Sinopsis La Luna no siempre acierta al unir dos almas. Lucía Lódwood lo aprendió de la forma más cruel cuando, frente a todo el Consejo de Alfas, su pareja destinada —el poderoso Damián Wulfric— la rechazó sin titubear. Desde entonces, su nombre se convirtió en un susurro entre las manadas… y su corazón, en una fortaleza. Seis meses después, Lucía ya no es la misma loba ingenua que creía en los designios del destino. Es fuerte, indomable, y está decidida a no volver a inclinar la cabeza ante ningún Alfa. Pero cuando Damián reaparece alegando haber sido víctima de un hechizo, y exige completar su unión bajo la próxima luna llena, el pasado amenaza con desgarrar nuevamente todo lo que ha reconstruido. Entre mentiras, vínculos rotos y una nueva fuerza que despierta en su interior, Lucía descubrirá que el destino no siempre está escrito en las estrellas… a veces se forja bajo la lluvia, entre sangre, dolor y fuego.
Leer másEl amanecer los encontró en silencio.Lucía observaba cómo los rayos de la luna menguante se desvanecían sobre las montañas del Norte mientras su padre, el alfa Karl, revisaba los vehículos que los llevarían a la capital. Dylan, su beta y protector, cargaba los últimos documentos del Consejo en el maletero del auto principal.El viaje no era largo, pero sí pesado; no por la distancia, sino por el peso de lo que significaba.La luna se ocultaba, y el destino de la Manada del Norte se encontraba suspendido entre tres voluntades: la suya, la de Jacob y la de Damián.Karl rompió el silencio cuando las puertas se cerraron.—No pronuncies ni una palabra frente al Consejo hasta que te la pidan.—No soy una cachorra, padre —respondió Lucía sin apartar la vista de la ventana.—Pero tampoco eres alfa todavía.Dylan desvió la mirada, intentando disimular la tensión que crecía en el aire. Sabía que la joven luna no se quedaría callada, y también sabía que Karl lo sabía. Pero nadie podía detener l
El aire en la oficina olía a madera vieja, a autoridad y a luna llena. Las antorchas iluminaban las paredes cubiertas de estandartes, símbolos de las manadas antiguas. En el centro, una mesa redonda tallada con runas lunares reunía a tres alfas y un silencio tan espeso que podía cortarse con las garras.El alfa Karl, señor de la Manada del Norte, se mantenía erguido tras su escritorio de roble. Frente a él, el alfa Jacob, heredero del Fuego Eterno, observaba con calma depredadora, como si calculara cada respiración del enemigo. A su lado, el aire se tensó con la llegada del alfa Damián, de la Manada del Lobo Carmesí. Su presencia era un fuego distinto: no paciente, sino ansioso, peligroso, dispuesto a arderlo todo.—No vine aquí para discutir lo evidente —dijo Jacob con voz grave, su tono tan sereno que resultaba inquietante—. Todos saben que no planeaba reclamar a la Luna del Norte. No después de… —hizo una pausa, bajando ligeramente la mirada—, de lo que ocurrió con Diana y con mi h
El rugido del Alfa Karl hizo vibrar el aire, tan potente que incluso los árboles parecieron inclinarse ante su autoridad.Su aura llenó el jardín como una tormenta: densa, aplastante, innegable.Jacob gruñó bajo, aún con los colmillos manchados de sangre, mientras Damián yacía en el suelo, jadeando y cubriéndose las heridas.Ambos estaban a medio camino entre la forma bestial y la humana, respirando con dificultad, con los ojos ardiendo de furia.—¡Les ordeno que se transformen ahora! —bramó Karl, y su voz retumbó como un trueno—. ¡Antes de que pierda la paciencia!Lucía se apartó, el corazón golpeándole el pecho.Kira murmuró dentro de su mente, divertida:—Ups… parece que el espectáculo terminó, querida.—Cállate —susurró Lucía, con la voz temblorosa—. Esto no tiene nada de divertido.Jacob fue el primero en obedecer. Su cuerpo comenzó a contraerse, los huesos crujieron y el pelaje se disolvió bajo la piel.En segundos, volvió a su forma humana. Sus ojos seguían encendidos, y su res
En cuanto Lucía vio a Damián acercarse, puso los ojos en blanco. La última persona con la que deseaba cruzarse esa noche era él.El aire estaba cargado de magia, de esa energía espesa que suele quedar flotando después de un ritual, y lo único que quería era respirar, alejarse del ruido, encontrar silencio. Pero, como siempre, el destino tenía otros planes.—Creo que es mejor que regrese… —murmuró, dando media vuelta para volver al salón.—Espera —la voz ronca de Damián la detuvo mientras su mano se cerraba en torno a su brazo—. Aún no hemos hablado… ¿por qué me rechazas? Ya te he dicho mis razones.Lucía giró lentamente, sus ojos brillando con un leve destello dorado. Kira se agitaba bajo su piel, impaciente, irritada.—¿Que por qué te rechazo? —repitió con una sonrisa amarga—. ¿Acaso tú me diste explicaciones cuando decidiste rechazarme? No me moleste, alfa Damián. Y suelte mi brazo antes de que mi loba no pueda contenerse más.Su voz fue firme, aunque su pulso se aceleraba. El conta
El aire del jardín estaba impregnado de incienso y magia antigua. La luna, brillante y distante, bañaba el altar con un resplandor plateado que parecía observarlo todo… incluso lo que debía permanecer oculto.Lucía respiró hondo, intentando concentrarse en las palabras solemnes del líder del consejo. Pero su mente estaba lejos.Su corazón, también.Desde que había llegado al altar, no había podido pensar en otra cosa que en ese olor.Fuerte. Salvaje. Adictivo.Era el olor de su pareja de segunda oportunidad.Intentó ignorarlo. Intentó convencerse de que era un error, un capricho del destino. Pero cada inhalación la hacía estremecerse, cada latido de su corazón la traicionaba. Y Kira, su loba, estaba fuera de control.“Está cerca… está viéndonos.”Lucía apretó los labios. Sabía que era verdad. Su compañero estaba allí, en algún punto entre los asistentes, observándola mientras se preparaba para unirse a otro.A su lado, Dylan mantenía la compostura. Pero cuando la vio perder el foco po
. Los vehículos se detuvieron frente a la gran casa del Alfa Karl, y al bajar, Jacob Black alzó la mirada hacia el cielo despejado.Venía de días agotadores de negociaciones con las otras manadas fronterizas. En el norte, las disputas por territorio eran constantes, pero bajo su mando, su gente prosperaba.Desde la muerte de Diana, su compañera y luna caída, Jacob había enterrado toda emoción. No había espacio para el amor ni para los lazos. Solo para el deber.Diana había sido una omega, dulce, delicada… demasiado frágil para un alfa como él. Su cuerpo no resistió el parto, y con ella murió el cachorro que debía haber heredado su linaje. Desde entonces, Jacob cerró su corazón y su cama. Juró que nunca más perdería a alguien por culpa de ese vínculo maldito.Fue por eso también que cuando meses atrás sintió el llamado de su segunda oportunidad... decidió ignorarlo, no planeaba volver a ceder ante ese vinculo maldito.Pero esa noche, la Diosa Luna decidió recordarle que no todos los j
Último capítulo