Mi Venganza Comenzó en su Cama

Mi Venganza Comenzó en su CamaES

Romance
Última actualización: 2025-11-30
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Resumen
Índice

La noche de graduación debía ser inolvidable para Lía… y lo fue, pero por las razones equivocadas. Mientras las luces del salón brillaban sobre los lujos de la familia Cancino, Lía comprendió que ella y sus amigas nunca habían sido sus iguales. No cuando Betty, la dueña de la fiesta, les dejó claro que ninguna estaba a la altura de sus hermanos. Humillada, herida y con el corazón secreto que guardaba por Jorge Cancino, Lía regresó a casa con una verdad que ardía más que cualquier insulto: su familia estaba al borde de la ruina, y el abogado que debía ayudarlos —Nicolás Cancino— era señalado por robar el dinero de la pensión de su padre. Desde esa noche, Lía hizo un juramento silencioso: acercarse a los Cancino… incluso si debía entrar a su mundo para destruirlos desde adentro. Pero nada salió como esperaba. Porque cuanto más se adentraba en la vida de esa familia poderosa, más difícil era distinguir el límite entre la venganza y el deseo. Entre el odio y la atracción. Entre lo que debía romper… y lo que empezaba a amar. Traiciones, secretos, amistad destruida y pasiones que jamás debieron nacer se cruzan en una historia donde una chica común desafía un imperio de lujo, mentiras y poder. Y en ese juego peligroso, Lía descubrirá que enamorarse del enemigo no solo es un pecado… es un arma que puede destruirla o convertirla en reina.

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Capítulo 1

Capítulo 1: La Vergüenza de Lía.

El salón resplandecía bajo un techo de lámparas de cristal. Las mesas, vestidas de terciopelo, estaban rodeadas de flores blancas que perfumaban el aire. Todo había sido organizado por los Cancino, la familia más poderosa de la ciudad, para celebrar la graduación de su hija menor, Betty. Aquella noche no solo representaba el cierre de una etapa, sino también el comienzo de destinos que jamás volverían a cruzarse de la misma manera.

Las cuatro inseparables amigas compartían mesa, como siempre:

Betty, la dueña de la fiesta, envuelta en seda azul y con un aire de reina;

Lía, sencilla y delicada, llevando un vestido prestado que no lograba opacar la belleza natural que la distinguía;

Verónica, atrevida y descarada, con un escote que atraía más miradas que las propias luces del salón;

Camila, discreta, la más callada, observando todo con sus ojos tranquilos.

Los flashes se encendían mientras el señor Cancino levantaba su copa.

—Por mi hija Betty —proclamó con solemnidad—, y por todos ustedes, futuros hombres y mujeres de éxito.

El aplauso estalló en el salón, pero Lía casi no lo escuchó. Sus ojos estaban puestos en Jorge Cancino, el segundo hijo de la familia. Con su traje perfectamente entallado y ese aire serio, de hombre mayor y distante, él era el sueño silencioso que llevaba guardado desde hacía años.

Minutos antes se había atrevido a decirle:

—Estás muy guapo esta noche, Jorge.

Él solo sonrió, cortés, sin palabras. Pero esa pequeña sonrisa bastó para hacerle temblar el corazón.

Tras el brindis, las amigas regresaron a la mesa. Entre risas nerviosas hablaron de la universidad, de los planes futuros y de reencontrarse algún día convertidas en mujeres exitosas. Todo era ligero… hasta que Verónica, fiel a su desparpajo, lanzó la frase que quebró la atmósfera:

—Oye, Betty… qué guapos son tus hermanos.

El comentario quedó suspendido en el aire.

Betty ladeó la cabeza y sonrió con ironía, como quien disfruta de un privilegio que las demás jamás alcanzarán.

—Queridas, yo las quiero mucho —dijo acariciando su copa—, pero ustedes no están a la altura de mis hermanos. Ellos son Cancino… pertenecen a otra liga. Además, ya tienen novias, y muy pronto pisarán el altar.

El silencio cayó como un golpe seco.

Lía sintió cómo su corazón se desgarraba, como si aquellas palabras hubieran sido pronunciadas solo para herirla a ella.

Verónica apretó la mandíbula, herida en su orgullo.

Camila guardó silencio, como siempre.

La música volvió a sonar, la fiesta continuó, pero algo dentro de ellas se había roto. Esa noche, cada una regresó a casa con un sabor amargo, preguntándose si esa amistad era tan sólida como creían.

Lo que ninguna imaginaba era que aquella graduación marcaría no solo el fin de su juventud inocente, sino el comienzo de un peligroso juego de amores prohibidos, celos y traiciones… un juego que cambiaría sus vidas para siempre.

Lía se mordía el labio mientras Betty insistía en su tono dominante:

—Lo repito, chicas. Nadie se acerca a mis hermanos. No quiero líos.

Verónica y Camila asintieron, incómodas. Estaban acostumbradas a obedecer las reglas que Betty imponía. Pero en el corazón de Lía, esa orden encendió una chispa de rebeldía.

Su padre, Augusto, seguía esperando una pensión que nunca llegaba. Y Nicolás Cancino —abogado, respetado, arrogante— era señalado en rumores cada vez más fuertes por haber robado ese dinero.

Lía sentía la humillación de ver a su madre trabajar horas extra, mientras su futuro universitario se desvanecía. En cambio, en cada fiesta los Cancino exhibían una riqueza que, para ella, no les pertenecía.

Y allí estaba Nicolás Cancino, impecable, elegante, sonriendo como un falso príncipe.

Para Lía, no era más que un ladrón vestido de caballero.

Esa noche, ya en la soledad de su cuarto, susurró:

—No me importa lo que diga Betty… llegaré hasta él, aunque tenga que jugarme todo.

Mientras la fiesta seguía, en su corazón se sembró un propósito que marcaría su destino:

acercarse a los Cancino… aunque fuera para destruirlos desde adentro.

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Capítulo 1: La Vergüenza de Lía.
Capítulo 2: El Misterio Apenas Comenzaba.
Capítulo 3: … Es Mi Hija.
Capítulo 4: ¿Con quién te acostaste?
Capítulo 5: ¡Te Llamarás Lucía!
Capítulo 6: Un Accidente Provocado.
Capítulo 7: Los Enemigos.
Capítulo 8: ¡Estás despedida!
Capítulo 9: Todas, Menos Ella.
Capítulo 10: Ese Hombre No Vale la Pena,
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