Guadalupe Priego junto a su familia, salieron huyendo a otro país, de pronto se vio con gente diferente, un país distinto, un idioma que no hablaba. Después de algún tiempo a la corta edad de 19 años, termina casada con Massimo Pellegrini, nieto de Caterina Pellegrini, él no la ama, ella acepta casarse con él, porque esta perdidamente enamorada. Él se casó con ella por obligación, no por amor, un malentendido lleva su matrimonio a algo que se verá reflejado en un matrimonio lleno de infidelidades, maltrato y desilusiones. Después de algunos años, el matrimonio envuelto bajo la sombra de otra mujer, Guadalupe finalmente le pedirá el divorcio, a él le tomará por sorpresa y se negará a ello, pero un evento desafortunado hará que este llegue lo antes posible. Ella tal vez comience su vida nuevamente, amara a alguien más, será feliz, pero tal vez, esa felicidad tampoco dure. Guadalupe tendrá que experimentar varios momentos de angustia, tristeza y soledad, para encontrarse a sí misma y volver a salir a la luz. Tal vez ahora no este sola, tal vez haya alguien que la acompañe y sea su motor de vida. Aunque no siempre se puede dejar el pasado atrás, siempre y cuando haya buenos cimientos, las cosas solo se tambalearán, pero seguirán en pie. La vida te manda 3 amores; el que te enseña a querer, el que no era para ti y hubieras querido que sí y él que no esperabas que ocurriera, curando tus heridas y haciéndote feliz.
Leer másGuadalupe estaba parada en el balcón de la habitación en la que dormía desde hace 3 años. No quiso encender las luces, para que con la oscuridad de la noche se cubrieran las lágrimas que rodaban por sus mejillas.
“¡Esto se acabó! No puedo seguir así, no puedo más” – Pensaba mientras observaba hacia el frente.
De pronto la luz de un auto la sacó de sus pensamientos, su amado esposo regresaba a casa y sabía muy bien lo que sucedería.
Su esposo Massimo Pellegrini era el presidente del Conglomerado Pellegrini, el cual es de los más importantes de la provincia de Lazio. Hoy por la mañana había olvidado un folder lleno de documentos que, al pensar por Emma y Guadalupe, posiblemente utilizaría y tendría problemas si no los tenía.
Trato en varias ocasiones de marcarle para comunicarle sobre sus documentos, pero al no recibir respuesta, salió de la mansión con la misión de llevar los documentos ella misma, solo le avisó a Emma Fiore, su ama de llaves.
Emma no contesta, Massimo. ¿Estás segura de que tenía estos documentos en mano hoy por la mañana? – Preguntó con voz preocupada.
¡Sí, señora! El señor estaba en la sala acomodando todo en su portafolio y recibió una llamada, por lo que pienso, olvidó guardarlos y supongo los va a utilizar.
¡Ok, ok! Voy ahora mismo sin perder tiempo, tal vez llegue a tiempo.
¡Conduzca con cuidado, señora! – Grita Emma al ver salir a Guadalupe a toda prisa.
Después de una carrera en su auto, llegó a las oficinas del “Conglomerado Pellegrini”. Ella nunca se había presentado ahí en sus 3 años, pero esta vez era un caso urgente.
Entró a la recepción y no vio a nadie, sabe que hay un ascensor que lleva directo a la oficina del presidente, sin saberlo y, como si la suerte estuviera de su lado, escoge ese y sube.
Luego de varios pisos se escucha la campanita anunciando que ha llegado al piso. Guadalupe sale del ascensor y para su suerte en el pasillo no hay nadie y en el escritorio de su secretaria tampoco.
¿Dónde estará Matteo? ¿Dónde estarán todos? – Se pregunta en voz alta, nadie le contesta obviamente.
Camina rumbo a la enorme y elegante puerta de madera, finamente tallada, entra sin tocar y lo que observan sus ojos la deja sin palabras.
Massimo tenía los pantalones abajo, embestía y gemía como nunca lo había hecho con ella. Guadalupe pudo ver a la rubia que estaba con él, no era otra mujer más que Alessia Amato, su única asistente mujer.
Guadalupe tira el folder y Massimo, al escuchar el ruido, voltea, se lleva la sorpresa de su vida, se acomoda la camisa para que su esposa no vea su miembro erecto.
El hombre levanta rápidamente sus pantalones, al mismo tiempo que Alessia toma su camisa para cubrir su cuerpo completamente desnudo y sudado.
La respuesta de Guadalupe no es de sorprender.
¡MALDITO! ¿Así que es con ella con quien todo el tiempo me has estado engañando? – Comienza a hablar en español y lanzar maldiciones - ¡Eres un hijo de puta! ¡Mal nacido! ¡Te odio! ¡Y TU PERRA, TE VOY A MATAR! – Decía ella mientras se acercaba hacia Alessia.
Estaba a punto de llegar a la chica desnuda, cuando sintió un fuerte dolor en el estómago. Massimo le acababa de asentar un puñetazo en el estómago, lo que la hizo caer de rodillas al suelo.
Últimamente, estos arranques de histeria se habían vuelto más comunes y al ver que se acercaba a su amada con mirada asesina, no tuvo otra opción que asentarle un golpe.
Aprovechando que Guadalupe estaba en el suelo, Massimo marcó al móvil de Matteo.
¡Matteo, necesito que te lleves a Guadalupe a la mansión y no la dejes salir!
Este no tardó en llegar, la chica seguía en el suelo, agarrándose el estómago. Matteo la ayudó a incorporarse, trato de no ver a su compañera con solo cubierta con una blusa mal abotonada, sintió pena por la esposa, encontrar así a su marido no debía ser una de las experiencias más agradables.
- Señora Pellegrini, vamos a casa, debe usted tranquilizarse. – Matteo hizo énfasis en el “Pellegrini”, sabiendo que eso le podría costar una reprimenda después, pero en ese momento se puso en el lugar de la esposa.
- ¿Matteo?
- ¡Sí, señor! Quédate en la mansión y no dejes que salga. – Massimo le dijo con voz autoritaria y mirada fría.
“¿A dónde podría ir la pobre chica?” Pensaba Matteo, si estaba sola en un país extraño y con un esposo que no la dejaba hacer migas con cualquiera.
- Señora, vamos, la llevaré a casa.
- ¡NO! ¡No quiero ir a casa!
- Señora, no me ponga las cosas difíciles, ya ve cómo se pone el señor cuando pierde la paciencia.
- ¡Matteo, no quiero ir a casa! ¡Por favor! ¡No quiero ir a casa! ¡Quiero irme a mi país! ¡Quiero mi vida de vuelta! - Dijo Guadalupe con lágrimas en los ojos.
Cuando dijo esa última frase, Matteo se sintió incómodo, recordó la situación en la que Guadalupe llegó a Italia, los motivos para dejar el país eran bastante fuertes y no podría regresar tan fácilmente, se ponía en riesgo ella y a su familia.
Señora, no tengo opción, debo llevarle a la mansión.
- ¡Sí, Matteo, lo sé! Solo quise decirlo imaginando que sería libre y podría regresar a mi vida de antes.
- Señora, usted sabe que no puede. ¡Es peligroso para su abuelo!
- Solo por eso sigo aguantando y lo sabes, si no fuera por mi abuelo, ya me hubiera ido, no importaría si estoy casada o no.
Matteo llegó a la mansión Pellegrini, abrió la puerta del copiloto y vio descender los fragmentos de una mujer abusada, humillada y olvidada.
El hombre sentía que se le estrujaba el corazón, pero no podía hacer nada, en esos temas era mejor no meterse. El señor Massimo era enérgico y no permitía que nadie opinara sobre su matrimonio.
La única capaz de emitir algún comentario era la señora Caterina Pellegrini, abuela del señor, pero en este momento ella no se encontraba aquí.
Guadalupe, después de observar por largo rato la luna y sus alrededores, tratando de encontrar fuerzas para lo que venía, finalmente entró sin encender la luz.
Entró a su baño, enjugo su rostro para quitar el rastro de las lágrimas que derramó, sus manos temblaban, sabía la tormenta que se avecinaba.
- ¿Emma?
- ¡Sí, Señor!
- ¿Dónde está la señora?
- En su habitación, Matteo me pidió que la vigilara de que no hiciera alguna tontería. ¿Está todo bien? - Preguntó la mujer preocupada.
- Sí, Emma, hoy no necesito de tus servicios, así que te pido que te retires. - Dijo Massimo en un tono frío.
- Ok, de hecho, ya estaba en mi habitación.
- No, quiero que me dejes completamente solo con Guadalupe.
- Pero señor…
- ¡VETE! - Gritó Massimo, perdiendo su poca o inexistente paciencia.
Emma no pudo poner más resistencia, tuvo que retirarse sintiendo gran opresión, ya que desconocía la razón de su mal humor, pero hoy, particularmente, la mirada del señor era más sobria y daba miedo.
- ¡Guadalupe! ¡Guadalupe! – Dijo al entrar en la habitación de la chica.
- ¡Mande! – Respondió al momento en que iba saliendo sin muchos ánimos del baño.
- Quiero una explicación a tu comportamiento de hoy en la oficina.
- No hay nada que explicar.
- ¡Guadalupe!
- No te preocupes, nunca volveré a pisar tu oficina, si llego a encontrar algo que crea que vas a necesitar, llamaré a Matteo para que venga a recogerlo.
- Eso espero, tienes totalmente prohibido ir al Grupo. De hecho, he solicitado que no te den acceso.
- ¡Ya te dije que no te preocupes, no volverá a suceder! – Diciendo esto, comenzó a caminar hacia su cambiador para disponerse a poner el pijama. – Ahora, si no tienes nada más que decirme, ¿Te puedes retirar de mi habitación?
Massimo, al ver la pasividad de Guadalupe, no pudo discutir, apretó los puños de frustración, ya que durante todo el camino había ensayado un largo discurso para su esposa, quien creía que le llenaría de insultos y reclamos.
- Guadalupe, sabes bien que no te amo, si me casé contigo fue por mi abuela. A quien realmente amo es a Alessia, tú y yo solo estamos juntos por los largos lazos de amistad que existen entre tu abuelo y la mía.
- ¡Lo sé! No necesito que me lo recuerdes cada vez que haces algo que no va con nuestro matrimonio. – Respondió mientras entraba a su cambiador y cerraba la puerta.
Massimo, al ver la mirada triste de su esposa, no pudo evitar un hueco en la garganta, algo le comenzó a doler. No sabía por qué, pero era mejor salir de esa habitación.
Al salir de la habitación de su esposa, se dirigió a la habitación principal, tomó un baño y decidió ir a descansar temprano.
Mientras dormía, como si la mente le hiciera una mala jugada, recordó cómo fue que conoció a su esposa.
Esa madrugada él estaba exhausto, solo quería beber un poco de agua y, a cambio, encontró a una chica en pijama bebiendo leche y sin poder cruzar palabra con él. Esos ojos grandes y expresivos color almendra le llamaron la atención inmediatamente, aunque supo muy bien fingir indiferencia, su corazón había quedado atraído por esa mirada.
Laura llegó a casa de los Moretti, iba hecha un mar de nervios, llevaba un nudo en el estómago, el cual amenazaba con subir a su garganta. Ángela Moretti la recibió e inmediatamente supo la razón de su visita. Ella intentó ser empática, pero sabía que Luciano ya tenía tomada la decisión. Para Ángela también era difícil pensar que su casi hijo, se le estaba yendo de las manos con la alegría de esa casa, pero entendía que si no lo dejaba ir, él nunca podría reponerse a la pérdida de su esposa. Tiempo… Tiempo era lo que necesitaba: tiempo y distancia. Él era consciente de que no quería que todo el mundo detuviera su vida por su existencia. Al menos una parte de su juventud la había vivido en soledad, así que sabía cómo hacer las cosas, aunque ahora con una hija. Eso sí que era nuevo, pero siempre existían las niñeras. Si había algo que él no pudiese solucionar, se conseguiría una. - Laura, debes saber que él… Bueno, no te miento, tú ya conoces a tu hermano, yo por mi parte he in
Luego de la muerte de Almendra, varias partes se vieron afectadas de una u otra manera. En el caso de Pietro, la boda tuvo que suspenderse; para el caso de Laura, toda la situación, hizo que Adrien mostrase cuál comprometido estaba con la relación y la familia que le había abierto sus puertas.Esto debido a que, con todo lo que sucedió, Massimo estaba al pendiente de Luciano, aunque él se trataba de aislar. Luego estaba Diana con su embarazo, lo que lo llevaba a descuidar un poco a sus hijos menores, quienes, aunque entendían las cosas, sí resentían esas partes de su vida.Adrien, tomando un papel que jamás imaginó, en su momento, se acercó a los chicos y los guiaba de la mejor manera, incluso percatándose de que Paolo comenzaba a destramparse en el tema de las chicas, ya que le estaba dando más importancia a ello que a la escuela.El joven aconsejó al chico, al ver que todo lo que sucedía le afectaba y se reflejaba en su comportamiento. Él se miraba en aquellos chicos, Adrien al verl
Paolo junto a Maurizio habían llegado a casa de Pierre. El joven, luego de mucho meditarlo, finalmente había aceptado convivir con su verdadero padre. Aún recordaba el día que le planteó a Massimo aquella situación, ya que el joven estaba hecho un mar de nervios, no sabía cómo su padre reaccionaría. Grande fue su sorpresa cuando vio que la respuesta era afirmativa. Massimo sabía que ese día llegaría, así que ya estaba mentalizado a que debía aceptar la realidad. La sangre finalmente llama, aquello le había sucedido con Paloma y Marco, ya que, aunque este último se negaba a que ella conviviera con Massimo, la sangre al final los atrajo, así que la situación era casi la misma. Para sorpresa de Paolo y Maurizio, Pierre no era nada parecido a lo que se habían imaginado, el hombre era amable y muy interesante. Él siempre encontraba la manera de platicar con ellos, incluso, en los pocos días que llevaba en Francia, él había aprovechado cada instante para hacerlos sentir cómodos. Pierre
Paloma se levantó temprano, preparó a su pequeña Isabella, subió a su auto y antes de que iniciaran sus clases, fue a ver algunas casas donde había sacado cita para conocerlas.Ella buscaba un hogar para Luciano, sabía que no conocía nada de los gustos de él, por lo que había contactado a Ángela Moretti. Aquella mujer le había dado santo y seña de que era lo que le gustaba a su hermano o que era lo que ella suponía le gustaba.Varias fueron las opciones, pero ninguna le apetecía, sabía que debía ser cómoda y, además, debía tener jardín, ya que conforme creciera Almendra, ella necesitaría espacio, así que, de todas las que vio, les encontró algún pero.Paloma caminaba por las calles de Coyoacán, cuando vio el letrero de “Se Vende” en una casa bastante cerrada, le causó curiosidad, ya que, no se podía ver mucho para adentro, pero era evidente que tenía jardín, ya que las plantas se colaban sobre la barda de aquella casa.Sin pensarlo dos veces, llamó al número que ahí mostraba el letrero
Massimo estaba en su estudio revisando algunos temas por teléfono con Aldo, cuando a este se le salió decirle que Luciano les había pedido buscar una casa para él y la pequeña Almendra.- Bueno, tío, si ya no hay más que revisar, te dejo, voy a ir a ver algunas propiedades. Acompañaré a Paloma a ver una casa que le encargo Luciano.- ¿Luciano? ¿Mi hijo?- Sí, ¿Acaso usted no…? -dijo Aldo dándose cuenta de su grave error.- ¿Acaso que Aldo?- Bueno, Luciano le pidió a Paloma que lo ayude a comprar una casa, mire, lo mejor será que hable con él, ya he cometido una indiscreción muy grande y no quiero cometer más…- Se quiere ir ¿Verdad?Aldo se quedó en silencio por un momento y luego respondió.- Sí, y lo entiendo, Paloma no lo entendía del todo, pero luego de analizar la situación, ella aceptó ayudar a su hermano.Massimo se quedó sin palabras por un momento, luego de suspirar, dijo:- Luciano está muy afectado con la muerte de Almendra, no puede irse, no debe irse, él no está solo, él
El tiempo, sí, ese, ese no se detuvo. Con el pasar de los días, las semanas y los meses, llegaron los bebes de Theo y Fátima, el bebé de Massimo y Diana.Theo y Fátima tuvieron una hermosa niña que era la viva imagen de Fátima, la cual, había heredado esos hermosos y grandes ojos, así como sus grandes y tupidas pestañas. Para el nuevo padre, ver a su pequeña en brazos de su madre, significó un descanso, ya que, estaba claro que embarazarse a la edad que lo hicieron, no era un asunto fácil.Más cuando estuvo el antecedente de Almendra, quien siendo joven y sana, de un momento a otro, había partido, dejando a un padre y una hija solos.En el caso de Massimo y Diana, ellos trajeron al mundo a un hermoso bebé, el cual era la viva imagen de Massimo. Él no lo decía, pero daba gracias a que su esposa e hijo hubiesen llegado bien al término del embarazo.Definitivamente, la pérdida de Almendra no solo había pegado directamente a Luciano, sino que también sirvió para mostrar que un embarazo, no
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