas y temores que la hacían sentirse más atrapada que nunca. A lo lejos, las sombras de los árboles se movían bajo la luna, pero su mente no podía apartarse de lo que había descubierto.Era una tarde silenciosa, y Lina había estado investigando en el antiguo despacho de su madre. Había encontrado varios documentos ocultos en un viejo cajón, cartas desgastadas por el tiempo, y una serie de notas escritas en un cuaderno viejo. Las palabras de su madre se alzaban como ecos en su cabeza: "Nunca confíes completamente en la manada. No todo lo que parece ser protección es en realidad seguridad."—¿Qué querías decir con eso, mamá? —murmuró Lina, sus dedos tocando las cartas como si esperaran darle una respuesta. En una de las cartas, había una mención de una traición dentro de la manada, algo que había terminado con la desaparición de
La noche había caído como un manto oscuro sobre la mansión. Los cielos estaban cubiertos de nubes grises, y el viento comenzaba a aullar entre los árboles. Lina no podía evitar sentir que algo en el aire estaba fuera de lugar, una tensión palpable que parecía filtrarse en cada rincón del territorio. Todo estaba demasiado quieto, demasiado pesado. Algo se avecinaba.Lina se encontraba en la cocina, absorta en sus pensamientos, cuando de repente el sonido de un fuerte rugido resonó en la distancia. Su corazón dio un vuelco, y sus sentidos se agudizaron al instante. No era un rugido común. Era el rugido de un lobo, pero no el de los suyos. Algo no estaba bien.—¡Lina! —La voz de su tío, Erick, la alcanzó desde el pasillo. Se veía pálido, preocupado—. Ve a tu habitación, ahora.Lina no necesitaba más palabras. El pánico comenzó a recorrer sus venas mientras corría hacia el pasillo. A lo lejos, los primeros sonidos de lucha llegaron a sus oídos: gruñidos, el crujir de ramas rotas, y los la
El sol había comenzado a esconderse detrás de las montañas, tiñendo el cielo de un naranja profundo que casi parecía fuego. Lina caminaba por el largo pasillo de la mansión, su mente atrapada en un torbellino de pensamientos que no podía calmar. La conexión con Kian se sentía cada vez más fuerte, algo que la aterraba profundamente. Cada vez que pensaba en él, una extraña presión la envolvía, como si algo la estuviera jalando hacia su destino. Y lo peor de todo, no podía evitarlo. Esa conexión era real. Estaba más allá de su control, y eso la hacía sentirse vulnerable.—Esto no está bien… —se murmuró a sí misma mientras pasaba una mano por su cabello, intentando despejarse. Pero el murmullo de su mente seguía ahí, persistente, como si alguien la estuviera llamando constantemente.Al principio, pensó que era solo una alucinación o algún tipo de trastorno producto del estrés. Pero no lo era. Los susurros, las voces… todo la conectaba con él. Con Kian. Cada vez que él se acercaba, los sus
Lina se encontraba sentada en el asiento del coche, mirando a través de la ventana mientras el paisaje se deslizaba lentamente hacia atrás. Las colinas verdes y los árboles altos se estiraban a su alrededor, pero nada de eso lograba calmar el torbellino que sentía en su interior. Había dejado atrás su vida tranquila en la ciudad, una vida que ahora parecía un recuerdo distante, una vida que ya no pertenecía a la Lina que estaba viendo pasar el mundo por la ventana. A su lado, su padre iba al volante, y aunque no decía nada, podía sentir la tensión en su postura, la misma que había estado presente desde que le reveló la verdad sobre su linaje.La noticia sobre su familia, sobre su destino, aún era difícil de procesar. ¿Hombres lobo? ¿Ella, una descendiente de una antigua manada? Cada vez que intentaba asimilarlo, una nueva ola de preguntas surgía. Pero lo que más la confundía era la sensación extraña que tenía de que algo dentro de ella estaba a punto de despertarse. Algo que no podía
Lina siempre había sentido que su vida estaba demasiado bien estructurada, casi como una rutina repetitiva. Tenía 18 años, vivía en una ciudad tranquila al norte de Italia, y sus días se pasaban entre la escuela y los cafés con amigos. No había grandes sorpresas ni cambios, nada que alterara su tranquilidad. Pero en lo profundo de su ser, sentía una inquietud que no lograba explicar, como si algo estuviera esperando a manifestarse.Era una noche más de insomnio, una de esas que parecían interminables, donde la quietud del ambiente era opresiva. La luna llena iluminaba débilmente la habitación de Lina, lanzando sombras largas sobre las paredes. Su mente no dejaba de darle vueltas a las pequeñas cosas: las responsabilidades que se venían con la mayoría de edad, la universidad, y la creciente sensación de que su vida era demasiado... común.Se giró en la cama, mirando el reloj digital en la mesita de noche: las 3:14 a.m. Sus ojos se entrecerraron, intentando dormir, pero algo no la dejab