En su vigésimo primer cumpleaños, Elena descubre que no es una joven común: la sangre de un antiguo aquelarre corre por sus venas. Cuando su poder despierta, también lo hace un mundo oculto de sombras, profecías y magia ancestral. Junto a Lucía, su hermana del alma y portadora de un don que nadie esperaba, Elena deberá desenterrar secretos que fueron enterrados junto a sus verdaderas madres… y enfrentar a un traidor que casi destruyó todo. Pero el destino no solo la une con su linaje. También la enfrenta al deseo: Amadeo, un ángel caído que guarda más de una herida, y Darek, un hombre marcado por la oscuridad… e hijo de su mayor enemigo. Mientras el pasado arde y el presente se desgarra, Elena deberá elegir entre el deber, la pasión… y la verdad que puede consumirlos a todos.
Leer másElena apenas alcanzó a ver cómo Darek y Tharion desaparecían entre una onda de energía oscura que los lanzó colina abajo, separándolos del resto. La grieta del Abismo tembló como si los llamara por su nombre.El mundo pareció dividirse en dos.Darek se incorporó con dificultad. La piel de sus brazos estaba chamuscada, la armadura agrietada. Pero no soltó su espada. La empuñaba como si esa hoja fuera lo único que lo mantenía entero.Frente a él, Tharion avanzaba lentamente. Su cuerpo ya no era completamente humano. Sus venas brillaban con una luz negra, y por su espalda brotaban ramas retorcidas que se agitaban como tentáculos. Sus ojos eran un pozo sin fondo.—No puedes detener esto, Darek —dijo Tharion, con voz grave y gutural—. Ya lo sabes. Lo sientes en tu sangre. —Únete a mi Darek.—Lo único que siento —respondió él— es que estoy harto de ser una extensión tuya.Tharion rió. Un sonido hueco, como si viniera desde dentro de la grieta.—Tú eres lo que yo fui… lo que yo creé. ¿De ver
El hechizo de Velya había limpiado el cielo por unos minutos, pero la batalla continuaba. Más enemigos salían del santuario, como si el Abismo escupiera pesadillas sin fin.Entre ellos, apareció Shezra, una bruja de ojos negros como la brea y una capa hecha de plumas de cuervo. Su magia era venenosa, oscura, serpenteante como el humo. Había sido discípula directa de Nyara, y se movía con la arrogancia de quien se sabe irremplazable.Sus ojos encontraron a Lucía entre la multitud.—Así que tú eres la portadora de la Llama Blanca —dijo con voz áspera y burlona—. Pareces más débil de lo que imaginaba.Lucía no respondió. No necesitaba. El fuego que brotaba de sus manos hablaba por ella.La batalla entre ambas fue brutal desde el primer segundo.Luz contra sombra. Hechizos que chocaban con tal fuerza que el aire se rompía. Shezra atacaba con magia ilusoria, proyectando versiones falsas de sí misma, distrayendo, envenenando el terreno. Lucía respondía con fuego puro, directo, sin adornos.
Elena y Nyara giraban una en torno a la otra sobre el altar negro. La magia del lugar palpitaba bajo sus pies, viva, como si el propio Abismo respirara entre las piedras.Elena lanzó una llamarada de fuego celeste directo al rostro de Nyara, pero esta la desvió con un simple gesto.—¿Eso es todo lo que heredaste? —se burló—. ¿Crees que puedes derrotarme con chispas?Elena respondió con un rayo de viento que desgarró parte del altar. Nyara retrocedió un paso, sorprendida por la fuerza.—Quizás no controle mi magia ni sea una zorra vieja y astuta como tu, pero heredé el legado del velo, eso me convierte en alguien muy capaz. —Eres tan inepta como tú madre, siempre con esas palabras cursis— solo Nyara casi con asco. —Mi madre se equivocó, pero al final murió por mi, por hacer lo correcto. —Elena realmente lo creía. La sonrisa de Nyara se torció.—Tu madre murió por estupida. Por aferrarse a una profecía que ya estaba rota. Ella no entendía que el Velo no protege… encierra. Yo quise li
El suelo se volvió negro.La vegetación desapareció por completo. Solo quedaban raíces secas como dedos retorcidos saliendo de la tierra. El cielo había perdido color, teñido de un gris denso como humo.El Valle de las Espinas Negras estaba ante ellos. Y en el centro, como un corazón oscuro latiendo con veneno, se alzaba el santuario del Abismo: una estructura de piedra negra, rodeada de runas talladas en lenguas muertas. Una grieta se abría justo en el centro del santuario, respirando oscuridad.Y entonces lo vieron.Decenas, cientos… miles.Los ejércitos de Nyara y Tharion ya estaban allí. Criaturas deformes por la magia corrupta, ogros de ojos vacíos, vampiros con alas de cuero, sombras que no tenían cuerpo pero sí hambre. Bestias que nunca debieron caminar este mundo. Todos alineados, perfectamente quietos, como si estuvieran esperando.—Nos estaban esperando… —murmuró Lucía, con la voz tensa.Elena sintió el peso de la trampa cerrándose. Pero no retrocedió.Desde lo alto del sant
El amanecer no trajo calma.El círculo estaba completo. Todos los aliados —hadas, lobos, elementales, brujas y brujos, los caídos— se reunieron en la llanura seca donde los árboles se abrían para formar un claro natural. Un lugar sin nombre, pero cargado de historia.Elena subió a una roca baja para que todos la vieran. Ya no parecía la misma joven que temía su propio poder. Ahora era la heredera del Velo. Y todos lo sabían.—Ya no hay más tiempo —dijo, sin levantar la voz, pero logrando que todos callaran—. Seren nos mostró el camino antes de morir, nos mostró lo que fue y lo que se avecina. Nyara quiere abrir completamente el Abismo. Uso el cuerpo del traidor como recipiente para traer a este plano a Thiaron.Se giró hacia Kael, que tenía los ojos cerrados, como si viera algo que aún no compartía. Luego a Aren, cuya manada ya estaba inquieta, los lomos tensos como cuerdas listas para saltar.—Tenemos que ir por ellos antes de que completen el ritual. Nos dirigiremos al valle de las
La noche había caído con un silencio extraño. Ni grillos, ni viento. Como si hasta la naturaleza estuviera esperando algo.Darek se alejó del campamento sin decir una palabra. Caminó hasta una colina baja, donde la vista le permitía ver la línea del bosque. Sabía que no estaba solo.—Siempre prefieres la oscuridad, ¿no? —La voz de Kael llegó suave, sin sorpresa.—Y tú siempre apareces cuando no se te llama.Kael sonrió apenas. Caminó hasta ponerse a su lado, sin invadir su espacio.—No vine por ti. Pero te vi.Darek lo miró de reojo, con el ceño fruncido.—¿Me viste?—En una visión. El momento en que el mundo se parte en dos… y tú eres la grieta.El silencio pesó como piedra.—Habla claro, Kael. No tengo tiempo para acertijos.Kael bajó la mirada. Por primera vez, su tono se suavizó.—Vi tu destino en la batalla, deberás tomar una desicion al final. Si tomas un camino… la oscuridad gana. Si tomas el otro… puede que no sobrevivas. No puedo decirte más, las visiones solo muestran el o l
Último capítulo