“Me dijeron que él me salvaría, no que me destruiría.” Ariadna siempre pensó que era humana... hasta que despertó desnuda en un bosque, cubierta de sangre, con una marca que brilla en su vientre. Huye a la ciudad, donde intenta empezar una nueva vida, pero un misterioso hombre la sigue: Kael, un Alfa oscuro y letal que asegura que ella le pertenece... y que lleva en su vientre a un futuro heredero de su manada, engendrado en una noche que ella no recuerda. Lo que Ariadna ignora es que fue criada en secreto para destruir al linaje de Kael, y que su embarazo puede desatar una guerra entre especies. ¿Podrá resistirse a la conexión animal que los une? ¿Y qué hará cuando descubra que otro lobo está dispuesto a matarla para quedarse con el poder de su hijo?
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“A veces el origen de tu poder es también tu maldición.”
El frío fue lo primero que sintió. Penetrante, cortante, real. Luego, el sonido de los árboles al crujir bajo el peso del viento. Ariadna abrió los ojos bruscamente, jadeando, y se incorporó con esfuerzo. Estaba desnuda, tendida en medio de un bosque desconocido, cubierta de barro, hojas secas... y sangre. No era suya. O tal vez sí. No lo sabía.
La luna llena flotaba sobre su cabeza como una diosa silenciosa. En ese instante, una extraña sensación de alerta recorrió su cuerpo. No sabía dónde estaba ni cómo había llegado allí. Sus recuerdos eran un abismo. Sabía su nombre, recordaba que vivía sola en un pequeño apartamento en la ciudad, y que esa noche iba a salir a cenar. Después... oscuridad.
Un escalofrío la recorrió entera al notar que una marca en espiral brillaba suavemente sobre su bajo vientre, como si estuviera viva. No era un tatuaje. Era algo más profundo, algo que parecía grabado en su piel desde siempre, aunque nunca lo había visto antes.
Se levantó temblando, cubriéndose los pechos con los brazos. La humedad del suelo le mordía los pies descalzos, pero había algo más inquietante: no sentía frío como una humana debería sentirlo. Era consciente del clima, pero no tiritaba. Sus sentidos estaban agudizados, demasiado despiertos. Escuchaba insectos lejanos, sentía el crujir de hojas a varios metros, y su olfato captaba un olor... salvaje.
Un aullido rompió el silencio. Largo, melancólico, profundo.
Se giró hacia la fuente del sonido y su corazón se detuvo al ver una figura entre los árboles. Era un hombre. Alto, de cuerpo fuerte y mirada intensa. Sus ojos verdes brillaban con un fulgor inhumano. Su ropa era oscura y llevaba una chaqueta de cuero abierta sobre el pecho desnudo.
—Ariadna —dijo su nombre con una voz ronca, como si ya la conociera.
Ella retrocedió un paso—. ¿Quién eres? ¿Qué me hiciste?
El hombre caminó hacia ella con paso lento, controlado.
—No te hice nada. Yo vine a salvarte.
—¿Salvarme? ¿De qué?
—De ti misma... y de los que vendrán a buscarte cuando se enteren que despertaste.
Ella parpadeó, confundida.
—¿Cómo sabes mi nombre?
Él no respondió. Su mirada bajó hasta la marca brillante en su abdomen y frunció el ceño.
—No tienen idea de lo que han hecho…
—¿Qué es esto? —gritó Ariadna, mostrando la marca—. ¿Qué soy?
El hombre dio un paso más, ya demasiado cerca.
—Tu nombre real no es Ariadna. Y no eres humana. Esa marca es un llamado. Eres parte de algo antiguo… y peligroso.
Ella quiso correr, pero sus piernas no respondían. Estaban firmes, enraizadas, como si su cuerpo reconociera a ese hombre... como si lo hubiera estado esperando.
—¿Quién eres tú? —susurró.
—Kael. Soy un Alfa. Y tú… eres mía.
🔗 Gancho final:
¿Qué significa esa marca? ¿Por qué Kael asegura que Ariadna no es humana? ¿Y qué hay dentro de ella que todos quieren encontrar… o destruir? ¿que mas descubriremos?, Que otros secretos hay?
Subtítulo: “Cuando la verdad toca la piel… no hay forma de volver a fingir.”La noche cayó, pero el bosque no descansó.Cada rama crujía como si llevara un mensaje. Las hojas susurraban en idiomas antiguos que solo los lobos más viejos podían recordar. Ariadna caminaba descalza entre la maleza húmeda. No sabía cómo había llegado ahí. ¿Estaba soñando? ¿O la Luna la había llamado de nuevo?Sus pasos eran suaves, pero su respiración era profunda, como si cada célula de su cuerpo buscara algo que no comprendía del todo. La bruma rozaba sus tobillos como dedos invisibles. Su corazón latía lento… pero intenso.—¿Dónde estás llevándome…? —preguntó al aire, aunque sabía que no era a él a quien le hablaba.Y entonces, lo vio.Un claro.En el centro, un círculo de piedras negras.Y dentro del círculo… ella.Ariadna se miraba a sí misma. Pero no como estaba ahora. Era más alta. Sus ojos eran completamente blancos, sin pupilas. Su cabello ondeaba como si flotara en el agua. Y de su espalda salía
Subtítulo: “En el susurro del viento se ocultan verdades que pocos se atreven a escuchar.”La noche se había asentado sobre el bosque como un secreto. El aire estaba denso, cargado de algo que no se veía… pero se sentía. Las estrellas, normalmente nítidas sobre el manto negro, parecían más lejanas. El bosque contenía el aliento.Kael avanzaba entre los árboles con pasos calculados. Sus sentidos estaban más agudos que nunca. Cada crujido, cada sombra, cada cambio en el viento lo hacía girar con la respiración contenida. Aslan, su lobo, estaba al acecho, silente pero latente bajo su piel. No era solo la vigilancia que se le exigía como Alfa. Era un llamado interno. Un presentimiento que no lo soltaba desde que Ariadna mencionó la palabra.Peligro.No había visto nada. No había escuchado nada. Pero cuando Ariadna lo dijo, lo creyó sin dudar.—No voy a permitir que te toquen —le había dicho esa tarde, con la frente apoyada sobre la suya—. A ti, ni a ellos.Ella no respondió. Solo colocó
Subtítulo: “Cuando el peligro se oculta, no lo oyes… lo sientes bajo la piel.”Darius se movía entre los árboles como una sombra sin dueño. Su rostro no mostraba emociones, pero sus ojos ardían con hambre. No era hambre de comida. Era hambre de dominio. De venganza.Había esperado demasiado.Desde que Kael tomó el mando de la manada Luna Negra, Darius había sido desplazado, silenciado, expulsado como si no fuera sangre de la misma sangre. Y eso era algo que no había perdonado. Ni perdonaría.—¿Cuánto más debo esperar? —susurró.Una figura emergió detrás de él. Alta, delgada, con la mirada esquiva.—Todo avanza como esperas, Darius —dijo el desconocido—. Tus aliados dentro del círculo están cumpliendo.—¿Y el Alfa?—Demasiado distraído. Solo tiene ojos para ella.Darius sonrió con amargura.—Perfecto. Así es más fácil cegar a un lobo. Cuando le das algo que proteger… ya no ve por dónde le atacas.—En el territorio central, Kael y Ariadna compartían un momento tranquilo cerca del fueg
Subtítulo: “Donde hay luz que crece… también hay ojos que la desean apagar.”El bosque seguía respirando en paz, pero algo en el ambiente había cambiado. No era el viento ni el canto nocturno de las criaturas que vivían ocultas. Era más sutil… como una vibración nueva, un murmullo contenido entre las hojas.Ariadna dormía profundamente, arropada por el calor de Kael, quien apenas podía cerrar los ojos. El silencio de la noche no lo tranquilizaba… lo mantenía alerta. Su lobo, Aslan, estaba inquieto.Desde que supo la verdad —que Ariadna esperaba gemelos—, una nueva energía había nacido en él. Pero también un nuevo miedo.Y no por él.Por ellos.Sabía que no todos estarían felices con la noticia. Sabía que, si alguien se enteraba… los buscarían.Y no para celebrar.Kael acarició con suavidad el cabello de Ariadna, su respiración cálida rozando su cuello. Ella se movió apenas, inconsciente de todo lo que su presencia ahora significaba.Ella era su paz.Pero también su mayor peligro.En
Subtítulo: “A veces, lo que más miedo da… es justo lo que has estado esperando toda la vida.”El atardecer teñía el cielo de tonos naranjas y dorados, y la brisa se deslizaba entre los árboles como un susurro ancestral. Ariadna y Kael caminaban juntos, en silencio, bordeando el lago. El mundo parecía contenido, como si también él esperara lo que estaba a punto de ocurrir.Ariadna sabía que ya no podía seguir ocultándolo. El momento había llegado.Kael lo presentía, aunque no decía nada. Sentía cómo el aura de Ariadna vibraba con una energía distinta, más densa, más… viva. El vínculo con ella se había vuelto más profundo, como si cada paso que daban juntos en el bosque los acercara a una verdad inevitable.Se detuvieron frente a una roca cubierta de musgo. Ariadna lo miró, respiró hondo, y le pidió con la mirada que se sentara.—Necesito decirte algo —empezó, con voz temblorosa.Kael asintió sin hablar, sus ojos fijos en los de ella, atentos.—No sé cómo explicarlo sin que suene extra
Subtítulo: “Cuando la verdad golpea el alma, no hace ruido. Solo te cambia.”El día amaneció con una brisa suave que movía las hojas como un murmullo. Ariadna se sentó en el borde de la cama, sintiendo cómo el sol se filtraba por la ventana, calentándole los hombros.Había dormido profundamente… y sin embargo, su corazón estaba inquieto.La Luna le había hablado.No era un sueño, lo sabía.La claridad del mensaje, la calidez de la energía… todo seguía latiendo en su piel.Se tocó el vientre con una mezcla de temor y reverencia. Dos corazones. Dos vidas. Una historia que aún no comenzaba a contarse en voz alta. ¿Debía decírselo a Kael? ¿Ahora?Se levantó. Caminó por la habitación sin rumbo fijo. Su loba, Naira, se mantenía en silencio, pero no por indiferencia. Era un silencio de espera… de calma antes de una revelación inevitable.“Él tiene derecho a saberlo… ¿o debería esperar hasta que esté listo?”, pensó.Pero… ¿estaba ella lista?—Kael observaba el bosque desde la colina donde s
Último capítulo