Lina siempre ha llevado una vida tranquila, ajena a los secretos oscuros de su familia. Sin embargo, al cumplir 18 años, descubre la aterradora verdad: su destino está atado al de Kian, el Alfa de una antigua manada de hombres lobo. La conexión entre ellos es inevitable, pero Lina no está dispuesta a ceder. ¿Cómo podría aceptar ser la mate de alguien tan distante y marcado por el dolor? Kian, el líder de la manada, ha vivido toda su vida luchando contra su propio corazón. La atracción hacia Lina es innegable, pero su miedo a repetir los errores del pasado lo mantiene alejado. Ambos se ven atrapados en un lazo predestinado, uno que ni el tiempo ni la voluntad pueden romper. Cuando la manada se ve amenazada por antiguos enemigos y traiciones internas, Lina y Kian deberán enfrentarse a sus propios miedos y al destino que se les impone. Mientras sus sentimientos se intensifican, los secretos familiares de Lina y el peligro acechante pondrán a prueba la fuerza de su vínculo. En un mundo donde el amor y el poder se entrelazan, Lina tendrá que decidir si acepta su destino con Kian, o lucha por la libertad que siempre ha deseado. Pero, ¿puede el amor sobrevivir a los sacrificios que el destino les exige?
Leer másKIANHa pasado mucho tiempo desde aquellas noches de fuego y sombra, desde el día en que la luna pareció detenerse para observar nuestra lucha. Ahora, mis pasos son más lentos, mi cuerpo lleva las marcas de los años y las batallas. Pero en el corazón, el recuerdo de Lina arde con la misma intensidad que aquella primera llama.Hoy me encuentro frente a un grupo de jóvenes, sus ojos llenos de curiosidad y esperanza, mientras el viento mece suavemente las hojas del árbol que planté en el lugar donde Lina decidió sacrificarse. Es un roble robusto, cuyas ramas parecen rozar el cielo, y bajo su sombra he reunido a esta nueva generación para contarles la historia que nunca debe olvidarse.—Escuchen bien —comienzo, mi voz firme pero cargada de emoción—. Esta es la historia de una mujer que no se rindió ante la oscuridad, que enfrentó su destino con coraje y amor. Ella era Lina, la loba que encendió la luna.Los jóvenes se miran entre sí, algunos con ojos brillantes, otros con cejas arqueadas,
La habitación estaba en silencio, salvo por la respiración tranquila de Kian, que parecía ajeno a la tormenta que se desataba en mi interior. Lo observé dormir, con el pecho subiendo y bajando, como si el mundo fuera simple y seguro, como antes.Mis dedos rozaron su mejilla suavemente, un contacto ligero que quemaba más que mil llamas. ¿Cómo decirle adiós cuando las palabras se me atoraban en la garganta? ¿Cómo explicarle que esta vez no había vuelta atrás?La oscuridad de la noche se colaba por la ventana, mezclándose con la débil luz de la luna. Sentí el frío envolverme, como un presagio. Aun así, en mi pecho ardía una llama que no podía apagar.Me levanté sin hacer ruido, mis pasos eran ecos en el suelo frío. Cada paso me acercaba al destino que había elegido, a ese altar donde el ritual final nos esperaba.No hubo lugar para dudas. Sabía que mi alma sería el sello, el sacrificio que encerraría para siempre a Elarian, deteniendo su caos. Pero también sabía que partiría con ella, de
El rugido de las trompetas rompió la quietud de la noche como un grito desgarrador. Desde el horizonte oscuro, miles de figuras emergían, sombras afiladas que avanzaban con la ferocidad de la tormenta. Las tropas de Elarian estaban aquí. La última guerra había comenzado.No había lugar para el miedo, solo para la determinación. Mi pecho ardía con un fuego que nunca antes había sentido, un fuego lunar que quemaba con intensidad y claridad, guiándome. Kian estaba a mi lado, su mirada clavada en el enemigo, su postura firme y desafiante, un verdadero líder nacido en medio del caos.—¡Por el amanecer! —su voz resonó como un trueno, despertando a los que dudaban—. No dejaremos que Elarian conquiste lo que amamos.Sentí el latido de su corazón en mi cuerpo, la fuerza que irradiaba. Y supe que juntos éramos invencibles.El campo de batalla se abrió ante nosotros, un abismo donde la luz y la sombra luchaban por el dominio. Me concentré en mi fuego interior, dejándolo fluir, como una llama sag
El aire estaba cargado, esa clase de tensión que se siente cuando el mundo se detiene y te das cuenta de que todo está a punto de explotar. Los portales, esas puertas místicas que mantenían a Elarian encadenado, comenzaron a tambalearse, colapsando uno a uno con un sonido que retumbaba en mis entrañas. Era como si la tierra misma estuviera gimiendo, avisándonos que el final estaba más cerca de lo que pensábamos.Los Ancianos, esas figuras solemnes que parecían extraídas de otra era, se reunieron a mi alrededor en el centro del círculo sagrado. Sus miradas se posaron sobre mí con un peso imposible de ignorar. Yo era la elegida, la líder de ese ritual final que podía o salvarnos o condenarnos a todos.—Lina —dijo el Anciano más viejo, con una voz profunda que parecía resonar en mi alma—. Solo tú puedes cerrar el último portal y sellar a Elarian para siempre.Sentí el peso de sus palabras como una cadena invisible que me anclaba al destino que me habían impuesto.—¿Y cómo? —pregunté con
Volver a casa nunca había sido tan amargo y dulce al mismo tiempo. Cruzar el umbral de nuestro refugio y encontrar a Kian allí, desplomado contra la pared, con la respiración agitada y las manos manchadas de tierra y sangre, fue como recibir un golpe directo al pecho. Su piel pálida contrastaba con esos ojos que, a pesar de todo, brillaban con un fuego que parecía negarse a apagarse.—Lina... —su voz fue un susurro roto, como si cada palabra le costara un esfuerzo enorme—. Estuve a punto de perderte. Casi muero buscándote.La culpa se me clavó en el estómago como un puñal. “¿Qué clase de egoísta soy para poner a Kian en ese peligro?”, pensé con un nudo que apretaba mi garganta.Pero antes de que pudiera acercarme, él se levantó con dificultad y, con un tono seco, casi acusador, dijo:—¿Sabes cuánto te busqué? ¿Sabes cuánto sufrí pensando que… no volverías?Sentí el peso de sus palabras caer sobre mí, y por primera vez en días, la coraza que había levantado para protegerme se resquebra
La emboscada no fue una sorpresa. Tenía la piel acostumbrada a la paranoia, y el instinto, afilado como una daga, me alertó demasiado tarde. El aire a mi alrededor se espesó, como si la misma oscuridad se acercara a devorarme. En un abrir y cerrar de ojos, sentí cómo fuerzas invisibles me arrastraban hacia un lugar que no era este mundo. El frío se filtró hasta los huesos y, cuando por fin abrí los ojos, me encontré encerrada en un plano oscuro, un vacío que no era vacío.Las sombras no solo eran oscuridad; eran una presencia, casi tangible, que susurraba mis dudas y mis miedos. Allí, en ese abismo sin forma ni tiempo, la única luz venía de mi propia respiración entrecortada.Intenté moverme, pero era como si una prisión invisible me sujetara. La desesperación comenzó a corroerme las entrañas mientras la voz —su voz— resonaba en mi cabeza, tan suave y letal como un veneno que se infiltra lentamente.—Bienvenida, Lina —susurró la oscuridad—. Aquí no hay más que tú y tu verdad.Y entonc
Último capítulo