✿✿✿La tarde caía perezosa sobre la ciudad, tiñendo de naranja las calles polvorientas. Savannah salía del bar con el uniforme aún puesto, el cabello recogido en un moño desordenado y una bolsa de pan bajo el brazo. Mateo corría unos pasos por delante de ella, riendo con esa risa que parecía una campana rota, desparramando vida y alegría en cada salto que daba sobre las grietas de la acera.Ella sonreía al verlo tan feliz y emocionado, sintiéndose dichosa de tenerlo en su vida. Recordó cuando se enteró que sería madre, era una jovencita ingenua y que estaba llena de miedo, pero ahora y con todo lo que había tenido que atravesar, era una mujer que había aprendido a la mala, pero también absorbió los momentos bonitos y agradables que hacían que su batalla valiera la pena.Habían días oscuros, más difíciles que otros, pero todo se reducía cuando Mateo le sonreía, cuando la miraba con ese amor imposible de igualar.—¡Mamá, mírame! —gritó Mateo, estirando los brazos como si fueran alas, ju
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