Eliza es la hija de la maga, que fue considerada la hija del diablo, la maga cuando ella era niña fue quemaba por orden de un hombre desconocido de la ciudad de Gevauden, Eliza está enamorada del conde dragón, que es uno de los hombres más poderosos de la ciudad, él le corresponde, pero la familia del conde y la ciudad entera la odia y la rechaza, y bajo ninguna razón permitirá que Eliza se case con el conde dragón, produciendo esto en ella un odio asesino y voraz, odio que después de tomar un frasco que le dejo su madre, liberará en ella una terrible bestia que buscará vengarse de todos aquellos que no le permiten ser feliz, produciendo así la venganza del amor.
Leer másEra el día 30 de julio del año 1764, el bosque permanecía frío en la hermosa ciudad de Gevaudan, el canto de los pájaros y trinar de las aves era dulce aquella mañana, la bella Eliza había salido de caza, con su hermano Ariel, que era alto y delgado de corta edad. Eliza lo amaba, era el fruto de los genes de su padre, que había muerto de una peste terrible que había azotado la Ciudad años atrás, Eliza habitaba en la villa del conde Magnus, en los adentros del bosque.
Eliza era una joven hermosa, de tez blanca, y de ojos azules como diamantes del mar, su faz era delgada y sus labios de un color rosado como manzana, sus cabellos negros y brillosos le caían por la espalda. Era alta de elegante aspecto, vestía un hermoso vestido azul ajustas a su cuerpo, sobre sus hombros sostenía una aljaba llena de flechas, en su cinto una espada dorada que le había sido obsequiada por su padre. Eliza era hija de la maga Luisa, que era odiada por el condado de Gevaudan, años atrás la madre de Eliza había sido quemada en el centro del condado, porque los condes y presbíteros de la ciudad la habían declarado como la hija del diablo. Eliza y Ariel se adentraron en el bosque, Ariel se adelantó, Eliza se quedó mirando en dirección de las montañas, un dulce silbido se oyó en una pequeña pendiente del bosque, Eliza se movió sigilosamente entre la hierba del bosque, se detuvo detrás de un enorme abedul. Desde una pequeña pendiente, apareció el conde dragón, con su largo saco azul bordado, y de pantaloncillos del mismo color, el conde dragón descendió de la pequeña montaña, y se deslizó sigilosamente entre la hierba y se acercó hasta donde estaba Eliza recostada en el enorme abedul.
—habéis venido, dijo Eliza suavemente, mientras se le escapaba un suspiro,
—no podía esperar para verte, respondió el conde con dulzura, el amor que siento por ti, es profundo,
—¿pero cuándo me presentarás ante tu familia? Pregunto Eliza mientras se le quedaba mirando,
—nuestro amor es un amor secreto, insistió el conde, nuestro amor es imposible, debemos mantenerlo en secreto, bajo las sombras del bosque, nadie debe enterarse de nada, baste Para ti saber que os amo con profundo amor.
—yo también os amo, pero quiero ser la esposa del conde dragón, dijo Eliza que le comenzó a cambiar el semblante, todo el condado me odia, siguió Eliza, necesito recuperar el honor y el respeto que le fue arrebatado a mi madre, ahora yo soy la hija de la noche, la poseída del demonio, nadie puede verme en el condado, sin que me escupa la cara, y me vea con odio, no soy un monstruo.
—Mi familia no te acepta, respondió el conde, pero tienes mi amor y dicha a vuestra disposición. ¿No te es suficiente?
—No, mi padre que murió aquí en este bosque me decía, que el hombre que me desposara, debía honrarme en matrimonio, dijo Eliza. El conde dragón la miro, con ternura, sus ojos negros se clavaron en los radiantes ojos azules de Eliza, que sintió en aquella mirada un profundo vuelco, sintió como si todo lo que anhelaba no importara más, sus sueños, su honor, fue dejado de lado por Eliza, que se ruborizó a ante la mirada penetrante del conde Dragón, que la tomo de la mano, la presionó contra su pecho, Eliza sintió que, sintió como su cuerpo flotaba entre los árboles.
Sus miradas continuaban pegadas el uno al otro, los labios de Eliza palidecieron, como si una llama de fuego la quemaba por dentro, el conde la beso, profundamente, Eliza se desvaneció en sus brazos, el frío bosque parecía que comenzaba a derretirse por completo. Sus ojos estaban atrapados en los de ella, el amor se sentía en el aire, en el bosque, las propias aves del lugar parecían haberse detenido ante la pareja que estaba unida, por amor, que se cernía en las tinieblas, bajo lo oculto.
—¿Qué debo hacer para que me acepten? Pregunto Eliza con vos tierna y dulce, al conde que la miraba con profundo amor,
—debes enseñarles a que te respeten y te teman, como me temen a mí, usa tu gracia a tu favor, y restituye el honor de tu madre, respondió el conde, que se abrazó a Eliza, que por vez primera sintió como un amor profundo inundaba por completo su ser.
Instantes después el conde dragón se despidió de su amada Eliza, Eliza, no dijo palabra alguna, solo se quedó mirando al cielo, que permanecía gris, como una tapa de acero impenetrable. Eliza marchó a la cacería feliz, meditaba en qué manera podía recuperar el honor, y de qué forma podría obtener la aceptación de los pueblerinos de Gevaudan, paso la tarde, y Eliza y su hermano regresaron a la hermosa cabaña, del conde Magnus.
Eliza colocó su aljaba en una pequeña mesa de madera bien forjada, y se sumió en su pensamiento, quería encontrar la forma de obtener ese amor, se acostó en uno de los pequeños sillones que estaban en la habitación, cerro los ojos por un instante y se sumió en un profundo sueño. Que lentamente se fue volviendo una profunda pesadilla. Y fue entonces que soñó: era de noche, y todo el pueblo había salido como un solo hombre, la enorme multitud estaba enseguida de odio, y de furia, su ira era casi la ira propia de los demonios, el pueblo estaba en círculo con sus antorchas encendidas, todos a una sostenían armas en sus manos, y todos a uno gritaban a viva vos, ¡muerte a la bruja! Muerte la hija del diablo, mantenla, maten a ese maldito esperpento del diablo, gritaban las voces, hasta que un hombre vestido de ropas blancas, y cubierta la cabeza, lanzo una antorcha, y el cuerpo de la mujer, comenzó a arder terriblemente, sin que la misma emitiera un tan solo gemido.
Aquella mañana se perfumó, se puso un hermoso vestido bordado que su madre le había traído de París, se puso un hermoso sombrero y salió en dirección de la ciudad. Eliza tomó por primera el camino que todos los transeúntes usaban de camino a la ciudad, al parecer la presencia de a bestia le daba cierta seguridad, ella misma se sentía extraña de estar yendo de camino a la ciudad, en su estado normal ella misma jamás se atrevería, así que se fajó y siguió caminando sin que la importase más, por el camino se encontró con varios hombres que la quedaron viendo como si acabasen de ver una especie de engendro del infierno. Eliza sintió las miradas, y pudo palpar con sencillez el menosprecio que aquellos hombres le expresaban, pero Eliza siguió adelante sin darle importancia, instantes después la bella Eliza había llegado a la hermosa ciudad de Gevaudan, algunos carrozas bien ataviadas pasaban por las calles, y cuando Eliza puso un pie dentro de los linderos del lugar, sintió como su si inte
8 de agosto del año 1763.El odio, él, y el rechazo de una ciudad, y de los mismos pobladores, y el mero prejuicio, el corazón que se siente odiado, puede liberar su ira, y su brutalidad, como la vía de expresar su desamor, ilustrando así las más terribles venganzas del amor.Los días habían pasado con calma en el condado, el furor de la muerte de Eloísa había disminuido, Eliza sintió como esos últimos días la paz, la había adornado por dentro, la bestia se había marchado al parecer, no había sentido ninguna sensación que expresase que la bestia mortal todavía estaba viva dentro de ella, todo aquello le producía cierta confusión, se levantó de la cama, se vistió rápido, y salió de la habitación, abrió una de las ventanas de la cabaña, al parecer había dormido todo el día, eran ya las seis de la tarde, busco a Ariel, y le pareció extraño que no estuviese en la casa, seguro está en algún lugar en el bosque pensó. Así que decidió tomar él té, se sentó en la mesa, y comenzó a pensar en el
—es imposible, dijo Eliza, en estas montañas no hay bestias con ese tipo de violencia, si existen, lobos en las colinas de Gevuadan, pero una bestia de este tipo que devore niñas, de esas edades,—esto es algo nuevo, dijo el conde, mientras tomaba a Eliza entre sus brazos, nosotros estamos hechos, para vivir el amor bajo las sombras, en los más profundos secretos, donde la sociedad no se entere, no se dé cuenta de nada, tan solo nos debe importar, es lo que tú y yo sentimos en nuestras almas nada más, —pero yo deseo que la ciudad, y el propio condado, me respeten, y me permitan tener un amor normal como todos los demás, pero he sido señalada como la hija del demonio, solo porque mi madre, fue una supuesta bruja y fue asesinada por esta misma ciudad, como si nada. El conde la miro con cierto misterio,—tú misma lo sabes Eliza, que nuestro amor, no es un amor, que será aceptado por las gentes de la ciudad, este amor es una maldición, respondió el conde, mientras se transformaba en una
Eliza despertó sobresaltada, con los ojos llenos de lágrimas, su corazón le palpitaba a mil por hora, Eliza se repuso de inmediato, y se dirigió al cuarto de su madre, al cual nunca había entrado, Eliza toco su pecho, y sintió como su ser ardía por dentro, como las llamas del fuego, que todo lo queman, abrió la pequeña puerta, y se quedó mirando como el pequeño cuarto estaba totalmente lleno de plantas y frascos pequeños.En una mesa de madera, había una vela con un frasco, y con una nota ya envejecida, Eliza tomo la nota, y observó el escrito, detenidamente, para Eliza: ¡¡Cuánto veas en sueño mi muerte, toma el frasco, y venga mi vida!! Tu madre.Eliza se quedó mirando por un instante, el frasco, y sin dudarlo lo tomo de un solo sorbo, Eliza cayó al piso, presa de una terrible conmoción, e inmediatamente después sintió unas terribles náuseas, y comenzó a mirar borroso, su pecho comenzó a tener terribles pulsaciones, y una especie de monstruo se comenzó a liberar dentro de Eliza que h
Era el día 30 de julio del año 1764, el bosque permanecía frío en la hermosa ciudad de Gevaudan, el canto de los pájaros y trinar de las aves era dulce aquella mañana, la bella Eliza había salido de caza, con su hermano Ariel, que era alto y delgado de corta edad. Eliza lo amaba, era el fruto de los genes de su padre, que había muerto de una peste terrible que había azotado la Ciudad años atrás, Eliza habitaba en la villa del conde Magnus, en los adentros del bosque. Eliza era una joven hermosa, de tez blanca, y de ojos azules como diamantes del mar, su faz era delgada y sus labios de un color rosado como manzana, sus cabellos negros y brillosos le caían por la espalda. Era alta de elegante aspecto, vestía un hermoso vestido azul ajustas a su cuerpo, sobre sus hombros sostenía una aljaba llena de flechas, en su cinto una espada dorada que le había sido obsequiada por su padre. Eliza era hija de la maga Luisa, que era odiada por el condado de Gevaudan, años atrás la madre de Eliza h
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