Obsesión Letal

Obsesión Letal ES

Romance
Última actualización: 2025-10-24
Paola Arias  Recién actualizado
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Resumen
Índice

Savannah Bennett nunca pensó que su vida se rompería en un segundo. Siendo madre soltera y camarera de un bar, su mundo gira Bianchi: un mafioso italiano de treinta y nueve años, tan atractivo como letal. El mismo hombre que una vez la persiguió con una propuesta indecente y que ahora vuelve para ofrecerle un trato imposible de rechazar: su hijo a salvo... a cambio de convertirse en su esposa. Obligada a aceptar, Savannah entra en un matrimonio marcado por la tensión, el odio y una atracción que quema. Massimo es peligroso, posesivo y obsesivo. La quiere toda para él, en cuerpo y alma, aunque ella lo desafíe con cada palabra y con cada mirada.

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Capítulo 1

Capítulo 1

El bar olía a cerveza derramada, a humo de cigarrillo y a sueños rotos. Savannah Bennett se acomodó el delantal, apartando con el dorso de la mano un mechón rebelde que siempre se escapaba de su coleta. Eran las diez de la noche y sus pies dolían como si llevara encima el peso de todos los clientes que había atendido. Sin embargo, su sonrisa se mantenía intacta, aunque fuera más por costumbre que por ganas.

El murmullo de conversaciones, las risas escandalosas y el tintinear de vasos formaban la música de fondo de su rutina. Savannah sabía que nadie entraba allí buscando glamour: ese bar de mala muerte era refugio de camioneros, obreros y hombres con más sed de olvido que de licor. Para ella, significaba una sola cosa: sobrevivir, aunque en el fondo de su corazón deseaba algo mucho mejor, no solo para ella, sino para su pequeño hijo.

—Sav, dos cervezas más en la mesa tres —gritó Mike, el encargado, desde detrás de la barra.

—Voy —respondió ella con voz firme, mientras equilibraba la bandeja entre las manos.

La mujer de veinticinco años tenía curvas que nunca pasaban desapercibidas para nadie, aunque ella las escondiera bajo uniformes flojos, había recibido una cantidad insana de asquerosos cumplidos morbosos que nunca había pedido. No era la típica belleza que se veía en portadas de revista, pero poseía una naturalidad que desconcertaba y un rostro angelical que exudaba atracción. Sus ojos marrones transmitían calidez, aunque muchas veces ocultaban el cansancio de quien lucha contra la vida todos los días.

Llevaba meses trabajando en turnos dobles para pagar las consultas médicas de Mateo, su hijo de seis años. Cada moneda que caía en su bolsillo iba directa a ese pequeño con sonrisa desdentada y ojos brillantes, el único motivo que la mantenía en pie y la hacía ponerse una armadura de acero.

Esa noche, sin embargo, algo cambió. La puerta del bar se abrió de golpe, dejando entrar un viento frío que apagó algunas risas y provocó un silencio breve, extraño. Savannah lo sintió antes de verlo, era como si el aire se hubiera vuelto más denso, como si alguien hubiera entrado arrastrando consigo el peligro.

Un hombre apareció en el umbral con un porte imposible de ignorar. Alto, hombros anchos, traje oscuro perfectamente cortado que contrastaba con el lugar decadente. Su cabello negro, peinado hacia atrás, brillaba bajo las luces amarillentas. Y sus ojos… oscuros, intensos, con un filo que parecía atravesar piel y hueso.

Savannah tragó saliva. Reconocía esa mirada, no porque lo hubiera visto antes, sino porque sabía lo que significaba: poder y peligro. Un tipo así no entraba a un bar cualquiera sin un propósito, menos a ese, que parecía caerse a pedazos.

Él tipo avanzó despacio, como si el mundo entero le perteneciera, y se sentó en una mesa al fondo. Ningún cliente se atrevió a cruzarle la mirada, porque sabían que aquel hombre era letal.

Mike, nervioso, hizo un gesto hacia Savannah que ella no comprendió de momento.

—Ve tú, atiende a ese hombre.

Ella quiso protestar, pero algo en el rostro del encargado le dejó claro que no era una sugerencia. Tomó la bandeja, respiró hondo y se acercó.

—Buenas noches, ¿qué va a tomar? —preguntó con voz firme, aunque por dentro el corazón le latía como un tambor desbocado.

El hombre levantó los ojos hacia ella. Una sonrisa lenta, peligrosa, se dibujó en sus labios.

—Buenas noches —dijo con un acento italiano marcado, ignorando la pregunta—. Tú eres mucho más interesante que cualquier bebida.

Savannah parpadeó, incrédula. Se cruzó de brazos, dispuesta a dejar claro que no era una de esas camareras fáciles que buscaban propinas con coqueteos o que se iban con el primer cliente que les mostrara un par de billetes.

—Aquí servimos tragos —aclaró—. ¿Quiere una cerveza o prefiere whisky?

El hombre rio por lo bajo, un sonido grave que le recorrió la piel como un escalofrío.

—Un whisky doble y tu nombre.

—Bien —ella rodó los ojos, fingiendo indiferencia.

En silencio , sirvió el whisky y se dio la vuelta, dispuesta a alejarse de esa presencia que, aunque imponente, le provocó incomodidad. Y no era para menos, si es que ese hombre tenía una mirada muy pesada.

—Un momento —la voz de él la detuvo, firme, imponente—. No suelo repetir ofertas, así que escucha bien: pasa una noche conmigo a cambio de lo que tú pidas.

Savannah giró lentamente, incrédula. ¿Había escuchado bien? ¿Quién se creía que era ella ese imbécil? La rabia le subió a la cabeza, pero como no era la primera vez que lidiaba con ese tipo de propuestas, dejó en claro su posición.

—¿Está bromeando? —espetó, con la indignación marcando cada palabra—. ¿Cree que soy una de esas mujeres que se venden por un par de billetes?

El hombre la observó sin pestañear, con una calma que resultaba más peligrosa que cualquier insulto.

—No, creo que eres una mujer que sabe lo que vale, y yo estoy dispuesto a pagar por lo que deseo.

Savannah lo fulminó con la mirada, pero lo único que logró fue sentir cómo ese hombre la devoraba con los ojos.

—Pues se quedará con las ganas.

Dejó la bandeja sobre la mesa, con el corazón retumbándole en el pecho, y se alejó sin darle oportunidad de responder, lanzando una maldición entre dientes mientras se decía q sí misma que debía tener paciencia, un poco más, al menos hasta que lograra encontrar un trabajo mucho más decente y donde los hombres no se creyeran con el derecho de invitarlas a pasar la noche con ella a cambio de dinero.

Por otro lado, el italiano no se movió. Simplemente, la siguió con la mirada, como un depredador que ha encontrado a su presa y sonrió, dándole un sorbo a su trago, viendo el vaivén de su trasero.

Savannah no lo sabía, pero desde esa noche había sellado un destino del que ya no podría escapar.

...▪️▪️▪️...

Hola, bellezas. Espero que estén muy bien y me hayan extrañado por aquí.

En la siguiente historia encontrarás violencia, vocabulario soez, torturas, asesinatos, temas relacionados con el bajo mundo y lenguaje explícito.

Si eres sensible al tipo de contenido fuerte, te recomiendo abandonar la lectura antes de empezar, todo con el fin de evitar pasar un mal rato.

Habiendo aclarado esto, les deseo una lectura apoteósica..

De nuevo mil gracias por todo el apoyo y cariño que le brindan a mi trabajo. No olvides comentar, votar y guardar este libro en tu biblioteca si es de tu agrado.

¡Nos leemos muy pronto con este nuevo y retorcido mundo!

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