Tron es un alfa poderoso, cruel y egoísta. Su sed de venganza lo ha llevado a cometer actos de maldad e injusticia que ha escandalizado a otras manadas; sin embargo, ninguno se atreve a oponerse a su forma de proceder, debido a que le temen. No obstante, el alfa Claudio, de la manada Fuerza de bronce, es el único que se ha levantado en su contra de manera directa y con quien ha librado varias batallas, siendo la manada del alfa Tron y la de Claudio enemigos a muerte. Un día de celo lo hace sucumbir en el deseo que una omega esclava le despierta, quien a su vez es su compañera destinada; sin embargo, él nunca convertiría en su luna a alguien tan insignificante como ella. La maldad a su alrededor, el orgullo y la sed de venganza que nunca ha saciado, son el obstáculo entre él y su mate, quien tiene que huir para salvar su vida. Lo que el alfa no sabe, es que en el vientre de aquella omega se desarrolla su hijo, el fruto de una pasión que para él es prohibida. El alfa Claudio acoge a Otsana, la omega que está embaraza del alfa Tron; de quien se enamora y quien será la pieza clave para la destrucción de aquel alfa prepotente, a quien tanto odia. ¿Se hará Otsana partícipe de aquella venganza? ¿Se olvidará ella del lazo que la une al alfa Tron y del amor que nunca fue correspondido?
Leer más«¿En qué estaba pensando cuando me acerqué al área del alfa?», piensa con nerviosismo y temor.
No le conviene acercarse tanto porque solo es una esclava más, una repugnante omega que fue traída a esa manada para servir y ser explotada.
—Pero no pude evitarlo. Ese olor es muy atrayente —musita entre dientes cuando es confrontada por la cordura.
No lo entiende, ¿por qué el aroma a tierra mojada y perfume amaderado la atrajo tanto, al punto de terminar en esa área peligrosa?
Ese es el tercer día de su celo, razón por la que su madre le aconsejó que estuviera encerrada en casa hasta que este pasara.
Es mejor encontrar a un buen omega esclavo que la marque, a estar expuesta a los betas de aquella manada.
En situaciones normales, encontrar a un beta que desee convertirla en su esposa sería la mejor de las decisiones; sin embargo, para los esclavos no existe esa posibilidad, puesto que ellos son el motivo del odio y la burla de aquella manada.
—¿Quién es? —La voz imponente del alfa resuena en el bosque, lo que la paraliza al instante.
«Estoy perdida», piensa angustiada.
Desea moverse y huir, pero ese perfume la detiene y el deseo de su cuerpo toma el control.
—Rosas silvestres... —pronuncia él.
Ella, como si le fuera concedida la voluntad de escapar, empieza a correr de nuevo.
No puede creer lo irresponsable que fue al acercarse al campamento de entrenamiento del mismo alfa, todo porque le atrajo aquel exquisito olor.
—¿Quién osa escapar del alfa? —gruñe mientras su boca emana más saliva de lo común.
Odia el celo y lo vulnerable que se encuentra cada seis meses por todo un día.
Solo espera que, quien emana aquel dulce aroma, sea una loba digna de pasar un rato con él.
—Aquí estás, pequeña —dice airoso mientras se le pone en frente a la joven que huía.
—¡Tenga piedad, alfa! —exclama ella, al saberse descubierta.
La joven cae de rodillas y llora por su vida.
—¿Piedad? Te gustará lo que haremos, pequeña. Espera... —La detalla mejor.
Ella tiene la piel más oscura que él y su cuerpo es diminuto y delgado, pero lo que lo hace dudar y lo pone a la defensiva, es que ella posee la marca de la manada rayo dorado en el antebrazo.
Ella es el enemigo.
«Maldición...», piensa desconcertado.
"¡Mate!", grita su lobo con euforia, deseoso por calmar su celo con su pareja destinada.
—No me quite la vida, por favor... —solloza ella.
Él se le acerca en silencio, asombrado aún por la burla del destino.
—¿Cómo te atreves a ser mi compañera destinada? Yo soy el alfa más poderoso del continente de los lobos, el más temido y deseado. En cambio, tú eres una omega asquerosa de esa manada. ¡Una puta esclava!
—Aceptaré su rechazo, alfa, pero tenga piedad de mí —ruega entre llantos.
Él agranda los ojos al escucharla.
«¿Qué acaba de decir esta inmunda mujer? ¿Para ella su repugnante vida es más importante que el vínculo que nos une?», piensa aturdido y con el ego destrozado.
Él la agarra por el cabello y la levanta para encararla; sin embargo, un punzón doloroso le atraviesa el corazón cuando descubre aquel rostro inocente y lleno de pureza.
Esos ojos parecidos a la miel, la simetría perfecta de aquel rostro, que no reconoce, y los labios más lindos y sensuales que haya visto jamás.
La odia.
Nunca se había sentido tan vulnerable hasta ese momento, por eso no la soporta.
—No me haga daño, por favor —ruega con lágrimas en los ojos.
Él la besa.
Su boca fiera se aferra a los labios temblorosos e inexpertos de la chica, quien también sucumbe en la delicia de estos y se deja dominar por el deseo que aquel desconocido le provoca.
En una cabaña, ella es tomada con pasión y delicadeza, creyendo que su pareja destinada ha dejado de lado la barrera de enemistad que los separa, para darle el lugar de luna; sin embargo, ella no podría estar más equivocada.
***
Su cuerpo frágil se encuentra rodeado por una sábana que le da calor y el olor de su amante le transmite mucha calma y alegría.
—¿Qué haces aquí? —Su voz imponente la espanta, entonces ella se levanta del colchón delgado con nerviosismo.
—Creí que debería esperarlo, señor —responde ilusionada—. Quiero saber si ya debo hablar con mi madre acerca de nuestra unión.
Él la mira perplejo ante su insolencia.
—¿Te has vuelto loca, esclava mugrosa? ¿Nuestra unión? ¿Hablar con tu madre? ¿Acaso se te olvida quién soy yo? ¡Sal de mi vista, mugrienta! Tú solo eres una esclava.
Ella se queda atónita ante sus palabras.
—Pero somos mates y usted... —Las lágrimas salen de sus ojos mieles.
—Yo ¿qué? ¿Te follé? Sí, ¿y qué? Solo fue un desahogo porque no había nadie más cerca y tú estabas muy dispuesta. Debes sentirte privilegiada de que yo, el alfa Tron, te haya hecho el favor de desvirgarte.
La chica empieza a sollozar, gracias a las palabras crueles y humillantes de parte de aquel alfa.
Él es su compañero destinado, el hombre que debe amarla y protegerla por encima de todo; sin embargo, la desecha como si fuera una basura sin valor.
«Eso soy, una esclava inservible ante él. ¿Qué esperaba?, se trata del alfa, el hombre que nos odia y nos trata con mano dura», ironiza en sus pensamientos.
Ella se viste rápido y sin mirarlo, puesto que la vergüenza que siente es demasiado grande como para seguir estando delante de él.
Se entregó a un hombre que la odia debido a su origen, se dejó utilizar por un ser despiadado que ni a su mate protege.
Ella le da una última mirada a la mancha roja que tiñe la tela que cubre el colchón, entonces se traga el sollozo que quiere escapar de su boca.
Con el corazón sangrándole y la dignidad perdida, ella se marcha lejos del hombre que la ha humillado, lejos de su compañero destinado.
Sus ojos parpadean varias veces antes de abrirse por completo. La vista aún está borrosa y su alrededor todavía no cobra sentido.La suavidad de la cama y el olor fresco de las sábanas la tientan a seguir descansando; sin embargo, su subconsciente le grita que ya debe despertar y afrontar la realidad.—Riú... —balbucea con debilidad, y en un santiamén se incorpora alterada—. ¡Riú!—¡Ya despertó! —vocifera una mujer, que para Alexa es desconocida, y sale de la habitación corriendo.—¿Dónde estoy? —pregunta a la nada mientras trata de reconocer la lujosa y amplia habitación en la que se encuentra.Liah entra al dormitorio y se le sienta al lado con una sonrisa amplia, entonces le acaricia el rostro con ternura y alivio en su semblante.—Perdiste tanta energía que estuviste inconsciente por toda una semana. Hemos tenido que inyectarte nutrientes todo este tiempo. Me alegra mucho que hayas despertado, temía que nunca lo hicieras.—¡¿Una semana?! —exclama, sin poder creer que durmió por ta
Alexa aprieta los ojos cuando siente que su energía se esfuma y empieza a caer, mas unos brazos fuertes la sostienen. Ella mira a su salvador con dificultad y descubre el rostro simétrico y juvenil de su padre, quien la está cargando con una mano y, con la otra, crea un campo de energía que devuelve todos los ataques en dirección al enemigo. Ella mira por instinto el retorno de las balas y los explosivos, entonces cae en cuenta de que Arel y Riú se encuentran en una de esas naves enemigas, luchando cuerpo a cuerpo con los soldados humanos. —¡¡No!! —grita ella, acción que confunde al rubio. —Ya estás a salvo, pequeña. —¡No lo entiendes! —Ella se remueve incómoda entre sus brazos—. ¡Riú está en uno de esos barcos! —¿Qué? Liah mira hacia abajo por inercia y se queda paralizado, al reparar de cómo el lobo de Riú empuja al de Arel hacia el agua. Él va a hacer lo mismo, mas antes de caer, varias balas se le incrustan en el lomo. Un alarido de dolor resuena en el lugar y la forma lobu
Alexa mira con desafío a los guerreros que la tienen atrapada en la oficina de Riú y se cruza de brazos en desacuerdo con ellos.—Debo ir con mi esposo —insiste, mas estos se niegan.—Él nos ordenó que la mantengamos aquí a salvo.Ella hace un puchero y toma asiento. Desea mucho ir a ayudarlo, pero bien sabe que eso pondría en riesgo a su bebé. Esa es la única razón por la que obedece a los hombres que la tienen allí encerrada.***En el límite marítimo que rodea a Fuerza de bronce y alejados de la superficie, una ardua batalla se lleva a cabo entre los guerreros de Riú y los soldados humanos, quienes usan armas de fuego y explosivos contra ellos, logrando derribar a varios licántropos que logran recuperarse cuando las heridas se le cierran.—¡Usen las balas de plata y acónito! —vocifera uno de ellos, poniendo a Riú en alerta.—¡Necesitamos refuerzos! ¿Han tenido noticias de Tron y Liah? —inquiere Riú preocupado.En ese momento, varios soldados con apariencia intimidante, cascos oscur
Una fiesta se celebra en Fuerza de bronce, donde se está llevando a cabo la inauguración de la primera fábrica textil de la manada.Alexa rompe la cinta junto a Riú y su socio, entonces los aplausos resuenan a su alrededor. Ella busca con la mirada entre el gentío y su corazón palpita fuerte cuando ve a Liah en medio de ellos, aplaudiendo ufano.No entiende por qué sus pies cobran vida de repente o, quizás sí, pero no piensa en ello. Ella se apresura hasta donde él se encuentra y con una sonrisa que irradia felicidad le dice:—Viniste.—No me perdería este acontecimiento tan importante por nada del mundo, mi hermosa Alexa.Debido a las palabras de su padre, los ojos de la pelirroja se cristalizan y las mejillas se le tornan rojas, mas ella reprime el deseo de lanzare sobre él y en su lugar juega con sus manos en señal de timidez y cohibición.Él es quien decide acortar la distancia entre ellos, tomando el riesgo de ser rechazado. No obstante, cuando sus brazos cubren el cuerpo pequeño
Tom camina en medio de las calles oscuras de la ciudad a pasos apresurados, porque siente que alguien lo está siguiendo.La respiración empieza a tornarse pesada, así que se le dificulta; de igual manera, los latidos de su corazón se tornan eufóricos.La palidez en su rostro evidencia temor y nerviosismo, asimismo, lo demuestran sus pasos rápidos y los temblores de su cuerpo.«Esos malditos mandaron a asesinarme», piensa atribulado mientras maquina alguna forma de salir con vida, de una sentencia que ya fue dada.De repente, unas manos bruscas lo jalan con fuerza. Los ojos se le cristalizan al entender lo que acontece y solo le queda luchar de forma instintiva, aunque sabe que ya no tiene salvación: Sus compañeros corruptos han decidido su destino porque él les es una piedra de tropiezo para ellos llevar a cabo sus planes.—Hazlo rápido, por favor —suplica rendido cuando cae en cuenta de que su verdugo es muy fuerte como para él luchar.—Tus deseos son órdenes, bombón —le responde su
La brisa fresca les acaricia el pelaje mientras ellos corren en medio del campo. El sol es opacado por las abundantes nubes y el viento se siente más fresco que de costumbre.Alexa es la primera en cambiar de forma, seguida por Riú, quien se queda contemplándole los senos, muy entretenido.—¿Qué? —cuestiona ella con el ceño fruncido y una sonrisa maliciosa.—Tus mamas están más grandes —responde él atolondrado. Riú se relame los labios y trata de mirarla a la cara, pero esa zona le parece demasiado llamativa como para ignorarla.—¿Tú crees? —Ella se las toca con delicadeza—. En estos días me han incomodado bastante. Siempre que me va a llegar el periodo se me hinchan, mas esta vez esa sensación se ha triplicado. Aparte de que tengo un retraso de más de un mes —responde con la voz entrecortada, como si hablar de ello la asustara en demasía.Riú se aclara la garganta y sonríe ufano.—Es normal que no te baje la menstruación por unos meses, hasta que des a luz a nuestro cachorro —respond
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