El mundo se ha vuelto un caos, ya han pasado ocho meses, bendecidos y poseídos en total conflicto buscando y cazando a todo aquel que sea partidario de Lenaya o cualquiera que piense diferente, un nuevo viaje de ésta emocionante aventura se inicia en Italia. Darién, Rosa, Renata y Youlin deben buscar una serie de sellos en varios lugares en el mundo, ocultos en entre las siete maravillas y romperlos, armados con las herramientas otorgadas por Lenaya, un sable Morrel y una espada japonesa para las gemelas, la espada Dragnan para Darién y para Youlin un diario, mapas y una brújula especial que le otorgaría los recursos suficientes del como romper los conjuros que aprisionan el cuerpo de Einar y despertarlo de su letargo. En sus travesías, Rosa y Renata son adiestradas en combate intensamente por Darién, la relación entre Darién y Renata se profundiza, llevándolos al borde de la pasión y las tensiones del peligro, solo que ni ellos mismos se dan cuenta de ello, hasta que un punto de sus vidas se encuentra en manos de la otra, grandes personajes aparecerán en ésta interesante entrega, ¿Qué cosas les deparará el destino a estos emisarios de Lenaya?, En cambio en el reino subterráneo de Lenaya, más sorpresas le atañen con más ataques de los reinos enemigos, nuevas sensaciones y sentimientos encontrados entre José y Caroline, situación que los llevará al borde, obligando a José a elegir vivir su romance con Caroline que para ello tendría que dejar de ser un bendecido para amar a una demonio o tomar su lugar donde realmente corresponde, una guerra que no se sabe como terminará y quien destacará más en su desarrollo, todo podría cambiar.
Leer másSurcando las calles en auto en algún lugar de Italia, Youlin mantenía una fuerte diatriba en el puesto del copiloto con Darién por haber puesto en peligro una vez más su vida, en cambio Darién solo sonreía mientras que Rosa y Renata trataban de calmar la situación, solo que a Youlin no le era suficiente en desahogar tal frustración, haber sentido que su vida corría por el filo de la muerte su sangre hirvió a puntos que llagó casi a la histeria.
─ Creo que estás exagerando, come libros ─ ¿Exagerando?, ¡¿Exagerando?!, (bufido), ¡casi muero! Y mi nombre es Youlin, ¡coño!, apréndetelo, es ¡Youlin! ─ Todo estaba calculado ─ ¡Calculado nada, Nefilim de m****a! ─ Oye, You, de verdad bájale, relájate, Darién tiene razón, eres parte importante del grupo, él no dejaría que nada te pasara ─ ¡Tu no te metas!, no justifiques lo que hace tu novio, y lo que sé, es que quiso experimentar con Mi vida ─ Youlin… de verdad creo que exageras ─ ¡Casi muero, Rosa!, ¿No lo ves?, por lo menos podrías mostrar algo de apoyo, aunque sea moral ─ Solo digo que intentar probar la comida que prepara Darién, no sea tan peligroso ─ ¿No?, ¿Y por qué no la probaste tu de primera?, es tu cuñado ─ Relájate, come libros, solo fue lasaña con tres tipos de queso ─ refutó Darién con una gran sonrisa girando el volante, tomando una desviación hacia el centro. ─ (sonrisa irónica) No me digas, pero creo que uno rancio se te pasó ─ Rosa rueda la mirada dejándola en blanco. ─ Youlin, ya cálmate, no estaba rancio, el queso es así ─ A mi me pareció delicioso ─ ¿Ves?, a ellas les gustó, tu eres la única que te quejas… ─. Ampliando su sonrisa, tamborilea en el volante agregando. ─ Y en comparación con Turquía… ─.
El simple recuerdo de haber comido vísceras en otro país le produjeron arcadas, Darién levanta un dedo en advertencia mirando de soslayo a una pálida Youlin. ─ ¡Eh!, si vas a vomitar, que no sea dentro del auto, ¿Okay? ─.
Olvidándose de la discusión y las maneras creativas de Youlin para insultar a Darién, Rosa miraba por la ventana, contemplando el caos de las calles, autos prendidos, otros volcados, basura desperdigada por las calles, barricadas destruidas y muchos cuerpos en todas partes, mostrando las miles de formas en que murieron, apestando las calles, cuanto habían pagado éstas personas por una guerra, más que una guerra, era una cacería, cazaban a partidarios de Lenaya y a ella misma.
El día encapotado hacía que las calles lucieran un tanto… sombrías, tristes. Muertas. La sonrisa de Darién desaparece recomendando seguir a pie, ya que entrar a la ciudad en auto llamaría demasiada la atención. ─ ¿Y entrar a pie llamaríamos menos la atención? ─ pregunta Rosa objetando. ─ Si, pero no tanto en auto, en auto seríamos blanco fácil por dos razones, uno el ruido del motor y dos estamos todos juntos dentro como comida enlatada ─ Que patética comparación, sinceramente ─ Venga, come libros, dame un respiro, verás que no soy tan malo ─ No, cada vez que abres la boca o haces algo… ─. Las protestas de Youlin se vieron cortadas, apagando su voz al ver a un niño huir de un pequeño grupo de personas, un niño que no pasaba de doce años, Darién le previene sujetando su muñeca, negando con la cabeza en silencio, manteniendo su expresión impasible, el simple acto de negarle ayuda a alguien parecía ser un tanto egoísta y mezquino, por lo menos eso fue lo que pensó Youlin cuando él la contuvo.
Aparcando el auto cerca de un cartelón donde se anunciaba un producto nuevo en el mercado, Youlin quiso protestar en no haber hecho nada por ayudar al niño, Rosa y Renata estuvieron de acuerdo en querer haber hecho algo, Darién se peina su cabello con los dedos en busca de cómo exponer su punto. ─ ¿De qué sirve ser los paladines de una reina si no podemos ayudar a estas personas? ─ Que no se te suba a la cabeza, come libros, solo vinimos a romper sellos, no hacer obras de caridad ─ ¡Por Dios!, ¡es un niño! ─ Y por Dios lo quieren matar ─.
Renata juega con un mechón de blanco cabello, en cambio Youlin protesta con una mueca de grima en no hacer eso delante de todos por lo asqueroso que se veían actuando tan cariñosamente. ─ Darién, cielo, creo que Youlin ésta vez tiene razón, es un niño ─ Por favor no hagan eso delante de todos, dan asco. Rosa di algo ─ ¿Qué puedo hacer?, es el novio de mi hermana ─ ¿Qué dices, cielo?, ¿Lo ayudamos? ─ No sabemos si es humano, Renata ─ ¿Y qué?, nosotras somos humanas y estamos aquí ─. Objeta Rosa, pero Darién sonríe sarcásticamente. ─ Es cierto, cuñadita, pero no saben si es una trampa ─ No lo sabremos si nos quedamos aquí ─. dijo Youlin, y sin dar tiempo de nada y haciendo caso omiso del llamado, no solo de Darién, sino de Rosa y Renata, Youlin sale del auto en busca del niño, Darién suelta improperios en voz baja golpeando el volante y con dientes apretados por lo tonta y descuidada que fue la decisión de Youlin, Renata sale del auto llamándola para seguir discutiendo el punto de si debían intervenir en salvar al niño o no, pero resopla en frustración al no poder hacerla entrar en razón y es ignorada por la arqueóloga.
La arqueóloga corre en dirección donde habían visto al niño huyendo por última vez, para cuando se detiene se da cuenta de que fue un error, Youlin, al verse sola sin sus amigos y sentir lo silencioso de las calles le hizo recorrer un escalofrío por la espina dorsal, mira a un lado, luego al otro, ni un alma, solo papeles y polvo siendo removidos tristemente por un suave viento.
Caminando a pasos lentos, la arqueóloga se abraza a si misma farfullando improperios a Darién por no haberla seguido, claro, como ella no era Renata. Algo nerviosa, Youlin camina más lentamente mirando a todas direcciones y girando sobre sus talones, detallando lo angosto de los callejones solitarios, en éste punto tuvo que darle la razón al Nefilim, éste lugar se prestaba para una muy buena emboscada y ella, posiblemente, había caído.
─ M****a, ¿Dónde están los Nefilim cuando los necesitas?─. Pensó en voz baja. El sonido de una lata al caer le causó un respingo, delante de ella había algunos botes de basura prendidos en fuego haciendo un intento banal de ser una barricada, ¿Dónde estaban todos?
Llegando a un callejón oscuro escucha un gimoteo. ─ ¿Hola? ─. Llama Youlin tentativamente, el gimoteo seguía, Youlin afina sus oídos, atenta por si alguna amenaza se encontraba cerca. ─ Hola─. Repitió con más firmeza, adentrándose aun más al callejón, Youlin entorna la mirada, en un rincón entre las sombras, cerca de la basura se encontraba el niño acurrucado, indefenso, frágil, era el niño que escapaba de la pequeña turba, Youlin corre para ver si el niño estaba bien.
─ ¿Estás bien?─. Pregunta acuclillándose frente al niño, éste la mira algo temeroso, Youlin tiende la mano para calmarle, éste se sobresalta un poco. ─ Tranquilo, todo está bien. Estás a salvo. Nadie te hará daño ─.
El niño levanta la cara para exponer unos rasguños y moretones en brazos y cara, la arqueóloga se horroriza al ver lo lastimado que se encontraba aquel pequeño infante, el niño le dice algo en italiano que Youlin no pudo entender, levantándose un poco más, el niño va cambiando su expresión de gimoteo a algo más que, para Youlin, le heló la sangre, una mirada sombría y una sonrisa demencial se le cruzó en lo que una vez pudo haber sido un inocente rostro, el niño repite otra vez las mismas palabras en italiano.
El niño se levanta en toda su altura con un cuchillo de carnicero en mano, Youlin cae sobre su trasero aterrorizada con su rostro drenado de todo color, y en un parpadear, el niño se abalanza al ataque balanceando su cuchillo al aire con toda la intención de usarlo.
El pequeño agresor se detiene en el acto mirando sobre la cabeza de Youlin, asombrado. Un clic se sintió, causándole un respingo a la arqueóloga. ─ Ni siquiera respires ─. Al reconocer la voz, ésta se gira rápidamente agradecida y aliviada por llegar prácticamente en el momento casi oportuno, Darién asoma una sonrisa en labios sin dejar de mirar al pequeño psicópata. ─ ¿Encontraste lo que buscabas, come libros? ─. Youlin frunce el ceño fulminándolo la mirada. ─ ¿Por qué tardaste? ─ Solo tenía curiosidad ─. Contesta Darién desapareciendo la sonrisa, sin despegar la mirada de aquel niño, Youlin se arrastra desesperadamente hasta quedar escudada por Darién, el niño se mantuvo quieto donde estaba. Allí se mantuvieron ambos, mirándose el uno al otro a los ojos por un largo tiempo, de pronto la sonrisa de Darién se ensancha, casi demencialmente.
─ ¿Saben donde vive? ─. Preguntó Darién a las gemelas, pero fue Rosa quien asintió en respuesta. ─ Nos vamos ─. Anunció el Nefilim. Estaba hecho, el juramento se había realizado, Caroline y Darlen se habían cortado sus palmas con una de las dagas de Youlin y las colocaron en la piedra, dijeron el juramento, y de sus frentes brilló un sello, el sello de los Renatzeres, ambas se quedaron como estatuas delante de la roca con sus rostros inexpresivos, la piedra comenzó a agrietarse, emitiendo una extraña luz azul blanquecina, todo el recinto temblaba, mas, no se derrumbaba nada a su alrededor, solo arena y polvo, ignorando todas las posibles cosas que estarían pasando fuera de la enorme montaña, trozos de la roca ovoidal comenzaron a caer, revelando una especie de capsula de cristal, ésta también comenzó a agrietarse, de las grietas siseó saliendo vapor, dicho vapor inundó el recinto, los cristales comenzaron a caer y de lo que una vez fue una enorme roca de cristal, salió algu
Cerbero, lentamente suelta su brazo, Darlen se pone en pie frotándolo, su mirada decía que esto aun no había terminado, Youlin ni siquiera se movió de su lugar, en cambio Cerbero recogió su morral y se lo entregó con una mueca de disculpas. ─ A veces los Nefilim se dejan llevar por su temperamento ─. Dijo el demonio parándose al lado de la arqueóloga, aunque su argumento sonó extraño para los oídos de Youlin, un demonio hablando acerca de lo inútil que es la violencia, con manos temblorosas buscó entre sus cosas, farfulló improperios por su torpeza a causa de los nervios, Cerbero palmeó su hombro, ella lo miró y sonrió, sacó el diario y releyó otra vez las líneas, todo lo referente al juramento expresaba ciertas palabras en otro idioma que no pudo comprender. ─ ¿Qué es Cruor? ─. Preguntó con el ceño fruncido. ─ Sangre en latín ─. Aclaró el demonio, Youlin asintió comprensivamente enarcando las cejas, volvió a posar sus ojos en el diario. ─ ¿Y pignus? ─ Juramento ─ Hm ─. Darl
Mónica y Lenaya compartieron una mirada llena de intrigas y dudas, solo para terminar de escuchar a José en su última frase para culminar la conversación. ─ Admiro el sacrificio que hiciste por proteger a tu gente, eso habla muy bien de ti, por eso te doy mi mano para una alianza contra un enemigo en común, y si quieres después de todo esto, te puedes ir, no me interpondré, y sé que si te llevas una gran cantidad de humanos, será un fuerte golpe para él ─ ¿Piensas ayudarme a cruzar? ─ Tu ida de este universo será de gran ayuda, debilitarás tanto a Demiurgo que el sentido de esta guerra cambiará como no tienes idea ─. Ambas monarcas se cruzan de miradas, entablando esa conversación muda que solo se podía mantener entre hermanas, sin contar el montón de cosas que decían a través de la mente, se levantaron dando las gracias por su asesoría, José se levanta asintiendo, demostrando que podrían contar con él cuando quisieran. ─ Ahora entiendo porqué Judas me reprochó el haberme a
José detuvo su explicar, escrutando a ambas mujeres que lo veían de forma expectante. ─ Espero que no tenga que explicarles que es Shambala ─. Mónica y Lenaya niegan al mismo tiempo, José sopesó sus respuestas aprensivamente con una mirada inquisitiva, luego prosiguió ─ Bien… como venía diciendo, (segundos meditabundo), ¿Por donde iba?, (chasquido), ¡ah, si!, ¿Los poseídos?, ¿Las aberraciones?, son lo que los humanos albergan en sus corazones, sus conciencias, son sus pensamientos y sus deseos más oscuros encarnados en ellos, Shambala se encarga de que el humano se corrompa a si mismo creando lo que ven, haciendo que co-evolucionen y vuelvan a la naturaleza que fueron al principio, solo necesitan un pequeño empujón, y esos son los demonios parásitos, que hurgan en sus conciencias, son las armas perfectas otorgadas para que el infierno los maneje a su antojo ─ ¿Qué hay de los bendecidos? ─. Pregunta Mónica, que aun no había dado ni un sorbo de su bebida. ─ Los bendecidos son los m
Un camión de helados zigzagueaba por los barrios bajos de Nueva York, todo parecía haber salido de una película de terror, autos incendiados, calles desoladas, barricadas destruidas y un cuerpo pudriéndose aleatoriamente en las calles, dichos cuerpos siendo el festín de alimañas carroñeras, casas y apartamentos abandonados u otros llenos de personas aterradas tratando de alargar sus miserables vidas un poco más de un crudo final, otros ocultos entre los callejones como ratas, devorando la inmundicia, acechando en la oscuridad por algún incauto, las luces apagadas de aquel camión invitaba a una dulce trampa, dentro de aquel camión, una aberración encadenada iba de pasajero junto con tres demonios en la parte trasera, y dos le sonreían, ¿Por qué le sonreían? Llegando a un hospital abandonado, fueron preparando a la aberración, “Bob”, le había llamado Thirael, sus compañeros protestaron por haberle puesto ese nombre, en cambio su respuesta como argumento fue. ─ Si la mujer de
─ Lorenzo Mijares, detective privado ─. Dijo Renata leyendo el nombre en voz alta. ─ Ese soy yo ─. Afirmó el hombre con una mueca, destacando su triste aceptación de lo que una vez fue. ─ Y bien, señor Mijares, ¿Qué tiene que ver con ella? ─. Preguntó Renata revisando más a fondo la identificación. ─ Hace dos año y medio, más o menos, fui contratado por una mujer, una peluquera, se llamaba Beatriz Gonzáles por el caso de un acosador ─. Renata comparte miradas interrogantes con el Nefilim, el detective repara en ello. ─ ¿La conocen? ─. Preguntó entornando la mirada con cautela sobre Renata. ─ No estás en condiciones de preguntar ─. Advirtió Darién dando toques con el cañón de su arma en el hombro del detective. ─ ¿Cómo la conoció? ─. Preguntó Renata prosiguiendo el interrogatorio. ─ ¿Te refieres a la señorita Gonzáles o a la señorita Mercedes? ─ A ambas ─ Como le dije antes, a la señorita Gonzáles la conocí una mañana cuando vino a mi despacho para solicitar de mis servicios
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