—es imposible, dijo Eliza, en estas montañas no hay bestias con ese tipo de violencia, si existen, lobos en las colinas de Gevuadan, pero una bestia de este tipo que devore niñas, de esas edades,
—esto es algo nuevo, dijo el conde, mientras tomaba a Eliza entre sus brazos, nosotros estamos hechos, para vivir el amor bajo las sombras, en los más profundos secretos, donde la sociedad no se entere, no se dé cuenta de nada, tan solo nos debe importar, es lo que tú y yo sentimos en nuestras almas nada más,
—pero yo deseo que la ciudad, y el propio condado, me respeten, y me permitan tener un amor normal como todos los demás, pero he sido señalada como la hija del demonio, solo porque mi madre, fue una supuesta bruja y fue asesinada por esta misma ciudad, como si nada. El conde la miro con cierto misterio,
—tú misma lo sabes Eliza, que nuestro amor, no es un amor, que será aceptado por las gentes de la ciudad, este amor es una maldición, respondió el conde, mientras se transformaba en una especie de ser pálido, sus ojos se volvieron negros como la misma noche, sus dientes se volvieron puntiagudos, y sobre el conde el traje se volvió negro como la densa oscuridad,
—lo ves, dijo el conde, es imposible que nuestro amor sea normal, tiene que ser de esta manera, somos seres que jamás serán aceptados en esta sociedad, Eliza palideció,
—¿pero qué eres? Pregunto Eliza, que retrocedió asustada,
—yo soy el conde Faletto,
—¿el conde Faletto? Volvió a insistir Eliza sorprendida,
—sí, mi dulce Eliza, yo mismo conocí a tu madre, y sé exactamente quién asesino a tu madre, y sé quién dio la orden para que ella misma fuese quemada en la hoguera como si fuese una bruja. Eliza se quedó mirando al conde anonadado,
—¿Quién fue? Dime grito Eliza, quien fue el asesino de mi madre,
—lo sabrás a su debido tiempo, a Eliza le mudo el aspecto, sus ojos azules se volvieron profundos, y lentamente la bestia comenzó a dominar su ser, hasta qué instantes después quedo convertida en un enorme lobo.
Una sonrisa dulce se formó en la faz del conde, que se saboreó los labios, al ver a Eliza convertida en una enorme bestia salvaje,
—tu propia sangre, ha sido la que ha exterminado tu madre, y el mismo fue el que anuncio entre el condado que tu madre era la hija del diablo, y este el mismo que ha propiciado que tú seas odiada en todo el condado, dijo el conde, los enormes ojos del lobo se mancharon de sangre, como si la misma ira asesina sé, marcaba en sus ojos.
El conde colocó las manos alrededor de la cintura de la enorme bestia, que al instante se debilitó, y volvió a su estado normal, la bella Eliza cayó al piso llena de odio y presa de una terrible impotencia, el conde Faletto, se arrodilló junto a ella, Eliza lloraba como una niña, grandes lágrimas rodaban por sus mejillas, apretó con gran fuerza la mano del conde, que no la soltó por un solo instante,
—sé que deseas vengarte, pero todavía no es el momento, espera el momento preciso, y podrás vengarte de todos tus enemigos,
—no soy capaz, no soy capaz, mi padre me ha criado de otra manera, esta bestia que yace en mí me domina, totalmente grito Eliza llorando, no soy capaz de contenerla, cuando estoy en mi forma humana puedo amar, puedo ser fiel, puedo ser dulce, pero cuando la bestia me domina, siento una sed insaciable de sangre, de venganza, y no me puedo contener, mi ser está dividido en dos, en veces soy esa bestia que no tiene límite alguno en mi interior, para hacer toda clase de maldad, pero al mismo tiempo soy Eliza, una joven dulce y enamorada, que está insatisfecha por no poder consumar ese amor. El conde no dijo nada, solo la miro, la tomo por la cintura, y la levanto, los ojos de Eliza estaban llenos de lágrimas, el conde limpio las lágrimas con los dedos, y miro profundamente a Eliza a los ojos, que sintió como si todo su ser se desbordaba por dentro,
—solo espera, dijo el conde, mientras la besaba, pronto tendrás la oportunidad que tanto deseas.
—ciertamente, no puedo tener una vida normal, y menos un amor normal, mi padre se sentiría avergonzada de mí, y me rechazaría tal como la ciudad misma me ha desechado, tan solo porque soy la hija del diablo, dijo Eliza un poco más calmada, pero estoy segura de una cosa, si esta ciudad, me rechaza como lo hecho hasta este momento, siguió Eliza, juro que me vengaré, y derramaré la sangre de lo que esta ciudad más ama, para que sientan el dolor que yace en mi alma, al perder lo que más amas.
No hay mayor peligro, y no hay mayor desatino que el odio y el prejuicio continuado en las edades, que puede convertir al ser más puro en el peor de los monstruos, y no hay mayor impotencia que el de un corazón al que se le rechaza en la sociedad donde nació, son tales prejuicios, los que han creado a las mujeres, y los hombres, en crueles bestias y en crueles lobos, que ven como su ser puro y sano es odiado sin causa alguna, convirtiendo este odio, y este rechazo en el alma del odiado como un elemento brutal para la más cruel de las venganzas del amor. Oh, todos aquellos que un día fueron tan sanos, y dulces, fueron lanzados y convertidas en bestias crueles e impiadosas, tan solo por qué no eran normales, o por qué más allá de ellos o ellas, no eran como los demás, ¿Qué dirán de una sociedad culpable de matar, de asesinar almas, como la ha sido en la ciudad de Gevaudan?