EL HOMBRE DE LA TUNICA BLANCA.
Elisa se recostó sobre el mueble, y Didier vio como las lágrimas rodaban en sus mejillas, Didier se sentó al lado de Elisa, que parecía tener un terrible nudo en la garganta, al parecer Didier no entendía nada, ¿Por qué se había puesto así? Se preguntó, pero ¿Qué hacía ese hombre en esa carta? Al parecer, Didier comenzó a temer que la historia se volvía a repetir de nuevo.
Elisa abrió los ojos, estaban llenos de lágrimas, Didier no dijo nada, él esperaba que fuese ella misma que diese el primer paso al hablar, pero la duda consumía alma de Didier tanto que no lo podía soportar, —¿Qué es ese hombre en la pintura de Ti? —pregunto Didier intrigado, Elisa le miro con gran sorpresa, —¿el de la pintura?, es el hombre que amo, el conde dragón, —respondió Elisa.
La faz de Didier palideció, Didier se llamó las manos a la cabeza, sí, se dijo en voz baja, no, no, —no, no de nuevo, es imposible, tú no puedes haberte enamorado de él, jamás, ¿tu madre nunca te hablo del? —dijo Didier, a Elisa le ex