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Los vehículos se detuvieron frente a la gran casa del Alfa Karl, y al bajar, Jacob Black alzó la mirada hacia el cielo despejado.
Venía de días agotadores de negociaciones con las otras manadas fronterizas. En el norte, las disputas por territorio eran constantes, pero bajo su mando, su gente prosperaba.
Desde la muerte de Diana, su compañera y luna caída, Jacob había enterrado toda emoción. No había espacio para el amor ni para los lazos. Solo para el deber.
Diana había sido una omega, dulce, delicada… demasiado frágil para un alfa como él. Su cuerpo no resistió el parto, y con ella murió el cachorro que debía haber heredado su linaje. Desde entonces, Jacob cerró su corazón y su cama. Juró que nunca más perdería a alguien por culpa de ese vínculo maldito.
Fue por eso también que cuando meses atrás sintió el llamado de su segunda oportunidad... decidió ignorarlo, no planeaba volver a ceder ante ese vinculo maldito.
Pero esa noche, la Diosa Luna decidió recordarle que no todos los j