—es imposible, dijo Eliza, en estas montañas no hay bestias con ese tipo de violencia, si existen, lobos en las colinas de Gevuadan, pero una bestia de este tipo que devore niñas, de esas edades,—esto es algo nuevo, dijo el conde, mientras tomaba a Eliza entre sus brazos, nosotros estamos hechos, para vivir el amor bajo las sombras, en los más profundos secretos, donde la sociedad no se entere, no se dé cuenta de nada, tan solo nos debe importar, es lo que tú y yo sentimos en nuestras almas nada más, —pero yo deseo que la ciudad, y el propio condado, me respeten, y me permitan tener un amor normal como todos los demás, pero he sido señalada como la hija del demonio, solo porque mi madre, fue una supuesta bruja y fue asesinada por esta misma ciudad, como si nada. El conde la miro con cierto misterio,—tú misma lo sabes Eliza, que nuestro amor, no es un amor, que será aceptado por las gentes de la ciudad, este amor es una maldición, respondió el conde, mientras se transformaba en una
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